Capítulo XV
Una Sombra Oscura
Desperté mareada, confundida, con un fuerte dolor de nuca. No sabía en dónde estaba, pero tras recobrarme un poco más inmediatamente me di cuenta de donde, era la mansión de Rolando Zamora. ¿Qué estaba haciendo allí, cómo había llegado? Recordé entonces que fui atacada por Rufino, el intimidante guardaespaldas de Rolo, moreno y con un gran corte en la cara. También que junto a él se encontraba Hilda, la valkiria que también protegía a ese hombre.
Sentí miedo, un miedo enorme, nunca me habían golpeado de esa forma. Es cierto de Mario y Rolo lo hacían a cada rato, me maltrataban y agredían, pero nunca así, mucho menos había sido secuestrada. Esta vez habían llegado demasiado lejos y temía mucho lo que quisieran hacerme ese día, algo me decía que iba a ser muy malo.
Desperté sobre la cama de su casa, totalmente desnuda. Justo en ese momento entró Rolando.
Devoradora, buenos días perra
¡¿Qué pasó, por qué mandaste a tus 2 matones a traerme por la fuerza?! ¡No era necesario!
No, no lo era, pero yo lo quise así perra quiero que este día entendás ya definitivamente cual es tu verdadera posición en la vida.
¿Qué? no le entendí, pero sentí mucho miedo.
Ese día Rolando e veía mal, desalineado, sucio, con barba de varios días. No me costó mucho darme cuenta que andaba medio borracho, sobre todo por la cerveza que traía en las manos. Eso me asustó más todavía, pues si sobrio se portaba como un animal conmigo, borracho sería mucho peor.
Rolando, ¿estás borracho?
Si y qué putas
Es que así no funciona me da miedo así, mejor dejame ir y vengo mañana para que me hagás lo que querrás. error, no debí decirle eso pues inmediatamente se me fue encima, dándome 2 fuertes bofetadas que me tiraron a la cama.
Yo estoy como a mi se me da la gana estar y vos solo me obedecés, perra de mierda.
No me dijo nada más, me tomó de la cintura con firmeza y me levantó, jalándome hacia él, me estampó un beso profundo y mojado y luego me empujó hacia una pared y me tiró con brusquedad sobre la cama. Fue brusco, muy brusco, pero junto al miedo sentí un morbo grandísimo que hizo que no me importara mucho, al contrario, hizo nacer en mi una fuerte gana de ser maltratada.
¿Te gusta perra, te gusta? me preguntó, abofeteándome otras 2 veces con fuerza, haciendo que me ardiera la cara pero terminando de hacerme perder el control.
¡Maldito hijo de puta!
¿Si? ¿Y qué vas a hacer al respecto, perra de mierda? en realidad no sabía qué hacer, pero actué por instinto, lanzándome sola al suelo y, casi con desesperación, sacándole la paloma del pantalón para comenzar a chupársela.
¡Ja, ja, ja, ja, sos una perra!
¡Estoy ardiendo Rolo, hijo de puta!
¿Y qué vas a hacer? ¿Qué vas a ser hoy?
¡¡Lo que vos querrás maldito!! ¡¡¡HOY QUIERO SER TU MARRANA!!! ¡¡¡VOY A SER TU PUTA, TU PERRA ASQUEROSA!!! le dije, dándole la primer lamida a su enhiesto pene.
Jamás me había sentido así, tan sometida a alguien, tan caliente, jamás me había reducido tanto yo misma. Esta autorreducción a un objeto hizo que la lujuria se me subiera a la cabeza y se apoderara de mis pensamientos, perdiendo el poco control que me quedaba. Y Rolando lo sabía, sabia que esa mañana me podría hacer lo que a él se le diera la gana. Por ello, sin la menor piedad, me tomó con fuerza de la nuca y enterró su enorme pene cuanto pudo entre mi garganta. Abrí los ojos platos y se me crisparon ante la presencia de tan grande invasor cortándome la respiración. Sentí arcadas y mis ojos se llenaron de lágrimas, me tuvo así casi por un minuto entero hasta que me soltó. Se alejó un poquito mirándome atentamente, yo aun estaba arrodillada en el suelo tosiendo fuerte, desnuda y la mirada perdida.
¡¡¡COGEME ROLO!!! le dije con cara viciosa, completamente enloquecida y poniéndome de pié ¡¡¡VIOLAME COMO LA MARRANA QUE SOY!!! ¡¡¡GRITÁMELO, ESCUPÍMELO EN LA CARA!!! ¡¡¡¡MARRANA, PERRA, PUTA!!!! ¡¡¡¡NO SOY MÁS QUE UNA PUTAAAAAA!!!! mi libido estaba elevado hasta donde nunca había llegado antes.
Rolo se me acercó y me agarró del pelo, me propinó otra fuerte bofetada y me tiró al suelo, en donde me comenzó a dar de azotes en las nalgas. "¡ZAP, ZAP!", sonaban como aplausos, a cada golpe todo mi cuerpo temblaba, me los estaba dando muy duro, con salvajismo y violencia. Y mientras tanto, divisé una cámara, estaba colocada a un costado de la habitación ¡el hijo de puta estaba filmando la manera en que me violaba!
¡¡¡SIIIIIIIIIHHHHHHHH, ASÍIIIIIIIIIIHHHHHHHHH!!! gritaba yo fuera de mi.
¡¿QUÉ SOS PERRA, DECIME QUÉ SOS?!
¡¡¡UNA PERRA, UNA PERRA PARA QUE MI MACHO PUEDA USAAAARRRRRGGGHHHH!!!
¡¡¡UNA PERRA, ESO SOS, UNA PERRA SUCIA Y PERDIDA!!!
¡¡¡SSSSSIIIIIIIGGGGHHHHHH!!! y los azotes continuaban, esta vez acompañados de fuertes jalones de pelo con los que me zarandeaba.
¡¿Y LA MUJER DECENTE QUE DECÍAS QUE ERAS QUÉ, PERRA?!
¡¡¡YA NO ESTAAAAAAGGGHHHHHH, YA NO SOY ESAAAAAAGGGHHHH!!! ¡¡¡AHORA SOY UNA PERRAAAAAAAUUUUUGGGHHHHH!!!
A cada nuevo golpe respondía con una alarido de dolor y placer, un grito que buscaba desahogar toda la inconmensurable excitación que ese maltrato me daba. Sentía mis pezones al rojo vivo, que mi clítoris y mis labios mayores palpitaban cada uno por separado, que mi vagina y ano se dilataban, suplicando alojar el miembro viril de ese regio macho, estaba totalmente fuera de control.
En un arranque de placer y lujuria me puse de pié y me colgué de su cuello, tratando de abrazarlo con mis piernas, restregando mi sexo contra el suyo aun cubierto por su pantalón, rozando mis enormes tetas contra su camiseta. Él me seguía jaloneándome con fuerza del pelo y fustigándome donde pudiera, ya fuera culo o espalda, lo que me hacía contraer mi cuerpo, gritando con una mueca entre sonrisa de placer y de dolor, disfrutando de ese trato duro y grosero.
De un fuerte y violento empujón me tiró sobre la cama al mismo tiempo que le suplicaba que me cogiera, que me reventara, que me hiciera lo que quisiera, que era totalmente suya, su puta sumisa. Me separó con brusquedad mis largas y torneadas piernas, descubriendo mi hermoso sexo carnoso y oloroso a hembra caliente, depilado y brillando de la excitación. Comenzó a meterme los dedos, con fuerza y hasta el fondo, mientras yo cerraba los ojos y se me aceleraba la respiración, presa de placer tan humillante como indescriptible.
Creo pertinente describirme en este punto, quizá no recuerden como soy. Tenía 28 años en esos días, medía 1.70, era de complexión atlética a pesar de mis 3 partos, con unas cuantas libritas de más, pero no gorda, con todo firme y en su lugar. Mi piel blanca, heredada de mi madre, una nariz un tanto pronunciada, pero delgada y fina. De mi madre también saqué un par de senos muy grandes coronados por 2 aureolas amplias con un pezón puntiagudo en medio cada una, y una cintura estrecha y con unas caderas anchas de hembra paridora, con nalgas redondas, duras y muy grandes. Mis labios eran finos y mi boca pequeña, mis ojos cafés.
Rolo continuó manoseando mi sexo, metiéndome hasta 3 dedos dentro del enrojecido sexo de esta su puta, que se abría para su disfrute debajo de mis enormes nalgas enrojecidas y maltratadas. Poseía una vagina perfecta, bien cerradita por medio de 2 labios cuyos delicados pliegues daban paso a un túnel rojo engalanado con un clítoris mediano y muy sensible.
Me levantó de improviso, agarrándome de un brazo como si fuera un monigote, me dio vuelta y me colocó en 4, mi sexo se contrajo automáticamente, a sabiendas de lo que le esperaba, por lo que yo misma le paraba el culo. Me agarró de las muñecas y me las puso en la espalda por la fuerza, con la otra mano me sujetaba del pelo, dejándome con la cara y pecho apoyados en el colchón. Sentí como su ariete se colocaba en posición y me penetraba con potencia hasta el fondo y de un solo envión, arrancándome un fuerte grito de dolor y placer. Comenzó a penetrarme furiosamente, sentía las paredes de mi sexo extenderse por la fuerza de las embestidas de ese enorme mazo que se deslizaba a través de mi encharcada intimidad. Yo apenas si podía hacer algo más que gemir, gritar y pujar, derramando gruesas lágrimas, con mi carita de muñeca enrojecida, pero sin poderme quitar esa extraña sonrisa de mi faz.
¡¡¡¡AAAAGGHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAGGHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAGGHHHH!!!!
¡¡PERRA SUCIA!!! ¡¡¡PERRA DE MIERDA!!! me insultaba, lo que me calentaba todavía más.
¡¡¡¡SIIIIIIIIIIIIIGGGGGHHHH!!!! ¡¡¡¡SOY TU PEEEEERRRRRRAAAAGGHHHH!!!! ¡¡¡¡TU PPEEEERRRRAAAAAAGGHHHH!!!! grité, justo cuando poderosos espasmos se apoderaban de mi sexo elevándome a un plano de placer más allá de todo lo que conocía. ¡¡¡¡ROLOOOOOOGGGGGHHHH!!!! ¡¡¡¡AAGGHH!!!! ¡¡¡¡AAGGHH!!!! ¡¡¡¡DIOS MIIIOOOOOOGGGGGHHHH!!!! ¡¡¡¡¡¡AAAAUUUUUUUUGGGGGGGGGHHHH!!!!!!
¡¡¡LO ESTÁS DISFRUTANDO PUERCA ASQUEROSA!!! ¡¡¡¡SSSSIIIIII, ORGASMEATE COMO LA PUTA SUCIA QUE SOOOOOSSSSS!!!!
¡¡¡¡SIIIIIIIIIIIII!!!! ¡¡¡¡AAAAGGHHHH!!!! ¡¡¡¡MAS, DAMEEEEEEEMAAAASSSSSS!!!!
Me revolvía como un gusano debajo de su cuerpo, que me aplastaba pues estaba echado hacia adelante, sobre mi. Me subía mucho los brazos, lo que me causaba gran dolor, el cual, sorprendentemente, solo aumentaba la fuerza de los estertores de mi éxtasis pese a las enormes lágrimas que salían de mis ojos.
Me cogió así por unos 45 minutos, me cambió varias veces de pose y en varias ocasiones me exhibió como un objeto para la cámara, mostrándole como tenía de abierto e irritado mi agujero. Pero ni el mismo Rolando Zamora iba a poder aguantar tanto tiempo, ya no se pudo contener y, cuando me tomaba boca arriba, con las piernas abiertas y las rodillas en mis oídos, acabó en medio de un potente rugido y eyaculó con furia dentro de mi ser, llenándome de su espesa leche que rebalsó la capacidad de mi sexo. Quedó tirado encima de mi, cubiertos de sudor, agotados, felices y satisfechos de tanto gozo.
Empecé a pensar en lo que había pasado, me había maltratado y humillado de la peor manera posible, como nunca lo había hecho antes, prácticamente me violó, usándome como la más vil y sucia de las cosas. Y lo peor es que aun quería más, lo disfruté como una perdida. Yo jamás pensé llegar a eso, no era posible, pero pasó, lo que me hizo estar aun más segura que había algo detrás de todo esto, que no era yo.
Rolo se me quedó viendo, tirada en la cama, agitada, cubierta de sudor y con la vagina chorreando semen. Lo sentí levantarse de mi lado e ir a una pequeña cómoda de donde sacó una cuchara, que en menos de un segundo estaba introduciéndome dentro de la vagina. Sobresaltada traté de levantarme, pero me devolvió a mi posición de una fuerte manada en la mejilla.
Esperate perra que yo te digo cuándo se hace las cosas aquí me espetó.
Tomándome del pelo como un animal me levantó y me sentó, obligándome a sostenerme por atrás con los brazos y a dejar las piernas abiertas y separadas. Comprendí lo que ese degenerado pretendía, pues en esa posición volvió a meterme la cuchara dentro de mi sexo y la sacó repleta de esperma, la cual llevó directamente a mis labios como si fuese una cucharada de jalea. Y yo, como la puta degenerada en que ya me había convertido, saboreaba esa bizarra mezcla de leche de macho y fluidos de hembra como si fuera el manjar más delicioso de este mundo.
Luego continuó violándome el resto de la mañana y parte de la tarde, siendo innumerables las veces que alcancé el clímax, en medio de insultos y golpes, humillaciones y maltratos físicos y sexuales. Ese día me dejó hecha un asco y una lástima, llena de moretones y cardenales, raspones y partes enrojecidas de mi piel. Temía por mi esposo, no sabía qué le iba a decirle ¿cómo iba a justificarle a Leonardo estas marcas?
Cuando todo acabó me puse de pié, las piernas me flaqueaban, estaba agotada y muy adolorida, deshecha y en un mar de llanto. Tenía todo el maquillaje corrido, el ano y la vagina me ardían terriblemente y gruesas líneas de semen resbalaban por mis muslos. Y por si esa sesión salvaje no hubiese sido suficiente humillación, Rolando se orinó sobre mi y luego me metió la tanga entre la boca, cerrándomela con tape.
Solo podía pensar en regresar a mi casa, pero mi vida era ya como una maldición que no iba a terminar así por así, apareció Rufino nuevamente y me puso un pañuelo en la nariz, me imagino que era algún tipo de anestésico, pues en cuestión de segundos perdí el conocimiento, en medio de pataletas e intentos inútiles de defenderme.
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
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