Negro Semental Mío
III
Hola otra vez, este es nuevamente Steve. ¿Saben?, ya me gustó contarles sobre mi vida junto a Said, mi negro amante y amo, el que me destroza cada vez que me hace suyo. Para los que lean mi historia por primera vez, les sugiero que lean desde el primer capítulo para conocerme mejor.
Pasó el tiempo, y Said se casó con Gloria, su eterna novia. Yo fui a su despedida de soltero y, de hecho, fui su despedida de soltero después. Sobra decir que ese día le di mi cuerpo como jamás lo había hecho
Después de su matrimonio Said se iría a vivir a Trinidad y Tobago con su mujer, Gloria. Eso me dolía en el alma, pues se suponía que me amaba y que pasaríamos el resto de nuestras vidas juntos. Pero me consoló diciéndome que lo podía visitar cuando quisiera, que me podía ir a vivir allá. Eso me entusiasmo. Me decidía a que mi regalo de bodas para el sería yo mismo, sería mi persona, mi cuerpo, que el dispusiera de el como le diera la gana, como siempre lo había hecho.
Arreglé algunas cosas pendientes en mi trabajo y viajé hacia Belmopán, mi ciudad natal. Llegué un jueves en la tarde. La boda se realizaría el domingo. El viernes sería la despedida de soltero que todos los amigos le daríamos a Said... Y el sábado yo le daría su despedida personal, a solas. Para ese entonces ya era un arquitecto y devengaba un muy bonito salario.
Pues bien, llegó el viernes y nos lo llevamos a un bar a orilla del mar que habíamos alquilado para la ocasión. Comida hasta para vomitar y licor como para morir ahogados, fue una fiesta para recordar por mucho tiempo. Y el final fue lo mejor: Michael y Dean contrataron prostitutas para que bailaran frente a el, dos hermosas mujeres. Una era mulata, como de 1.70 mt. de altura y con un culo colosal. La otra, una muñeca de 1.60 mt. de tez blanca, ojos azules y carita de niña, preciosa. Sus nombres eran Sandra y Sohara, respectivamente.
Las dos putas se contorsionaban y bailaban al ritmo de la punta, en una danza sexy y caliente en exceso que las iba despojando poco a poco de sus ropas. Yo que conozco a Said muy bien (demasiado bien diría yo), sabía que estas chicas no le harían experimentar la mas mínima emoción. Éramos (y somos) totalmente gay y la única razón por la que estaba a punto de casarse era porque le aterraba que la gente supiera sus verdaderas inclinaciones además había metido las patas con gloria (léase, la dejo embarazada). Yo era el único culo masculino que había tocado en su vida.
Las dos chicas se esforzaban al máximo en excitarlo y tratar de dejarlo bien servido. De su pantalón ya se miraba claramente un grueso paquete luchando por salir. Eso me halagó, pues se muy bien que a el solo se le para con una mujer cuando piensa en mi culito. Me imaginaba en su mente bailando como perra en celo en lugar de esas dos que tenía frente a si.
Las chicas ya iban por la ropa interior y Said empezaba a fingir excitación. Al fin la muñequita, que era la más extrovertida se le acercó y se sentó en sus piernas. Comenzó a menearse contra el, contra su pecho y su ingle. Se notaba el cosquilleo que recorría todo su cuerpo cada vez que se restregaba contra el paquete del negro. Se le hacía agua la boca. La mulata bailaba detrás de el y rozaba su cabeza y sus brazos con sus prominentes nalgotas cada vez que tenía la oportunidad. Las dos estaban calientes como brazas. Y no era para menos, pues el negro está para comérselo entero, sin desperdiciar nada.
Lentamente le sacaron la camisa y la blanca se despojó de su sujetador, dejando al aire unas bonitas y firmes tetas, muy blancas, parecían de leche. Comenzó a restregarlas contra los prominentes pectorales de Said, arrastrando sus pezones a todo lo largo de el. La mulata acariciaba desde atrás los pezones del negro, los restregaba tomándolos con las puntas de los dedos. Eso ponía a 1000 a Said, pero solo yo lo sabía.
Poco a poco Said les seguía el juego. En ese bar había un salón privado y pequeño, así que ya sabíamos de antemano donde tendría que acabar todo aquello. Despacio, y con la seguridad del macho seguro de tener a sus hembras bajo su dominio, se puso de pié. Inmediatamente la muñequita se arrodilló frente a el y comenzó a besar y a lamerle el paquete por encima de la tela del pantalón. Se le notaba la calentura en la cara, quería palo y lo quería rápido. Lentamente fue bajándole el zipper de la bragueta, hasta que dejó en el aire ese grueso pedazo de carne negra que en tantas ocasiones me había torturado y me había perforado tan profundamente. El ego de Said se llenaba mucho al ver los rostros de sus amigos, con esa expresión de envidia que formaban cada vez que lo veíamos desnudo. Sabía que era el mejor dotado de todo nosotros y eso lo enorgullecía mucho.
La muñequita intentaba desesperadamente tragarse los 25 cm. de verga que el negro le ofrecía. Chupaba y succionaba su cabeza, masajeaba sus testículos y lamía todo el miembro desde la base hasta punta. Era verdaderamente diestra, aunque yo no me quedo atrás en el fino arte de hacer una buena mamada, debo reconocerlo.
Bueno señores, ¿esto incluye cogida o qué? dijo Said alardeando de su masculinidad.
Mirá vos, como te queremos y apreciamos mucho, te conseguimos las dos mejores chicas que hallamos, pero si querés coger, que sea solo a una, porque cobran muy caro. y una silbatina y rechiflada se escuchón ante el comentario tan tacaño de Michael.
¡Su madre muchá! Solo me voy a casar una vez en la vida ¡y me lo voy a gozar! otra silbatina, pero de vítores.
Tomó a la muñeca y entró al privado con ella. Luego solo se escucharon gritos y gemidos de mujer. Me asomé por la cortina, y vi al negro embestir a su perra como un animal, como un potro desbocado. Ella se aferraba al suelo, mientras el la tomaba de las caderas y la atravesaba ferozmente en la posición de perrita en que la tenía. Esa era su pose favorita, pues le daba la seguridad de ser el amo y señor absoluto de la situación, de ser el dueño de su perra de turno.
Esta puta quiere con 2 dijo dirigiéndose a mí.
Comprendí la indirecta y entré a la habitación, los demás se calentaron un montón y comenzaron a meterse con la mulata. Esta trataba de rechazarlos al principio, pero luego como se calentó también. Además, un gang bang se pagaba muy alto.
Me desvestí y puse me blanco pene en la boca de la muñequita y esta se puso a chuparlo. Mientras, Said le seguía dando como si fuera una cosa de trapo. Nos besábamos cuando ella no nos miraba. Eso era arriesgado porque cualquiera de nuestros amigos podía entrar.
En un momento dado, Said dejó de cogerse a la puta. Tomándola del pelo la obligó a ponerse de pié y la volteó hacia el. Metió sus manotas negras entre las piernas de la muñequita y abrió su sexo, hincándole inmediatamente su largo palo. Yo comencé a hurgar entre su ano con el mío hasta que logró entrar. La pobre niña quedó completamente empalada por ambos lados, le estábamos haciendo un fuerte sanguchito. Ella gemía y lloriqueaba fuertemente, casi gritando. Pero lo gritos de su amiga afuera del privado eran más fuertes todavía, y ambos gritos se opacaban por el ruidero que tenían nuestros amigos, que seguramente estaban pasando sobre la mulata. Los 2 nos besábamos apasionadamente pues Said la había sujetado fuertemente del pelo y la hacía recostarse sobre su hombro.
Le dimos duro a la muñeca, la agarramos como muñeca de trapo, como piñata de feria. Después de unos minutos salimos del privado y nos reunimos con nuestros amigos. ¡Le estaban dando tan duro a la mulata! Michael estaba boca arriba sobre el suelo penetrando vaginalmente ese enorme culo moreno. Por el culo le daba Sean, mientras ella le mamaba la verga a Waldo y a Abdón. La mujer gemía y se quejaba sonoramente recibiendo esas 3 vergas, mientras el resto la manoseaba y le metía las manos por todos lados. Yo también me recosté boca arriba, con la muñequita sentada sobre mí. Said la penetró por el sexo y le comenzó a dar duro. Henry llegó con su palma parada, muy necesitada, y se la metió entre la boca. era una orgía bárbara, más de 22 pisados contra apenas 2 putitas.
Poco a poco las fuerzas de las chicas fueron desapareciendo y ellas parecían que iban a caer, que se iban a desmayar. Conciente de eso, Waldo nos dijo que paráramos, que las íbamos a lastimar, y nos convenció usando como excusa que quería fotos de todos nosotros terminando en las lenguas de ellas. Imagínense el morbo que todos sentimos cuando sacó su cámara y se puso enfrente del grupo para tomar las eyaculaciones.
Uno a uno se fueron masturbando en las caras de la puta que más les gustara. Tensaban el rostro y el cuerpo y descargaban el contenido de sus huevos dentro en ellas. Cada una recibió el semen de más de 10 hombres. Yo fui el penúltimo, eyaculé sobre la blanquita que trataba de tragar todo lo que podía. Said fue el último. Comenzó a gesticular y a contorsionarse lanzando largos y potentes chorros de su espesa leche dentro de la boca de la muñequita. Las 2 putas quedaron chorreadas y cubiertas del semen de todos nosotros, que se resbalaba por sus mejillas, frentes, cuello, pechos. Sus vaginas estaban enrojecidas, inflamadas y abiertas, y sus bocas rebosantes de esperma. Huelga decir que les pagamos una suma exorbitante de dinero.
La fiesta continuó, el licor se agotó y las conciencias se nublaron: todo el mundo se puso una verga del tamaño del mar caribe, no había nadie sobrio con excepción de mi persona. Regresé a mi casa como a eso de las 4 AM. Me metí en la cama y me quedé pensando en la cita que tenía en la tarde con Said. Era la última vez que cogería con el como un hombre soltero. Me sentía celoso, el había sido mi primer verga, mi primer mamada, mi primer chorreada en mi cara y el único que me había hecho su perra. El me había aficionado al sabor de su semen, y a ser dominado y tratado peor que a una puta. Por todo esto me decidí a ser su perra y que me llevase al extremo de la resistencia, al límite de la sumisión y del sometimiento, que me hiciera lo que se le diera la gana.
Pero eso, se los voy a contar después hasta la próxima.
Garganta de Cuero
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