Capítulo IX
Pasaron esos 2 días, no supe nada del Maestro hasta el tercero, o sea al día siguiente de lo acontecido en el capítulo anterior. Todo el día pasó igual que siempre, metida en mis quehaceres y luego trabajando con Mané y mi Lobita, que era como la bauticé para no referirme a ella como "la esclava". Sin embargo esta vez no exploré dentro de la mente de él. Por la noche sentí la llamada del Amo, que me pedía que lo viera en el sótano. Justo en ese momento Jorge tocó a mi puerta, a él también lo había llamado. Bajamos a mi sótano, una habitación amplia, oscura y húmeda, la verdad era el lugar más lúgubre de toda la casa, no era un sitio en el que me gustara estar.
¿Maestro? pregunté al bajar por las gradas.
Buenos días, Beatriz, Jorge, ¿cómo están?
Bien Maestro además de intrigados. le respondí.
Si, lo sé es usted muy curiosa señora mía.
Porque usted es muy misterioso Maestro. le respondí.
Si, lo soy solo con un aura de misterio se puede sobrevivir tanto tiempo. hizo una pausa Les dije que haría cambios en sus casas para poderlos proteger mejor, así que hoy le mostraré uno de ellos.
Bueno usted dirá dijo Jorge.
Como se imaginará, los cambios no tenían que ver con hacerle agujeros a las paredes. eso lo tuvo que haber leído de mi mente el muy metiche He usado magia, he hechizado sus casas.
¿Cómo? pregunté, usualmente yo siempre soy muy preguntona y Jorge silencioso.
Como lo oye, utilicé mis poderes mágicos para hechizar sus hogares. Tardé por prudencia, lo hice pared por pared, ladrillo por ladrillo
¿Por qué por prudencia Maestro? le preguntó Jorge.
Al hacerlo así me aseguré que mi poder mágico no fuera descubierto, tan solo un hechicero muy poderoso podría hacerlo. Lo que hice fue impregnar esta casa con mi presencia, una especie de magia pasiva que se activará únicamente si yo así lo deseo. Es un seguro, pues así la corriente mágica es tan tenue que no sería descubierta por otro mago.
Ajá dijimos Jorge y yo, asintiendo con la cabeza pero sin entender ni rosca.
Ahora la pregunta es,¿cómo nos va a defender eso? dijo usando una voz idéntica a la mía, sabía que no entendimos nada Bueno, esa protección nos defiende de energías negativas que puedan venir desde afuera, además de hacer más poderosa mi magia adentro. Por otro lado, desde cualquier habitación puedo controlar ambas casas, cada uno de sus rincones y lo que la gente hace en ella.
¿De verdad? pregunté impresionada.
Así es y solo a usted le daré la capacidad de hacer eso, usted, señora mía, tiene una predisposición natural hacia las habilidades mágicas bastante inusual.
¿Yo?
Si, una persona normal habría tardado mucho en poder ver los recuerdos del pasado usando objetos impregnados de energía. entonces me dijo anormal ¿? ¿Sabe una cosa?, eso es una doble ventaja para mi, pues así como puedo ver lo que se hace aquí de la casa, también puedo alimentarme desde aquí
¿En serio?
Así es quiere verlo asentí con la cabeza.
Debo hacer una aclaración, cuando el Maestro no se hallaba dentro de mi cuerpo, se nos presentaba ante mi como una especie de bruma, tomando mi imagen o simplemente no apareciendo. Esa noche había decidido usar su tercera presentación, estaba debilitado y así ahorraba energía. Telepáticamente me indicó que me sentara en una esquina, apoyada contra la pared y que cerrara los ojos.
Es muy parecido a lo que usted ya conoce
¿Qué cosa?
Ver los recuerdos en objetos cargados de energía. Solamente concéntrese y pronto se hará una con la casa
Cuidado Ojitos, me dijo Jorge no vayás a hacer cosas peligrosas.
Hice lo que el Maestro me indicó, cerré los ojos y me concentré, la verdad no me fue tan difícil, me sentí mareada y desequilibrada al principio, pero pronto comencé a ver cosas, era mi casa, solo que con las paredes, el techo y los pisos de un blanco intenso, no había nada más allí.
Beatriz, ahora que ya entró a la casa, puede pasearse todo lo que quiera por ella.
¿Cómo hago para regresar?
De la misma forma en que sale de los recuerdos ajenos, tan solo concéntrese y rompa la conexión disfrute su viaje señora mía
Comencé a caminar, mirándolo todo como si fuese nuevo, como si no llevara viviendo allí toda una vida. Entré a las habitaciones de mis inquilinos, los vi haciendo las cosas cotidianas, algunos preparándose para irse a dormir, nada fuera de lo común. Me llamó la atención Olivia, que se hallaba sentada sobre su cama llorando en voz muy baja, contemplando una fotografía en donde aparecía ella con todos sus hijos, los cuales se encontraban trabajando en los EE.UU.
Ella era una mujer como de mi edad, alta y flaca, morena y de rasgos duros y algo toscos, que se acentúan más porque no era muy dada a cuidarse mucho. Es más chismosa que un reportero sensacionalista, se sabe las aventuras y desventuras de casi todo el vecindario, además es metiche. Pero me ayuda mucho, tanto en la cocina como en los quehaceres de la casa. Sentí una gran pena por ella, cuán sola debía sentirse.
Finalmente llegué hasta la habitación de Gerardo y Wendy, un matrimonio muy joven con un bebé que no llevaban mucho tiempo viviendo conmigo. Eran 2 muchachos muy buenos a quines ya les tenía mucho aprecio. Él trabajaba en un taller mecánico en el día y por las noches iba a clases al centro universitario de la ciudad. Ella cocinaba dulces típicos que luego iba a vender a la calle. Usaba mi cocina para ello, ayudándome al mismo tiempo con la comida y dejándome golosinas sabiendo lo golosa que soy. Ella tenía 19 años y él 22.
Gerardo estaba leyendo un libro, me imagino que de la universidad, mientras ella le daba el pecho a su bebé, Juanito, de meses de edad. Era una hermosa escena familiar, llena de un ambiente cálido y amoroso. Me di cuenta que de reojo, él miraba a cada rato la morena, y rebosante de leche, ubre de su mujer alimentando a su hijito. Ella también se dio cuenta
¿Qué me miras mi vida? le preguntó ella haciéndose la inocente ¿Tenés ganas de lechita tu también?
¿Yo? ¡siempre! fue la respuesta del joven, que continuaba mirando absorto a su nene mamando ávidamente ¡Ah, quién pudiera volver a ser bebé!
Wendy solo se rió, le hizo gracia el comentario de su amado esposo. Minutos después acabó de alimentar a su niño, depositándolo de inmediato dentro de su cunita en donde quedó profundamente dormido. Era un niño muy llevadero, no lloraba mucho y dormía bastante. Entonces, la señora volteó su atención hacia su consorte.
¿Todavía tenés hambre vida? él la volteó a ver con un amplia sonrisa en los labios.
Si ¿ya está dormido Juanito?
Como un tronco como siempre
Él se puso de pié, la rodeó da la cintura estrechándola contra él y se acercaron lentamente hasta sellar sus labios en un apasionado beso que comenzó suave, luego fue más intenso hasta que sus lenguas se fusionaron en una sola. Era algo muy erótico verla a ella apretada entre sus gruesos brazos, brazos de hombre trabajador, y contra su fuerte pecho.
Se separaron al cabo de unos minutos, sus miradas estaban fijas en el otro. Despacio, Wendy extrajo una de sus tetas de su huipil ante la atenta mirada de su esposo, que la veía con cara de niño.
Nene, ¿quiere chiche el nene? le preguntó ella con una mezcla de picardía y ternura.
Inmediatamente Gerardo se le acercó y se puso a tocárselas mientras ella echaba la cabeza hacia atrás para gozar de las caricias. Bajó lentamente y le dio un beso, luego le sacó la otra y la besó también. Con la punta de su lengua recogía las gotitas que hacía salir mediante suaves apretones, luego capturaba los oscuros pezones con sus labios y succiona con algo de fuerza, bebiéndose el raudal blanco que de allí salía. Estaba ordeñando a su esposa, la que se calentaba cada vez más.
Mientras le chupaba las chiches le iba quitando la ropa, ella hacía lo mismo con él. Los 2 tenían muy buen físico, la verdad. Wendy Saloj era una muchacha indígena, morena, de grandes ojos oscuros y labios carnosos, de cabello negro y lacio hasta la cintura. Era delgada pero bien proporcionada, con unas medidas que le hacían resaltar entre las demás, sin llegar a ser muy voluptuosa. Gerardo Ajvic era un joven delgado y atlético, no muy alto. El trabajo duro le había dado un torso fuerte y marcado, con pectorales y abdominales bien definidos. Sus brazos eran fuertes y nervudos, y piernas robustas y duras.
Gerardo la tendió desnuda sobre la cama contemplando extasiado el hermoso cuerpo moreno de su esposa, de curvas generosas y pronunciadas. Ella lo invitó con un ademán y el avanzó hasta sentarse sobre su abdomen, dejándole así su hermosa verga de 18 cm, tiesa, horizontal, rígida y palpitante, a un palmo de los labios de su esposa. Esta se la agarro con una mano y la acercó para que sus labios se la pudieran envolver. Le chupó el glande, apenas un poco más grueso que el resto del pene, succionándolo como a un helado. Luego se la sacó y lo rodeó con sus senos. Así le empiezo a hacer un deliciosa paja rusa, que en algunos países también le dicen cubana. Me quedé impresionada, pensaba que Wendy sería bastante más conservadora y que preferiría un tipo de sexo más convencional e inocente.
Gerardo se arrodilló en medio de las piernas abiertas de su esposa, ya sabía lo que seguía y la verdad es que quería verlo, estaba muy excitada. Poco a poco se fue tendiendo sobre ella hasta quedar encima de su delgado y delicado cuerpo, rozando con el glande de su mástil la delicada vulva de su mujer, jugueteando con sus pezones, estrujándole las tetas y bebiéndose su leche.
Lentamente me penetró, Wendy se sintió llena a fondo, y comenzó con los movimientos de penetración, primero con suavidad, pero acelerando a medida que ella se acostumbraba al invasor. Ella comenzó a gemir con fuerza al mismo tiempo que lo besaba con pasión, yo podía ver todo su cuerpo estremecerse ante cada nueva embestida, pidiéndole más a su marido, entregándose en cuerpo y alma a él.
¡¡¡WENDY!!! ¡¡¡WENDY!!! ¡¡¡NO SABÉS CUÁNTO TE AMO WENDY!!!
¡¡¡¡YO TAMBIÉN, YO TAMBIÉN MI AMOR AAAHHH, AAAAHHH!!!!
Las piernas de la joven acabaron sobre sus hombros y el echado sobre su cuerpo por completo, sostenido de sus fuertes brazos a cada lado de la cabeza de su extasiada mujer. A cada golpe de sus caderas las rodillas de ella casi rozaban sus oídos, pues Wendy tenía sus caderas prácticamente en el aire. El sudor aparecía como goterones sobre sus pieles morenas, que brillaban empapadas bajo la suave luz que se colaba por su ventana.
Finalmente, tras 15 minutos de hacer el amor apasionadamente y de varios orgasmos de ella, Gerardo dio señales de querer terminar. Arqueó la espalda hacia atrás y emitió un largo y apagado gruñido mientras iba regando y llenando la vagina de su esposa con sus calientes chorros de semen. Luego vino el descanso, la calma luego de esa tormenta de amor y lujuria. Desnudos aun, él se acostó a su lado, abrazándola mientras ella lo empiernaba, se quedaron besándose y acariciándose, repitiéndose una y otra vez el gran amor que se profesaban.
Pero entonces ocurrió algo que no me esperaba, el Maestro me había dicho que nadie podría verme ni percibir mi presencia, pero podría jurar que Wendy si lo hizo. Sobresaltada se levantó de la cama, apoyada en su costado y sobre sus brazos. Abriendo bien los ojos, comenzó a hurgar en medio de la oscuridad, Gerardo se dio cuenta y, metiendo la mano dentro de su mesa de noche, sacó un arma de fuego.
¿Qué ocurría, acaso Wendy pudo sentir mi presencia? Y si así fue, ¿cómo lo hizo?, se suponía que nadie podía hacerlo, tan solo un mago poderoso. Y justo cuando comenzaba a recitar una especie de oración en su lengua materna decidí romper la conexión. Sentí un fuerte estremecimiento y que todo me daba vueltas, hasta que sentí calma y abrí los ojos, me encontré de nuevo en el sótano con Jorge sosteniéndome en sus brazos, caliente e intrigada.
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
Pueden enviarme los comentarios que tengas sobre esta historia a mi correo electrónico, con gusto los leeré. Besos y abrazos.