De esposa ejemplar a ramera empedernida II
Consuelo 06
El tiempo pasó, Lucía inició su nueva vida al lado de su marido, pronto ya era ama de casa, con todas las responsabilidades de un mujer madura. Pensé que me sería fácil acercarme a ella pero me equivoqué, mi hija me guardaba muchos resentimientos y siempre me hacía a un lado de su vida. Aquello me dolió muchísimo pero no la podía culpar, después de todo nunca logré oponerme a su padre.
Terminé por resignarme, me dolía mucho ser rechazada cada vez que trataba de acercarme así que dejé de hacerlo. La visitaba de vez en cuando y hablaba con ella por teléfono una vez por semana, pero solo. Luego, en la casa, Majo se veía rara, como ausente, misteriosa, asumí que sería una crisis de su edad y no le di mayor importancia. Por otro lado Lala había empezado a tener amigos. Se juntaba con ellos en los parques o en la casa cuando su papá no estaba.
Yo trataba de ser lo más amistosa posible con ellos, no quería que me pasara con ella lo mismo que con Lucía, y también trataba de ser discreta, no quería que le ocurriera lo mismo que a Majo, por lo que nunca le conté nada a Carlos de ellos.
Así fue como conocí a Beto, su gran amigo de toda la vida. Lalita ya había cumplido los 14, el ya tenía 16, cuando lo vi me parecía mucho muy guapo, con su piel blanca y esos embrujantes ojos grises, además de ser muy alto para su edad y muy atlético. Por los ojitos de mi hija me imaginé que le gustaba, y no me equivocaba.
Entonces si te gusta
Si pero
¿Pero qué mija?
Que solo somos amigos
¿Y tú no le gustás a el?
Si, pero
¿Pero qué amor? me volteó a ver con los ojos mojados, muy triste.
Es que papa no tuvo que decirme más, su papá, aunque los 2 se gustaban ella no iba a hacer nada más por miedo a su padre.
Como ya sabrán, Laura y Alberto solo fueron amigos durante su adolescencia, nada más. ella sabía que su padre jamás la dejaría tener novio, así que ni siquiera trató de tener algo con el. Tan solo recibió su primer beso de aquel muchacho, pero solo. Después de eso, nació entre ellos una de las amistades más bonitas que he visto.
La verdad es que 2 de las mejores cosas de mi vida familiar era la relación que tenía con Juan Carlos y Laura. Lucy ya saben como era conmigo, Majo siempre se mantenía sola y aislada y Vero era muy independiente, haciendo lo que quería pero por su lado. Mientras que Lala y Juanca si me contaban sus cosas, con ellos podía hablar y ser su amiga.
A cambio yo mantenía discreción en cuanto a sus cosas, especialmente con Lala, de la que me había convertido en una especie de cómplice. Si quería ir a algún cumpleaños, yo le decía a mi esposo que estaba estudiando, si quería ir al cine con sus amigas y amigos, yo la solapaba para que su padre no supiera. Entre el menos supiera de su vida mejor, por desgracia así era.
Pero como no todo puede ser bueno, pronto otra tragedia acaecía en mi hogar. Majo empezó con vómitos todas las mañanas, se mareaba y a veces perdía el sentido. Y un día la encontré frente al espejo de mi cuarto, con su blusa arremangada arriba y sosteniéndose el vientre, sollozando en silencio.
Días después, la bomba explotó, estaba embarazada. Llorando como una desesperada, María José no sabía qué hacer ni donde meter la cara, estaba aterrada, sabía lo que le esperaba cuando su padre se enterara. No hacía otra cosa más que balbucear perdón, perdón. Su hermana Vero estaba sentada frente a ella, con gesto perturbado, a su lado y abrazándola, su mejor amiga Tania, llorando también.
No había nadie más en la casa, pero justo en ese momento llegó Lala con Beto y sus amigas Clarisa y Damaris.
¿Qué pasó? preguntó Lala preocupada al ver a su hermana llorando a mares.
Tu hermana, Laura, está esperando un bebé. dije con una frialdad que hasta a mi misma me sorprendió.
¡No puede ser! gritó ella, abrazándose a Beto y a sus amigas.
Así es ella anda de novia con un hombre mayor, bastante mayor que ella. Aun no sabe si el se va a hacer cargo de su hijo o si la va a apoyar en algo. Mientras tanto la tenemos que apoyar en todo lo que podamos. dije, aun en mi tono metálico y ausente.
¡Pero cuando papá se entere la va a matar! dijo Vero, y Majo empezó a llorar con más fuerza.
¡Perdónenme, perdónenme! ¡Es que amo a Ricardo, lo amo con todas mis fuerzas!
Pues ese amor no te está haciendo más fáciles las cosas, ¿o si? le pregunté haciendo que se callara Amor, pidiéndonos perdón a nosotras no vas a resolver nada y Vero tiene razón, tu papá se va a poner como un energúmeno cuando se entere. Así que esto es lo que vas a hacer
Pero no hay nada que hacer mama, nada, ella
Dije "esto es lo que VAMOS a hacer" Verónica, y eso te incluye a vos te guste o no. mi tono era tan tajante que hasta mi rebelde hija menor se tuvo que callar, ni yo misma me reconocía Tania, te vas a llevar a Majo a su cuarto y van a hacer una maleta con todas las cosas de ella que puedan meter allí
¡Qué buena solución, la vas a mandar a la mierda! mi mirada fulminante, llena de todo el rencor y resentimientos de años de matrimonio fracasado asustaron a Vero, que no volvió a decir nada más.
La única forma de que tu papá no le haga nada a Majo es mandarla a vivir a otro lado por un tiempo. le dije.
¿A dónde? preguntó Laura.
Con Lucía por eso, mientras Tania y Majo hacen la maleta, vos me dirigí a Verónica vas a llamar a Lucy y le vas a contar todo. Ella va a entender y va a ofrecer su casa ella misma, sabe de lo que tu papá es capaz. Al mismo tiempo, Lala y sus amigos van a salir a buscar a Juanca en donde esté, el también tiene que estar enterado de todo háganlo ya.
Pero yo no me quiero ir mami
¡Y jamás lo vas a hacer! le dije rompiendo en llanto yo también esta siempre va a ser tu casa y nosotros tu familia, pero mientras las cosas se resuelven es necesario, por tu bien y el de tu bebé, que te vayás lejos por un tiempo. Pero tenés que entender que esto ocurrió porque tu así lo quisiste amor, por ello le vamos a decir a tu papá que tu solita te fuiste donde Lucía, no quiero que el la vaya a tomar contra tus hermanas o con tu hermano
¿Y tú? preguntó llorando, y yo, lo único que pude atinar a decir, en medio de sollozos fue yo ya no tengo remedio y es inevitable quedar en medio de la línea de fuego nunca vayás a acabar como yo.
Así lo hicimos, al cabo de media hora Laura regresó con Juanca y su amigo David, lo puse al tanto de todo. Como una hora después el auto de Arturo se aparcaba frente a la casa, saliendo de el Lucía cubierta en llanto. Les voy a ahorrar las lágrimas y lo duro de la despedida, aunque les había dicho a todas que sería solo mientras las cosas se resolvían, yo sabía que Majo nunca iba a regresar, algo en mi interior me lo decía.
Una vez en la casa de su hermana llamó al tal Ricardo para contarle de su preñez y, luego de rogarle desesperadamente (hijo de puta) el tipo se dignó a decirle que si se iba a casar con ella. Para ustedes talvez resulte ilógico que una mujer tenga que casarse al quedar embarazada, pero en mi mundo, en aquel entonces, era indispensable.
Por otro lado, la cosa explotó en mi casa, tal y como lo pensé, Carlos se puso como un energúmeno, en cuanto se enteró salió en su carro a la casa de Lucy a exigirle que le diera a Majo. Obvio, Lucía no lo dejó ni entrar y amenazó con llamar a la policía. Carlos regresó a la casa y la emprendió a golpes contra mi, pues había mandado a Lala y a Vero con una hermana mía. Juanca trató de defenderme pero no pudo, aquella tarde recibí una de las golpizas más brutales que recuerdo.
Un mes después, se llevó a cabo la boda de mi hija con su novio, Ricardo. Todo corrió por cuenta del novio, que había resultado ser un hombre adinerado, bastante. David Centeno era un hombre de 35 años, conoció a mi hija cuando ella tenía 15, y por su belleza e ingenuidad no perdió tiempo, se la llevó a la cama sin demasiada dificultad, pues, por desgracia, una muchacha tan bella y deseable que no tiene amigos, con autoestima muy baja y solitaria es muy fácil de manipular
Yo no quería que ella se casara, no confiaba en ese tipo que tenía apenas un año menos que yo, pero no había nada más que hacer, Majo estaba enamoradísima y aquello era la única solución posible ante los ojos de mi marido, así que la boda se llevó a cabo y la vida de mi hija quedó, desde ese momento, ligada a su nuevo marido. Traté de ver las cosas con optimismo, talvez Ricardo no era tan malo, talvez le podía dar una buena vida y hacerla muy feliz.
Carlos continuó tomándola conmigo, por cualquier razón me daba fuertes bofetadas, me culpaba del embarazo de nuestra hija, y en cierto modo tenía razón, si no hubiese sido una madre tan pusilánime no habría permitido que mi marido hubiese hecho lo que se le dio la gana con ella. Pero ya era suficiente, ya estaba bien de recibir todas sus mierdadas, había decidido tomar venganza.
Y una mañana se me hizo, decidí salir de mi casa para caminar sin rumbo, iba masticando mi soledad, saboreando mi dolor y rumiando mi frustración y rencor, cuando me hallé frente a un cine de mala muerte. Había caminado ya bastante y llegué a una zona roja de la ciudad, no muy lejana de mi casa, en la entrada del cine se veían carteles de mujeres apenas vestidas y de películas pornográficas, con las y los modelos apenas cubiertos con pedazos de papel para evitar sanciones de las autoridades.
Me sentí rara, extraña, jamás había caminado sola por aquellos lugares y mucho menos me había quedado de pié frente a un cine así con cara de tonta. Pero algo en mi me movió, ese resentimiento que había en mi, ese deseo de demostrarle a todo el mundo que María Consuelo Cuestas de Ovalle no era una insignificante idiota. Sin pensar ni nada entré al local, pagué mi entrada y me metí en una sala oscura y poco concurrida.
Me senté en la última fila tratando de desaparecer y no ser vista cuando me di cuenta de lo que había hecho, a punto estaba de salirme cuando vi a la pantalla y vi como una verga enorme se enterraba salvajemente dentro del sexo de una putita, que gemía y gritaba desesperadamente. Quedé impactada con esa imagen, y de inmediato vinieron a mi los recuerdos de tantas cogidas homosexuales en que vi metido a mi hijo, todas las vergas que le metieron en el culo, de mi marido y su amante, en fin, la cosa en que quedé ardiendo en un santiamén.
Sentí como mi vagina se mojaba de inmediato, que mis pezones querían explotar y esa intranquilidad tan característica que sobreviene cuando se necesita con urgencia de una buena verga. Mientras tanto, en la pantalla la infeliz, pero extasiada mujer, continuaba siendo salvajemente perforada por esa enorme verga que se enterraba en lo más profundo de su ser sin compasión alguna.
No me di ni cuenta de cuándo fue que alguien se sentó junto a mi, tan solo sentí un fuerte susto cuando empezó a rozar mi mano con la suya. Lo volteé a ver, no era guapo, era más bien uno de esos hombres corrientes, de apariencia vulgar y maneras desagradables, un patán por decirlo así. Pero igual no detuve sus caricias sobre mi mano, tampoco cuando la comenzó a subir por mi brazo llegando hasta mi hombro ni cuando la empezó a bajar por mi espalda.
Me imagino que se sintió Robert Redford o el tipo con más suerte en el mundo, en un cine XXX, viendo a un tipo con verga de caballa cogerse como un animal a una muchacha puesta en 4 y con una mujer a su lado, que no ponía reparo alguno ante sus avances. Ni siquiera le dije nada cuando empezó a rozar mis nalgas, justo en donde deja de llamarse espalda.
Me tomó de la mano y me la llevó hasta su duro, haciendo que se lo acariciara a través del pantalón. Lo sentí duro, grande, me calenté más todavía. Entonces otra mano me sorprendió, era otro tipo que se fue a sentar a mi lado, del otro lado, y que no había visto. Tomándome la otra mano la llevó hasta su entrepiernas, igual o más hinchadas que la otra.
Mientras esto ocurría, frente a mi, la escena ya había cambiado, ahora era una pareja que se hallaba sentada en la sala, tomando café. Era una sala parecida a la mía, del mismo color y con los muebles dispuestos de forma similar. Tenía 2 vergas desconocidas en ambas manos, los 2 tipos me manoseaban las tetas sin recato alguno, me metían las manos bajo la blusa y me apretaban los pezones con fuerza.
Venite con nosotros perrota te vamos a dar lo que necesitás. me dijo el primero.
Me agarraron de los brazos y me pusieron de pié, el primero de los 2 era el que guiaba, jalándome con fuerza y yo dejándome llevar mansamente. Volteé hacia atrás y vi que el segundo hombre era un muchacho joven, tal vez de 16 años, con una apariencia mucho más aseada que el otro pero igual de caliente. Me metieron a los baños, los baños más asquerosos y malolientes que he visto y, apoyados contra la puerta para que nadie más entrara, continuaron manoseándome a su antojo.
¡Esta es la puta más puta que he visto en esta puta vida mía! me dijo el hombre, el mayor y el más patán Nos la vamos a coger rico, ¿verdad patojo?
Si bien rico ¡mírele esas tetas!
¡Qué tetas!
Me trataban con rudeza y se referían a mi como a un animal o un objeto, y eso, ante mi sorpresa, me estaba calentando más. Además, las condiciones totalmente antihigiénicas de aquel lugar en donde me iban a coger me hacían sentir aun más sucia, un ser tan bajo que no podía aspirar a nada mejor y eso me gustaba más todavía.
El hombre mayor se quitó el cinturón y me lo puso alrededor del vientre, pasándolo por encima de mis brazos y luego apretándolo mucho para inmovilizarlos. Eso me puso más caliente todavía y me hizo perder lo poco de control que me quedaba, me iban a violar y la sola idea me trastornaba.
Ahora te vas a portar bien perrota, ¿eh? me dijo a un palmo de mi cara, con su aliento a cebolla y ajo tan desagradable.
Si me voy a portar bien respondí sin pensarlo siquiera.
¡Ja, ja, ja, ja! Patojo dijo hablándole al muchacho jamás en tu vida vas a volver a tener una puta tan sucia y arrastrada ¡gozátela cabrón! y jalándome con fuerza el pelo me puso de rodillas frente a su pantalón.
Se sacó la verga, larga y delgada, no muy limpia, y me la metió de un solo empujón entre la boca. Sujetándome aun del pelo con fuerza empezó a cogerme con fuerza, dándome sin piedad, enterrándomela toda y provocándome arcadas que terminaron conmigo vomitando. El tipo mayor se reía como un loco mientras me veían vomitar y derramar lágrimas, preguntándome si ya me había arrepentido, que si me había ahuecado ya, pero que de todas maneras me iban a coger como se les diera la gana. Pero yo, ni me había arrepentido ni ahuecado, las lágrimas que derramaba eran un reflejo natural que el cuerpo tiene cuando la garganta se encuentra obstruido y ante el reflejo de regurgitación. Yo quería más
Me arrastraron hasta los baños y me metieron en un cubículo. Allí me sentaron sobre un inodoro y me abrieron de piernas. El patán me penetró primero, agarrándome de las caderas y escupiendo sobre mi cuerpo. Me sentía al rojo vivo, estaba empapada de sudor y a punto de desfallecer. Tuvo uno de los orgasmos más fuertes y impetuosos que recuerdo, todo mi cuerpo se tensó, mi vista se nubló y de mi boca salió un grito tan fuerte que el hombre se me fue encima para tapármela.
No supe de mi por varios minutos, pero cuando desperté era el muchacho el que me estaba cogiendo, me había puesto boca abajo sobre la taza, me penetraba violentamente. Lo oía jadear y gruñir, seguro que aquella era una de las primeras veces que cogía en su vida.
En la boca patojo, échaselo todo en la boca le dijo el otro malviviente
Me jalaron bruscamente y me tiraron sobre el frío y sucio piso. Desde allí vi al muchacho pajearse con todas sus fuerzas hasta acabar en medio de gruñidos y exclamaciones de júbilo. Sentí sus chorros calientes de semen caer sobre mi rostro y mi boca abierta, ávida de esa blanca y suave esperma. Después de eso, las cosas acabaron, me dejaron tirada en los baños en una especie de trance. No sentí ni cuando me quitaron el cinturón, tampoco cuando salieron.
Trabajosamente me puse de pié, sentó largos y viscosas gotas de semen resbalar por mis piernas y el acre sabor del esperma del muchacho en mi boca. Me vi al espejo, ya no era la misma, por un momento vi a una ramera viciosa, una mujerzuela callejera de piel morena y el pelo desordenado y sucio, con restos de semen resbalando desde su frente hasta su barbilla. Mis pechos flotaban libremente entre mi blusa abierta, ¿mi sostén?, seguro se lo llevaron.
Con papel higiénico limpié mi cara y me puse a llorar. Logrando algo más de control salí de baño, la gente en la calle se me quedaba viendo, pues por el tamaño de mis senos era más que obvio que no llevaba nada debajo, suerte que no me topé con nadie conocido. Así llegué hasta mi casa, así me tiré sobre mi cama así abrí mis piernas así jugué con el semen de ese desconocido alojado en mi sexo así me masturbé con el, cubierta en una mar de lágrimas pues me sentía sucia y traicionera. ¿Cómo pude hacerles eso a mi marido, a mis hijos, a mi misma? ¿Cómo pude gozar siendo abusada por un par de degenerados mal vivientes, cómo? Y luego, en medio de los estremecimientos de un nuevo orgasmo, durante un repentino y transitorio ataque de locura, me lo llevé a la boca, saboreando esa excitante mezcla de esperma y mis propios fluidos corporales que me supo a cielo. Luego caí rendida y perdí el conocimiento
Continuará
Garganta de Cuero.