Negro Semental Mío
II
Hola, nuevamente les habla Steven Fearon. En el anterior relato les conté de cómo me acosté por primera vez con mi amigo Said, de cómo fue que me abrió el culo con mi exageradamente largo falo, negro como la noche. Después de eso, nos hicimos aficionados al sabor de la piel del otro.
Comenzamos a salir los 2 (como amigos obviamente) más seguido, usando la excusa de que yo había pasado a ser su mejor amigo. Además, los 2 éramos tan buenos consiguiendo mujeres que jamás llegamos a ser sospechosos de nada. A veces íbamos a parar a la casa de el por las noches, después de alguna fiesta, y si estábamos solos, copulábamos como salvajes, siempre yo tragándome su macana, que me daba como si tratara de matarme.
¡Haaaaghhhhh! mi amigo Said me estaba destrozando, me penetraba con tal brusquedad que temo que se lleve mi culo entre su verga.
¡Si si eres una perra! me gritaba delirante.
¡Si!... ¡Si!... ¡Haggggghhhhh! le respondía yo dócil.
Sus 25 cm. de gruesa masculinidad perforaban mi agujero sin compasión, mientras yo no podía hacer mas que sujetarme fuertemente a la cabecera de la cama con las nalgas en pompa y dejarme hacer según la voluntad de mi negro poseedor. Ya llevaba como 30 minutos, aquella noche en particular, desde que había iniciado mi dulce tortura, y no había señales de que tuviera un final próximo.
A medida que crecimos, yo me alejé un poco para estudiar arquitectura en el extranjero. Regresaba a mi terruño quedito para visitar a mis padres y hermanos, y a enterarme de las nuevas de la región. Salía con mis amigos por las noches y generalmente terminamos en algún bar y los regresaba muy borrachos a sus casas, yo no tomo. Yo procuro no tomar mucho, pues cuando estoy ebrio suelo ser un poco cariñoso y hablador, por lo que no me conviene si estoy con ellos. No saben que soy un marinero al que le gusta estar en la punta del mástil, je, je, je, je. Y siempre, siempre, siempre, terminaba ensartado en Said antes de regresar a la universidad.
No se por qué, pero siento una atracción muy fuerte por hombres violentos y dominantes. Aunque debo admitir que me excitan en exceso ese tipo de hombres, soy lo suficiente listo para saber que no me convienen. Me encanta estar debajo de un poderoso macho pidiéndole clemencia. Bueno, ahora, a estas alturas de mi vida, el único hombre violento y dominante que tengo es Said, pero el también me hace profundamente feliz.
Como dije antes, me excita ser dominado y puesto a disposición de mi domador. Me calienta sentirme un objeto para mi amante de turno, no ser mas que un culo donde puede meter su paloma y masturbarla allí dentro, ser maltratado y humillado por medio de las peores vejaciones. Me erotiza enormemente la imagen del hombre alto y robusto (bastante más alto que yo), muy musculoso y fuerte, de mirada penetrante y fría, y con una verga en erección gigantesca, gruesa como un leño y larga como una vara. Pero sobre todo, que desee abusar de mí como si se tratase de una ramera esquinera. Si, eso es lo que me gusta, aunque debo decirles que únicamente ha quedado como una fantasía, el aparte de Said, solo he estado con otro hombre, que no me dejó nada bueno.
Y como les dije antes, siempre que iba de visita a Belice terminaba atravesado por el inmenso pene de Said. Me dice que no puede apartar mi trasero de su mente. Y no es para menos, modestia parte tengo un culo bien bueno. Dos nalgas grandes, firmes, blancas y lampiñas, con un agujero muy flexible y siempre listo a dejar entrar a un buen macho que me haga suspirar.
Said siempre me busca con cualquier tipo de excusa, cada vez más ingeniosas. En esta ocasión, el me interceptó por medio de su novia Gloria, una negra buenísima con unas chiches del tamaño de su cabeza. Me llegó un recado a mi casa donde ella me pedía que pasara por la suya para darme unas cosas que quería que le llevase a su hermano, quien estudiaba conmigo. No me pareció sospechosa aquella petición y no podía negarme, por lo que fui a verla. Además, ya me había resignado a que mi culito se iría invicto en esa visita.
Toqué el timbre de su casa pero nadie me atendió. Entonces toqué la puerta y esta se abrió. Después de pensarlo unos segundos, decidí entrar. "Hola" dije al entrar y me senté en la sala. Nadie me escuchaba. En el segundo piso había un radio puesto con punta, que me encanta bailar. Me pareció extraño que nadie me atendiese, por lo que decidí subir las escaleras. Probablemente Gloria o alguien de su familia se encontraba arriba oyendo el radio.
Lentamente me acerqué a la habitación de donde provenía la música y un nuevo sonido aparecía mientras mas me acercaba. Parecían gemidos, lamentos. La puerta de ese cuarto estaba dolo entrecerrada, así que con un suave toque se abrió lo suficiente como para poder ver lo que pasaba allí adentro. Said estaba partiendo a la mitad a su novia, Gloria. Con las piernas de la negra sobre sus hombros, hincaba su garrote en la negrísima raja de su eterna novia, mientras la infeliz se aferraba a la cama y ponía cara como de una mujer pariendo ladrillos.
En ese momento recordé que a Said le gustaba poner música a todo volumen cada vez que me hacía su perra, pues así podía disimular mis gritos. Aparentemente hacía lo mismo con ella. Sus poderosos senos negros se mecían hacía todas direcciones, con sus oscuros pezones apuntado erectos para arriba. Sentí un gran deseo de pellizcarlos y llevármelos a la boca. Pero lo que más me gustó ver fue el inmenso pene de mi amigo entrar y salir inmisericorde de la vagina de la mujer, estirándola al máximo ante cada embestida y salida. Mientras ella gritaba y cerraba los ojos como queriendo no sentir aquel animal invadiendo su intimidad.
Luego la tomó de los pelos y la puso en 4, y la cabalgó al estilo perrito. En ese momento me recordé a mi mismo. De todas las veces que me había montado y me había hecho su perra. Yo me abría de nalgas lo más que podía para facilitarle la entrada al miembro de mi amigo. Me excité muchísimo en ese momento, me llevé la mano al paquete y lo apreté, al tiempo que me imaginaba al negro poseyéndome por el culo.
Por fin pareció llegar al final. Le sacó el mástil del dolorido sexo de su perra y la arrodilló frente a el. Gloria, como una puta bien entrenada, abrió la boca y se dispuso a recibir lo chorros de leche que su amo le regaló. Y yo estaba deseoso de que esa boca fuese la mía. Es que me encanta saborear el semen de Said.
Al ver que ya todo había terminado, bajé rápidamente a la sala y me senté en el sofá. Minutos después bajó Said, y al verme sus ojos chispearon de una forma que ya conocía muy bien yo.
Gloria, amor, ya vino Steve. Gloria bajó unos minutos después, con una obvia imagen de mujer arrastrada y revergueada.
¡Hola Steve! me dijo apenas sacando la voz de su garganta Aquí está el paquete que necesito que le llevés a René. Gracias, sos un amor.
De nada gloria, no hay problema
Bueno amorcito, nos vemos más tarde porque ya me voy con el, vamos a ir a algún bar de por allí. Vengo por vos en la noche. y tomándome del brazo, Said me sacó y me metió entre su pick up, en donde me dijo Ojalá hayas gozado con la cogida que le di a Gloria y que vengás caliente, porque yo si lo estoy. no dijo mas, y no había nada mas que decir, sabía tan bien como yo que me moría por tenerlo adentro. El resto ya ustedes lo saben.
Llegamos a un motel, me bajó y me ordenó que me desvistiera frente a el. Inconscientemente lo hice sensualmente, pues me encantaba verle la cara contemplando mi esbelta figura. Luego me arrodillé y esperé a que se acercara con su verga. Se la chupé hasta que se derramó en mi boca. Se la limpié y la puse de nuevo a punto. Me levantó y me puso en 4 sobre la cama, y se dejó ir con todo.
Como siempre le entregué mi culo para que me hiciera como mejor le pareciese. Sentía cada uno de los 25 cm. de su mástil invadir mis entrañas, y yo lo recibía gustoso. Me cabalgaba fuerte y con violencia, como a el siempre le había gustado. Me tomaba del cabello a modo de las riendas de su yegua. En resumen yo era la cosa entregada a sus pasiones en ese momento.
Me dio palo y duro por no se cuanto tiempo, perdí la noción de todo lo que me rodeaba. Solo recuerdo gritando como una desesperada al tiempo que su fierro al rojo vivo me atravesaba. Se orgasmeó sobre mi como tres veces, por lo que al terminar mi cabello y cara estaban totalmente embarrados. Finalmente se salió de mí.
Se fumó un cigarrillo y se acostó a mi lado, me abrazó y se quedó profundamente dormido. A pesar de su rudeza, Said es muy tierno en el fondo, tal vez por eso sigo con a su lado. Pero eso se los cuento más adelante.
Hasta la próxima
Garganta de Cuero
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