Capítulo XII
Los días siguieron su marcha entre mi rutina diaria y la práctica de mis nuevas habilidades mágicas. Durante los 2 días siguientes me hice la enferma, pidiéndole a Olivia que se encargara de las cosas por mi mientras yo pasaba las horas en mi habitación, navegando por toda mi casa telepáticamente como el amo me enseñó.
Debo decir que aprendía rápidamente a dominar esos poderes, llegando al punto de ser capaz de manipular objetos mentalmente, estando en trance y navegando por mi casa. Y eso me llevó, un día, a probar cosas nuevas. Lo que hice fue entrar en trance en mi cuarto como siempre, salir a caminar mentalmente por mi casa y tomar un objeto de alguien y tratar de ver algún recuerdo en él. Me entusiasmé muchísimo cuando lo conseguí.
Por su parte, Jorge también practicaba, recuerden que el Amo le dio la habilidad de cambiar y convertirse en un hombre enorme, alto y muy robusto, con una fuerza grandísima que el mismo Amo bautizó como Robert. Pues bien, Jorge consiguió un video en donde enseñaban artes marciales y se puso a practicar por las mañanas y por las noches.
También seguíamos trabajando con Mané y con la muchacha Lobo. El que más progresos hizo fue él, que ahora ya estaba plenamente en control de sus habilidades mentales y era una gran ayuda para Jorge y Gisel en la casa. Nos contó que su nombre completo era Mario René Solórzano, que tenía 13 años y que había sido esclavizado con una organización que se hacía llamar el Club Alfa, para prostituirlo y venderlo como esclavo sexual. Tal y como supuse su madre también era una esclava, y fue por medio de ella que él cayó en lo mismo.
Nos contó otras cosas que me perturbaron, la verdad. Por ejemplo, lo mantenían caliente todo el tiempo drogándolo con "Polvo L", sustancia de la que jamás había escuchado pero que, según me dijo, provocaba una calentura extrema en quien lo inhalase o ingiriese. Así lo tenían siempre listo para ser cogido y usado a placer, pobrecito. Supuse de inmediato que esa era la droga que usaron mis violadoras, para enloquecerme de calentura y placer mientras saciaban sus sucios instintos con mi cuerpo.
En cuanto a la muchacha solo me dijo que la llamaban "La Loba" y que siempre fue muy agresiva, que Braulio la llevaba siempre con collar y cadena de perro y la trataba como eso, como un perro. En el tiempo que estuvo en poder de ese desgraciado nunca la oyó pronunciar palabra, tan solo gruñir y hasta ladrar, y, lo que más me perturbó de lo que me dijo, la estaban entrenando para pelear. Por último Mané me dijo que a ella siempre la encerraban sola por las noches en que salía luna llena.
La verdad es que, aunque esté ayudando a un espíritu a pelear un guerra muy peligrosa, nunca me he caracterizado por ser valiente. De hecho, Fernando siempre se rió de mi por lo miedosa que era. Y Jorge, cuando solo era mi mejor amigo, se burlaba a rabiar por una anécdota de hacía mucho tiempo, en la cual un pequeño ratoncito que se me apareció de improviso me hizo pegar un salto. Y obviamente, la similitud de la historia de la "Lobita" (así fue como la llamé desde ese momento en adelante) y la de un hombre lobo me paró los pelos de punta.
A Mané y a Lobita los iba a ver a diario, por las mañanas o en las tardes, para seguir trabajando con ellos. Con Mané ya no tenía que hacer mucho, pero igual seguía dándole mucho cariño y le cepillaba el cabello después que se bañaba. Con Lobita la cosa era distinta, el avance más grande que logré con ella fue de hacerla caminar en forma bípeda y aceptar permanecer vestida la mayor parte del día. Aun así siempre que aparecía frente a ella, se ponía en 4 moviéndome las caderas como si fuese una perrita moviendo la colita, totalmente desnuda.
Me había ganado su confianza, al verme me sonreía y hacía ruiditos como los de un perrito, suaves chillidos acompañados de suaves y agudos ladridos. La besaba en la frente y las mejillas, le ordenaba que se pusiera de pié y me la llevaba al baño, siempre son su cadena y collar en la mano pues descubrí que se sentía más segura cuando la llevaba así. La bañaba con agua tibia y lujo de mimos y cariño, luego la secada y le echaba crema hidratante en la piel. Últimamente la peinaba de formas coquetas y la maquillaba un poco, algo que le gustaba mucho.
Un día, como a eso de las 10 de la mañana, justo antes de que Jorge y yo le diéramos de comer, el Maestro nos llamó mentalmente.
Jorge, Beatriz
¿Sí Maestro? respondimos los 2 casi al mismo tiempo.
¿Están listos para mi desayuno?
Usted sabe que si, le respondí ¿qué quiere?
¿Acaso no puedo contactarme con mis siervos para saludarlos antes de recibir mi alimento?
Si pero usted nunca lo hace algo quiere, dígame qué es sentía que Jorge se estaba riendo desde su casa, tanto él como el Maestro se divertían enormemente de mi actitud tan "brincona" para con él siendo yo la sierva y él el Amo.
Me gusta mucho por brava señora
¡Seré chucho, solo los chuchos son bravos! se los dije.
Les hablo porque quisiera algo especial para esta mañana
Usted dirá Maestro le contestó Jorge, yo ya presentía que el Amo quería algo.
El día de hoy me apetece algo diferente. Me parece que ustedes 2 también mantienen relaciones con estas muchachitas, Maritza y Gisel.
¿Le parece? respondí con sarcasmo ¡Usted sabe perfectamente que es así! Dígame, ¿qué quiere?
Bueno, me preguntaba si podrían darme un plato especial por ejemplo, un trío con alguna de ellas
¡Maestro! espeté.
No es nada que no hayan hecho antes Beatriz y sé que la idea no les desagrada
¡Usted está tramando algo raro Maestro, y quiero que me lo diga ya!
Pero mi señora, tan solo me apetece un plato especial para hoy
¿Por qué?
¡Pero qué dama tan desconfiada! Jorge se seguía riendo Le prometo que no es nada malo, al contrario, le gustará mucho
¿Me gustará qué?
Todo a su tiempo mi señora, todo a su tiempo por favor, reúnanse en algún sótano con alguna de las niñas.
Estaba segura que lo del "plato distinto" no era más que una excusa, él Amo quería algo más. Pero como tampoco sabía qué era, le seguí el juego. En minutos ya estaba en la casa de Jorge enredada en los labios de Gisel, Mari estaba en el colegio. Y tardamos también bien poco en llegar al sótano, en donde Jorge ya nos estaba esperando. No me costó nada convencerla o calentarla, luego de todo lo que Mané nos contó, estaba segura que a Gisel también le daban de esa droga. Aparte, la muchachita siempre parecía estar dispuesta al sexo, siempre y a todas horas.
Para ella no era más que una especie de juego, coger en el sótano sobre una colchoneta con 2 maduros un juego bastante morboso si me lo preguntan a mi. eran secuelas de su cautiverio a manos de Braulio, al igual que Mané y Lobita, ella también estaba perennemente dispuesta al sexo, tan solo había que estimularla un poco y ya se la tenía en el bolsillo, lista para ser cogida.
Ella era un preciosa quinceañera, de piel blanca sonrosada, rubia, de ojos celestes y carita angelical, y 8 meses de embarazo. No medía más de 1.64, rea de complexión delgada, pero por su embarazo sus senos estaban hinchados y llenos de leche, surcados de venas y con los pezones inflamados. Caderas no muy anchas y trasero redondo, pequeño pero paradito.
Voy a saltarme los prolegómenos, que constaba de besos y caricias por 3 frentes, pasará hasta donde ya estábamos desnudas, de pié en medio de la colchoneta y manoseándonos todas. Gisel se prendió de una de mis mamas gigantes chupando como si fuese una niña de pecho, bebiéndose toda la leche que salía de ellas, que era mucha. Como recordarán sigo lactando gracias a la magia del Maestro. Me calienta muchísimo tener a alguien pegado a mis senos y chupando su leche y ella lo sabe bien.
Pasaba sus dientes por encima de mis pezones inflamados cada vez que succionaba, apretando un poco y haciéndome sentir un delicioso placer. Simultáneamente su mano ya se hallaba explorando mi sexo, metiéndome hasta 2 dedos adentro para sacarlos luego y llevarlos a su boca o a la mía. Jorge , por su parte, seguía atentamente el espectáculo lésbico que le dábamos sin perderse detalle alguno, de pie al borde de la colchoneta y sobándose el bulto. Ya estaba únicamente en pantalones, mostrándonos ese tórax velludo y fibroso que me volvía loca.
Gisel desvió su atención hacia él, acercándose como una gata en celo hasta caer de rodillas en medio de sus piernas, viéndolo deseosa, ansiosa. No perdió tiempo y procedió a desabrocharle el cinturón y el cierre del pantalón, bajándoselo con todo y calzoncillo de un solo jalón. Dejó frente a sus ojos la monumental y bella tranca de mi amado, 25 cm de carne dura y gorda, parada encima de unos testículos redondos y gordos, un espectáculo para ver y una delicia para sentir.
Ella no se aguantó nada y, tras frotarla un par de veces, se la metió a la boca, mamándola de forma arrebatada, impaciente, casi violenta. Se metía ese garrote tanto como podía al mismo tiempo que lo succionada y lo chupaba, dejando caer un abundante flujo de babas hacia el suelo. Me gusta como la chupa, me gustan mucho las mamadas húmedas y profundas como ella las da, pues al ponerle una mano en la garganta pude sentir el inmenso miembro de mi Jorge ir y venir allí. Sus mamadas eran tan desesperadas que se la tenía que sacar para tomar aire, a veces hasta tosía, y Jorge ni siquiera la tenía sujeta de la cabeza. Gisel había sido entrenada para gozar de ser dominada y hasta forzada.
Ejerciendo mis derechos sobre ese pene aparté su cabeza y me aferré yo al glande mientras ella bajaba a lamerle los huevos. Luego la sentí subiendo por su tronco hasta quedar a mi lado, entonces, mientras nos besábamos y lamíamos las lenguas, le dábamos una mamada doble de muerte a mi Flaco, que solo resoplaba y nos veía embobado.
Disfrutó de esa mamada doble por varios minutos, hasta que, sin decirnos nada, nos separó de su miembro. Yo, caliente hasta la desesperación, le gané el pulso a Gisel por ver a quien se cogía primero, pegué un salto y me colgué del cuello de mi Jorge, rodeando su cintura con mis piernas. Él empezó a restregar la punta de su pene sobre mi más que chorreante vulva hasta que él mismo la colocó en posición, y antes de poderme dar cuenta ya estaba saltando frenéticamente sobre ese palo.
Pronto el sudor cubrió nuestros cuerpos, el sótano quedó inundado de gemidos y alaridos de placer. Mi Flaco me cogía de pié, sujetándome de las nalgas y de la espalda, dejándome caer con fuerza sobre su masculinidad para luego levantarme y volverme a dejar caer. Así estuvo como y yo tuve 2 orgasmos.
¡¡¡¡AAAAGGGHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAYYYYGGGHHH!!!! ¡¡¡¡OOHH, OOHH, OOHH!!!!
¡¡¡VOY A ACABR!!! ¡¡¡¡¡VOY A ACABAAAARRRRRR!!!!! gritó él.
¡¡¡¡DALE!!!!¡¡¡¡¡INUNDAMENTE DE TU LECHEEEEEGGGHHHH!!!!!
¡¡¡¡AAAGGGHHH!!!! ¡¡¡¡AAAGGGHHH!!!! ¡¡¡¡¡OOOOUUUGGGGRRRRRRHHHH!!!!! rugió Jorge como un león, mientras descargaba una gruesa cantidad de semen dentro del sexo de su perra o sea yo.
Mientras tanto Gisel se había arrodillado debajo de nosotros, con la cabeza mirando hacia arriba y la boca abierta. Mientras mi Flaco eyaculaba furiosamente y continuaba metiendo y sacando su recia tranca de mi interior, casi toda su esperma se me salía por los costados y caía al suelo. Y ella, con la boca abierta y la lengua afuera, recogía esas largas líneas de esperma que caían.
Estuvimos así hasta que Jorge me bajó y se dejó caer sobre la colchoneta mientras que Gisel continuaba chupando semen, pero esta vez directamente de mi vagina, regalándome mi tercer de la mañana, el cual me dejó medio muerta, hasta me oriné.
Por supuesto que Gisel aun no había acabado ni una sola vez y que estaba ardiendo. Pero no es propio de Jorge dejar a una mujer insatisfecha
La mañana continuó húmeda y sudorosa, nos dejamos hacer por Jorge lo que se le dio la gana. Gisel lo volvió a poner de pié con una buena mamada para se posteriormente cogida por más de 45 minutos en todas las posiciones que quiso, ella solo era una muñequita para él. Aclaro, como estaba esperando mi flaco tuvo mucho cuidado con ella, no la penetraba con dureza, más bien con suavidad, solo haciéndole sentir el grosor de su garrote. Perdí la cuenta de los orgasmos que le causó, al final acabó inundando la vagina de la jovencita con su espeso semen y esta vez fui yo quien se lo bebió.
Para cerrar el encuentro con broche de oro acabó sobre nuestras caras, como se lo pedimos. Quedamos bañadas en semen que luego nos lamimos mutuamente. Quedamos asquerosas, todas sudadas y cubiertas de esa blanca y lechos sustancia a la que ya nos habíamos aficionado tanto.
Pero entonces algo pasó, frente a nosotros, sobre el muro de concreto, comenzó a aparecer una especie de grieta luminosa que poco a poco iba creciendo e iba sacando ramificaciones hasta formar algo parecido a la silueta de una puerta doble. Y efectivamente era una puerta, pues esta se comenzó a abrir, dejándonos ver 3 siluetas oscuras frente a nosotros, eran 3 personas que estaban saliendo de la pared.
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
Pueden enviarme los comentarios que tengas sobre esta historia a mi correo electrónico, con gusto los leeré. Besos y abrazos.