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Despertar

en Hetero: Primera vez

Despertar

Presentación…

Buenos días, soy Garganta de Cuero y estoy de regreso tras una prolongada ausencia con un nuevo relato de mi inspiración, y que espero sea el primero de muchos más, pero eso depende de ustedes. Bueno, en realidad no es tan nueva, ya que se basa en una serie que escribí hace tiempo y que se titulaba "Beatriz", la cual obtuvo muy buenas críticas y cuyo personaje principal es uno de mis favoritos. Como siempre los invito a enviarme sus opiniones y comentarios a mi correo electrónico, me gusta leerlos. Besos y abrazos para todos…

Garganta de Cuero.

"Mija, tu mami es una mujer muy caliente, insaciable, nunca tengo suficiente sexo… y eso te va a pasar a ti también… yo sé que ahorita no me podés comprender, pero más adelante vas a ver que si… nosotras provenimos de una familia de mujeres ardientes y desenfrenadas con el sexo, lo llevamos en la piel… el deseo, la calentura… te va costar un montón controlarlo cuando seás mayor nena… te lo digo por tu propio bien, tu vas a ser tan caliente… ¡o talvez más!… que yo…".

La voz de mi madre aun retumbaba en mi mente con total claridad a pesar de haber pasado ya más de un año desde esa tarde en que la sorprendí en brazos de nuestro casero, que es también nuestro patrón. ¡Dios mío, que impresión tan fuerte verla mamarle la verga con ese ímpetu, con esas ganas desenfrenadas! ¡Y cuándo la comenzó a penetrar… cómo gritaba, cómo le pedía más y más a ese hombre! ¡Dios mío jamás pensé que mi madre fuera una perra tan caliente y sucia!

"…provenimos de una familia de mujeres ardientes y desenfrenadas con el sexo, lo llevamos en la piel…", era una incontestable y dolorosa verdad y yo lo sabía, desde que empecé a convertirme en señorita lo supe, mi piel se volvió muy sensible, cualquier cosa me causaba una pequeña conmoción o un suave escalofrío, a menudo eran muy placenteros. En verdad nací con las ganas a flor de piel, pues aquella tarde, aunque aun era joven y virgen, me estaba muriendo por ser tomada por Beto, mi primer novio y el primer hombre que me robó el corazón.

Desde que andaba con Beto me sentía como una perra en celo… como un volcán a punto de estallar. Mi mente siempre se hallaba volando, fantaseando en cómo sería estar desnuda en sus manos, como sería verlo desnudo… como sería que él me viera desnuda. ¡Puta madre, solo de pensarlo sentía que mi vulva se me mojaba y comenzaba a palpitar, sentía unas ganas terribles de acostarme con él y perder mi virginidad de una buena vez!… y aquel día sería el indicado para mi transición de niña a mujer.

Su nombre era Roberto, un joven 2 años mayor que yo, hijo de una rica familia de finqueros de la región. Lo conocí en una fiesta organizada por Berta, mi mejor amiga, cuya familia tenía algunos negocios con ellos. Me pareció muy guapo cuando lo vi, aunque debo confesar que no me sentí locamente atraída por él desde el principio, el amor a primera vista no funciona en mi. Sin embargo él sí se sintió muy impresionado conmigo cuando me vio, pues casi de inmediato comenzó a preguntarle a la hermana de Bertita que quién era yo y que si podía presentarme.

Aquel día me había llevado a conocer su casa, lo que no sabía es que sus padres estaban fuera y él totalmente solo. Recuerdo que caminábamos tomados de la mano por los pasillos y jardines de esa mansión señorial, digna de la mejor de las familias criollas de cafetaleros. Seguro tenía un gesto idiota dibujado en la cara, jamás había estado en un lugar así, contrastaba mucho con mi vida pues lo que a ellos les sobraba sobrepasaba por mucho lo que nosotras teníamos. Mi madre era una mamá soltera de mala reputación que trabajaba en otra mansión igualmente señorial como el ama de llaves… o lo que es lo mismo, empleada doméstica.

Por fin llegamos a su cuarto, yo no me había percatado de donde estábamos hasta que entramos. Sabía que lo que venía a continuación era inevitable, me daba miedo pero lo quería hacer. Roberto me abrazó y comenzó a besarme, yo le correspondí, cada vez lo hacía con más pasión y ardor y yo iba perdiendo el control cada vez más y más. Al final, cuando sentí por primera vez su mano pasar sobre mi sensible y enorme teta, decidí entregármele de una buena vez.

Beatriz… me muero por tenerte… por poseerte… te amo mucho mi vida, más que nada en el mundo… si solo me dejaras… – pero su voz fue interrumpida, sus ojos se abrieron como platos y se me quedó mirando incrédulo mientras yo asentía con la cabeza.

Yo también quiero amor… – le dije con un hilillo de voz, muerta de la vergüenza pero sin lugar a dudas en mi mente… cuando se deja gobernar a la calentura nunca hay lugar para las dudas y para la razón.

¡Bea… ¿estás segura amor?! – volví a asentir con la cabeza.

Él se quedó mudo, sin poderse mover, sin saber siquiera qué cosa decir, tan solo tieso, paralizado. Es tonto y paradójico, lo sé, eso era lo que él más quería, lo que más deseaba y lo tenía allí frente a él, servido en bandeja de plata, pero no se atrevía a comérselo. Le había removido todas las ideas, le había frustrado todas las excusas que tenía para convencerme y ahora estaba totalmente aturdido. Pero yo no, yo sí sabía bien lo que estaba pasando, me dejé vencer por mi calentura, por ese libido insaciable e incontrolable de las Asensio.

Pero además lo amaba, de verdad estaba enamorada de Roberto, entregarme a él no me costaba nada, o por lo menos así lo veía en ese momento. Además mamá tenía razón, tarde o temprano caería en las manos de alguien por ese temperamento nuestro… y mejor él y no otro…

Me separé de él y caminé unos pasos hacia atrás, quedé de pié junto a su cama. La vi un breve momento, detenidamente, "es una buena cama para perder mi virginidad" pensé. Tomé una profunda bocanada de aire y cerré los ojos, decidí que lo haría. Abrí mis ojos de nuevo, Beto aun estaba frente a mi, con la misma cara de tonto y viéndome sin saber qué pensar… me dio risa, pero me controlé. Llevé mis manos hacia la parte delantera de mi vestido y procedí a abrirme los botones, uno a uno y lentamente. Él cada vez abría más los ojos si es que se pudiera, podía ver su nerviosismo, su desconcierto, definitivamente no se esperaba aquello de mí. Mi vestido cayó al suelo, dejándome tan solo con mi ropa interior, un brasier blanco enorme (como mis senos) y unas bragas celestes de cadera alta, nada del otro mundo. Me quedé de pié frente a él, en silencio, sin saber qué más hacer o decir, esperando a ver su reacción:

¡Pero… Beatriz!

Amor… te dije que yo también lo quería hacer…

¡Pero, pero… es que… pero…!

Te amo y quiero entregarme a ti por siempre… que seás el primero y el único hombre de mi vida… – le dije, muy nerviosa pero convencida de mis palabras, él volteaba hacia todos lados, como quien buscara algo, aun sin saber si aquello era verdad o era mentira, decidí ir más allá.

Lentamente, casi temblando, llevé mis manos hacia mi espalda y desabroché mi sostén, dejando libres mis 2 grandes senos, unas pesadas esferas de carne firme, blanca y viendo hacia el frente, mi madre mes las heredó. Se bamboleaban suavemente por mi respiración agitada, haciendo que mis aureolas amplias, con un pezón grueso en medio de ellas, le dieran una muda invitación para acercarse y adherir sus labios a ellas. Inmediatamente me bajé las bragas, quedando finalmente desnuda. A Beto los ojos se le abrieron más aun cuando vio el denso matorral oscuro que cubría la entrada a mi intimidad, en medio de 2 muslos gruesos, de muchacha acostumbrada al trabajo como todas las mujeres de mi tiempo. Nuevamente me quedé inmóvil, esperando su reacción, más nerviosa que nunca, temiendo haber podido molestarlo (¡qué estupidez!), pero él continuaba con el mismo gesto idiota.

¿Beto?… ¡Roberto, decime algo ya! – le espeté más nerviosa todavía y a punto de llorar

Por fin él reaccionó, rápidamente se me acercó y me abrazó, yo lo correspondí aliviada, y fundimos nuestros labios en un beso largo y delicioso, un beso muy profunda y sensual. Nuestras lenguas jugaban una con la otra, nuestros labios se acariciaban entre ellos y sus manos recorrían mi cuerpo con total libertad, como nunca se imaginó que lo haría. Sentí un fuerte estremecimiento cuando me apretó las nalgas, grandes y paraditas, y otro más cuando otra de sus manos fue a dar a mis senos, apretándolo también y estrujándolo.

En ese momento sentí que mi calentura aumentaba, sentía que mis pezones se me ponían duros y que mi sexo se mojaba a un ritmo y velocidad vertiginosa… ¡Dios mío, en ese momento comprendí al fin a mi madre, qué razón tenía! Inconscientemente empecé a menear las caderas, buscando el roce contra su entrepierna mientras él me iba besando y lamiendo el cuello. Sentía su aliento sobre mi piel y las ansias incontrolables que guiaban a mi novio a poseerme por primera vez.

Sus labios alcanzaron mi pezón, por primera vez sentía una boca pegada a mis tetas, chupando y succionando de ella, regalándome sensaciones que jamás pensé posibles. Al mismo tiempo llevó una mano a mis ingles, yo separé mis piernas para dejarlo entrar más fácilmente, jamás en mi vida había sentido un estremecimiento tan intenso, un placer tan delicioso como ningún otro. Empezó a frotar la palma de su mano sobre mi vulva mojada, apretándola al mismo tiempo, arrancándome los primeros gemidos de placer provocados por un hombre.

¡¡¡AAAAHHHHH!!! – gemí – ¡¡No parés Roberto, no parés mi amor, AAAHHHH!!

¿Te gusta mi vida, lo estás gozando?

¡¡Mucho, AAAAHHHH, OOOOHHHH… me estás volviendo loca!! – sus frotes se hicieron más fuertes, el meneo de mis caderas más alocado y el placer más intenso.

¡¡Beatriz mi amor… estás empapada!! – exclamó sintiendo su mano mojada de mi abundante lubricación, pero yo no le respondí, tomé su cabeza y la apreté contra mis pechos, necesitaba que me los mamara como un bebé mientras yo seguí gozando como una loca.

¡¡¡OOOOHHHHH… DIOS MÍO ROBERTO, AAAAUUUUHHHH!!! – sorprendiéndome a mi tanto como a él, alcancé el primer orgasmo de mi vida en manos de un hombre – ¡¡¡¡SI, DALE…!!!! ¡¡¡¡OOOOOUUUUUUGGGHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAAAARRRRRGGGGHHHHH!!!! – juro que si ese día no hubiésemos estado solos, toda la casa había escuchado mis gritos de placer.

Me estremecí y me revolví en sus manos como un gusano, gozando como una perra y sudando a mares. Mi vulva manaba cantidades copiosas de fluidos lubricantes mientras mi novio no paraba de frotármela y mi corazón latía enloquecido, si no fuera por él habría caído al suelo, aunque de hecho fue él quien casi se cae, tuvo que sentarse en la cama para poderme sostener, pues las piernas me flaquearon y perdí el equilibrio, así de fuerte fue mi clímax.

¡Beatriz… mi vida… ¿qué fue esto?! – me preguntó sorprendidísimo, pero no le respondí, no podía ni siquiera mantenerme en pié, mucho menos hablar.

Casi sin fuerzas y toda mareada me deslicé hacia abajo, caí al suelo y quedé de rodillas entre las piernas de Roberto, jadeando y tratando de sostenerme de sus muslos para no caer hasta el suelo. Él me seguía observando con ojos de incredulidad y asombro, nunca se imaginó esto de mi, sabía que tarde o temprano podría llevarme a la cama, pero jamás pensó que yo reaccionaría así.

Pasados un minuto subí la mirada y me topé con la suya, me perdí en esos ojos que enloquecían mi mente. Roberto era un joven muy guapo en verdad, su padre era alemán (su apellido era Von Ahn), heredó de él la piel blanca y el azul claro y frío, de sus ojos, junto con sus rasgos caucásicos armoniosos y muy masculinos, además sacó de su estatura de 175 cm y su complexión atlética. De su madre sacó su oscuro cabello negro y su forma de ser risueña y bulliciosa (tenía una sonrisa encantadora, entre pícaro e inocente). Por mi parte tampoco estaba mal, pues además de los rasgos que ya mencioné, tenía unos ojos de un verde esmeralda precioso, herencia de mi madre, y una hermosa carita de piel blanca y rasgos finos y delicados, entre picara y aniñada, estaba cayéndome de buena (y lo digo sin presumir).

Qué rico… – le dije en un susurro – ¿querés más? – él asintió con la cabeza totalmente mudo.

Bajé la mirada y me topé con el vistoso bulto que se dibujaba por debajo de su pantalón, se le veía grande y duro. No sé, supongo que fue impulsada por la gran calentura que sentía y por el hecho de sentirme totalmente sometida a él en la posición en la que estaba, pero no dudé un instante en llevar mi mano sobre dicho bulto y empezar a acariciarlo sobre la tela, primero suavemente, luego con fuerza, restregándolo. Roberto suspiraba, me veía pasmado y dejándose hacer.

A pesar del orgasmo tan intenso que acababa de tener aun quería más, estaba igual o incluso más caliente, y saber que bajo de esa carpa de tela se escondía la verga que me haría mujer me puso peor. Torpe y precipitadamente le bajé el cierre y abrí la hebilla de su cinturón y la de su pantalón, deslizándolo al suelo junto con su calzoncillo, frente a mi saltó una verga que me pareció enorme, de no menos de 20 cm, (así me pareció) colorada, tiesa y llena de venas. Me quedé de una pieza, casi asustada, ¡me parecía un monstruo y pensar que me la iba a meter me daba miedo! Pero al mismo tiempo pasaba otra cosa… saber eso hizo que mi excitación creciera.

Solo cerré los ojos sin pensar, abrí la boca y me atraganté con ella. Fue algo bastante tonto, la verdad, casi vomito con esa tremenda cosa metida entre los labios. Cuando me la saqué empecé a toser en medio de arcadas, pero no desistí, tenía que comerme ese pene, por una razón que desconocía me sentía impelida a darla una mamada tan buena y caliente como las que mamá le daba a nuestro patrón.

Volví a metérmelo a la boca, ahora más despacio y lamiéndolo al mismo tiempo que lo chupaba, Roberto puso los ojos en blanco y se aferró a la sábana, si antes estaba sin saber qué hacer ahora estaba peor. Tomé su pene entre mis manos y así quedé pegada a él, mamando como si fuese un caramelo, empeñada en darle placer, hallando el mío en esa acción. Cuando todo acabó me quedé pensando que mi madre siempre tuvo toda la razón… yo también salí como una perra insaciable.

Aquella era la primer mamada que Roberto recibía en su vida y era la primera vez que estaba con una mujer también, así que, obviamente, su inexperiencia hacía que no pudiera controlarse bien, y dada su gran excitación y el enorme placer que le estaba dando, no pudo aguantar mucho tiempo:

¡¡¡BEA, BEA, MI AMOR, OOHHHH!!! ¡¡¡¡VOY A ACABAAAAARRRRGGGGHHHHHH!!!! – sentí que se tensaba e inmediatamente un caudal de semen inundaba mi boca – ¡¡¡¡AAAAHHHHH, OOOOOOUUUUUUGGGGHHHHHH!!!! – comenzó a revolverse sobre la cama, con sus manos mantenía mi cabeza apretada contra su entrepierna mientras no paraba de inundar mi boca.

Fue la primera vez que probé el sabor del semen, un sabor que me marcaría para toda la vida. No diré que me gustó, ciertamente buen sabor no tiene, pero tampoco diré que lo detesté, era algo extraño, pero sentir que esos torrentes inundar mi boca y garganta y salírseme sin control por la comisura de mis labios, y sabiéndome sometida por él, que aun me mantenía allí con sus manos sobre mi nuca, me transmitió un morbo tan especial que me trastornó más y sentí aquella acabada como un verdadero manjar de los dioses… desde ese día me hice aficionada a ese sabor.

Cuando Roberto dejó de convulsionar cayó de espaldas sobre su lecho, respirando agitadamente y con el corazón agitado. Yo tosí un par de veces y sentí alguna que otra arcada, pero no expulsé ese precioso semen de mi boca, quería mantenerlo por siempre allí metido, lo sentía como si fuese una obligación. Tragué lo que tenía en el paladar y quedé quieta, confundida, arrodillada entre las piernas de mi novio y frente a su pene que comenzaba a dormitar, ¿ahora qué seguía?

Él me veía entre confundido y asombrado, no entendía lo que estaba pasando, yo era su hermosa y casta novia, ingenua y primeriza, no se suponía que le mamara la verga de buenas a primeras la primera vez que nos acostáramos, mucho menos el día de mi desfloración. Lo único que tenía claro es que le había encantado y que se sentía loco por mi.

Se enderezó y sacó un pañuelo de su cómoda, con él me limpió la cara, el cuello y los senos, lo hizo con mucho cuidado y delicadeza, como si temiera romperme. En cuanto acabó lo abracé y me acosté junto a él, me acurruqué a su lado en posición fetal, me sentía muy vulnerable y necesitaba desesperadamente algún comentario de aprobación de su parte.

¿Te gustó amor?

Fue delicioso… mejor que como me lo había imaginado… pero… bueno…

¿Qué? – pregunté inquieta al detectar un vejo de incomodidad en su voz.

Bea, quiero que me digás la verdad… ¿de verdad sos virgen?… ¡o sea… digo… no te ofendás, pero lo que acabás de hacerme… pues… mirá…!

…es de una puta, ya lo sé… – le dije, inmediatamente me volteó a ver sorprendido, pensé que la había cagado, que había arruinado la magia del momento – Beto, mirá… sí soy virgen, nunca había hecho esto antes… pero hay algunas cosas que tenés que saber de mi antes de seguir… te aseguro que nunca te he sido infiel, este tiempo que llevamos juntos solo tú has estado en mi mente y en mi corazón y no hay nada más importante para mi que nuestra relación… pero tampoco te he sido totalmente sincera mi amor…

No entiendo… ¿en qué cosas no me has sido sincera?

Respiré profundo para tomar valor y empecé a contarle de cómo fue que vi a mi madre teniendo sexo con nuestro patrón, de la forma en que la vi actuando como una perra caliente, de todas las cosas que hicieron. Le confesé la conversación que habíamos tenido, sobre nuestro temperamento y nuestra forma de ser, de nuestro carácter eminentemente sexual. Le dije que desde que iniciamos lo nuestro había estado caliente como una perra y que esto era como la culminación de un sueño para mi… por fin iba a convertirme en la mujer del hombre que amaba.

También le confesé que mi relación con Bertita, mi mejor amiga, iba mucho más allá de una simple amistad, le confesé que ella había sido mi primer amor y que a su lado había experimentado mis primeros escarceos sexuales. ¿No se los dije? Soy bisexual, me gustan tanto los hombres como las mujeres. Pero le aseguré también que eso terminó desde el momento en que decidí decirle que si quería ser su novia, y que incluso ella me alentó a aceptarlo, pues como mi amiga quería lo mejor para mi.

Luego me quedé callada, expectante y muy nerviosa, tenía miedo de su reacción, que no lo comprendiese, incluso que se enojara conmigo y que me dijera que no quería volverme a ver. Él tenía los ojos muy abiertos, estaba sorprendidísimo, no podía creer lo que le estaba contando. Pero algo tenía por cierto, yo nunca le hubiese dicho que si a un idiota y él me demostró que no lo era, volteó a verme aun con su cara de sorprendido y me dijo:

Bea… ¿de verdad me prometés que nunca lo habías hecho antes? – asentí con la cabeza y una lágrima asomando por mis ojos… soy muy chillona – y… ¿y que terminaste tu relación con Bertita cuando comenzamos nosotros? – nuevamente asentí – ¿y que me querés?

Con toda mi alma Roberto…

Bueno… entonces… pues lo que no fue en mi tiempo no tiene porqué importarme… solo te pido que confíes en mi y que no me ocultés cosas. – al instante rompí en un llanto de alivio y paz y lo abracé, besándolo al mismo tiempo que sollozaba y le decía lo mucho que lo amaba y que estaba segura que iba a comprender.

No me di cuenta de cuándo fue que mis besos de agradecimiento dieron paso a besos llenos de pasión, ni cuando mi llanto y sollozos terminaron para dar cabida a suaves y delicados gemidos de placer, gemidos de hembra embramada. Pronto me encontró enfrascada en un sensual combare, con nuestras manos recorriendo el cuerpo del otro, sentí las suyas posarse sobre mis enormes senos, estrujarlos y pellizcarme los pezones, provocándome sensaciones deliciosas. Por mi parte tomé su pene ya dormido y lo comencé a sobar, poco a poco fue tomando forma entre mi mano, creciendo y poniéndose duro nuevamente.

Rodamos por la cama varias veces, él se iba quitando la ropa y yo lo ayudaba, y cuando por fin quedó desnudo, quedó también sobre mi, entre mis piernas abiertas que lo abrazaron rápidamente, esperando la inevitable y muy deseada penetración. Tan solo lo pude ver a los ojos y decirle con voz suave y suplicante "despacio por favor" antes de sentir la punta de su ariete posarse sobre la delicada, y hasta entonces inmaculada, entrada a mi intimidad.

¡¡Aaaahhhhhh!! – un suave gemido escapó de mi garganta cuando lo sentí presionar.

¿Estás bien mi amor? – me preguntó, yo dije si con la cabeza – Si te duele me avisás y paramos, ¿está bien? – asentí de nuevo, mucho más relajada luego de oír sus palabras.

Devoré sus labios y cerré los ojos, lo rodeé con fuerza con los brazos y cerré los ojos, nuevamente sentí una nueva presión, pero esta vez también sentía como si algo se me estuviera abriendo adentro, como si mi propio cuerpo ayudara a ese grueso tolete a entrar dentro de mi. También sentí que entró un poco, probablemente la cabeza. Inició un rico y suave movimiento de mete y saca, lento y superficial, solo para humedecerme, entrando apenas unos pocos milímetros más cada vez, esa paciencia que tuvo para desflorarme hizo que me enamorara más de él.

Poco a poco iba sintiendo como iba invadiéndome más profundamente cada vez, como entraba más adentro de mi a cada segundo. Y eso iba aumentando mi excitación, me sentía más y más mojada, mis sentidos se agudizaban al mismo tiempo que mi razón se obnubilaba, pronto solo hubo lugar en mi ser para sentirlo a él y al placer que me estaba dando. De pronto sentí una aguda punción en mi interior, por fin estaba venciendo la última resistencia de mi himen. Mordí mis labios y abrí los ojos, los clavé en los suyos que me veían con una inconmensurable expresión de gozo y una infinita ternura. Y justo cuando una lágrima corría por mi mejilla lo sentí penetrarme hasta el fondo, por fin me había convertido en una mujer, por fin mi amado Beto me había hecho su mujer.

¡¡¡AAAAHHHHHH!!! – gemí, aunque no sabía si era más de placer o de dolor.

¿Estás bien, te dolió? – por toda respuesta me aferré a sus labios y le regalé un beso profundo y muy apasionado, comprendió de inmediato que todo estaba bien.

Roberto aun esperó un minuto antes de comenzar el mete y saca en toda regla, me dio tiempo a acostumbrarme el grueso invasor dentro de mi ser, además que se dio a desear, para ese momento yo estaba más caliente que una estufa. Y cuando inició, una fuerte ráfaga de placer me recorrió desde el centro de mi recién estrenada feminidad y se esparció por todo mi cuerpo de una forma imparable, deliciosa. Instintivamente lo apreté más contra mi con mis piernas, como pidiendo más… y él me entendió.

La verdad no sabría decirles sobre tiempo, perdí la noción de este no sé en qué momento, pero no pudo haber pasado mucho antes que acelerara sus embestidas y yo comenzara a orgasmearme, revelándome como una insaciable perra multiorgásmica. Fue una agradable sorpresa para mi novio, quien no se imaginaba el calibre de mujer con la que estaba.

¡¡¡BETO, BETO… BEEEETOOOOOOUUUUUHHHHH!!! ¡¡¡AAAAAAAHHHHHHHH!!!

¡¡BEATRIZ, BEATRIZ… NO PUEDO CREERLO… QUE CALIENTE SOS!!

¡¡¡¡AAAAAYYYYYGGGGGHHHHHHH, ME VAS A MATAAAAARRRRGGGGHHHHHH!!!! – el placer me estaba trastornando, no sabía si mis orgasmos se sucedían unos a otros o si solo estaba teniendo uno larguísimo, casi inacabable. Y él, joven e inexperto, obviamente no podía durar demasiado en esa ocasión.

¡¡¡BEA, BEA… VOY A ACABAR… VOY A ACAAAABAAAARRRRRGGGGHHHHHH!!! – con su primer bramido de placer sentí la primer descarga de su pene, regándome las entrañas con su simiente caliente, casi quemándome por dentro – ¡¡¡¡BEEEEEAAAAAAAGGGGGGHHHHH!!!!

¡¡¡¡ROOOOOBEEEERRRRTTTOOOOOOOUUUUUUHHHHHHHH!!!!

Terminamos bañados en sudor, muy agitados y con el pulso aceleradísimo, pero también con una satisfacción total. No dejé que se retirara de encima mío, lo tenía firmemente atenazado con mis piernas y mis brazos, lo quería sentir adentro de mi un momento más, quería que esa sensación de pertenecerle, de ser suya en cuerpo y alma, no desapareciera jamás. Bajo su cuerpo y estando aun penetrada me hacía sentir segura y vulnerable a la vez, además, mi sensibilizada vagina aun me lanzaba ricas ráfagas de placer, pedacitos de orgasmo retrasado, y estaba repleta del semen caliente de mi amado, eso completaba esa sensación de ser suya.

Roberto… esto fue… esto fue lo más delicioso que he probado… y lo más bello… – le dije llorando de felicidad. Y él, por toda respuesta, me besó susurrándome al oído que me amaba, que era el amor de su vida y que se quedaría a mi lado para siempre.

No sabía si eso último sería verdad o no, lo único que sabía es que nunca en mi vida me había sentido tan plena, tan satisfecha… tan mujer…

Garganta de Cuero

Pueden enviarme sus opiniones y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.

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De Esposo a Perra (02: Primer Aventura en Pareja)

Aprendiendo a Portarse Mal (02)

Aprendiendo a Portarse Mal (01)

Mi Madre y Yo

Esclavo de la Carne II, Bernardo 03

Esclavo de la Carne II, Bernardo 02

Esclavo de la Carne II, Bernardo 01

Consolando a Mi Madre (07)

Consolando a Mi Madre (06)

Consolando a Mi Madre (05)

Consolando a Mi Madre (04)

Consolando a Mi Madre (03)

Consolando a Mi Madre (02)

Consolando a Mi Madre (01)

De Esposo a Perra

Beatriz (15)

Beatriz (14)

Beatriz (13)

Beatriz (12)

Beatriz (11)

Beatriz (10)

Beatriz (09)

Beatriz (08)

Beatriz (07)

Beatriz (06)

Beatriz (05)

Beatriz (04)

Beatriz (02)

Beatriz (01)

Poder entre mis Piernas (03)

Poder entre mis Piernas (02)

Poder entre mis Piernas (01)

Silvia, mi perra en celo, mi mujer, mi esclava 02

Silvia, mi perra en celo, mi mujer, mi esclava 01

Los Amigos del Gatito (el Colocho)

Los Amigos del Gatito (la Gordis)

Orgía en la Sala (02)

Orgía en la Sala (01)

Ludwika

El Gato y el Gatito en el Sex Shop

El Club de los Machos Rancheros

Ludvin

Leche para mi Caliente Nuera

El Gatito

El Adiós

Haciéndole Compañía a mi Nuera

Mi Hijo como mi Esposa

Sorpresas de trae la Vida (02)

Sorpresas de trae la Vida (01)

Don Artemio y su señora

Cogido detrás de los Matorrales

Sol, Playa, Arena, Sudor y Sexo (03)

Sol, Playa, Arena, Sudor y Sexo (02)

Sol, Playa, Arena, Sudor y Sexo (01)

Volver a Empezar

Soluciones Temporales

Lo Maravilloso de la Cotidianidad… (03)

Lo Maravilloso de la Cotidianidad… (02)

Lo Maravilloso de la Cotidianidad… (01)

Un Semental, una Diosa y Yo

Ludvin y Tito

De esposa ejemplar a ramera empedernida 2 (05)

De esposa ejemplar a ramera empedernida 2 (06)

De esposa ejemplar a ramera empedernida 2 (04)

De esposa ejemplar a ramera empedernida 2 (03)

De esposa ejemplar a ramera empedernida 2 (02)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (2)

Silvia, mi Perra en Celo, mi Mujer, mi Esclava 02

Silvia, mi Perra en Celo, mi Mujer, mi Esclava 01

Coni, mi Perrita, mi Esclava y mi Mujer

La Hermana del Gatito

La Madre de Paúl

Los Amigos del Gatito (2: el Colocho)

Los Amigos del Gatito (1: la Gordis)

Consuelo, mi Consuegra

El Gato y el Gatito en el Sex Shop

Orgía Familiar III (Orgía en la Sala 02)

Orgía Familiar III (Orgía en la Sala 01)

Sol, Playa, Arena, Sudor y Sexo (03)

Sol, Playa, Arena, Sudor y Sexo (02)

Sol, Playa, Arena, Sudor y Sexo (01)

Ludwika

Leche para mi Caliente Nuera

El Gato y el Gatito

Volver a Empezar (02)

Volver a Empezar (01)

Un Semental, una Diosa y Yo

Ludvin y Tito

Lo Maravilloso de la Cotidianidad… (03)

Lo Maravilloso de la Cotidianidad… (02)

Lo Maravilloso de la Cotidianidad… (01)

Las Aventuras de Lorenzo (04: Sheyla y su jefa)

Cambio de Imagen

Una Despedida

Soy Mujer de una Valkiria

Vero, mi Hermanita

Las Aventuras de Lorenzo (03: Adán y Teresa)

Platicando Largo y Tendido (04)

Platicando Largo y Tendido (03)

Platicando Largo y Tendido (02)

Platicando Largo y Tendido (01)

Las Aventuras de Lorenzo (02: Diana)

Noche de Bar II 04

Noche de Bar II 03

Noche de Bar II 01

Noche de Bar II 02

Las Aventuras de Lorenzo (01)

Noche de Sexo, Sudor y Semen

El Semental de las Mayén (12 y final)

El Semental de las Mayén (11)

El Semental de las Mayén (10)

El Semental de las Mayén (09)

El Semental de las Mayén (08)

El Semental de las Mayén (07)

El Semental de las Mayén (06)

El Semental de las Mayén (05)

El Semental de las Mayén (04)

El Semental de las Mayén (03)

El Semental de las Mayén (02)

El Semental de las Mayén (01)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (04)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (05)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (03)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (02)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (01)

Ceviche de Sexo

Orgía Familiar II (03)

Orgía Familiar II (02)

Orgía Familiar II (01)

Esclavo de la Carne (06)

Esclavo de la Carne (05)

Esclavo de la Carne (04)

Esclavo de la Carne (03)

Esclavo de la Carne (02)

Esclavo de la Carne (01)

Orgía Familiar (03)

Orgía Familiar (02)

Orgía Familiar (01)

Fin es comenzar otra vez (09)

Fin es comenzar otra vez (08)

Fin es comenzar otra vez (07)

Fin es comenzar otra vez (06)

Fin es comenzar otra vez (05)

Fin es comenzar otra vez (04)

Fin es comenzar otra vez (03)

Fin es comenzar otra vez (02)

Fin es comenzar otra vez (01)

Todo por Puta

Javier (02)

Javier (01)

Kika

El Nacimiento de Kika

Perro de Alquiler (18: Final)

Perro de Alquiler (17)

Perro de Alquiler (16)

Perro de Alquiler (15)

Perro de Alquiler (14)

Perro de Alquiler (13)

Perro de Alquiler (12)

Perro de Alquiler (11)

Perro de Alquiler (10)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (19 Final)

Perro de Alquiler (09)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (18)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (17)

Perro de Alquiler (08)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (16)

Perro de Alquiler (07)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (15)

Perro de Alquiler (06)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (14)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (13)

Perro de Alquiler (05)

Perro de Alquiler (04)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (12)

Perro de Alquiler (03)

Perro de Alquiler (02)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (11)

Perro de Alquiler (01)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (10)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (09)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (08)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (07)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (06)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (05)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (04)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (03)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (02)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (01)

Amor de Hermanas (03)

Amor de Hermanas (02)

Amor de Hermanas (01)

Toda una Valkiria

Revolcado entre el Bosque

El Amigo de mi Esposo

Noche de Bar

Las Playas de Monterrico (02)

Las Playas de Monterrico (01)

Nos dejamos llevar

Mi Esposo se Entregó (03)

Mi Esposo se Entregó (02)

Mi Esposo se Entregó (01)

Poder entre mis Piernas

Negro Semental Mío (4)

Negro Semental Mío (3)

Negro Semental Mío (2)

Negro Semental Mío (1)