Capítulo VII
Sometida
Llegué a mi habitación y me derrumbé en la cama, lloré como una mártir, ¡¿qué había hecho Dios mío?! ¡Me convertí en la perra personal de un hijo de puta y lo había gozando con tal intensidad que sabía que lo volvería a repetir, Dios mío! Me tranquilicé un poco tras unos 15 minutos, dejé de sollozar y levanté la vista, me lo encontré parado junto a la puerta, vestido con su traje y corbata y mirándome con una sonrisa en el rostro. Me apresuré a tapar mi desnudez con las manos, algo inútil por varias razones, mis voluptuosas formas no podían ser ocultadas con tanta facilidad y él ya me había visto hasta el alma. Aparte, el cosquilleo que reapareció entre mis ingles no me auguraba nada bueno, tampoco el que no pudiera cerrarle la puerta ni que me quedara parada como esperando órdenes, ya muy excitada.
Y decime Debi, ¿cómo estás?
Bien bien
¿Cómo te sentís?
Bien bien
¿Qué? ¿Te comieron la lengua los ratones? Hace ratito estabas hasta gritando y barrenado, pidiendo más, y ahora no decís ni pío no le contesté, solo veía hacia el suelo tratando de poner orden en mi mente y de retomar el control de mi misma.
Mario se me acercó, me tomó de la barbilla y me besó apasionadamente, no pude evitar corresponderle, esa lengua retorciéndose dentro de mi boca, acariciándome el paladar y dándome de beber su saliva me sometía como la más potente de las drogas. En minutos ya me tenía aferrada a su cuello respirando aceleradamente.
Hoy no quiero parar, quiero continuar adelante quiero hacer algo diferente
¿Qué cosa? pregunté no sin algo de miedo.
Quiero que salgamos a caminar por allí hay algunas cosas que te quiero comprar
¿Salir? No ¡No, alguien nos puede ver!
¿Y qué?
¡¿Cómo "y qué"?! ¡Sabés perfectamente porqué!
Mirá, mientras nadie te mire cogiendo conmigo, que no te importe nada
¡Sos un descarado! ¡Es suficiente con que comiencen con las habladurías!
Bueno, pues eso tendrás que ver como lo arreglás vos ahorita yo quiero salir un rato.
Traté de hablar con ese hombre pero era como hablarle a la pared, él siempre tiene que salir ganando. Y yo, mujer débil y puta, me vi saliendo a su lado para abordar su carro, tan solo me dio tiempo de ponerme un sencillo pantalón pescador y una playera encima. Di gracias porque el vehículo tenía los vidrios bien oscuros, así nadie me vería desde afuera.
Nos dirigimos a un centro comercial, respiré algo aliviada, era uno bastante lejano de mi casa, muy lejos de los puntos que frecuentaba por lo que sería de suponer que pocas personas me conocerían. Bajamos y de inmediato me tomó de la cintura, apretándome contra él y besándome con fuerza en los labios. Así enfilamos hacia los pasillos, rodeados de locales comerciales que ofrecían una gran diversidad de productos, casi todo a precios altos.
Yo iba roja, sintiendo su mano rodeándome con fuerza, posesivamente, haciéndome sentir de su propiedad, su objeto personal, calentándome poco a poco con esa situación. Al final entramos en una boutique bastante cara.
Quiero que hagás esto: ¿mirás esa ropa que tiene puesta el maniquí?, quiero que te la probés. ese día parecía que estaba dispuesta a decirle "si" a todo, pues sin rechistar me dispuse a cumplir con la orden
Le pedí a la dependienta que me proporcionara esas prendas en mi talla y luego me metí en los vestidores, mientras él me esperaba sentado afuera. Se trataba de una camisa negra semitransparente, bastante corta por lo que dejaba mi ombligo al aire. Mi sostén blanco de encajes también se veía con mucha claridad debajo de la prenda. La combinaba con un pantalón de lona muy ceñido y de cintura bastante baja, tuve problemas para metérmelo y bastantes más para tratar de ocultar mi calzón blanco. Nunca me había vestido con algo así, de hecho siempre fui bastante recatada en mi vestir. Al salir los ojos se le abrieron como platos, no sé si burlándose o complacido.
Si, si así me gusta poco a poco te vas a convertir en la perra que yo quiero. lo dijo sin discreción y la señorita que me atendía escuchó, hijo de puta.
¡Podrías ser más discreto! ¡Y no me voy a convertir en la puta que querés! le dije en la cara y muy de cerca, pues .
Pero si ya lo sos te estás probando la ropa que mi gusta a mi. me dijo y me desarmó Ahora vas a pedir la misma ropa pero en una talla menos y salís con ella puesta.
¿Una talla menos? no me va a quedar
Claro que si apurate y te ponés estos zapatos también. me dio unas hermosas zapatillas negras, descubiertas, muy altas y de tacón fino, con tiras para amarrar en los tobillos.
Hice lo que me ordenó, efectivamente me quedó pero muy apretado, así esa ropa me quedaba demasiado reveladora para mi gusto. Además me costaba caminar con esos zapatos, no estaba acostumbrados a zapatillas tan altas. Al salir me dio su beneplácito y me topé con la sorpresa que ya la había comprado, por lo que salí vestida así del local.
¿Cómo te sentís Debi? me preguntó, no pude responderle, solo quería desaparecer de ese sitio por lo avergonzada que estaba Fijate que me gusta como te queda, pero no estás bien combinada, esa ropa interior de abuelita con van con las prendas. me tomó de la cintura y me llevó a una tienda de lencería, huelga decir que me sentía todavía más avergonzada Me gusta lo que lleva el maniquí de la esquina pedilo y ponételo
Es una tanga jamás he usado una tanga eso no por favor, Mario
Ponétela me dijo secamente.
Obedecí nuevamente, muerta de vergüenza le pedí el conjunto a la dependienta y esta me lo dio y me lo puse, era un sostén negro de media copa de encajes, por lo que fácilmente se me salían los pezones de él. La tanga era del mismo estilo, con finos bordados que se continuaban en la tirilla que se me metía hasta el fondo de mis grandes nalgas. Viéndome estaba cuando Mario abre la cortina, asustándome mucho, me tapé instintivamente.
Destapate que te quiero ver
Pero cerrá las cortinas, me va a ver la gente de afuera
¿Y a mi qué?
¡Pues yo me muero de vergüenza! le dije entre dientes y muy enojada.
¿Y? ahora te morís de vergüenza, pero también estás muy excitada, la posibilidad de que otros vean lo perra que sos te calienta. ¡maldito hijo de puta, ¿cómo podía saberlo?!
Tenía razón, mi vulva ya estaba palpitando caliente, aparentemente ya me había vuelto una exhibicionista también. De todas maneras mi cerebro y razón se negaban a hacer eso, era ir demasiado lejos pero mientras pensaba esto mis manos comenzaban a caer, descubriendo mis enromes senos y la tanguita que cubría mi sexo. Mis pezones se salían del brasier, asomándose erectos, firmes.
¡Qué buena estás, perra! me dijo Mario, en una voz que le resultó perfectamente audible a las 3 personas que, desde afuera, observaban sorprendidos esa escena Muy bien, me gustan, pedilas en un número menor y ponételas, luego buscame afuera.
¡Un número menos no me va a cubrir nada por arriba! le dije, casi implorando piedad.
¿Y eso qué importa? Aquí el que decide qué ropa vas a usar soy yo Débora
Tuve que hacer lo que me dijo, le pedí a la dependienta un número menor en las mismas prendas y me las puse, la tanga no solo se me metía entre las nalgas, sino que también entre la vulva, aumentando mi excitación considerablemente. El sostén no ocultaba nada y tan solo me elevaba los senos, pero siempre con los pezones parados de fuera.
Al salir las 2 dependientas se me quedaban viendo, una con una sonrisita tonta y guasona, la otra con desprecio, sentí mucha pena y vergüenza. Mario pagó el conjunto, además de una tanga azul extra, no quiso que regresara por mi ropa interior, la dejé tirada en los probadores como señal inequívoca ante esas mujeres que él era mi macho.
Caminamos un trecho, la condenada tanga se me salía por atrás del pantalón tan estrecho y apretado, que me levantaba y reafirmaba mi inmenso culote dando un espectáculo que se hacia tremendamente morboso con el triangulito de la tanga de fuera. Por arriba mis enormes senos se mecían con los pezones afuera, que con el roce de la fina tela de la camisa se me había puesto duros (además ya iba caliente, tengo que admitirlo) y se me miraban muy claramente. Seguimos hasta pasar frente a unos baños públicos, en donde Mario se detuvo.
Estás preciosa Débora pero podrías estar mejor. no lo comprendí, pero conociéndolo seguro sería alto bochornoso, me asusté un poco Quiero que te metás al baño y te quités el sujetador
¡Cómo!
y que te desabrochés un botón de la blusa y que te subas un poco más la tanga.
¡Pero se me van a ver las tetas y con la tanga de fuera voy a parecer una puta!
¿Y qué sos pues? mierda, me quedé callada, no tenía como contestar a eso porque, en efecto, me estaba volviendo una puta su puta Además, quiero que te retoqués el maquillaje, pero en exceso ya sabés, mucho rubor, mucha pintura en las cejas y un color de labial fuerte.
Me puse a temblar, mi cerebro hizo un último y desesperad esfuerzo por recobrar el control y decir finalmente un no rotundo pero no pudo, ese hombre me transmitía un extraño magnetismo que me mantenía permanentemente caliente. Entré al baño y me quité el brasier y desabroché otro botón de mi blusa, con lo cual el escote era espectacular. Me jalé las tiras de la tanga, viéndoseme muy notoriamente y me puse frente al espejo. Retoqué mi maquillaje como me dijo, me eche mucho de todo logrando look vulgar, corriente, que con los cambios a mi atuendo terminó por convertirme en una auténtica puta.
Salí del baño, Mario no ocultó su beneplácito. No me besó, pero se notaba que ardía por mi, eso me gustó. Me tomó de la cintura y caminamos hacia los parqueos, todos a nuestro alrededor se me quedaban mirando escandalizados y llenos de morbo. Me puse calentísima, lo que agravaba la situación, pues al caminar mis tetas se bamboleaban libremente, se me transparentaban y tenía los pezones muy duros, imagínense como me miraban todos, me mojé instantáneamente. Al llegar a mi carro me besó y lamió el cuello y me dijo:
¿Ya vez Debi? Si aceptaste vestirte así para mi es porque querés verga, ¿no es así? asentí sin pensarlo, ya no podía pensar con claridad Te dije que eras una puta, no lo olvidés. Ahora vamos a ir a un motel y te voy a reventar como te gusta perra. y me pegó una fuerte nalgada, dejándome hirviendo y rendida del deseo.
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
Pueden enviarme sus comentarios y sugerencias a mi dirección de correo electrónico, que con gusto los leeré y los contestaré, gracias.