Olaf, mi Berserker Vikingo
Presentación
Buenos días, soy Garganta de Cuero y les mando un efusivo saludo. Quiero agradecer toda la atención que le han puesto a mis relatos hasta ahora, para mi es de verdad un gran aliento para seguir escribiendo.
He resuelto cambiar un poco la temática de mis últimas series y regresar a un personaje mío del que disfruto mucho escribir. Viendo el buen recibimiento que tuvo mi serie titulada "Beatriz", publicada en esta misma página, decidí escribir una secuela de ella, aunque no propiamente una continuación. Trata acerca de los primeros pasos de Beatriz al servicio de su Amo, Vorandemur. Les sugiero que lean primero "Beatriz" para comprender mejor esta serie, aunque la escribiré como si fuese la primera y con toda la claridad posible para que no sientan la necesidad de hacerlo, a mi no me gusta tener que leer otra historia para entender la que estoy leyendo.
Al igual que en su predecesora, no haré muchas distinciones entre sexo hetero y homosexual, dominación, y hasta puede que algo de sado, espero no ofender a nadie. Asimismo les hago la aclaración que le daré prioridad al argumento sobre los elementos de sexo, no quiero convertir esta historia en una simple serie porno.
Espero que les guste y que la disfruten, y no olviden comentarme sus opiniones y sugerencias, mi correo electrónico está a su disposición. Besos y abrazos
Garganta de Cuero.
Capítulo I
Me hallaba desnuda y arrodillada en el baño de mi pieza, de espaldas a él, sosteniéndome apoyando la cabeza contra la pared. Estaba cubierta de sudor, con el corazón aceleradísimo y agitada, jadeando con la boca abierta y babeante, habían pasado ya más de 45 minutos masturbándome en la soledad del baño, y aunque había gozado como una cerda ya no daba para más, tan solo estaba esperando a que él se saciara.
Me llamó a mi habitación y me ordenó que me desnudara contoneándome, como una bailarina exótica. Nunca acostumbré a bailar y pensé que ya de cincuentona no iba a empezar, je, je, la verdad es que uno piensa demasiadas cosas y al final se hace solo lo que se puede. Poco a poco, a base de satisfacerlo siempre, aprendí a bailar un poco, ahora sabía contonear sensualmente mis anchas caderas aprovechándome de mi par de redondas, grandes y aun firmes nalgas. También aprendí a aprovechar el vaivén de mis tetonas mientras danzo, excitándome yo solita de verlas mecerse al compás de mis serpenteantes movimientos. Así, pronto me encontré desnuda y con el sexo húmedo, es increíble la facilidad que ahora tengo para mojarme, desde que ese ser vino a mi.
Beatriz, frótese la vulva y chúpese los dedos impregnados con sus propios fluidos me dijo telepáticamente, era la forma en que más le gustaba comunicarse conmigo.
Inmediatamente lo hice, me senté en mi cama y llevé una mano a mi inflamada y enrojecida vulva, la cual se iba encharcando lentamente. Comencé a pasar una palma por encima de ella, despacio, para darme más placer, que después de todo era lo que él quería. Me metí un dedo, luego otro, para después sacármelos y llevarlos a mis labios, en donde los chupé y lamí con deleite. Ya era aficionada al sabor de mi propia intimidad, ahora me caliento como no tienen idea saboreándola.
Repetí la operación varias veces y me acercaba rápidamente al primero orgasmo, que tuve con una mano bien metida en medio de mis piernas cerradas que la apretaban contra mi vulva. Dentro de ella, 3 de mis dedos me enloquecían moviéndolos en círculos y mi otra mano amasaba mis enormes mamas. Seguramente me veía como una cerda, sabía que tenía la boca abierta y babeaba copiosamente mientras gemía y gemía. Quedé boca arriba en la cama, empapada en y con el sexo inflamado y repleto de líquidos. Jadeaba y respiraba aceleradamente, casi se me olvidó que él estaba presente, viéndome atentamente y gozando con mi placer.
Ahora Bea, póngase de pié y diríjase a su baño con el pepino que trajo de la cocina.
Si Maestro le dije en un susurro mientras me ponía de pié trabajosamente y tomaba el dichoso pepino, el más grande que encontré dentro de mi refrigeradora, entré al baño y luego a mi regadera, él ya me esperaba adentro.
Comience a acariciar su delicada vulva con la punta del pepino si así sentía la fría y lisa superficie del vegetal pasar por todo lo largo de mi sexo sienta el frío Bea, no piense en nada más, tan solo en lo frío que está ese pene verde y así era, por mi mente no pasaba nada más que la sensación de intenso placer que me estaba dando solita, para deleite de ese ser.
Sin que me lo pidiera me metí el pepino hasta el fondo de mi intimidad, era muy grueso, por lo que me causó algo de dolor al principio, pero pronto me acostumbré y continué gozando. En muy poco tiempo el dichoso vegetal se enterraba y salía impetuosa y vertiginosamente de mi empapado sexo, dándome un placer indescriptible.
Me puse de espaldas a el, apoyando la cabeza contra los azulejos para no caerme, quería que viera mi redondo y gran trasero mientras me enterraba con furia ese pene improvisado. De nuevo, un fuertísimo orgasmo me hizo gemir como una perra en brama, casi mugí como una enorme vaca madura (pero no quería gritar pues alguien más en la posada me podría escuchar). Y heme aquí ahora, tal y como ustedes me encontraron al comenzar la lectura de esta historia, desnuda y de rodillas en el baño de mi pieza, de espaldas a él, sosteniéndome apoyando la cabeza contra la pared, cubierta de sudor, con el corazón aceleradísimo y agitada, jadeando con la boca abierta y babeante como una perra hambrienta.
Bien, bien excelente Beatriz, estoy muy complacido y satisfecho muy bien hecho me dijo y yo me quedé sentada sobre la losa reponiéndome.
La verdad es que ser sierva de ese ser no había resultado tan malo como supuse en un principio. Eso si, era insaciable, ni bien lo acababa de alimentar y ya estaba hambriento de nuevo y pidiéndome más.
Pero bueno, creo que lo mejor es empezar desde el principio, mi nombre es Beatriz Asensio, viuda de Lozano, soy una linda madura cincuentona de la ciudad de Cobán, en Guatemala, y soy sierva de un ser sobrenatural llamado Vorandemur. En realidad no sabría decir qué es, lo cierto es que se alimenta de la energía vital de las personas, que se manifiesta en grandes torrentes en medio del gozo sexual, el gozo lujurioso que sentimos cuando nos entregamos a los placeres de la carne. Por eso me masturbaba frente y para él, estaba alimentándolo.
¿Un íncubo quizás? En efecto el íncubo se alimenta de la misma forma, pero no lo sé. Tampoco sé cómo es físicamente, a veces aparece con mi imagen, otras con la de mi difunto esposo, puede cambiar de forma a capricho, tomando la que más le plazca o convenga. Solo sé que es muy poderoso, que ha podido transportarme a niveles de placer que ni me podía imaginar con sus poderes mágicos y que he aceptado ser su sierva para alimentarlo. A cambio me da su protección y otros favores que una viuda sola como yo no podría conseguir.
Vorandemur vino a mi 6 meses después de la muerte de mi Fernando, justo cuando estaba convirtiendo nuestro vieja, pero hermosa casa, en una pensión para poderme sostener. Era un enorme caserón que él heredó de su madre y que ahora era mío. Desde ese día habían pasado ya un poco más de 2 meses y las cosas iban bien, mi pensión estaba llena, no me faltaba dinero y mi nueva vida de esclava sexual me estaba resultando muy cómoda. Era una rutina diaria que no me aburría, al contrario, de entre todas mis responsabilidades, la de alimentar a mi Amo era la que más disfrutaba.
Pero quiero aclarar algo, en efecto era la esclava sexual de Vorandemur, o su "sierva" como le gusta decirme, pero tengo control sobre mi vida. Mi relación con el es más bien como una especie de contrato, que en cuanto lo desee puedo deshacer. De hecho, a él hasta le gusta mi carácter alegón y peleonero, y me ha dicho muchas veces que la mejor sumisión, el placer más grande que puede tener un amo, no viene de alguien sin voluntad, sino lo contrario, de alguien que teniendo mucha voluntad, decide entregarla.
En cuanto a mi físico, pues, sin querer presumir, estoy muy bien. Soy de piel blanca y tersa a pesar de la edad, mis ojos son de un intenso verde esmeralda, mi cabello castaño claro y mis rasgos finos y hermosos, apenas si algunas arrugas delatan mi edad. De cuerpo estoy mejor aun, soy dueña de un enorme, pero de verdad enorme, par de senos, redondos y firmes, con aureolas amplias y rosadas y pezones puntiagudos y muy sensibles. Tengo la cintura muy estrecha y las caderas anchas, mostrando al frente una densa mata de vellos negros que ocultan un sexo carnoso y delicado, siempre listo para humedecerse; y por detrás un trasero bastante grande, redondo, duro y firme, coronado por 2 nalgas bien paraditas y llamativas.
Pues bien, allí estaba yo esa mañana, sentada sobre la loza de la regadera con un grueso pepino aun muy metido entre mi vagina, que chorreaba a caudales. Mi frondoso cuerpo desnudo estaba empapado de sudor, mi corazón latía a mil por hora y mi pecho agitado se inflaba y desinflaba rápidamente, provocando un sensual meneo en mis enormes tetas.
De pronto él se manifestó corpóreamente, apareció inesperadamente tomando mi forma física y se sentó en una silla que también apareció por arte de magia frente a mi. Estaba restregándose y estrujándose las chiches y el sexo de formas obscenas, sabía que ver eso me calentaba mucho. Estaba desnudo, exhibía los pezones perforados, así como el ombligo y el sexo. En los pies, un par de zapatos negros de tacón muy alto y amarrados en las pantorrillas.
Ya estaba saciado, pero aun así se me acercó acariciándome la espalda (o la grupa o lomo como a veces le gusta decir) y mordiéndose los labios.
¿Me va a decir que todavía tiene hambre? le pregunté divertida.
Je, je, je, no se preocupe, no. Me ha dejado más que satisfecho. me respondió con una voz idéntica a la mía, solo que pausada y muy sensual.
A bueno porque estoy muerta.
Si, lo sé. Solo quería platicar de ago con usted
¿Y de qué será?
Beatriz, no podría estar más complacido con usted
Gracias, me halaga
Es usted una verdadera maravilla de mujer, una sierva sencillamente extraordinaria.
Gracias, gracias me estaba haciendo enrojecer.
Pero quería comentare un pensamiento que ronda en mi mente desde hace algún tiempo
Usted dirá Maestro yo lo trataba como Amo o Maestro indistintamente.
De que, quizás, sería conveniente que usted tuviera una pareja, ¿no le parece?
¿Una pareja? su comentario me sorprendió ¿Para qué?
Bueno, usted estuvo casada por mucho tiempo y fue feliz. Añora esos tiempos, tener una pareja, un compañero. ¿No seria su vida un poco más fácil y agradable así?
Me le quedé mirando, algo tramaba, a pesar que no llevaba mucho tiempo como su sierva ya lo había llegado a conocer bien. Algo pretendía con eso de que tener un nuevo compañero, y a sabiendas que podía leer mis pensamientos en cualquier momento, fui directo al grano, pero esta vez hablándole telepáticamente.
¿Para qué quiere con me consiga un compañero? le pregunté telepáticamente.
Pero Beatriz, no sea tan desconfiada ya sabe que yo siempre cuido de mis esclavos y mis bestias sexuales no me gustó lo de "bestias", pero se la dejé pasar.
Ajá ¿para qué quiere que me consiga un compañero? insistí, sin tragarme una sola palabra, él solo sonrió, por alguna razón le gusta mi forma de ser desafiante Usted quiere algo, ¿será ponerme una especie de semental para que me coja a diario y así poder comer bien? le solté de un solo.
¡Ja, ja, ja! rió, le encantaba enojarme y escucharme así Eso pero me parece una idea muy interesante, ja, ja, ja pero no necesito que usted se vuelva a casar para que coja con algún semental para mi beneficio Bea, usted lo sabe
Entonces
Bueno, era tan solo una sugerencia usted solo piénselo y medítelo
Entonces sí hay algo más, ¿no es cierto? nuevamente me volvió a sonreír.
Me encanta su carácter, tan fuerte y suave a la vez piénselo Beatriz, piénselo
"Piénselo, piénselo", si claro, lo que ese degenerado quiere es que me revuelque con otros hombres para así poder comer más. Me sentí ofendida, ¿acaso no le bastaba con verme berrear con un enorme pepino bien metido dentro de mi cuerpo? Por él es que nunca he podido volver a ver los vegetales como antes.
Tan fácil como apareció, se esfumó en una suave bruma junto con la silla. Me saqué el pepino de mi dilatada y gozosa vagina y abrí el grifo de la regadera, dejé que el agua refrescara mi cuerpo caliente antes de salir, vestirme y entregarme a los quehaceres de mi hogar. Sin embargo no pude sacarme esa conversación de la cabeza. Que si no quería conseguirme un hombre, si claro, como si no lo conociera.
Terminé de bañarme, salí con mis gigantescas tetas bamboleándose y me vestí con algo sencillo para luego me meterme en mis diarias obligaciones, ya tendría tiempo para pensar en ello. Sin embargo, al salir de mi habitación, un débil y casi imperceptible chillido llamó mi atención, bajo una silla encontré, profunda y plácidamente dormido, a un pequeño cachorrito gris-canela, algo desgarbado, hirsuto y feo.
Un perrito ¡un perrito! ¿un perrito? ¿De donde salió, acaso Vorandemur me lo dejó? Y si así era, ¿un chucho, por qué, para qué? No sabía que hacer con él, era muy pequeño, de hecho estaba segura que no estaba ni destetado. Lo envolví en un trapito y salí con el, pensaba llevarlo a una veterinaria para que algún veterinario (válgase la redundancia) lo viera y, de paso, se lo quedara, no quería cuidar una cosa que quién sabe lo que era, y si Vorán consideraba que era importante que me lo quedara, debió decírmelo, a diferencia de el yo no leo la mente. Aunque yo sabía bien que ese pequeño cachorrito, de apariencia tan desgarbada que dudaba que tuviera algún tipo de raza reconocida, si venía de mi Amo, no podía ser un perro corriente, por lo menos él tenía algún plan importante para él.
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
Pueden enviarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.