Beatriz III
El Baúl del Amo
Presentación
Buenos días tengan todos, soy nuevamente Garganta de Cuero y les doy la bienvenida a mi nueva serie. Quiero darles las gracias por el apoyo que han brindado a mis relatos anteriores. En esta oportunidad les presento la continuación de la saga de Beatriz, publicada anteriormente en 2 series por separado, "Beatriz" y "Beatriz II", historias que han apoyado por lo que les doy las gracias.
No será una serie muy larga, y al igual que en sus predecesoras, traerá elementos de magia y ficción sin hacer muchas distinciones entre sexo hetero y homosexual, dominación, y hasta puede que algo de sado, espero no ofender a nadie. Asimismo les hago la aclaración que le daré prioridad al argumento sobre los elementos de sexo, no quiero convertir esta historia en una simple serie porno.
De antemano les doy las gracias por su atención y los invito a leer esta historia. También los invito a enviarme sus opiniones y comentarios sobre la misma, besos y abrazos.
Garganta de Cuero.
Capítulo I
Me encuentro arrodillada frente a el, que descansa cómodamente sentado en la cama. Su pene está en mi boca, salado pero limpio, Jorge nunca me lo da sin habérselo lavado previamente. Se lo chupo metiéndome hasta donde me entra, a veces me pongo a hacer gárgaras con el, eso lo divierte. Mi cuerpo desnudo brilla cubierto de una fina capa de sudor y la suave luz de penumbra que se cuela y que es reflejada por el.
Nuestras respiraciones se unen agitadas en suaves jadeos llenos de placer y de deseo. Me impresiono del tamaño de su pene, un mínimo de 25 cm que, según me dijo, el Maestro le había dado para poderme satisfacer mejor. La verdad me habría conformado con una verga de 15, 25 se me hacía demasiado, y más con el grosor que tiene, pero obviamente tampoco me iba a quejar.
Su mano baja y me acaricia el cabello, sujetándomelo y jaloneándomelo al mismo tiempo, sabedor que me gusta mucho la delicadeza, pero que me excito como una perra con la dureza y la brusquedad, sentirme un objeto en sus manos me pone al rojo vivo. Y pensar que antes no era así, el Maestro me ha moldeado a su gusto.
Dale amor, marcame el ritmo le digo con voz melosa y suave.
Jorge me entiende, toma mi cabeza con las 2 manos y comienza a movérmela, arriba y abajo, de atrás para adelante, ensartándome su enorme verga hasta la garganta misma. Me corta el aire, pero no me importa, lo dejo continuar casi sin meter mis manos, como les dije, por culpa de mi amo he aprendido a excitarme al ser sometida como un objeto.
La sensación de su glande rozándose con mi paladar y laringe es extraña, pero morbosa, me gusta. Y al parecer a él también le está gustando mucho, jadea y a veces gime, acelera, otras me la mete más despacio, no importa, yo estoy a su total disposición, que me haga lo que él quiera. De repente se detiene y se pone de pié, yo aun continúo lamiendo su glande cuando me ofrece una mano. Me paro a su lado y nos fundimos en un beso largo y delicioso, nuestras lenguas juegan entre ellas en una danza de amor y deseo.
Sus manos fuertes y grandes, callosas por tantos años de duro trabajo, acariciaban mis senos enormes, los amasaba suavemente y los recorría por cada cm de piel. Y abajo, su poderoso falo quedaba justo a la altura de mi sexo hambriento, el cual yo hacía rozar con el glande moviendo las caderas de atrás para adelante. ¡Dios, que caliente estaba!
Ya no aguanté más y lo empujo con fuerza sobre la cama, inmediatamente él empieza a retroceder hasta alcanzar la cabecera y yo a gatas detrás de el. Quedé sobre su cuerpo, los 2 desnudos y sudorosos. Con hábiles movimientos de mis caderas acomodé su recio garrote justo en la entrada de mi vagina, la cual se fue abriendo y estirando al paso de esa maravilla.
¡¡¡OOOOHHHHH!!! gemí mientras me enhebraba yo misma las entrañas.
Era tan gordo que tuve que detenerme unos momentos en cuanto la tuve hasta el tope, Jorge esperó también, pacientemente a que yo me sintiera lista para los primeros sentones, que no tardaron mucho en llegar. Inicie un movimiento rítmico de caderas, metiéndome y sacándome el pene, cambiando a veces por movimientos en círculos. Al mismo tiempo él no dejaba de acariciarme la espalda y las nalgas, besándome sin tregua, paladeando cada uno el sabor de la saliva del otro.
Mis movimientos comenzaron lentos, pero fui acelerando hasta encontrarme, minutos más tarde rebotando bruscamente sobre mi hombre, mi macho, que gemía roncamente a mi lado. Su ariete de carne me taladraba hasta adentro, sentía que me partía en 2 y me daba un placer indescriptible. Toda yo vibraba como una perra, hasta el punto de estallar en un orgasmo tan fuerte que mojé la cama.
¡¡¡JORGE, JORGE!!! ¡¡¡¡¡JOOOOORRRRGGEEEEEEEGGGGHHHHHH!!!!! grité al sentir los poderosos cosquilleos espásmicos que me estremecían.
Me agité con fuerza y caí de lado a su derecha. Jorge no perdió el tiempo, aun no había acabado, por lo que me montó, acomodó su largo taladro de carne en medio de mis piernas y me clavó. Lo hizo lento y suave para no lastimarme, qué lindo, él sabe que hubiera podido metérmela duro y como un salvaje y que yo igual lo disfrutaría.
Sus movimientos eran acompasados, suaves, lentos, se tomaba su tiempo para poseerme, para hacerme gozar y chillar de gusto. Le encantaba hacerme sentir su portentoso falo bien metido en mi interior, forzando mis músculos vaginales, estirando todo a su paso, le encantaba hacerme sentir llena. Y a mi también me gustaba mucho esa sensación, era sencillamente deliciosa.
Poco a poco sus movimientos de émbolo fueron haciéndose más fuertes y veloces, su grueso ariete comenzaba a barrenarme como Dios manda, cada músculo de mi cuerpo y toda mi piel se empezaban a estremecer. Minutos después eran auténticas embestidas de toro salvaje, rebotando sus caderas contra mis ingles, metiéndomela tan adentro que pensé que me saldría por el estómago. Sudaba a chorros, yo también, y los 2 gemíamos del placer, yo pegaba de gritos y el gruñía en mis oídos.
¡¡¡OOOHH, OOOHHH, OOOHHH BEA, BEA!!! ¡¡¡¡BEEEEEAAAAAARRRRGGGHHHH!!!! rugió finalmente, llenándome la vagina con una abundante dotación de semen que no alcancé al retener adentro.
Jorge cayo rendido sobre mi cuerpo, nuestras pieles parecían pegadas por un fuerte pegamento que eran nuestros sudores. Me abrazó y me comenzó a besar, acariciando mis abundantes pechos, lamiéndolos y besándolos. Me encanta que haga eso luego de coger, puedo ser una perra de trato duro, pero la ternura y los mimos no los cambio por nada. Lo mismo él, que si bien puede ser una verdadero cavernícola salvaje en la cama, siempre le gusta ser todo un caballero y tratarme como a una verdadera dama.
En esos escuchamos que la puerta de su habitación se abre, ya sé quienes son, mi nieta Mari, que trae de la mano a alguien más, quien por su inconfundible barriga de casi 9 meses sé que es Gisel. Con Jorge las vemos entrar, tomadas de la mano como 2 nenas de 10 años. El se baja de mi y me desenchufa de su corpulento pene, lo que me hace sentir un enorme vacío entre mis piernas y se acuesta a mi lado.
¡Ustedes caen mal, nos regaña Maritza no nos invitan cuando están haciendo cosas! y sin más palabras se mete entre mis piernas abiertas y comienza a devorar mi enrojecida y abierta vulva y Gisel hace otro poco con el címbalo de Jorge.
Son tan viciosas las 2, tan aficionadas a mis fluidos y al semen de mi Jorgito. Mari no pierde el tiempo y casi zambulle toda su carita dentro de mi ser, lamiendo y sorbiendo toda la esperma de él depositó en mi. Gisel, a mi lado, lame el largo garrote de mi amante, desde los huevos hasta la cabeza y luego se lo mete, tragando todos los restos de blanca leche que aun quedan en el. Y para cerrar con broche de oro, las 2 nenas se besan apasionadamente y se lamen, Mari con su carita brillante de fluidos. Terminan acostándose en medio de los 2, dejando que Jorge descanse un poco para continuar, abrazándonos como un par de crías.
Y la verdad lo son, no son más que niñas arrancadas de su cuna por una mano sucia y horrorosa. Si leyeron mis 2 series anteriores, "Beatriz" y "Beatriz II" saben a qué me refiero, si no los invito a que las lean, ya que si me pongo a explicarles todo lo que me ha pasado los voy a aburrir y a confundir. De todas maneras les resumo en un par de líneas: hace algún tiempo, tras la muerte de mi esposo Fernando, vino a mi un ser sobrenatural, con poderes mágicos que se alimenta de la energía vital de las personas por medio del sexo, muy al estilo de un íncubo. Como es una especie de espíritu hecho de energía necesita de un "portador", este es el término que él da a la persona que lo lleva dentro de su cuerpo como un vehículo y un refugio y yo soy su portadora. El es el Maestro o el Amo (el título que le damos Jorge y yo, las únicas personas que sabemos de su existencia, según creía yo) y su nombre es Vorandemur.
Aunque pudiera parecer alguien maligno, en realidad está del lado del bien, y según entiendo ha resultado ser una especie de guardián durante los largos años que ha vivido. Necesita de un portador para poderse enfrentar al mal, y es allí donde entro yo. Me he metido en una guerra entre fuerzas del bien contra fuerzas del mal ( no es solo un vulgar cliché) encarnada en un viejo conocido mío que me violó 2 veces, Braulio Juárez. Él es parte de una organización que se encarga de someter a hombres y mujeres y luego explotarlos sexualmente. No es una simple mafia de tráfico de blancas, va más allá, pues los recursos que utilizan para lograr sus metas tenían que ver con hechicería y magia negra, he allí su peligrosidad.
Jorge también es un siervo de Vorandemur, pero él no es portador (portador solo puede haber uno) sino una especie de agente de campo, que gracias a los poderes mágicos del Amo se convierte en un peligrosísimo guerrero. Fue él quien, guiado por el Maestro, rescató a Gisel de las garras del degenerado de Braulio, junto a otra muchacha más o menos de su edad, matando en el combate a su hijo mayor.
En "Beatriz II" quedó en el aire que había una guerra, la cual el Amo trataba de evadir, pero tras los 2 salvajes ataques sexuales que sufrí este decidió intervenir en ella. Yo jamás tuve la intención de meterme en un enfrentamiento entre magias blancas y negras, pero ya es inevitable, quedé en medio de un peligroso fuego cruzado. Claro, con la huída de Braulio todo parecía mejorar, pero no era así, esa organización no se iba a quedar con los brazos cruzados, tenía que recobrar el territorio de Cobán, mi ciudad natal, y a Gisel, quien jugaría un papel preponderante en esta guerra. Ella, junto a la otra niña, se quedó escondida en la casa de Jorge, pues como yo tenía inquilinos mi casa (la había convertido en una pensión tras la muerte de mi esposo) habría resultado peligroso.
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
Pueden enviarme los comentarios que tengas sobre esta historia a mi correo electrónico, con gusto los leeré. Besos y abrazos.