Olaf, mi Berserker Vikingo
Capítulo V
"Me vi caminando por una callejuela estrecha, con las paredes de las casas muy cerca una de la otra y hechas de adobe apenas recubierto por un sencilla amalgamaza blanca, las ventanas de madera cerradas y los techos de paja, me recordó a las ilustraciones de ciudades medievales que una vez vi. Casi no podía ver algo, los faroles de aceite tan solo me dejaban ver unos metros delante de mi. No iba solo, detrás de mi venían ellos ¿quiénes? Pues no sabría decirles bien, pero por alguna razón sabia que los conocía y sabía exactamente porqué estábamos allí aunque no lo pudiera explicar con palabras.
Llegué al final y me detuve, volteé hacia atrás y los vi, eran un nutrido grupo de hombres de apariencia salvaje y feroz, barbados, de tez blanca y cabellos claros, ataviados con pieles o cotas de malla, algunos lucían cascos con cuernos en la cabeza, otros yelmos de acero brillante. Eran intimidantes, sinceramente lo eran, y no entendía muy bien porqué estaban ataviados de esa manera, pero tampoco estaba asustada, algo me daba la certeza de ser peor y más amenazadora que ellos. Continué caminando y crucé a la derecha, encontré una puerta enorme, de madera, con una gran aldaba de bronce esculpida con la cabeza de un dragón. Con mucha seguridad en mi misma la abrí y vi unas escaleras que bajaban a lo que parecía ser un sótano.
Entré despacio precediendo al grupo y calladamente llegamos a un amplio salón, tan mal iluminado como la calle. Allí formamos un círculo y nos quedamos de pié, inmóviles, viéndonos unos a otros, sonriéndonos con sorna y miradas malévolas, esperando a que llegara. No tardó mucho, oímos a lo lejos el crujir de la pesada puerta abriéndose, y luego unos pasos casi imperceptibles, lentos, llenos de precaución. Aguardó un segundo al pié de las escaleras antes de acabar de ingresar, pero a todos nos dio tiempo de contemplar ese soberbio ejemplar de hembra, de piel blanca, alta y muy voluptuosa. En silencio avanzó hasta quedar en medio de todos, dio una vuelta entera sobre su propio eje para exhibirse y luego, en completo silencio también, se desnudó. Nadie dijo nada, ninguno de los presentes movió ni un dedo a pesar que la tensión y la lujuria eran tan fuertes que se podían cortar con cuchillo. Debo decir que no pude verle la cara, estaba tapada por su cabello.
Por fin la mujer quedó desnuda, de pié en medio de todos, era alta, como de unos 175 cm., tenía blanca y voluptuosa como ninguna otra. Tenía 2 enormes senos colgantes, más no caídos, de pezones grandes coronados con 2 brillantes argollas que los perforaban; caderas anchas, cintura estrecha, culo grande y firme. Su cabello ondulado colgaba libre de su cabeza mientras yo lo acariciaba suavemente, todos la miraban con ojos ambiciosos, y no era para menos, aquella mujer era preciosa, una verdadera diosa.
Como verán, todas las recomendaciones que les hicieron de esta posada eran ciertas les dije con una voz grave y severa, dura y varonil, no entendía lo que estaba pasando además, al parecer yo llevaba la batuta ¿Les dijeron que tenía una perra muy buena? todos asintieron.
Agucé la vista y pude ver sus rostros, eran horribles, estaban llenos de marcas y cicatrices por todos lados, uno incluso tenía la cara tatuada. En fin, hombres de apariencia salvaje y feroz como había dicho al principio. Extraño, parecían estar pendientes de mi, viendo fijamente a la mujer parada en el centro pero muy pendientes de mi. Entonces caí en la cuenta, cuando hablé la voz me salía así porque era un hombre ¡un hombre como ellos! ¡Me costaba creerlo, ¿en qué momento me convertí en un bárbaro?!
Me vi mejor, tenía un cuerpo colosal realmente, con hombros grandes y gruesos y una musculatura muy marcada y definida. Llevaba tiras de cuero negro amarradas en las muñecas, antebrazos y tobillos, un collar de perro, también negro y además tachonado con filosos clavos platinados, rodeaba mi cuello. Mi gran altura y corpulencia resaltaban entre todos por otros elementos de mi atuendo. Por arriba, sobre mi pecho velludo y amplio, pasaban tiras de cuero que se trenzaban sobre mis grandes y marcados pectorales y bajaban hasta mi vientre. Dichas tiras se unían a un pedazo grande de cuero que me cubría la espalda, formando todo el conjunto una especie de chaleco. Más allá de esto, mis pezones estaban perforados por 2 gruesas argollas de plata, y una especie de anilla que rodeaba mi pene y testículos, enormes realmente.
Nunca me pensé llegarme a ver vestida de esa forma, menos aun convertida en ese gran macho, jamás me lo imagine. Tampoco me imaginaba metida en un grupo de hombres como este, que, a todas luces, estaban a punto de cogerse en multitud a la puta voluptuosa esa, que echada a mis pies era manoseada en el centro por todo el mundo. A la perra le metían mano por todos lados, algunos, embelesados y atónitos de su tamaño, le apretaban y estrujaban las tetas, otros iban más lejos y se las chupaban; le metían los dedos entre la vagina y el ano, o le amasaban las nalgas y la jaloneaban del pelo, la puta estaba completamente cubierta de manos que la recorrían por cada rincón de su delicioso cuerpo y lo disfrutaba mucho.
No había rincón de ese cuerpo soberbio que no fuera sobijeado por esos degenerados. Calentaron a la perra hasta dejarla a punto de hervor, llevándola a otro mundo, completamente abandonada a lo que quisieran hacerle. La lamían y besaban mientras, despacio, se iban desnudando, dejando frente a ella una impresionante colección de vergas paradas y duras como rocas, la mía era la más impresionante. Ella, entre su locura y calentura, hasta les suplicaban que empezaran de una vez.
Pruébenme, les decía les aseguro que no se van a ir defraudados, tengo muy buen sabor. su voz melosa y excitada se me hacía muy familiar.
La puta se arrodilló y empezó a pasar la lengua sobre cada uno de esos troncos que se le ofrecían, los lamió y chupó como por 20 minutos, antes que yo misma o mejor dicho, yo mismo, la pusiera de pié con violencia, levantándola del pelo y tirándola luego sobre un colchón que apareció en el suelo como por arte de magia, justo en medio del grupo. Usualmente no me gusta ver a un hombre violentar a un mujer de esa forma, pero tratarla así me dio un morbo especial. A continuación me le tiré encima, besándola con fuerza y ensartándole de un golpe seco todo mi colosal instrumento. Pero ella, lejos de quejarse del dolor que seguramente le causó una ensartada animal, comenzó a gemir de placer y a pedir más.
¡¿Y eso es lo que dudaban que me fuera a entrar?! preguntó retadora ¡¡¡QUIERO QUE UN MACHO DE VERDAD ME PARTA A LA MITAD!!!
¡Es que apenas estás en calentamiento, perra! le contesté furibundo.
Y le comencé a dar duro, estrellando mis caderas con tremenda violencia y potencia contra las suyas, estremeciendo completamente a la pobre infeliz puta que gemía y gemía, al tiempo que me agarraba de las nalgas y me hacía penetrarla más duro y rápido. Lentamente me puse de pié, levantándola de las nalgas y cargándola en el aire, de manera que las penetraciones fueran más fuertes y profundas, era todo el peso de la perra el que se ensartaba en mi tremenda macana. La mujer gritaba y gemía como una loca.
¡¡¡¡SIIIIII!!!! ¡¡¡¡DALE, DALE DUROOOOOOOO A TU PUUUTAAA OLAF DUROOOOOOO!!!! ¡¡¡¡AAAAAYYYY!!!! ¡¡¡¡AAAAAYYYYYY!!!! ¡¡¡¡AAAAGGGHHHHH!!!!
Los otros tipos se pusieron en fila y uno a uno, por turnos, la fueron sodomizando, aferrándose a sus caderas mientras ella seguía rebotando vehementemente sobre mi verga. Comenzó un gordo chaparro, con una verga igualmente corta, pero muy gruesa y dura, no sé cómo pudo penetrarla por el ano sin lacerarla toda. Luego le tocó a un muchacho muy alto y delgado con un pene más bien normal, que al igual que el anterior, penetró a la puta como un desesperado. Y así hicieron los otros 3, un gordo alto, con una verga larga pero normal, un tipo musculoso con una delgada pero larga, y luego uno delgado y bajito, pero con una auténtica macana entre las piernas.
Una vez que cada uno pasó visitando el hoyo trasero de la perra, decidí sentarme poniéndola a cabalgar sobre mi. Y de nuevo, uno a uno, le fueron dando durísimo por el culo, como animales, eyaculando al final sobre su cuerpo empapado de sudor. El final llegó como una hora después, también yo acabé a manantiales sobre el cuerpo inerte de la mujer, la perra más sucia del mundo, que tirada sobre el suelo, empapada en sudor y semen, trataba de recibir en la boca los últimos, pero abundantes, chorros de esperma. Sobre ella ya habían pasado como 2 o 3 veces cada uno de los presentes, llenándose de su leche, era increíble aquello, me costaba creer que hubiera alguien en este mundo capaz de aguantar tanto "
Abrí los ojos sobresaltada, cubierta en sudor y respirando agitadamente, estaba desnuda, con mis tremendas tetas al aire y bamboleándose al compás de mi resuello. Tenía las piernas abiertas, mi nena estaba metida entre ella, lamiéndome y chupándome con vehemencia el sexo.
Mari, ¿qué estás haciendo?
¡Ay abuelita, es que me desperté muy caliente!
La dejé continuar, ya estaba a punto y no tuve la fuerza de voluntad para detenerla, acabé en un intenso orgasmo que acallé mordiendo mi almohada. Luego vino su turno, me metí en medio de sus piernas abiertas en el aire y le succioné la vida con mi boca, le lamí los muslos, la vulva y el clítoris y me tomé los abundantes jugos que manó luego de su orgasmo. Las 2 gozamos como locas, luego nos abrazamos una a la otra y cerramos los ojos listas para dormir, eran como las 3 de la mañana, aun faltaba para iniciar nuestra jornada. Pero yo no me dormí inmediatamente, había algo que tenía que conversar con el Maestro.
Maestro Maestro, hábleme, yo sé que está aquí lo llamé telepáticamente.
Ya me conoce mi señora
Así es Maestro dígame, ¿de qué se trata todo eso del sueño ese que tengo?
¿Cuál sueño mi señora? No sé nada de ningún sueño
Ya quedamos en que lo conozco muy bien y sé perfectamente que usted me está metiendo ese sueño en la cabeza y mi respuesta sigue siendo NO.
¿Respuesta a qué Beatriz?
¡Usted sabe perfectamente a qué me refiero, porque el nombre del tipo alto y fuerte de mi sueño es Olaf, déjese de hacer el tonto!
Bueno señora, lo admito pero sea sincera, usted se muere por ser la hembra de ese poderoso berserker
¡Por supuesto que no!
¿Ahora quién se está haciendo la tonta?
Bueno dije titubeando y sintiéndome descubierta no negaré que Olaf es muy guapo y que me atrae ¡pero de eso a convertirme en su puta y dejarme coger solo para darle de comer a usted es muy diferente! ¿Acaso no le basta con lo que le doy por la mañanas y lo que recibe por las noches junto a Maritza?
Para serle sincero si, me basta en efecto mi señora, pero quisiera citar ahora las palabras de un comediante afroamericano que escuché una vez en que Mari veía un programa por cable: "un matrimonio es como tener televisión por cable con un solo canal, uno le dirá a la tele que ama ese show pero siempre querrá ver qué hay en otros canales ".
¡Entonces usted quiere variedad! ¡Eso es tan de hombres!
No me culpe mi señora, cualquiera en mi lugar querría los mismo pero como siempre, usted tendrá la última palabra en cuanto al uso que le de a su cuerpo.
Muy bien, me parece muy bien ¡entonces por lo pronto quiero que cesen esos sueños!
Bien, como usted lo desee mi señora me di la vuelta, abracé a mi nena y me dormí, aun un poco molesta y, eso si, muy caliente
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
Pueden enviarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.