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Beatriz II (10)

en Grandes Series

Beatriz II 10

Tomé al perrito y lo llevé a mi habitación, aun seguía desnuda. Allí lo envolví en un paño, me vestí con lo primero que encontré y salí con él entre mis brazos, quería llorar, contarle lo sucedido a alguien, a Jorge quizás, pero no hallaba como decirle todas estas cosas y dejar a Vorán fuera de ello, preferí callar. Tenía que llevarlo al veterinario, así que salí corriendo a la calle y, casualmente, allí estaba Jorge, con su pick up afuera.

Bea, ¿cómo está? – me pregunta nervioso y visiblemente preocupado.

¿Yo?… pues… pues… bien… – le respondí, mintiendo y extrañada de su marcada preocupación.

¿De veras?

Si, si, de veras… ¿por qué pregunta? – le interrogué dudando, por su reacción, si se habría percatado de algo de lo que pasó.

No… no… por nada, solo preguntaba…

Jorgito, hágame un favor… lléveme con el veterinario.

¿Al veterinario? ¿Le pasó algo a su perrito Beatriz? – me preguntó nuevamente preocupado, inclinándose para ver al cachorro herido en mis brazos.

Es que… es que… unos muchachos amigos de una inquilina se pusieron a jugar y le metieron una fuerte patada. – mentí.

¡Qué desgraciados! Vamos, la llevo… y no debería dejar que cualquiera entre a su casa. – me dijo.

Me subí a su carro y partimos, suerte que no me hizo más preguntas en el trayecto. La verdad es que no sabría qué contestarle. El médico dijo que tenía una patita rota y varios golpes, que lo dejáramos interno, ya que por su edad aquello podía ser muy peligroso. Así lo hicimos y regresamos a mi casa.

En el camino apenas hablamos, obviamente yo no estaba de ánimos… además todavía me hormigueaban mis partes. Sin embargo él tampoco me hablaba, y aunque el era, por regla general, callado, había algo que no iba bien con el. Andaba medio raro, se le veía cansado siempre, con sueño, y además me daba la impresión que trataba de evadirme. Solo me decía que tenía dificultades para dormir, pero que no era nada. Supuse que tendría algún problema, quizás con sus hijos, es normal que eso nos quite el sueño, pero nunca me decía nada, solo me salía con un "estoy bien Bea, de verdad, no te preocupés". A mi me dolía eso, pues Jorge era mi mejor amigo desde siempre, y era la persona más cercana a mi desde que enviudé.

Estando ya en la pensión, Mari llegó minutos después que nosotros y le conté lo que pasó. Bueno, le di la misma versión que a Jorge, no quería preocuparla. Se puso a llorar y la consolé diciéndole que al día siguiente iríamos a ver como seguía. Me quedé cerca de ella para no sentirme sola y para encontrar un poco de calor y consuelo. A eso de media tarde la dejé sola estudiando sobre su cama mientras yo me disponía a bajar al sótano, tenía mucho qué discutir con Vorandemur. Abriendo estaba la pesada puerta cuando escucho que me llaman.

Beatriz… Beatriz… – sabía perfectamente de quién se trataba.

¡Desgraciado hijo de puta, ¿por qué dejó que me pasara esto?!

¿Qué cosa Beatriz?

¡Déjese de mierdas, que me dejó abandonada mientras un hijo de puta me violaba! – le dije casi llorando.

No la dejé sola Beatriz, siempre la estuve cuidando… le prometí que siempre la protegería…

¡¿Me protegió acaso que me violara?!

No, pero no iba a permitir que le hiciera nada más…

¡Ah, ¿le parece poco entonces?!

No me malentienda Beatriz, era necesario dejar que continuaran con sus ruines planes.

¡Necesario! ¡Y se puede saber por qué putas era NECESARIO!

Usted sabe que me alimento de la energía de las personas por la vía del sexo. Pues por esa misma vía puedo entrar fácilmente en sus mentes.

¿Dejó que me violaran solo para poderles leer el pensamiento! – pregunté casi gruñendo.

Si, pero hay una razón que justifica todo mi proceder.

¿Y cuál será esa razón?

Que hay un peligro enorme rondando sobre su cabeza, un peligro que tiene orígenes muy parecidos a los mío, ya sabe… sobrenaturales. – me asusté – Un poder oscuro ha puesto sus ojos en su persona. No es por mi, no saben nada de mi presencia, pero tienen un gran interés personal en usted.

¿Y por qué en mi? ¿Qué tengo de especial?

Véase Bea, la belleza puede, a veces, jugar en contra de su dueña.

¿Me quieren por ser bonita? ¿Y para qué me quieren?

No logré llegar a ese punto, tendría que pasar un tiempo más prolongado con su atacante para llegar a ellos. Pero le diré esto, sentí una gran fuerza en el, una fuerza oscura sostenida por una lujuria insaciable que jamás verá límites. Cuidado señora mía, cuidado…

Y… ¿y qué hago?

Simplemente tome las medidas para protegerse de la delincuencia común, poco más puede hacer. Déjeme el resto a mi…

¿Y me va a defender como hizo hoy?

Haré todo lo que esté a mi alcance, no se preocupe…

¿Amor?… ¿Maestro?… ¡Contésteme hijo de puta que no he terminado! – pero nada, se había ido.

Seguí con mi rutina habitual, pero estaba perturbada, andaba ida y todo me daba miedo. A eso de media mañana me llamó Wendy, avisándome que había un señor en la calle que quería ver un cuarto. Arreglé un poco mi vestido y me dirigí a la entrada, en donde había colocado unos pequeños sillones de mimbre para las visitas o personas que vinieran preguntando por los cuartos. Cuando vi de quién se trataba sentí una sensación extraña, una mezcla entre el delicioso cosquilleo de estar excitada y un escalofrío de estar asustada. Era el mismo hombre que aparecía como el líder de la orgía de mis sueños recurrentes, lo recordaba bien, era idéntico.

Buenos días… – dije con la voz medio temblando.

Buenos días señora, ¿cómo se encuentra?

Bien… bien…

Qué bueno… mi nombre es Robert y solo venía preguntando por una habitación.

No tenemos nada ahora. – dije secamente y de inmediato, el tipo solo se me quedó viendo con esos penetrantes ojos avellanados y con una sonrisa en sus labios.

Yo creo que si… muéstremelos… – me dijo, en un agradable y amable, pero imperativo tono.

Ah… bueno… estemmm… – tragué saliva y respiré profundo para recuperar un poco de compostura – si, si… todavía tengo 2 cuartos… ¿quiere verlos?

Si, por favor… espero que mi presencia aquí no le moleste, pero… alguien me contó que usted tenía habitaciones disponibles y pensé que sería bueno venir a ver. – me daba miedo saber quién era ese "alguien".

Me di la vuelta y avancé hacia donde estaban, Robert venía detrás de mí, estaba muy atemorizada, temía que me quisiera hacer algo… pero por esa misma posibilidad me sentía caliente también. Su actitud era distinta a la que tenia en mis sueños, sonreía y emanaba calidez, amabilidad. Me sentía observada, vigilada por ese enigmático hombre. Por fin, frente a la puerta de una habitación, decidí tomar al toro por los cuernos.

¿Quién es usted realmente?

Perdone, no entiendo su pregunta…

¡Claro que la entiende! ¿Lo mandó el, verdad?

¿El Maestro?

Si… el "Maestro"… ¡sabía que Vorandemur era el responsable de esos sueños húmedos! – se puso serio, como cuando estábamos cogiendo.

¿Sueños húmedos?

¿Qué quiere y a qué viene aquí? – le pregunté a quemarropa, Robert me observaba con una mezcla de sorna y regocijo.

El Maestro sabe proteger y cuidar muy bien a quienes lo sirven. Y usted Beatriz, tiene la suerte de tener mucho valor para el…

¿Por qué valgo tanto para él, qué me hace tan especial?

Varias cosas… varias cosas…

¿Qué cosas? – insistí, nuevamente sus fríos ojos de miel se clavaron en los míos – Todavía no ha respondido a mi pregunta…

El Maestro es un ser… caprichoso, no vale la pena tratar de comprender siempre sus deseos, basta con cumplirlos y ya. Téngalo siempre en mente…

Pero es a usted a quien le estoy preguntando, no a el… y no me ha respondido. – insistí, Robert guardó silencio, mirándome fijamente, supongo que tan sorprendido como yo de mi actitud tan fuerte y agresiva.

Bea… ¿puedo llamarla Bea? – asentí con la cabeza – Usted es muy importante para el Maestro y yo estoy aquí para garantizar que nada le ocurra. Pero, como le dije, no vale la pena tratar de comprender todas sus disposiciones. Es mejor simplemente hacer lo que el dice, que el siempre recompensa la lealtad. Además, algunas respuestas llegan cuando estamos listos para escucharlas… o cuando ellas están listas para llegar. Por ahora, Beatriz, el Maestro desea verla…

¿Ahora?

Si, ahora… la espera en sus aposentos…

¿Dónde?

Usted sabe en dónde… – si, lo sabía, mi sótano.

Bajé al sótano, penetré de nuevo en sus extraños aposentos y llegué hasta su recinto, en donde me esperaba. Me quedé inmóvil y en silencio, esperando a que comenzara a explicarme qué estaba pasando aquí.

Saludos Beatriz, es un gusto nuevamente verla.

¿Quién es este hombre y qué me quería decir? – le solté sin delicadeza.

¡Je, je, je!, me encanta verla enojada. – me dijo burlón – Su nombre es Robert, como bien sabrá, y, al igual que usted, es mi siervo…

¿Y para qué está aquí?

Para protegerla Bea, para protegerla, ya se lo dijo… sobre todo después del ataque tan salvaje del que fue víctima. – de reojo vi como si Robert se sorprendiera de escuchar eso.

¿Y porqué lo puso en mis sueños, en esa orgía? – otra vez lo vi con gesto de extrañeza.

Bueno, desde hacía algún tiempo vengo tratando de introducirlo en su vida.

¿Y por qué?

Todo a su tiempo Beatriz, todo a su tiempo… por ahora mi hermosa señora, me apetece algo de alimento. – me quedé fría, ¿alimentarlo en frente de Robert? – Desnúdese por favor…

¿Cómo dice?

Que se desnude, tengo hambre…

¡No me voy a desnudar frente a un desconocido!

Pero no será la única que permanecerá desnuda Bea, no se preocupe… – de reojo me pareció ver a Robert tragando saliva.

¡Me niego!

Bea… usted sabe que nunca la voy a obligar a hacer algo… por ello tan solo le pido por favor que lo haga.

¡Pues no, no y no!, puedo ser una puta caliente cada vez que me meto pepinos y cebollas entre la raja, o cuando me la estoy restregando como una loca, pero no voy a coger con ese hombre como una puta, todavía soy una mujer decente… – un minuto después estaba desnuda, de pié, con cara de enojo y fastidio, parada frente a ese extraño que también se hallaba desnudo, ¡vaya poder de convencimiento el del Maestro!

Robert era igual que en mi sueño, alto, como de 1.90, muy robusto, con una musculatura muy desarrollada a pesar de su edad (arriba de los 50 como yo) y cubierto de una gruesa capa de vellos. Sus ojos eran avellanados tirándole a verdes, cálidos, afables, sentía que los conocía muy bien, pero no sabía de donde. Guapo de rostro, sus rasgos parecían como esculpidos en un mármol de color canela claro y sonrojado, con barba y bigote, finamente canados como su cabellera castaña. Pero lo que más me llamaba la atención eran esos grandes genitales que asomaban entre las piernas, 2 peludas bolas muy grandes y pesadas que colgaban detrás de una verga semi flácida de más de 15 cm. de largo. No podía dejar de recordarla parada en toda su gloria.

Por su parte, él tampoco perdía detalle de mi, pues recorría con la mirada cada recoveco de mi cuerpo, reparando en especial en mis enromes ubres, rosadas, firmes, con las aureolas claras y los pezones paraditos y duros. Más abajo, luego de un vientre plano, veía mi oscuro matorral de vellos púbicos que cubrían la húmeda y caliente gruta carnosa de mi intimidad. El también estaba muy impresionado (y no es para menos, a mis 50 seguía estando buenísima… ¡¡chilamierda!!).

Robert, Beatriz, desde este momento en adelante, se convertirá en el cuerpo en el que viajaré, el cuerpo que me cobijará. Deberás protegerla a ella tan bien como a mi.

Si maestro… – contestó el, con una voz grave y profunda.

El la protegerá siempre Beatriz, Robert es un hombre en el que siempre podrá confiar… y espero que el pueda confiar en usted también…

Si… claro… – dije nerviosa.

El Maestro le dio una señal por medio de un gracioso, y algo afeminado, movimiento de su mano (había tomado mi forma física) y Robert se me acercó, nuestro amo acababa de dar su autorización para que lo alimentáramos. Él clavó sus hermosos ojos en los míos, acarició mi mejilla con su fuerte mano y me besó suavemente, tan solo rozando sus labios con los míos, como temeroso de romper algo. Despacio el beso se fue haciendo más intenso, de pronto nuestras lenguas se encontraron y nuestras manos comenzaron a recorrer nuestras pieles.

Y yo no pude evitar acordarme de Fernando, mi difunto marido, el gran amor de mi vida. ¿Qué pensaría si me viera en esos momentos? Luego de ser yo tan pura, tan decente, de haber llevado una vida de perfecta fidelidad y abnegación hacia mi esposo y mis hijos, me estaba dejando manosear impunemente por ese desconocido, del que solo sabía su nombre, y lo estaba disfrutando. Y peor, me había convertido ya en una ramera callejera.

Mientras su lengua exploraba mi boca y sus labios sellaban los míos, sus manos habían ido a parar hasta mi abultado trasero, duro y parado, aferrando mis nalgas, acariciándolas suavemente, rozándolas apenas. Mis senos estaba pegados a su pecho peludo, sus vellos me hacían cosquillas en los pezones, yo instintivamente movía en círculos mi tórax para rasparlos más en esa musculosa y dura superficie.

Lentamente me fui dejando llevar, dejé el recuerdo de Fernando atrás y me entregué al placer que ese hombre me estaba dando. Robert me empujaba y yo retrocedía, cediendo sumisa a su imponente hombría. De repente topé con la pared, ya no me quedó más espacio para avanzar de espaldas, estaba acorralada. Entonces los labios de mi amante abandonaron mi boca y comenzaron a bajar por mi cuello, lamiéndolo, besuqueándolo y mordiéndolo suavemente. Su barba me hace cosquillas y me excita al mismo tiempo. Lo sentí llegar a mis senos, sus dientes blancos se ensañaron con mis pezones, capturándolos y mordiéndolos cada vez más fuerte. Sentía como los jaloneaba al mismo tiempo que me los succionaba como un bebé de pecho, sorbiendo la leche que de ellos manaba. Para esas alturas ya me tenía ardiendo y completamente fuera de mi ser, solo quería ser saciada y rápido.

De pronto se levanta y, de un rapidísimo movimiento (y ante mi asombro, pues lo hizo como si fuese una muñeca inflable) me levantó del suelo y me colocó sobre su hombro, dejándome caer un poco hasta dejarme colgando boca abajo y con su tremenda paloma frente a mi boca. Sobra decir que me asusté y que nunca antes había estado en esa posición para tener relaciones sexuales, era un 69, pero con él de pié y yo de cabeza sostenida por el.

Bueno, no me hice de rogar y engullí su monumental falo, mamándosela tan bien como sabía. Al mismo tiempo el zambullía su rostro entre el mar de flujos que ya era mi vagina, clavándome su lengua calientísima y sellándomela con sus labios. ¡Qué delicia!, tan solo se escuchaban los ruidos de chapoteo que nuestras lenguas y bocas hacían en nuestros sexos. El pene de Robert fue creciendo dentro de mi boca hasta alcanzar un tamaño más que respetable… ¡24 cm y muy gruesos!

¡Dios mío!, no sabría decirles que me pasó, pero en cuestión de segundos quedé absolutamente loca, aun más de lo que estaba, casi delirante! Me metía aquella verga tan adentro de mi boca que obstruía por completo mi garganta, sintiendo su glande con forma de perinola dilatándome ese ducto. Por su parte, sentía que me había metido toda la mandíbula en el interior de mi vulva, lamiéndome casi el útero, no me explicaba como podía tener una lengua tan larga. Obviamente con ese tratamiento no logré aguatar mucho (sin mencionar que desde que Vorandemur llegó a mi vida me volví, por obra de el, una mujer multiorgásmica).

¡¡¡OOOOOOOHHHHHH!!! ¡¡¡DIOS MIOOOOOOHHHH!!! – comencé a grita sacándome aquel falo de la boca, estallando en un fuertísimo orgasmo que mi amante se bebió completo – ¡¡¡¡OOOOOOOOAAAAAAGGGGGGGHHHHHHH!!!! – me revolvía con tanta fuerza que casi lo hago perder el equilibrio.

Me dio la vuelta en el aire poniéndome de frente a el, para luego dejar caer mi tórax hasta tocar el suelo con mis brazos, quedando con mis caderas más arriba y a la altura de las suyas. Me dejé con total sumisión, supongo que era lo que él esperaba de mi, sumisión total. Pero en realidad lo hice porque me nació, sentirme como un objeto que puede ser acomodado al gusto de otra persona me enardecía más aun, ustedes ya lo saben bien.

Sentí su portentoso pene abrirse paso a través de los pliegues de mi intimidad, atravesándolos lenta y persistentemente. ¡Qué rico, fue como si una estaca de madera al rojo vivo me estuviera atravesando!

¡¡¡AAAAUUUUHHHHH!!! – gemí lastimeramente cuando sentí que llegaba al fondo y topaba con mi matriz.

Ja, ja, ja, ja… no esperaba menos de usted Beatriz… Robert es muy bueno, ¿no le parece? – nos felicitó el Amo.

Robert inició un rico y potente mete y saca, sosteniéndome apenas de las caderas con mis piernas enredadas en su cintura. A cada embestida me estremecía completamente, mis senos colgaban hacia los lados y se bamboleaban frenéticamente, mi cabeza pendulaba sin control, mis ojos estaban en blanco y de mi garganta no salían más que gritos y gemidos de placer y de éxtasis.

Volví a reventar en un violento orgasmo que me dejó aun más sumida en una inconsciencia divina, cada parte de mi cuerpo gozaba, cada uno de mis poros percibía mi sudor resbalar por toda mi piel y precipitarse hacia el suelo. Mi vagina y clítoris no dejaban de lanzarme enérgicas correntadas de placer, ni siquiera me di cuenta de cuando me puse en 4 en el suelo.

Aquel lance acabó cuando me colocó boca arriba con mis piernas sobre sus hombros, desde esa posición continuaba taladrándome violentamente. Yo no soltaba sus labios ni un segundo, lo besaba como tratando de sacarle la última gota de saliva, sintiendo su cuerpo peludo empapado pegarse al mío, igualmente mojado. Lo besaba no como a cualquier amante, había algo allí me parecía demasiado familiar, Robert me inspiraba una profunda confianza como si lo conociera de años. Finalmente ambos terminamos en sendos orgasmos simultáneos.

¡¡¡¡AAAAHHHH, AAAHHH!!!! ¡¡¡¡¡¡DIOSMIIIIIOOOOOOOUUUUUURRRRGGGGHHHH!!!!!! – grité al mismo tiempo que me agitaba y me orinaba del placer tan grande recibido.

¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAARRRRRRGGGGGHHHHHHH!!!!!! – rugió Robert, inundándome la vagina con los chorros candentes de su semen.

Una vez que los estertores del clímax acabaron, quedamos tendidos en el suelo, desnudos, aun enchufados por nuestras respectivas intimidades, abrazados, el sobre mi y yo abrazándolo con fuerza. Nos vimos a los ojos, no sé, había algo en el. Nos besamos, no apasionadamente, sino con una profunda ternura.

Robert, me parece que para el encargo que le di por la mañana ya es una buena hora.

Robert me besó de nuevo, respiró profundamente y, casi con pesar, se separó de mí, dejando una fuerte sensación de vacío dentro de mi intimidad y en mi pecho. Vi como le hacía una respetuosa reverencia a nuestro amo Vorandemur y luego se daba la vuelta y salía del recinto, dejándome en el piso como si no estuviera presente, tirada en el suelo, sudada y jadeante, con la vagina inflamada luego de tan brutal cogida y chorreando semen. Y más aun (y lo que más me molestó) me dejó como si no hubiese trapeado conmigo el suelo hacía apenas minutos..

De pié Beatriz, – me ordenó el Amo – puede retirarse, quisiera estar a solas por unos momentos, yo la llamaré cuando la necesite… esté lista. Y gracias por el alimento que me acaba de dar…

De nada Amo. – le respondí.

Terminó de hablar y se desvaneció en el aire dejándome completamente sola. Me puse de pié, me sentía toda abierta y algo atolondrada (obvio, luego de esa cogida que me metieron…). Me puse de nuevo la ropa y emprendí el camino de regreso. Subí por las escaleras de piedra y regresé nuevamente a la puerta de mi sótano. La cerré y continué hacia mi habitación.

Pero antes recorrí toda mi posada en su búsqueda, tenía la vana esperanza de encontrar aun a Robert por allí, pero no, ni rastros de él. Gracioso, me sentí desilusionada como una adolescente cuando va a una fiesta y no ve al muchacho que la atrae… ja, a mi edad.

Hice una parada en el baño, allí tomé un poco de papel higiénico y, mientras reflexionaba en lo que acababa de hacer, me limpiaba el semen que escurría por mis piernas, sorprendiéndome de la profusa cantidad que era. No sé, me sentía extraña, usada y desilusionada, pero no había razón, Robert era un siervo como yo, punto. Eso si, me sentía segura ahora que el había llegado.

CONTINUARÁ…

Garganta de Cuero

Pueden enviarme los comentarios que tengas sobre esta historia a mi correo electrónico, con gusto los leeré. Besos y abrazos.

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Lo Maravilloso de la Cotidianidad… (03)

Lo Maravilloso de la Cotidianidad… (02)

Lo Maravilloso de la Cotidianidad… (01)

Cambio de Imagen

Las Aventuras de Lorenzo (04: Sheyla y su jefa)

Una Despedida

Soy Mujer de una Valkiria

Vero, mi Hermanita

Las Aventuras de Lorenzo (03: Adán y Teresa)

Platicando Largo y Tendido (04)

Platicando Largo y Tendido (03)

Platicando Largo y Tendido (02)

Platicando Largo y Tendido (01)

Las Aventuras de Lorenzo (02: Diana)

Noche de Bar II 03

Noche de Bar II 04

Noche de Bar II 02

Noche de Bar II 01

Las Aventuras de Lorenzo (01)

Noche de Sexo, Sudor y Semen

El Semental de las Mayén (12 y final)

El Semental de las Mayén (11)

El Semental de las Mayén (10)

El Semental de las Mayén (09)

El Semental de las Mayén (08)

El Semental de las Mayén (07)

El Semental de las Mayén (06)

El Semental de las Mayén (05)

El Semental de las Mayén (04)

El Semental de las Mayén (03)

El Semental de las Mayén (02)

El Semental de las Mayén (01)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (05)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (04)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (03)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (02)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (01)

Ceviche de Sexo

Orgía Familiar II (03)

Orgía Familiar II (02)

Orgía Familiar II (01)

Esclavo de la Carne (06)

Esclavo de la Carne (05)

Esclavo de la Carne (04)

Esclavo de la Carne (03)

Esclavo de la Carne (02)

Esclavo de la Carne (01)

Orgía Familiar (03)

Orgía Familiar (02)

Orgía Familiar (01)

Fin es comenzar otra vez (09)

Fin es comenzar otra vez (08)

Fin es comenzar otra vez (07)

Fin es comenzar otra vez (06)

Fin es comenzar otra vez (05)

Fin es comenzar otra vez (04)

Fin es comenzar otra vez (03)

Fin es comenzar otra vez (02)

Fin es comenzar otra vez (01)

Todo por Puta

Javier (02)

Javier (01)

Kika

El Nacimiento de Kika

Perro de Alquiler (18: Final)

Perro de Alquiler (17)

Perro de Alquiler (16)

Perro de Alquiler (15)

Perro de Alquiler (14)

Perro de Alquiler (13)

Perro de Alquiler (12)

Perro de Alquiler (11)

Perro de Alquiler (10)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (19 Final)

Perro de Alquiler (09)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (18)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (17)

Perro de Alquiler (08)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (16)

Perro de Alquiler (07)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (15)

Perro de Alquiler (06)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (14)

Perro de Alquiler (05)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (13)

Perro de Alquiler (04)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (12)

Perro de Alquiler (03)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (11)

Perro de Alquiler (02)

Perro de Alquiler (01)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (10)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (09)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (08)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (07)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (06)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (05)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (04)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (03)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (02)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (01)

Amor de Hermanas (03)

Amor de Hermanas (02)

Amor de Hermanas (01)

Toda una Valkiria

Revolcado entre el Bosque

El Amigo de mi Esposo

Noche de Bar

Las Playas de Monterrico (02)

Las Playas de Monterrico (01)

Nos dejamos llevar

Mi Esposo se Entregó (03)

Mi Esposo se Entregó (02)

Mi Esposo se Entregó (01)

Poder entre mis Piernas

Negro Semental Mío (4)

Negro Semental Mío (3)

Negro Semental Mío (2)

Negro Semental Mío (1)