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Nos dejamos llevar

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Nos Dejamos Llevar

Hola, nuevamente les saluda Laura Álvarez de Estrada, la misma que les narró su experiencia en mi serie de "Mi Esposo se entregó". Si todavía no la han leído, les aconsejo que lo hagan, para comprender mejor lo que les quiero contar hoy.

Como bien recordarán (los que leyeron mi relato anterior, si no, se los cuento) mi matrimonio estuvo al borde del colapso luego que mi esposo, Kike se entregara a los sucios y lujuriosos deseos de Javier, otro ganadero como nosotros. Lo que ocurría es que pasábamos por la peor crisis de nuestras vidas, la estábamos pasando de verdad mal. Yo esperaba a nuestro segundo hijo en medio de un embarazo bastante delicado, nuestro nene Kikín tenía una fuerte asma y la finca estaba mal. Al pobre no le quedó otra que aceptar la propuesta del sucio de Javier.

Bueno, eso de pobre es muy relativo… de pobre no tuvo nada…

Pues bien, después de eso, tanto Kike como yo nos dimos cuenta de lo mucho que le gustaba ser penetrado por un pene largo, grueso y duro, por lo que, en un intento de no dejar morir la pasión, me compré un vibrador, un pene de goma y uno pegado a un arnés, con los que nos hemos dado la grande penetrándonos mutuamente hasta ahora. Nuestra vida sexual dio un giro muy grande… más de lo que se imaginan.

Cierto día íbamos por la calle de mañana, yo aun le daba pecho a Estelita, la nueva bebé de la familia, por lo que mis senos se miraban más grandes que de costumbre, levantando más de una mirada. Veníamos de hacer algunas compras cuando pasó a nuestro lado un tipo alto y robusto, trotando con una diminuta pantaloneta y la playera pegada a su musculoso torso por lo empapada que estaba de sudor.

No pude evitar lanzarle una mirada a ese cuerpazo, pero no me esperaba que Kike hiciera lo mismo, me sentí muy celosa y me enojé mucho con el.

Bueno ya Laura, vos también te le quedaste viendo. – me dijo en la casa.

¡Pero yo soy mujer, a nosotras nos gustan los hombres!

Perdoname, pero… ¿qué querés que haga?

¡Que mirés mujeres como hacías antes! ¡No quiero que te gusten los hombres!

Laura, – me dijo con gesto paternal – vos sabés bien que eso ya no es posible. Hombres y mujeres me gustan igual… perdón amor, no lo puedo evitar.

Con el tiempo me dejó de importar, a el le gustaban los hombres y yo no podía hacer nada para evitarlo. El también cooperaba, siempre desviaba la vista cuando aparecía algún galán, aunque de antemano yo ya sabía que le había gustado. Además, me llenaba de detalles y caricias que siempre, inequívocamente, me hacían sentir que yo era los más importante de su vida, sin importar lo bien que pudiera estar algún tipo.

Así, con el tiempo, hasta era yo la que le indicaba que volteara a ver cuando algún papasito pasaba, el hacía lo mismo, y nuestras miradas se unían en una complicidad que solamente podía existir entre 2 mejores amigos. Nuestra relación creció mucho, la verdad, en confianza e intimidad, pues cuando el tipo al que mirábamos era en verdad guapo, al regresar a la casa hacíamos el amor como locos. Y quiero aclarar que, a pesar de la libertad que esto nos daba, siempre guardábamos el respeto del uno por el otro, especialmente de el hacia mi.

Íbamos al cine a ver películas, y siempre terminábamos comentando lo bien que estaba el protagonista, y con el tiempo, nos atrevimos a compartirnos las fantasías que estos nos hacían tener. Especialmente cuando hacíamos el amor.

¡Ah!, ¡Ah!, ¡Ah!… Brad Pitt me está haciendo al amor ahorita cielo… – le dije cierto día mientras lo recibía dentro de mi, piernas abiertas y rodeándolo por la cintura.

¡No!… ¡No!… ¡No puede ser!…

¿Por… ¿Por qué no?… ¿Celoso?…

No… no… es… es que… el me la está metiendo a mi por atrás…

Rompimos a carcajadas los 2 con esa ocurrencia que, además, nos calentó mucho, por lo que hicimos el amor con más fuerza. Y yo, que soy multiorgásmica exageradamente, lo acusé con más de 5 cimas alcanzadas que apenas si me dejaron con fuerza para cogerme a Kike por el culo con el cinturón/consolador. Esa fue la primera vez que fantaseamos de esa manera.

Se nos hizo habitual imaginarnos con otros hombres, pero del dicho al hecho, hay mucho trecho… aunque no tanto para nosotros…

A los meses de esa ocasión, fuimos de visita a la casa de mi hermana, en la capital. Quedamos de salir por la noche a bailar, a Kike y a mi nos encanta. Pero a última hora llamaron por teléfono a mi cuñado con una emergencia en su trabajo, se perdieron unos papeles importantísimos (tanto que el pobre se puso verde) y salió corriendo. Y a mi sobrinita le dio fiebre, por lo que mi hermana no se atrevió a dejarla solita. Pensando que la noche se nos había arruinado, casi nos habíamos resignado a pasarla viendo la tele.

Salgan ustedes, solo porque nosotros ya no los podemos acompañar no quiere decir que no se diviertan. – nos dijo mi hermana.

Pero queríamos salir con ustedes… además, nosotros no conocemos bien la ciudad capital.

No, pero si lo suficiente como para no perderse por allí… salgan, diviértanse.

No sé… no sé…

Vamos Laura, salgamos a aventurarnos por la selva de concreto. – nos reímos de la broma de Kike.

Bueno, la cosa es que salimos por allí, tomamos el carro, dejamos a Kikín y a Estelita con mi hermana y enfilamos hacia la zona viva. La verdad es que si conocíamos la capital, pero no sabíamos cuales eran los sitios de moda a donde ir. Terminamos entrando a un elegante bar, localizado en la planta baja de un edificio de oficinas. Era perfecto, limpio y discreto, justo lo necesario como para pasar una velada romántica. Además era de música latina, que nos encanta bailar.

Tomamos una mesa y pedimos tragos, e inmediatamente nos volcamos a la pista, comenzamos a devorárnosla. Sentíamos la música vibrar por nuestros cuerpos, y las miradas de los demás, algo que nos gustó mucho. Pero pronto notamos algo extraño en el ambiente, algo no estaba bien. Los hombres se le quedaban mirando a mi esposo a las nalgas (que como sabrán, son muy gorditas, redondas y paraditas) y las mujeres a las mías.

Nos sentamos un poco más alertas y caímos en la cuenta que se trataba de un bar gay, ¡nos metimos a un bar gay sin saberlo! Inmediatamente comenzamos a recibir tragos de "cortesía" de nuestros admiradores.

Nos reímos por nuestro descuido, pero decidimos quedarnos a ver qué pasaba, además, el lugar era bonito. De inmediato abordaron a Kike varios hombre que trataban de sacarle conversación. A mi me abordaron varias mujeres también, algunas de ellas muy bellas y elegantes. Me sorprendió la reacción de ambos, en lugar de estar celosos el uno del otro, nos daba morbo ver como nos acosaban, se podría decir que hasta nos excitaba.

¿Bailamos? – me dijo una mujer, alta y rubia, bastante elegante.

Volteé a ver a Kike, no quería hacer nada que lo molestara, el me devolvió una sonrisa cómplice. Entonces me paré y le di la mano a la mujer, mientras un tipo barbudo ocupaba mi lugar al lado de mi marido, invitándolo a una copa.

La mujer se llamaba Bianca, era argentina pero vivía en Guatemala, lesbiana, arquitecta y con una gran empresa. Eso lo averigüe hablando con ella, era la típica presentación de un cazador (o cazadora), que además de su presencia impresionante, trataba de impresionar con sus logros. Por su parte, Kike reía junto al barbudo, que no dejaba de tirarle casacas, ahora otro tipo estaba sentado en la mesa también.

Bianca se iba calentando, sentía como pasaba sus manos detrás de mi cintura y me pegaba contra sus voluminosos y duros senos, que casi me llegaban a la altura de la cara (recuerden que soy bajita, apenas 1.62). Trataba de agarrarme de las nalgas, pero no la dejaba, lo que la ponía más caliente todavía. Y yo no era inmune a la situación, ya había notado que mi vagina estaba emanando abundante fluidos.

Minutos después veía que Kike llegaba a la pista y se ponía junto a nosotras, ya estaba algo tocado por el alcohol, pero aun en sus cabales. Llevaba de la mano al tipo barbudo, que se veía bastante torpe en la pista. "Tu no sos la única que quiere bailar aquí" me dijo al oído. Bianca me preguntó que quién era el joven con el que iba, y cuando le dije que era mi esposo, se quedó muda de la impresión.

Kike tomó de la cintura al tipo ese y trataba de bailar salsa con el. Era una escena muy divertida, ese tipo alto y robusto moviéndose como un grande y ágil tronco. Debía medir por lo menos 1.80, casi como Javier. Pero a pesar de su mala habilidad, bien que se las arreglaba para pegarle el paquete a mi marido, que reaccionaba caliente como el esperaba.

Bueno, para no hacerles más largo el cuento, me fui a sentar a la mesa de Bianca, donde estaban otras 2 mujeres platicando, todas eran mayores que yo. Hablamos un rato y me propusieron irme al departamento de una de ellas, "para conocerlas más a fondo". Les dije que no, que me tenía que regresar con Kike, pero que gracias, me hacían sentir halagada. Bianca me dejó su número telefónico y me estampó un suave beso en los labios que no me pude quitar (ni quise hacerlo).

Una vez sola volteé a ver a la pista, aun estaba bailando Kike, ahora en medio del barbudo y del otro, que le pegaban y restregaban sus paquetes sobre el suyo y en su trasero. Me puse muy celosa y hasta me enojé, pero recordé lo que estaba yo haciendo con Bianca, así que me calmé, y hasta me calenté. Dejaron de bailar, y, muy cariñosamente, le proponían algo al oído.

Laura… ¿si querés nos vamos? Aquellos se quieren ir a la casa de uno de ellos.

Pero… la estabas pasando muy bien. – se quedó callado, leyendo mis ojos que le dijeron que no estaba enojada… todo lo contrario.

Quieren que me los acompañe… tu sabés para qué. – sin poder evitarlo, esbocé una sonrisa pícara, y, como nos basta con vernos a los ojos para saber lo que pensamos, Kike me la devolvió y se fue de regreso con ellos – Ya está, nos vamos.

¿A dónde?

Con ellos… – eso último me dejó fría, pero me calentó automáticamente.

Salimos y caminamos al parqueo, entonces el otro tipo, moreno delgado, se me acercó y me tomó suavemente de la mano.

Su marido me pidió que me fuera con usted en su carro… el se va a ir con Omar en el de el. Mi nombre es Baldo…

Mucho gusto, yo soy Laura.

Vi que Kike subió al asiento de copiloto de Omar lanzándome un beso y una mirada cómplice, eso me hizo sentirme más segura. Me subí a nuestro carro, Baldo sentado a mi lado, y partimos. La casa de Baldo estaba en la Avenida de Las Américas, un exclusivo y pudiente sector.

En cierto momento ya no pude ver la cabeza de mi esposo, Omar y el iban al frente, por lo que asumí que le estaba haciendo una mamada, a mi marido le gusta chupar los consoladores que tenemos. Eso me calentó mucho, mucho, y Baldo se dio cuenta. Rápidamente metió sus manos bajo el escote de mi blusa, solo llevaba un top debajo.

¿Sabe algo?, en realidad yo soy bisexual, también me encantan las mujeres. Especialmente chichudas como usted.

Metió la mano entre mi falda, yo vestía un vestido negro, con escote generoso en V y falda 3 dedos sobre las rodillas, me veía muy sexy. Sus dedos sobre mi cocinita me estremecieron y casi pierdo el control del carro, paré súbitamente frente a un centro comercial. Nos empezamos a carcajear, me dijo que mejor no me hacía nada antes de llegar, pues ya se había dado cuenta de lo que la calentura hacía en mi.

Una vez más calmos, enfilamos de nuevo hacia su casa, Omar y Kike ya se habían adelantado bastante pues iban más rápido. Al llegar, el carro ya estaba estacionado y ellos adentro.

Omar tiene llave de mi casa… me imagino lo que estarán haciendo.

Yo también. – le respondí.

Al nomás entrar, los inconfundibles gemidos de mi esposo llenaban la casa, venían del cuarto de mi anfitrión, así que subimos. Estaban cogiendo con la puerta entreabierta, Omar tenía a mi esposo en 4, sobre la cama, los 2 desnudos. Me impresionó ver la espalda espesamente velluda del tipo ese, tan ancha y fuerte, pero más me sorprendió ver a mi marido tan deliciosamente sometido. Sujeto de las caderas, Omar e le dejaba ir con todo.

Inmediatamente sentí las manos diestras de Baldo desde atrás, que después de abrir, el zipper del vestido, lo dejaba caer lentamente, mostrando mi top y mi delgado calzoncito de encajes. Me quité de inmediato el top y me abalancé debajo de mi esposo, poniéndome en posición de 69. ¡Bien!, aun no había eyaculado, sí que, acostada boca arriba, atrapé su pene, que rebotaba de un lugar a otro por la fuerza de los embates, y me lo metí entre la boca. De inmediato sentí las manos de Baldo que hurgaban entre los pliegues de mi sexo ya empapado. Me hizo a un lado la tira de la tanga y me penetró sin miramientos.

¡Qué sensación! ¡Nunca me pensé capaz de hacer eso! Frente a mi penetraban furiosamente a Kike, mi esposo, cuya verga tenía yo entre mi boca, mientras por detrás otro tipo, que apenas conocíamos, me penetraba con similar furia e ímpetu. Y cuando me di cuenta que Baldo me la sacaba para dársela a mamar a Kike, rompí en uno de los orgasmos más fuertes que recuerde haber tenido. Y al oírme gemir y gritar estremecida, Kike terminó súbitamente entre mi boca, me tragué toda su leche.

¡Qué pareja más perra! – exclamó Baldo.

Baldo y Omar aceleraron sus terribles embestidas, mis chichotas rebotaban por todos lados, el pene de Kike lo mismo, me costaba chuparlo, pero al fina, nuestros 2 vigorosos amantes terminaron simultáneamente en un sonoro y fuerte orgasmo.

Se sentaron un rato en la cama, viéndonos, Kike estaba derrumbado sobre mi cuerpo, yo aun debajo de el mamándolo. Los 2 estábamos jadeantes y cubiertos de sudor.

Yo quiero más. – dijo Omar, y rápidamente dieron vuelta a mi esposo, poniéndome a mi encima en un 69 nuevamente.

Primero nos dieron sus penes para que los chupáramos un rato antes. Lo hicimos, los chapoteos de nuestras lenguas mojadas eran muy audibles. Sus pene aun tenían restos de semen, que mi esposo y yo saboreamos. Baldo y Omar volvieron a recuperar su dureza y ya estaban listos para la acción.

Esta vez fue Omar quien me penetró con fuerza, Baldo hacía otro poco con el culo de mi Kike. Y nos comenzaron a cabalgar con lujo de fuerza bruta, taladrándonos como locos, como verdadero salvajes. Baldo tenía las piernas de mi marido sobre sus hombros, parado al pié de la cama y sujetándolo de los muslos. Yo estaba encima de Kike, mamándole el pene y resistiendo con placer las acometidas de Omar, que me tenía de rodillas sobre su cara. Kike me chupaba la pusa al mismo tiempo que entraba la talega de ese otro hombre, de manera que lamía no solo mi sexo, sino la verga de Omar y hasta sus huevos. Este último me sujetaba del cabello, jaloneándome y sujetándome de las caderas.

Rápidamente Kike terminó, y nuevamente me tragué su semen, y el a su vez se tragó mis jugos cuando los derramé sobre boca en un fuerte orgasmo. Omar y Baldo seguían firmes, sin tregua, no parecían dispuestos a acabar nunca, Kike se volvió a poner duro y yo celebraba mi 4to orgasmo cuando nos cambiaron de posición.

Ahora estábamos uno frente al otro, de costado, con Omar y Baldo taladrándonos a nuestras espaldas. Omar trató de darme por el culo, pero no lo dejé, me dio miedo.

Pasaron cogiéndonos por toda la noche, pusieron a Kike sentado en el sofá, con las piernas abiertas mientras yo le hacía una felación. El veía de primera mano como nuestros 2 amantes se turnaban para molerme con sus vergas, como entraban sus gruesos miembros entre mi vagina dilatada. Luego era el quien tenía la cara hundida en medio de los pliegues de mi sexo chorreante mientras Omar y Baldo se turnaban para partirlo en 2.

Estábamos muy calientes, completamente fuera de control. Por ello fue que no me quité cuando fui doblemente penetrada por la vagina. Baldo se acostó sobre el suelo y me penetró, mientras Omar le daba duro a mi amado esposo. Pero en eso dejé de oír sus gritos de placer y sentí una cosa dura tratando de abrirse paso entre mi ya completamente lleno canal. Sentí miedo, pero también un morbo como jamás lo había sentido. Kike corrió a pararse a mi lado, afligido que me fueran a lastimar, pero al verme a los ojos, supo que lo deseaba.

Omar aprovechó cuando Baldo metía de nuevo su talega en mi, para meter de un sólido empujón la suya. Les juro que sentí como si me estuvieran partiendo en 2, como si me fueran a sacar el alma por allí. Los 2 acompasaron sus movimientos, para meterme y sacarme las vergas al mismo tiempo. Tuve 3 orgasmos seguido y luego creo que me desmayé, pues lo siguiente que recuerdo es a mi esposo sentado encima de la verga de Omar, mientras la mamaba la de Baldo.

Salimos de esa casa como hasta las 3:30 de la mañana, llegamos con mi hermana más o menos a las 4. Estábamos hechos unas desgracias, Kike apenas podía caminar (le desgarraron un poco el ano) y yo me sentía permanentemente abierta (fue por la cogida doble, además también estaba un poco lastimada).

Después de esa ocasión, abrimos las puertas a un nuevo mundo de sexo que no conocíamos. Pero debíamos ser muy discretos y andar siempre con cuidado, por nuestro bien, el de nuestro matrimonio y el de nuestros hijos. Quedamos que lo volveríamos a repetir, pero que seria solamente muy de vez en cuando.

Pero bueno, tenemos muchas otras experiencias que me gustaría compartirles, pero por tiempo y espacio, tendrá que ser en otra ocasión. Nuevamente los animo a leer mis 3 relatos anteriores "Mi Esposo se Entregó", allí comprenderán mucho más de nuestra vida. Muchas gracias por su atención, y si tiene algún comentario que deseen hacernos, pueden enviarlo a garganta_de_cuero@latinmail.com, gracias.

Fin.

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Perro de Alquiler (18: Final)

Perro de Alquiler (17)

Perro de Alquiler (16)

Perro de Alquiler (15)

Perro de Alquiler (14)

Perro de Alquiler (13)

Perro de Alquiler (12)

Perro de Alquiler (11)

Perro de Alquiler (10)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (19 Final)

Perro de Alquiler (09)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (18)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (17)

Perro de Alquiler (08)

Perro de Alquiler (07)

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Perro de Alquiler (06)

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Perro de Alquiler (03)

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Perro de Alquiler (02)

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Perro de Alquiler (01)

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De esposa ejemplar a ramera empedernida (02)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (01)

Amor de Hermanas (03)

Amor de Hermanas (02)

Amor de Hermanas (01)

Toda una Valkiria

Revolcado entre el Bosque

El Amigo de mi Esposo

Noche de Bar

Las Playas de Monterrico (02)

Las Playas de Monterrico (01)

Mi Esposo se Entregó (03)

Mi Esposo se Entregó (02)

Mi Esposo se Entregó (01)

Poder entre mis Piernas

Negro Semental Mío (4)

Negro Semental Mío (3)

Negro Semental Mío (2)

Negro Semental Mío (1)