Capítulo XII
Prostituida Y Enviciada
Así continuaron las cosas, tras esa primera vez haciendo un trío junto a Rolando y su esposa, Isabelita, vinieron muchos más. Rápidamente me di cuenta que no solo de Mario y de Rolando me estaba convirtiendo en puta, sino de todos aquellos a los que me quisieran prestar. Además, el trato que me daban se empezaba a hacer mucho más duro, más violento, ya me empezaban a agarrar a bofetadas cada vez que intentaba resistirme a hacer algo, incluso me golpeaban por cosas sin importancia. Pero lo peor era que me gustaba, mi calentura aumentaba con el maltrato.
¿Qué te pareció la esposa de Rolo, Debi? me preguntó un día Mario.
¿Isabelita? pues es muy agradabla
Si, sobre todo "agradable" a mi me consta
Son un par de pervertidos dije casi en un susurro.
Si, y eso a vos te encanta, ¿no perra? no le contesté, pero el que calla otorga Ahora yo te quiero llevar a conocer a otra persona
¿Para convertirme también en su perra? espeté con sarcasmo.
No vas a ser nada de ella que no querrás o sea que si, je, je. ¡imbécil! Además ya lo sos de la mujer de Rolando, ¿por qué no de otra más? entonces se trataba de otra mujer.
Salimos del lugar en donde estábamos, me llevó hasta un hotel muy lujoso de la ciudad, pero me dijo que no saliera del carro sino hasta dentro de 10 minutos, mientras el subía. Debido al sitio me pidió ropa especial, de "puta de lujo". Por tal motivo me preparé adecuadamente, no como siempre hacía sino mucho más refinadamente, en un lugar de categoría nunca dejarían entrar una mujer de apariencia vulgar.
Busqué le ropa formal y elegante más sexy que tuviera, por lo que usé un viejo traje que tuve hacía casi 12 años, antes de casarme. Era un sencillo traje tejido con chaqueta y falda. A la falda le hice varios centímetros de ruedo para que me quedara como una mini y lo completé con una elegante blusa blanca de algodón, muy delgada y zapatos destapados de tacón alto y delgado. Como la blusa era tan delgada se transparentaba el hermoso body de encajes que tría abajo, y con él la mitad (por lo menos) de mis enormes y exuberantes senos afuera. Bajo la falda llevaba una tanga del mismo estilo y terminé echándome un maquillaje algo denso, principalmente para no ser reconocida.
La verdad no me veía vulgar, putona si, pero elegante y distinguida, no desentonaría con la mayor parte de la gente, pero de todas maneras aun no sabía si me dejarían pasar por la recepción, era un hotel muy exclusivo. Je, je, les sorprendería saber lo fácil que es para una prostituta de lujo, o dama de compañía, moverse en esos ambientes. Mujeres así son mucho más comunes de lo que se podría imaginar, lo principal en ellas es que, sin importar lo sensual que puedan ir vestidas, no se vean vulgares, que no aparenten su condición de putas.
Salí del carro y me dirigí al ascensor, el ascensorista no despegó sus ojos de mi, sin duda estaba acostumbrado a esas situaciones ya que sus miradas eran relativamente discretas. Avancé luego por el pasillo sacando fuego del piso, meneando las caderas, exudando feromonas. Me gustaba ese atuendo, me daba el mismo morbo de saberme una perra, pero con menos vergüenza. Encontré la habitación, habían 2 guardias afuera, la mujer enorme y el hombre de bigote y la cara marcada, los mismos que siempre llevaba Rolo. Toqué a la puerta.
¿Si? escuché decir desde adentro a una voz femenina.
Hola soy Débora
¿Quién?
Devoradora dije finamente, sabiendo que así le habría dicho Mario que me llamara.
¡Ah, hola! Perdona, pero es que no te conocí por tu nombre. tenía razón Pasa adelante, entra me dijo, su acento era claramente francés mi nombre es Jeaninne.
Entré, vi a la mujer de cuerpo entero, era bellísima, no era muy alta, de 1.65, pero con un cuerpo escandalosamente voluptuoso. Rubia, de cabello lacio hasta media espalda y de una piel intensamente blanca que hacían juego con su preciosa carita angelical, iluminada con unos ojos intensamente celestes, le calculé unos 29 años, pero luego me enteraría que andaba ya por los 34. Sus senos eran grandes de verdad, casi como los míos, tenía una cintura de avispa y unas caderas no muy anchas, pero que mostraban un trasero redondo y paradito, no muy grande pero si muy bonito, perfecto.
Asumí que Jeaninne era otra perra como yo, por su vestimenta, un ceñido pantalón sastre gris de cintura baja, una chaqueta del mismo color y un coqueto top encima de sus chichotas. El escote que llevaba era por demás llamativo y el talle bajo del pantalón permitía verle los tirantes de su tanga y el triangulito de la cola. Me sorprendió constatar que su ropa era más escandalosa que la mía y yo que pensé que mi atuendo no era admisible en ese hotel.
Caminamos hasta la recámara, la habitación era una lujosa suite. Ella iba delante de mi, meneaba las caderas un poco exageradamente para mi gusto, pero de todas maneras lograba su cometido, lucir arrasadora. En cuando llegamos al cuarto vi a Mario, elegantemente vestido de traje y corbata, sentado en un sillón detrás de la cama, junto a la ventana.
Bienvenida Debi, veo que ya se conocieron ¿qué te parece Jeaninne, buena, verdad?
Si es una mujer muy hermosa
Y tu Jeaninne, ¿qué te parece la Devoradora, verdad que es una de las mejores putas que he conseguido? oír eso me hirió, supongo que por el hecho de saberme solo "una más"..
La verdad si, es muy bella ¿pero le hace honor a su apodo?
¡Por supuesto que si! Como verás Debi, Jeaninne es francesa
Si me lo había imaginado
Pero bueno, vamos a demostrarle a esta perra que de verdad le hacés honor a tu apodo
Se puso de pié y se acercó, pasando su brazo por mi cintura me atrajo hacía él y me besó con pasión largo y apasionadamente. Nuestras lenguas se acariciaban entre si, rozándonos los dientes y nuestros paladares.
Hay calor, ¿no les parece? ¿Y si te ponés más cómoda Debi? me insinuó Mario.
Le sonreí y me quité la chaqueta, quedándome con la camisa medio transparente. Sentí que los 2 me recorrían con la mirada, posando sus ojos sobre mis enormes senos y sobre mi trasero, apenas cubierto con la faldita. Jeaninne se me acercó por detrás mirándome con deseo. Me abrazó por la cintura y yo volteé para besarla, eran los segundo labios femeninos que probaba, una sensación tan suave y delicada que me encantó.
Me comenzó a quitar la falda cuidadosamente mientras él me besaba y me acariciaba los senos por encima, quedé solo con mi tanguita de hilo dental que se me metía por todos lados. La volteé a ver y la encontré sacándole el miembro erecto a Mario, arrodillada en medio de los 2. Rauda y veloz me arrodillé junto a ella y la ayudé, sacándole esa hermosa verga venosa y larga del pantalón, la cual, inmediatamente, me fue ofrecida.
Abrí la boca y le lamí el glande, luego lo chupé al lado de ella que hacía otro poco con sus gordos y redondos huevos. Me encantaba el cuerpo de Mario, totalmente depilado, no tenía pelos ni siquiera en los huevos, que desaparecían uno a uno dentro de la golosa boca de su otra perra mientras yo me metía hasta la garganta su gran verga. Luego nos alternamos las lamidas y chupadas, compartiendo tanto huevos como pene.
Mario gemía y gemía, nos felicitaba por tan buen trabajo, pero repentinamente nos separó jalándonos del pelo y se sentó en el sofá que había atrás. De los pelos me arrastró bruscamente y me puso de rodillas en medio de sus piernas, comprendí e inmediatamente retomé la mamada mientras ella se sentaba a su lado y lo besaba apasionadamente. En varias ocasiones pararon para contemplarme, a mi, la nueva perra, una perra viciosa y muy caliente que haría lo que fuera por satisfacerlos a los 2.
No sé, quizás fue por la presencia de ella, pero esa mañana me esforcé al máximo en darle todo el placer que me era posible, le lamía y mamaba verga y huevos de forma esmerada, como tratando de impresionarlo y de mostrarle a ella que yo no era menos. Es más, hasta estiré un mano al sexo de Jeaninne y empecé a acariciarle el clítoris, sacándoles hondos gemidos de placer.
¡¡¡UUUUUHHHMMMMMM!!! Te estás esforzando mucho Devoradora, eso me encanta me encanta vení aquí perra nuevamente me agarró con brusquedad del pelo y me levantó, plantándome un fuerte y apasionado beso, para luego darme la vuelta casi por la fuerza y sentarme sobre su vientre, de espaldas a él Jeaninne, mamame la verga un poco y luego colocásela a esta perra que me la voy a coger
Casi a la altura de mi sexo vi a la rubia agarrar la verga de Mario y chuparla con fuerza y devoción. Por unos instantes vi que se quedaba embelesada oliendo mi penetrante aroma a hembra caliente, no me extrañó que fuera tan aficionada a las vergas como a las vulvas. Entonces soltó el príapo y lo colocó de forma vertical mientras yo me sentaba sobre él, embutiéndomelo lento pero sin detenerme y hasta el fondo, me sentí llena inmediatamente. "¡¡¡AAAAAUUUUUUHHHHHH!!!" gemí cuando lo tuve totalmente adentro, iniciando movimientos circulares con mis caderas, sintiendo toda la longitud de ese aparato en el interior de mi cuerpo. Poco a poco comencé a moverme de arriba abajo, gimiendo cada vez más fuerte mientras ella observaba como cabalgaba a su amante y me acariciaba las chiches.
Entonces Jeaninne decidió tomar un papel más activo y se puso a lamerle los huevos, chupándolos mientras yo seguía el sube y baja cada vez más enérgico. En una de esas sentí su lengua jugar con mi clítoris, hasta quedar totalmente adherida a él. El placer era tan intenso que no lo pude soportar, alcancé un violento orgasmo en su boca.
¡¡¡OOOOHHH, OOOHHHH!!! ¡¡¡¡OOOOOAAAAAAAARRRRGGGGHHHHH!!!! la agarré del pelo y la sujeté con fuerza contra mi sexo.
¡Te dije que la Devoradora era una puta caliente y viciosa Jeaninne! agregó Mario.
Jeaninne no soltó mi sexo ni un segundo mientras yo continuaba sacudiéndome por ese enorme placer, se bebió cada gota de mis jugos. Yo misma tuve que separarla, la agarré de los hombros y la jalé, atrapando sus labios con los míos y compartiendo los abundantes flujos de mi sexo que aun tenía dentro de su boca. Luego la empujé y la acosté boca arriba sobre la cama, Mario giró un poco para que yo pudiera quedar frente a ella, me incliné y empecé a lamer su sexo, le quería devolver el favor. Por su parte, nuestro macho, me sujetaba con fuerza de las caderas penetrándome con fuerza sin detenerse, lo que hacía que mi lengua penetrara la vagina de la mujer como si fuera un pequeño pene. Ella tampoco tardó en alcanzar el clímax:
¡¡¡AAAAAHHHHH!!! ¡¡¡OOOOUUUHHH!!! ¡¡¡OOOOGGGHH!!! ¡¡¡¡AAAAAAAAAHHHHHH!!!! gritó sujetándome de la cabeza para que no la sacase de su sexo empapado, me tragué tanto flujo como pude, me pareció delicioso.
¡Ahora le toca a esta perra! dijo Mario, sacándome la verga y apartándome mientras él se ponía en medio de Jeaninne.
Lo rodeó de la cintura con las piernas apuntando su duro palo a su ansioso agujero con una mano y dejándose penetrar despacio. Ella gimió fuerte mientras yo me acercaba a sus sexos, comenzando a lamer su clítoris mientras el ariete de carne se movía dentro de ella. Seguí lamiéndola, pasé mi lengua sobre sus labios y, despacio, fui pasando al tronco de Mario que iba y venía, llegué hasta sus pelotas. Pronto hallé un equilibrio para poder brindar igual atención a todas esas calientes y mojadas partes, lamiendo y chupando con vehemencia lo que tuviese en frente. Estábamos ardiendo de calor y placer y yo me estaba volviendo loca.
Mario nos hizo lo que se le dio la gana esa mañana, nos cogió enloquecido de gozo y lujuria en todas las poses y de todas las maneras que se le antojó. En 4 mientras las 2 hacíamos un 69 delicioso, con el de rodillas en medio de las piernas de una mientras le chupaba el sexo a la otra, nos sodomizó salvajemente, para que, al final, estallara en un poderosos orgasmo sobre mis senos, que con mis manos cruzadas bajo ellos formaban un huequito que recogía el mar de esperma que salía. Luego, Jeaninne se zambulló en ellos, lamiendo, chupando y tragando, para finalizar yo lamiéndole y limpiándole la cara. Concluí que mi camino de depravación sería en realidad infinito, nunca podría acabar de caer más y más bajo.
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
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