01 – MARTIRYA III: SANTA LOCURA

Martiria (Según la RALE): Especie de panteón donde se enterraba a los cristianos mas importantes, durante el precristianismo (Época de ilegalidad del cristianismo)

Martirya (En nuestra versión): Almas sensibles en contacto con los Dominios Olvidados, lo que puede suponer su caída en al locura... Kamikazes de lo místico, malditos condenados al dolor y la locura... El abismo de la locura se ha abierto ante sus pies, solo les queda intentar aferrarse a algo... o...

Los Dominios Desconocidos, una lugar fuera del tiempo y el espacio.

Dolor y placer fueron las palabras que resonaron en la cabeza de Oma justo en el momento en que se entregaba a la muerte...

... Se hizo el silencio... Después un murmullo nervioso...

El dolor la envolví como una manta helada, aun así abrió los ojos... Su piel estaba cubierta por una especie de tatuaje similar a una maraña de cable de espino... Eso era lo que había detenido su tortura... Ahora la miraban con miedo...

El murmullo comenzó a aumentar su volumen, hasta que se convirtió en un grito unánime que ella no lograba traducir...

La diosa... La diosa... La Diosa de la muerte...

Todos, incluido el verdugo, se arrodillaron, tapando sus rostros...

Cada vez era mas claro que la temían...

La desataron, y trasladaron a un templete circular construido en piedra... Allí la depositaron, y dejaron sola...

Paso días allí sola... Sin que nadie, excepto las niñas que se enviaba, y que nunca abrían los ojos (Por temor a que al diosa se enfureciera si la miraban), que enviaban con ofrendas de alimentos y joyas...

... Oma comprendió que la consideraban una deidad...

Un día un hombre delgado, acompañado de una neumática muchacha, vino al templo para visitarla...

-¿Quién eres? ¿Por qué no me temes?

El hombre rió.

-No soy tan superticioso como esta gente.

Oma se incorporo, sus heridas ya habían curado...

-Vengo a contarte una historia

La Vidente le indico donde podía sentarse.

El hombre tomo asiento, la muchacha que le acompañaba se puso a su lado, permaneciendo de pies.

-Se titula la niña y el cocinero contiene todos los elementos de un cuento real de terror: el lobo que se disfraza con piel de oveja, la casa encantada del bosque, la niña en el perol y el ogro que devora criaturas inocentes

"Corría el mes de noviembre de 1934. La señora Delia Budd prácticamente había perdido esperanza de encontrar viva a su hija Graciela, desaparecida en mayo de 1928. Atribulada por el destino incierto de su niña, lo que menos importaba ahora, a la señora Budd, eran nuevas recetas de cocina. Sin embargo, una tarde recibió una carta muy extraña cuyas líneas explicaban, a través de un proceso culinario, las circunstancia en torno a la ausencia de Gracie.

"Estimada señora Budd; En 1894 un amigo mío, el capitán John Davis, zarpó en el barco de vapor Tacoma. Navego San Francisco a Hong Kong. Al arribar a su destino, mi amigo, junto con otros marineros, se fueron de juerga. Al regresar, el barco ya no estaba.

"Eran épocas de hambre en China. La carne de cualquier tipo costaba de uno a tres dólares por libra. Era tanto el sufrimiento, que los niños pobres menores doce años eran vendidos como comida para evitar que otros. murieran de inanición. Un niño o una niña menor de catorce años no estaban seguros en las calles. Piezas del cuerpo desnudo de un niño o niña podían adquirirse con sólo indicar el corte que se apetecía. El trasero de un niño una niña es la parte más dulce del cuerpo, por lo que se vendía al más alto precio.

"Mi amigo permaneció muchos años en China, los suficientes para adquirir gusto por la carne humana. Al regresa Nueva York secuestró a dos niños, uno siete y otro de 11 años. Se los llevó a casa, los desnudó y amordazó en el armario. Quemó todas las pertenencias de los niños. Día y noche los azotaba, para hacer más tierna su carne.

Primero asesinó al niño de 11 años, debido a que éste tenía el culo más gordo, y, por lo tanto, era el más carnoso. Cada parte de su cuerpo fue cocinada y devorada excepto la cabeza, los huesos y las entrañas. Fue cocinado en el horno. El niño más pequeño fue el siguiente, y, lo preparo mediante mismo proceso. En ese tiempo yo estaba viviendo en el número 409 de la calle E100. Él me había platicado acerca de sabrosa que es la carne humana y en mi mente tenía la idea de probarla.

"El domingo 3 de junio de 1928 llegué con ustedes en el 406 de la calle W15. Les compré un poco de fresas con crema. Almorzamos. Grace se sentó en mis piernas y me besó... Yo quería comérmela

"Solicité a usted su permiso para que ella fuera conmigo a una fiesta. Usted dijo que sí podía ir. La llevé a una casa vacía de Westchester que yo había visto con anterioridad. Cuando llegamos le dije que permaneciera afuera... Ella cortó algunas flores... Subí las escaleras y me despojé de todas mis ropas... Sabía que si no lo hacía me mancharía con la sangre de ella.

"Cuando todo estuvo listo me asomé por la ventana y la llamé. Me escondí en el armario hasta que ella apareció en la habitación. Cuando me vio desnudo empezó a llorar e intentó correr hacia las escaleras... La agarré, ella dijo que quería ver a su mamá.

"Primero la desnudé... Cómo pateó mordió y arañó. Apreté hasta asfixiar Después la corté en trozos pequeños que distribuí en las habitaciones. La cociné, me la comí. Qué dulce y tierno traserito fue cocinado en el horno. Me tomó nueve, días devorar el cuerpo completo. No tuve sexo con ella, aunque hubiera podido hacerlo de haberlo querido. Ella murió virgen.

"La tragedia de los Budd empezó con una acción rebosante de buenas intenciones Edward, de 18 años, hermano de Gracie colocó un anuncio en la edición dominical del periódico New York World. Era el 25 de mayo de 1928, el día ideal para que el muchacho de buena complexión contribuyera con su fuerza al gasto familiar. Al día siguiente, en lo que parecía ser el principio de una cadena de sucesos risueños, el granjero Frank Howard se presentó en la casa de la familia Budd. Quería conocer al joven del anuncio.

Howard era la imagen del abuelo que toda familia desea tener. El bigote y el cabello gris contribuían a conformar el rostro apacible de un hombre que ha ganado sabiduría con el tiempo. Convencido por el aspecto saludable del joven Budd, el visitante ofreció a éste 15 dólares de salario, además de que también contrató a Willie, el amigo más cercano de Edward. Al despedirse, el viejo dijo que pasaría la semana siguiente por sus dos nuevos empleados.

"Al domingo siguiente, Frank Howard tocó la puerta con sus flacos nudillos. Traía consigo fresas con crema y el infierno detrás de él. Mientras la familia Budd y visitante almorzaban apareció en la sala Gracie, una niña de diez años, quien regresaba de misa. Con el truco de "adivina cuánto dinero tengo en la mano y te lo ganas", el viejo obtuvo la confianza de la niña. Howard Dijo que tenia que asistir a la fiesta de una de sus nietas y que regresaría por la noche. Convenció a éstos para que fueran al cine mientras él regresaba. Incluso dio dos dólares a cada uno. Al cruzar la puerta, el viejo volvio a ver a la niña, y preguntó a la señora Budd si le daba permiso para llevarla a la fiesta. Estarían de regreso antes de las nueve de la noche.

"La señora no estaba segura, pero la insistencia de su hija y la mirada de "qué puede pasar" de su esposo la convencieron de autorizar la petición. La noche llegó, luego pasaron los días, las semanas, los meses y los años, hasta que una carta, recibida seis años después narró un episodio de terrible verdad que permanece como uno de los ejemplos más contundentes de barbarie humana.

"Irónicamente fue la carta maldita enviada a la familia Budd la que condujo a la policía a capturar al asesino de Gracie y otros niños. En el matasellos las autoridades distinguieron las siglas NYPCBA (New York Private Chauffeur's Benevolent Association). La caligrafía de Howard empataba con un agremiado de nombre Albert H. Fish. El 13 de diciembre de 1934 la policía detuvo al sospechoso cuando recogía el dinero que le enviaba uno de sus hijos.

"La detención de Albert Fish aclaró algunos casos en los que habían desaparecido niños, además que confesó, haber asesinado en 1932 a una joven de 15 años, Mary O'Connor, cuyo cadáver mutilado fue rescatado de] bosque cercano a una casa que Fish había pintado. Pero antes, en 1924 y 1927, secuestró a los niños Francis McDonnell y Billy Gaffney, respectivamente. Francis fue encontrado tirado en un bosque, estrangulado con su ropa interior, golpeado y hasta violado de forma tan brutal que la policía jamás hubiera sospechado que aquella fuera la obra de un anciano desequilibrado. Gaffney nunca tuvo la oportunidad de ser hallado. Terminó en las entrañas de su verdugo, cocinado a fuego lento, bajo la misma receta con que fue preparado el platillo llamado Gracie Budd.

"Para el público que abarrotó la corte durante el juicio una cosa era innegable: era un desequilibrado mental. Sádico, masoquista, el hombre presumía conocer hasta la saciedad la gruesa enciclopedia de las perversiones sexuales. Era un hombre temeroso de Dios, para ello se flagelaba constantemente , aunque también gozaba propinar el dolor a los demás y a sí mismo, ya que radiografías tomadas en prisión demostraron que había varias agujas enterradas en la zona anal del acusado.

"Qué hacer con un asesino de niños, con un caníbal de más de 60 años. Sus defensores utilizaron el recurso de la locura para intentar salvar a Fish de la silla eléctrica. Incluso contrataron a un equipo de alienistas que dio tremenda batalla a la parte acusadora. Sin embargo, Cuando el jurado escucho las descripciones de los crímenes aunado a que se presentó como evidencia una caja de cartón que aún contenía el aroma de la cabeza horneada de Grace Budd, el veredicto fue único e inapelable.

"Según un reportero del Daly News, Albert Fish estaba nervioso por su condena a muerte, aunque al mismo tiempo le excitaba sexualmente que iba a ser castigado por un calor mucho más poderoso que el que había utilizado para marcar su piel.

"Con esos sentimientos encontrados, el 16 de enero de 1936 Albert Fish, el reo más viejo que ha cumplido su cita con la muerte en Estados Unidos, fue ejecutado. Algunos testigos declararon que se fue la luz del interior de la prisión, cuando la descarga provocó un corto circuito a causa de las agujas que Fish retenía dentro de su cuerpo.

"... ¡Tacos de niña!, ¡lleve sus ricos tacos de niña!....

La ultima frase, pronunciada con el tono de un feriante, hizo estremecerse a Oma.

-¿De donde saco esa historia?

-Es un clásico en este sitio

-¿Este sitio? ¿Se refiere a la tribu?

El hombre rió de nuevo.

-No, me refiero a los Dominios Olvidados... Donde la locura ha crecido hasta convertirlos en el paraíso del dolor y la crueldad en todas sus vertientes

Y sin mas, el hombre se levanto, y, seguido por la silenciosa muchacha, se amrcho por donde vino.