"EL PARAÍSO PERDIDO" de Milton. Paso las paginas del pequeño librillo mientras ella se dedica a hacer coronas de flores.
-¿Qué haces?
Me pregunta ella, girando su hermoso cuello (Que desemboco en
una marea de rizos negros) hacía atrás, para mirarme.
-Escribir.
Contesto de mala gana, aunque sea mentira lo que digo (Es evidente lo que estoy haciendo, y ella tiene ojos para verlo).
-¿El qué?
-Recetas.
-¿Te gusta cocinar?
Ella imprime todo su entusiasmo en esas palabras.
-Ya lo sabes contesto, si apartar mi mirada del papel y el cuchillo que
tengo al lado -, me encanta cocinar muchachitas ¿Te interesa?
-No.
Ella se gira sonrojada, apurada por la mirada de mis ojos
grises.
-Me da vergüenza me susurra ella sin volverse a mirarme -... No creo que
entiendas el porque... Ni siquiera yo misma lo entiendo.
-¿Vergüenza?
Me escucha decirla.
-Me apeno por cosas que dijimos o te dije.
Dice ella, sin moverse.
-¿Te arrepientes de haberme conocido?
Digo yo, mientras me levanto para aproximarme a ella.
-No dice ella, negando con su cabeza -. Arrepentirme, no... Me alegra mucho haberte conocido... Sobre todo en este mundo lleno de desconocidos.
-¿Entonces?
Apoyo mis callosas manos sobre los hombros desnudos de ella.
-Cambiemos de tema.
Ella se abraza a sus rodillas.
-¿Cambiemos de tema? me muestro desesperado - ¿Otra vez? Cada vez que llegamos a un punto de tus sentimientos... Cambiamos de tema... Me mareas.
-Yo también lo estoy me dice en un susurro lastimero -... Por eso te pido que cambiemos de tema... Todo esta bien, no te preocupes.
-A mi no me lo parece.
-Te digo la verdad.
Ella tan solo habla en pequeños susurros que podían confundirse con el crujido de una hoja seca.
Con un gesto de sus hombros se deshace del tacto de mis manos, me repudia... Y poniéndose en pie... Eva abandona el paraíso.
Cabreado me giro, para ver que una puta cabra se esta comiendo el libro.
-Puto animal de mierda la grito, mientras corro hacía ella - ¡Fuera! ¡Fuera!
El animal me mira con su cara bobalicona, sin moverse.
Estoy tan caliente, frustrado, y lleno de mal rollo, que no lo dudo ni por un instante. Agarro al animal por sus cuartos trasero, y la penetro. La bombeo sin piedad, pero ella apenas dice nada... ¿Qué clase de animal es este?
En cuanto me corro, y la suelto, ella se gira y se me queda mirándome... entonces reconozco en sus ojos algo familiar. A la visión la acompaña una risa igualmente familiar, y, ante mis ojos, la cabra muta en gato. Luego se marcha elegantemente, sin que aquella risa deje de retumbar por el lugar.
-Maldita bruja.
Digo en un quejido lastimero.