PORNOGRAFFITY: R.I.P. 2.0
No soy la luz, ni
siquiera las tinieblas, vivo donde tu vives, como lo que tu comes (Aunque a
veces tenga mis gustos culinarios)... Soy exactamente tu vivo reflejo... Pero no
somos iguales... Yo soy el cazador, y tu eres mi presa...
... Mi nombre es: Cronos...
Así se cerraba el tercer códice de Saltud el Redentor (Aunque algunos estudiosos preferían la traducción Saltud el Erradicador) que sostengo entre mis manos. Los códices, 9 en total, le habían llegado a un especialista en paleografía hacía unas semanas, el remitente era desconocido, y el profesor se los había estudiado. Este hombre había publicado unos artículos sobre una escritura similar a la que tenían esos textos.
Aquello se había convertido en una obsesión para él...
Hasta ahora había llegado a la conclusión de que el tal Saltud era una especie de ser mítico al cual se llego a adorar, y, según parecía, aquello debía haber sido escrito por uno o varios de estos adoradores. Esa suposición se veía reafirmada por el canto que daba inicio al primer códice...
Esperanza,
sueño,
todo humo
si lo catas.
Humo y espejos,
ilusión y mentira.
No somos seres concretos,
somos hijos de la ira.
Moldean tu cuerpo
humos perfumados,
guardamos en el alma
los polvos del sueño.
Humo y espejos,
ilusión y mentira.
No somos seres concretos,
somos hijos de la ira.
Danos de comer anhelos,
vaciaremos tu vida.
Serás humo y espejos,
ilusión y mentiras.
Y continuaba...
Demonicus, gris y mudo (La traducción no parecía del todo correcta, ya que lo de mudo quizá pudiera referirse a que pudiera ser algún tipo de seguidor de una doctrina hermética) paladín, cuya mente nos permanece oculta bajo la piedra. Visito aquella noche al loco sabio Ozo, quien se mantuvo impávido ante la fría mirada del ser. Biblos, el librero real, dicen que sofoco por poco aquel grito que corrió raudo por su garganta. "Busco a la Calavera", dijo con desprecio el gris ser, y su búsqueda encontró fin cuando la enorme boca, siempre hambrienta, se abrió paso entre los tejidos de la realidad. "¿Qué buscas, eremita? ¿Que razón te lleva a apartarme de mis gozos sin fin?", dijo la Calavera. "Busco, y más no debo decir" dijo el ser, y nada más volvió a brotar de su boca.
La hermosa hechicera de piel cobriza, rodeada de enormes
serpientes hambrientas... "Rica carne posees, hechicera", dijo una; "¿Qué saber
buscas, que te empuja a ofrecerte a nosotras?", dijo la otra. "No soy yo el
pago, sino esa bella y joven virgen pelirroja, apenas ya niña, a ella podréis
devorar, a cambio de lo que vengo a buscar", dijo la hechicera. Las serpientes
ya no la escuchaban, atentas como estaban, al nínfeo bocado que se les
ofrendaba. "Primero la ninfa, después el saber", Dijo la primera serpiente.
"Confío en vuestra promesa, adelante pues con vuestra cena", dijo la hechicera
echándose a un lado. Con cortantes anillos, la puberscente victima fue rodeada,
y poco a poco, tierna y sonrosada, la carne la fue arrancada...
Dicen, que de aquel saber tan caro, surgió la Calavera.
Ese era el final del primer códice, según parecía (aunque faltaban partes del texto) hablaba de la génesis del Saltud...
Él inicio del segundo parecía haberse deteriorado por la humedad, la parte que se pudo recuperar y traducir decía así...
"Dicen los viejos, que ese día Él decidió entregarse a los Arquitectos de la Creación... Coserse ojos, labios y oídos... Olvidarse de todo sentimiento... Y convertirse en el Erradicador (Ella, de profundas convicciones cristianas, prefirió usar esa palabra en la traducción)
Eso era lo poco que se había recuperado, y traducido, del segundo códice.
En cuanto al tercero, además del final, solo se habían mantenido intactas una o dos líneas más.
Me alzare sobre montañas. Ciego, sordo y mudo; sin ver, ni oír, ni poder calmar vuestra degradación contagiosa.
No soy la luz, ni siquiera las tinieblas, vivo donde tu
vives, como lo que tu comes (Aunque a veces tenga mis gustos culinarios)... Soy
exactamente tu vivo reflejo... Pero no somos iguales... Yo soy el cazador, y tu
eres mi presa...
... Mi nombre es: Cronos...
Del Códice 4 al ocupaba una serie de poemas épicos, acerca de la perdida del paraíso de aquellos que escribían, que conformaban lo que se había titulado "El Libro de los Condenados".
El códice 4 empezaba:
Círculo
Hay un círculo de fuego,
y tu danzas dentro de él.
La tierra ya devora los huesos
de los que te precedieron en la búsqueda,
es ahora cuando has de soñar.
El cielo de tormenta
se cierne sobre los campos,
que aun protegen los cuerpos,
de los que allí callaron.
Hay un circulo de fuego,
y tu, dama eterna,
danzas dentro de él.
Tierras aridas
La noche cae
sobre las tierras áridas,
la luna apenas logra salir
de entre las nubes que la atan.
No duerme el lobo,
ni tampoco su presa,
cada noche preparan
la muerte perfecta.
Enredados entre sus garras,
muerte y presa danzan,
cambiando roles
a cada golpe de tecla.
Los montes se ciernen,
como saxofonistas de piedra,
sobre los bailarines amantes
que bailan, sin pausa,
hasta lograr su meta.
Jadeantes se abrazan,
excitados se besan,
uno devora al otro,
cazador es presa.
Venus in Burns
El cielo se tiño de rojo
cuando se escucho el ultimo alarido,
de aquella sacerdotisa virgen
tomada por un amante desconocido.
Cada día iba
a bañar su cuerpo en el estanque
de oro y lirios,
su risa guiaba
al sol en su camino,
mas cuando todo se pudrió,
llego el mal amigo.
Tomándola por suya,
ultrajo todo lo querido,
destrozo el alma pura,
por un placer no consentido.
Fue entonces
que el viento se volvió frío,
el cielo se tiño de rojo,
con aquel último alarido..
Soñé contigo
¿Por qué te marchaste tan lejos,
cuando apenas era un niños?
Ahora te añoro, pequeña,
a cada uno de mis latidos,
vuelve pronto a mi lecho,
tengo ganas de que me lleves contigo.
Abrí dos puertas en mis muñecas,
y otra en el lugar elegido
para que lo tomes, amante,
cuando vengas al final del camino.
Me he quedado tumbado,
bajo el cielo enrojecido,
que todos hemos creado
al no ver los pecados cometidos.
Ahora solo me queda,
esperar aquí tendido,
y repetir susurrando:
Esta noche soñé contigo.
El río del castigo sin perdón
Las runas se desperdigaban
alrededor de la estación,
encerrando varias niñas en su interior,
deseosos suspiraban hombre sombra
de uno y otro color,
el olor de los cuerpos desnudos,
llamaba a la concentración.
Como lobos tomaran de golpe,
las cuevas sin macula hasta hoy,
gritos y jadeos mezclados
hasta que el fuego se apago.
Báculos que golpean
el cáliz que aguardaba al amor,
lagrimas y sangre crearon
el río del castigo sin perdón
El Códice 5 continuaba...
Azán
Cuando el sacerdote elevo su ultima plegaria,
la bestia tomo su lugar,
las piedras rebosaron sangre y esperma,
hasta los muros reventar.
Aullidos fueron la música
de la unión final,
entre quien fuera luz,
y quien venía de la oscuridad.
Tomado, el hombre santo,
pronto renuncio a luchar,
la inocencia estaba perdida,
y la maldición acabaría por llegar.
Ahora los ríos llevan la sangre
de antiguas vírgenes del mar,
que si antes fueran hermosas,
la tierra, fermentada, las acabo por medrar.
Abandonados a su suerte,
hombres y mujeres de Azán,
fueron tomados por seres
que hace siglos que los gobiernan ya.
Demónios de piedra
Las torres se alzan,
amenazantes ya,
sobre las jóvenes descalzas,
que vinieron a rezar.
De ellas toman lo obvio,
de ellos algo mas,
jóvenes de ambos sexos,
de los demonios de piedra diversión serán.
Unos aúllan asustados,
otros se abandonan ya,
hay lagrimas y gritos ahogados,
por lo que después vendrá.
Aquellos vinieron del este,
hambrientos de riquezas a amasar,
tomaron lo que quisieron,
dejando sangre y fuego tras su caminar.
Los bebes de Rose
Las garras recorrieron
la piel olor a vainilla,
como el cric cric del grillo, sonaban los jadeos
de quien tomaba a la niña.
después, a este, lo relevo otro mas,
pronto la muchacha dormida,
tuvo muchos huevos, en su vientre,
para incubar.
Ella en su lecho,
sintiéndose extraña al despertar,
cansada y sudorosa,
sin haberse tenido que esforzar.
Ella se echaba mano al vientre,
y los sentía moverse ya,
quiso arrojarse por la ventana,
pero ellos no la iban a dejar.
Se abrió ojos en las muñecas,
una sonrisa en la yugular,
mas ya ellos respiraban
y su incubadora no permitieron apagar.
Sin esperanzas
se dejo por el sueño embriagar,
el circulo se había renovado
al volver, ella, a despertar.
Lo poco que se podía rescatar del Códice 6 decía así...
Rompealmas
Su mirada me congelo,
clavándome a la piedra,
dejando crecer al paisaje a mi alrededor,
hasta que me cubrió, por completo, la hiedra.
Frente a mi se sentó,
silueta recortada contra la sierra,
rostro sin alma y frío,
rostro que almas quiebra.
Lotto Negro
Cual abrió tu hermana sus pétalos,
tu también lo hiciste
pero desde la sombra escondida.
La piel oscura,
los ojos felinos,
la misma nariz,
la misma boca.
Sin embargo
preferiste las sombras
antes que dejarte bañar por la luz.
Preferiste ser opaca,
antes de trasparente,
mujer antes que niña.
Y yo, tan solo te miraba,
y con mis ojos
dibujaba tus rasgos...
La piel oscura,
los ojos felinos,
la misma nariz,
la misma boca.
La melena azabache
que se expandía
sobre aquel vestido blanco tan estrecho.
Los redondos pechos
que se dibujaban sobre la tela,
firmes y golosos.
Los muslos cincelados,
fibrosos y suaves,
que desnudos colgaban
de aquella deliciosa cintura.
El cuello largo y sedoso,
que fluía,
firme como el chorrillo de una fuente,
de tus hombros cremosos.
La piel oscura,
los ojos felinos,
la misma nariz,
la misma boca.
Cincelada
a imagen y semejanza de la hermana,
el loto negro elige la sombra
antes que la luz.
El Códice 7 también continuaba esa serie de cantares épicos...
La maldición
Las puertas se cerraron,
y se culpo a los pecados de aquello,
mas no fue la suciedad
lo que trajo aquel mal agüero.
Fue el desprecio
de los que un día sentados discutieron
como habían de ser sus paraísos
olvidando lo que, los seres que nacen, traen con ellos.
Enloquecidos de rabia,
aburridos de aquellos,
cerraron con fuerza las puertas
de los Dominios que no fueron del agrado de ellos.
Fue, entonces, cuando la oscuridad se vino encima,
y, aparecieron los aullidos de miedo,
cuando la inocencia fue arrastrada,
por los demonios, de los cabellos.
La inocencia
Su cuerpo hermoso,
lo encontré arrastrado por los caminos,
apenas era un niña,
y ya moraba en él mundo de los eternamente dormidos.
Su piel aun relucía,
pese al barro y la sangre ennegrecidos,
sus ojos aun eran hermosos,
pese a estar ya vacíos.
Una brecha dividía
su torso herido,
firmes seguían los pechos
que sus asesinos habían, largo rato, mordido.
De sus heridas manaba la sangre
que convertía en río al camino,
pronto vendrían los buitres
a reclamar lo que otros, aun, no se habían comido.
Matadero 42
Largas filas de carne
gris depresión,
marchan, como autómatas,
al Matadero 42.
A la orden
los martillos caerán,
golpeándolos hasta hacerlos masilla
que parte de la muralla será.
Largas filas de carne
gris depresión,
marchan, como autómatas,
al Matadero 42.
Círculo carroñero
La hiena merodea entre los muertos,
elige buffet para esta larga noche,
el olor de la sangre
y la carne putrefacta,
llama al resto de carroñeros, l
a vida, como la magia, es un circulo..
El Octavo códice parecía poner punto y final a la colección de poemas épicos...
Caballos negros
Una vez los dragones
gobernaron estas tierras
que habían hecho crecer los dioses
Hay una mirada sanguinolenta
al otro lado de todos los espejos,
cuado se encuentra con la mía,
me levanto de un salto de mi lecho.
Una figura dorada
que se arrastra malherida
por los caminos de sangre y vísceras.
Una vez los dragones
gobernaron estas tierras
que habían hecho crecer los dioses
Elogio del Yo (El rebelde)
Yo
Yo
Yo
Yo
Yo
Yo
Yo
Yo
Yo
Y solo Yo
Elogio del poder establecido (Los Opresores)
Nosotros
Nosotros
Nosotros
Nosotros
Nosotros
Nosotros
Nosotros
Nosotros
Nosotros
Solo el Nosotros
Fallen
Cayo de los cielos,
y allí quedo colgando,
con las tripas fuera,
con el sexo goteando.
Amante rechazada,
con final trágico,
ellos se aburrieron de su cuerpo,
y, como a un juguete roto, la tiraron.
La Guerra
Llego como la tormenta,
arrasándolo todo a su paso,
llena de fuego y humedad,
como un salvaje orgasmo.
Aullidos hambrientos
y alaridos de terror,
llamadas a las armas
y peticiones de perdón.
Pronto, el agua clara de los ríos,
en sangre se convirtió,
pronto la tierra fértil,
nada a engendrar volvió.
Los horrores de la guerra
crearon la situación
que viven ahora nuestros hijos:
los de quienes se fueron,
y, los de él que se quedo.
El Noveno códice era breve, un pequeño párrafo, aparentemente unas últimas palabras... Aquella mano temblorosa, logro abocetar aquellas últimas palabras:
Ayudadlos,
son la única esperanza...
Ayudadlos,
pese al dolor que sufrirán.
Había dedicado, aquel hombre, mucho tiempo a aquella traducción (cuando el dinero de la Universidad dejo de entrar, LA MANDRAGORA se hizo cargo de financiar el proyecto), había sido un trabajo duro y enigmático... Pero lo que más le había impresionado fueron aquellas últimas palabras...
Paso mis dedos sobre los folios llenos con apuntes y las traducciones impresas. Fue una pena lo que ocurrió anoche.
Solo he de concentrarme en los efluvios que dejo aquel crimen para reconstruirlo ante mis ojos.
Son casi las 2:00 de la madrugada. En el edificio de la facultad de historia, aún permanece alguien... El hombre mordisquea un bolígrafo mientras permanece atento del teléfono, mira su reloj: no piensa darle mas allá de las 2:00 para que llame... Es un muchacho prometedor, y la facultad esta dispuesta a alistarle a toda costa antes de que lo haga la competencia. Habrá que sufragar papeles (Falsificar otros), pagar el billete de avión para traérselo desde México,... La Agencia esta dispuesta a todo.
Esta tan embobado en sus meditaciones que no escucha el crujir del techo, y, para cuando se percata, ya es demasiado tarde...
Las 2:01 de la mañana... Suena el teléfono, y una inquietante, pero indudablemente humana, mano levanta el auricular... Primero se escucha la voz al otro lado del teléfono.
-Hola ¿Cómo esta? Buenas noches
-Buenas noches ¿Qué desea?
Le contestan quien ha cogido el teléfono..
-Me llamo Lesly, de Tenosique, Tabasco ¿con quien estoy hablando?
Un instante de silencio, y la respuesta.
-Lucas Parrondo Se fija en la placa que hay sobre la mesa -
Dígame
-Verá, tengo 17 años... Mmmmm... No creo que me recuerden
-¿Le gusta la ciencia?
-Mmmm... Casi
-Explíqueme que busca, señorita
-Caballero, perdón
-Discúlpeme a mí... Aunque por su timbre de voz diría que
sois muy travieso... Como un duendecillo
-¿Por qué dice eso?
-No para de reír por lo bajo... parece travieso y juguetón, señoríto. ¿Cómo es?
-Alegre, siempre alegre, y juguetón
-Sabe, señorito, en realidad me estoy planteando muy seriamente comérmelo a
usted. Con esa edad debe estar bien apetitoso y tierno
-Jajajajajajaja... Que chistoso... Jajajaja
-¿Quién le dice que bromeo, señorito?
El teléfono se cuelga al otro lado.
Leslye llamaba porque ellos estaban interesados en él... ¿Qué había sido aquello?
Levanto la mano de los papeles, justo cuando capto un perfume familiar: ¿Luz?... Bueno, con ella nunca se sabe. Me giro para saludarla.
-Hola
La figura se gira, y me espeta:
-No jodas, que no soy ella ¿Ok?
-Ok - Respondo encogiéndome de hombros- Disculpa
-Ya vete
Me grita con desprecio.
Ni me molesta en contestar, me doy la vuelta y comienzo a caminar hacía el lado contrario.
Ya es muy tarde, y, decido regresar a casa, quien sabe que me esperara mañana.
Al día siguiente soy reclamado para prestar testificación, debido a que soy el representante de LA MANDRÁGORA. Primero entrevistan a una erasmus que estaba haciendo el doctorado bajo la tutoría de Lucas Parrondo (la victima)
-¿Qué hacía aquella noche en la facultad a esas horas?
Dice el encargado del interrogatorio.
-¿Can I up some of these pics of ya to my myspace profile?
Es la críptica respuesta que recibe.
-¿Como?
-¿Can I up some of these pics of ya to my myspace profile?
Dejan marchar a la chica, y me hacen entrar.
-¿Qué hacía la mañana después del asesinato en el despacho de la victima?
El policía va, de nuevo, directo al grano.
-¿Pasear?... Padezco de insomnio y me levante pronto, la gente para la que trabajo tenía algunos proyectos conjuntos con el señor Parrondo.
El policía mira a su compañero, este se encoge de hombros. Pero el hombretón no se da por vencido, y vuelve al ataque.
-¿Ah, si? Mira chaval aquella noche paso algo, y sabemos que tu tienes algo que ver
-Lo dudo - Me encojo de hombros Yo no mato
-¿Ah, no? ¿Y que haces exactamente?
-Pues... Vuelvo a encogerme de hombros, no pienso decirselo ¿No matar?
El policía no esta dispuesto a dejar pasar esa, se abalanza sobre mí, y, agarrándome de las solapas, me grita:
-Mira, niñato, no estoy para bromas, y no estoy dispuesto a que tu o la zorrita rara esa me toreéis... Así que dime que ¿hiciste aquella noche, o, si sabes de algo que se saliera de la norma?
-Señor, ¿sabe algo de la gente a la que represento? - Y subrayo mi afirmación con gestos lo que les competo... todo lo que les compete, se sale de la norma
El policía me empuja contra el asiento, y se marcha hecho una furia.
-Manténgame a esos dos vigilados le dice a su compañero -... ¡A mi no se me torea!... ¡No!
Horas después, los forenses encuentran algo que, en verdad, les deja atónitos... Aquellas larvas que tenía la victima dentro de su cuerpo no pertenecían a ningún insecto conocido...
-¿Aliens?
Fue lo primero que, seguramente, dijo el estudiante de medicina que estaba viendo la autopsia (Por supuesto nadie se atrevió a darle una paliza por creer en esas cosas en un entorno tan científico, además, viniendo de donde venía ese tipo (Aunque ninguno en esa sala, sabía exactamente de donde)... Cualquier cosa es posible). En los archivos policiales y forenses aquellos bichitos quedaran bautizados como Insectos Duende (Y bien que se habían ganado el nombre, nadie sabía de donde habían venido ni como habían entrado en el cuerpo de su victima... Era cosa de duendes).
Pero bueno, esta historia ya no me compete. Aunque me alivia saber que ya no soy sospechoso.
Mi siguiente parada es, rebuscando en los archivos que tenía LA MANDRÁGORA sobre Parrondo, una antigua novia del profesor a la que dejo embarazada hace 18 años.
En cuanto llego a la casa, y ella estrecha mi mano, las imágenes, de su mente azotada por los recuerdos revividos tras el conocimiento de la muerte de Parrondo, se vuelcan en mi mente...
... Pero entonces le percibo, primero, para luego verle atravesando, a toda prisa, el pasillo, que hay tras mi anfitriona, en dirección a la puerta de atrás. No lo dudo, empujo, quizá con demasiada brusquedad (aunque lo poco que he captado sobre la concepción de ese engendro, me indica que no con la suficiente), a la mujer a un lado, y, salgo corriendo tras de él.
Para mi sorpresa, me lo encuentro detenido, y esperándome, en el jardín de atrás.
-Me divertí mucho con tu chica... Silvia ¿Verdad?
La insolencia de su tono de voz me saca de mis casillas, le agarro en vilo sin que el ponga resistencia.
-¿Por qué?
-No debiste meterte en mis asuntos me dice con total calma -... Aquella chica, era mía.
-¿Te refieres a la chica que vino a mi consulta?
-Quien si no me dice tratándose de encoger de hombros -. La vi entrar en tu tienducha y no pude evitar oír como la aconsejabas contra mi su mano se apoya en mi hombro, dándome unos suaves toquecitos que me hacen perder aún más los nervios -. ¿Tu madre no te hablo sobre no decir cosas feas de los demás?
En fin, no puedo evitarlo. Solo me basta un pensamiento para reducir a ese cabron a simples moléculas. Cuando me giro, veo que su madre lo ha visto todo... Eso me hace pensar: Quizá debería hacerles una visita a mis padres, antes de dedicarme a tiempo completo a ser la herramienta de LA MANDRÁGORA.