SANTO MOJO: PAGINAS DE SANGRE
MMMMMMM
DELICIOSA RUBITA, DE SONROSADAS Y CACHETONAS MEJILLAS... DE BOCA GRANDE Y
GOLOSA... DE CUERPO APETITOSO DE FORMAS DULCES
DEJAME TOMARTE ENTRE MIS BRAZOS, DAME DE COMER DEL PAN DE TUS MEJILLAS Y TUS PECHOS... RODEAME CON TU SONRISA MI FALO REDENTOR, PARA QUE ÉL TE DE LA BENDICIÓN CARMESI EN FORMA DE LECHE PRIMORDIAL
DESNUDATE, Y MUESTRAME TU CUERPO SIN EL MAQUILLAJE DE LAS TELAS Y ADEREZOS... ENTREGA TU CUERPO DE DUYLCE DE LECHE, A MIS MANOS Y MI BOCA...ENTREGATE COMO CORDERO SACRIFICCIAL, PARA QUE MOJO TE ACEPTE EN SU SENO
DAME DE BEBER DE TUS PECHOS, SE LA VACA SAGRADA DE LA QUE LOS
DIOSES COMEN Y BEBEN, PUES A ELLOS SOLO PERTENECE ESE PRIVILEGIO
OFRECETE EN SACRIFICIO, Y DEJA QUE MI CUCHILLO PENETRE EL CORAZÓN DE LA ROSA QUE
ESCONDES ENTRE TUS PIERNAS.
Tal fue el mensaje que recibió la hija del alcalde desde la Iglesia Carmesí de la Orden de Mojo. El obsceno poema no venía firmado, aunque era bien claro que era obra de una sola persona... Tan solo de una mano, lujuriosa y apetente, que ardiendo su mente la había escrito aquellos versos tan prohibidos. Mas de nada servia presentar queja, pues los monjes de esta orden contaban con buenos contactos y defensores, ni ser la hija del alcalde la serviría para que se dignaran a tomar en serio su denuncia.
Mas la costaba comprender por qué todo aquello la hacía tan feliz.
Mientras, en la Iglesia de la Orden, el Hermano Mayor inicia su sermón...
Hermano Mayor: (Con voz firme que llena toda la sala) Me gustaría contaros una historia Empieza con una joven voluptuosa que camina hacía su casa...
Chico: (La intercepta al pasar a su lado) Hola
Chica: (Sorprendida, pues no conoce al muchacho) H-Hola
Chico: ¿Puedes ayudarme?
Chica: Si... claro
Chico: (Agarrandola fuerte del antebrazo) Mmmmmmmm... Llevo días sin comer
Chica: (Sacando su monedero) Toma algo de dinero
Chico: (Rechazando el dinero) No, no quiero dinero
Chica: (Encaminándose hacía un local de Alimentación) Al menos déjame que te compre algo
Chico: (Sin moverse del sitio) Tampoco de esa comida de supermercado
Chica: (Desorientada) ¿Entonces?
Chico: ¿Que qué quiero?
Chica: Si, dímelo y te lo daré
Chico: (Dando vueltas alrededor de la chica) Pues... Veo que estas bien cachetoncita... y... quiero comerte.
... Aprended bien hermanos, que gran parte de la felicidad se encuentra en la carne ajena.
El Hermano Mayor cierra el libro, y mira bajo su atril... Una figura pálida y tétricamente hermosa tiene su sexo entre los labios... Él la susurra...
Hermano Mayor: Mmmm... Nunca una de tu especie me había hecho una felación... Mmmmm... Que cálida se siente tu boca... Mmmmmmmm... Toma mi leche, que se que es el alimento de tu especie... Sin ti no me hubiera salido tan inspirado este sermón de hoy.
Una blanca sonrisa brilla bajo el atril.
El Hermano Leo se acerca al atril, desea hablar con él Hermano Mayor.
Hermano Mayor: (Molesto por la interrupción de tan placentero momento) ¿Qué deseas, Hermano?
Hermano Leo: (Con tono arrepentido) Hermano, los guardias han llegado a las puertas de nuestra iglesia
Hermano Mayor: (Aún mas molesto, apartando con la mano la cabeza de la chica) ¿Cómo? ¿Y que quieren esos fascistas de nosotros?
Hermano Leo: (Tartamudeando, sin atreverse a decir la verdad) Her-Hermano... Es por una nota que... que le llego a la hija del alcalde
Hermano Mayor: (Encorajinado) ¿Y por una estúpida nota vienen a robarme mi tiempo?
Hermano Leo: Hermano, mas bien es por lo que ponía en la nota
Hermano Mayor: (Sorprendido) ¿Y que ponía en la nota? ¿Acaso te la han enseñado a ti?
Hermano Leo: (Avergonzado) N- No... Hermano... Es que yo la escribí
Hermano Mayor: (Entre la sorpresa y la ira) ¿Qué tú la escribiste? ¿Es que pensabas? ¿Ahora has atraído la ira del alcalde contra nuestra orden?
El Hermano Mayor no dice mas, se marcha hecho una furia hacía la puerta de la iglesia, al encuentro de los guardias.
Pasa da media hora regresa.
Hermano Leo: (Muy nervioso, ansioso por saber lo que ha ocurrido) ¿Y bien, Hermano?
Hermano Mayor: (Haciendo un gesto de desinterés) Fácil, quieren tu cabeza... Y por el bien de la Orden que se la daré... Has sido imprudente, Hermano Leo. No puedo dejar que te lleves a la Orden con tu caída
Hermano Leo: (Bajando la cabeza, intentando aceptar su destino) Comprendo
Hermano Mayor: Es buena cualidad de un hombre de Fe el aceptar su porvenir... Por funesto que sea
El Hermano Leo asiente apesadumbrado.
Hermano Mayor: (Sin volverse hacía él, cosa que ha mantenido desde que regreso de hablar con los guardias) En fin, ve a tu dormitorio, deja allí tus hábitos, y sal de aquí lo antes posible... Una vez fuera entrégate a los guardias... No quiero que manches aún mas el buen nombre de nuestra Orden llevando contigo algo de esta cuando te apresen.
Hermano Leo: (Girándose para subir a su dormitorio) Si, Hermano
Hermano Mayor: (Con tono Autoritario) Hermano Mayor, ya no eres uno de nosotros, así que dirígete a mi de la misma forma que lo hacen los feligreses.
Hermano Leo: Si, Hermano Mayor
Y desaparece.
Alguien tiró de la cuerda,
y el telón cayo,
dejando el mundo en tinieblas.
Cuando alguien volvió a tirar de ella,
el telón solo se elevó unos centímetros que dejaron pasar una brizna de luz,
y la cuerda se tenso acompañada del crujir de un cuello al romperse.
Plegaria de un condenado, Anónimo.
Voz de Ultratumba: Vamos, muchacho, despierta.
Jirones carmesí surgen entre los restos humanos de aquella fosa común, primero una mano... La otra... Parece que los huesos cobren vida... Y de entre la oscuridad, que solo traiciona el brillo de Azufre, surge una risa enloquecida...