01 LA DAMA DE NEGRO
Nesa estaba acurrucada en aquel callejón, desnuda bajo la manta sucia y raída que le había robado al vagabundo, muerto por la helada, que estaba a su lado... Tiritaba por dos razones: de frío y de miedo por si ellos volvían.
Mantenía los ojos cerrados, porque así creía que nadie se fijaría en sus pupilas... Aun así las lagrimas no paraban de correr por sus mejillas... ¿Como habían sido capaces de hacerla eso?...
Mantenía las piernas pegadas, aunque hacía horas que había dejado de sangrar. Aquel tentáculo había desgarrado su sexo, y aun, pese a que casi había pasado un día desde la ultima violación, el escozor era insufrible...
Sentía como su piel, que ellos habían rociado con su semen verdoso, se desprendía de su cuerpo como si la estuvieran rasgando... No se atrevía a mirar debajo de la manta... Aunque algo la decía que pronto dejaría de ser humana...
Aun sentía sobre su piel el aliento amargo de aquellos seres, jadeando mientras la violaban en grupo...
Ni siquiera sabía cuanto la habían tendió secuestrada, la quitaron todo tras subirla a la nave... La dejaron sola y desnuda en aquella sala blanca y brillante...
A ella le pareció una eternidad, y estaba realmente asustada... Pero el terror aun no había empezado...
Cuando una de las paredes pareció derretirse, y aparecieron aquellos seres... describirlos era casi imposible, de alguna forma habían bloqueado todos los sentidos de Nesa, no pudo moverse, ni gritar...
La rodearon con sus apéndices, y tomaron cada uno de sus huecos... Los apendices crecían allí, poniendo a prueba la elasticidad de estos... Nuevos seres aparecieron, y como ya sus huecos estaban ocupados, se dedicaron a los centros de placer... Uno chupo sus pechos, con tal pasión que Nesa creyó que la quería devorar, y, algo en su saliva produjo tal escozor en la piel en su piel que creyó que la estaban quemando con algún ácido. Otro de los recién llegados se dedico a olfatear y lamerla desde los dedos de los pies hasta la cara, este tenía un aliento demasiado fetido, y, si no hubiera tenido la boca llena, hubiera vomitado sin haberlo dudado.
¿Cuanto duro aquello? No sabría decirlo... A ella la parecieron siglos...
Nesa pega un grito de terror y angustia, cuando observa que sobre la manta empiezan a acumularse mechones de su cabello... Suelta la manta, y se lleva als manos a su ya casi calva cabeza...
-Dios... Por favor... Que todo estos sea una pasadilla...
De pronto se mira los brazos... Los tiene cubiertos de escamas de color negro, ronchones que se alterna con lo que aun le queda de piel humana...
Tira la manta, y ve que lo de sus brazos no es único, todo su cuerpo esta igual... Nesa suelta un alarido que recorre las desiertas calles nocturnas...
La presión es quizá demasiada, pronto la mente se colapsa... El blanco borra todo lo que había a su alrededor, antes de pasar a ser negro como la noche sin luz ni vida...
Las escamas solo respetaron su rostro, sus pechos, y los carrillos de su trasero, por lo demás, Nesa había dejado de ser humana...
Ayer... Si es que fue ayer cuando empezó todo... Era una estudiante de primero de medicina en la UAM... Hoy... Hoy era un monstruo...
Nesa pasó casi todo el día llorando, escondida entre los cimientos de un edificio cuya construcción había sido paralizada.
Cuando cayo la noche, empujada por el hambre (Al menos eso me queda de humana, pensó ella), se obligo a salir...
Se deslizaba entre las sombras, y agradecía que al menos el que su piel fuera negra la ayudaba a que nadie pudiera verla.
Fue a escasos metros de la parte de atrás de una panadería, donde el panadero había tirado el pan que nadie había comprado (Del cual Nesa pensaba alimentarse), donde escucho aquel alarido de terror, y, las llamadas de auxilio que le siguieron...
Nesa hizo suyo aquel terror, y, antes de que se diera cuenta, se encontraba doblando la esquina en busca del causante de aquella agitación...
Unos jóvenes de acento extranjero, y claros signos de ebriedad, pateaban a una pareja homosexual, mientras tiraban de la mochila a la que se aferraba uno agredidos.
-Alto
Era ya tarde para haber intentado detenerse, cuando Nesa comprendió que había llamado su atención, supo que ya era tarde para huir y esconderse...
Los atracadores olvidaron a sus victimas, y se quedaron mirándola con extraña expresión ¿Asco? ¿Miedo?
Uno de ellos dio un alarido, y se lanzo sobre ella... Instintivamente, Nesa, movio su brazo para cubrirse, y, acompañando al movimiento de la extremidad, un tentáculo surgió de su antebrazo, y, golpeo al agresor...
El resto de atracadores salieron por aptas en cuanto vieron eso...
Nesa también decidio que lo mejor era desaparecer...
Los atracadores, enloquecidos por lo que habían vivido aquella noche, fueron apresados por la policía... El traductor de al comisaría tradujo aquello que los maleantes, en estado de shock, no paraban de repetir, una y otra vez, como si se tratara de un mantra...
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