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-Hola.
Él cruzó la puerta del cuarto donde Godiva guardaba cama.
-Hola.
-¿Qué tal?
-Ahí con un dolorcillo de muela, que me jode mucho.
-Si, eso me han dicho. Yo me salve, de la experiencia, al operarme de las 4 muelas del juicio.
Godiva soltó un quejido.
-Es horrible.
-Por lo demás, ¿qué tal vas?
-Ahí.
-Te veo muy apocada.
-Mmmmmmmmmmm... ¿Cómo?
-Que se te ve muy poco habladora y desconcentrada por el dolor.
-Es que si es algo que me jode mucho.
Él tomó asiento junto a la cama.
-¿Te han mandado algo para el dolor?
-Sí, pero no sé que pasa que no funciona.
-Pide que te receten algún anestésico oral.
-¿Como?
-Unas gotas que te dejen dormida esa zona.
-¿Si?
Era la primera noticia que Godiva tenía de algo así.
-Aunque, a lo mejor, como eres alérgica a la penicilina es por eso que no te lo mandan.
-¿Como lo sabes?
El gesto de Godiva cambió de repente.
-¿Como sé el que?
-Qué soy alérgica.
-Me lo dijiste tu.
-¿Si?
No era cierto que fuera alérgica, como tampoco que la dolieran las muelas... La razón de su malestar era otra, pero, prefería no darla a conocer... ni siquiera su amigo.
-Sí... Surgió en una conversación. Hace tiempo que no te escribo, supuse que la enfermedad te surgió cuando te independizaste.
-Luis, tengo que decirte una cosa... Pero no te asustes.
Mientras le decía esto, ella se incorporaba en la cama.
-¿Qué es lo que me quieres decir?
-Luis, estoy enamorada de ti desde que escribías mis aventuras como la Chica Cósmica.
-Bueno, eso ya lo sé, yo lo escribí así.
Godiva se sonrojo.
-Claro, es evidente... ¿Entonces mi amor no es real?
Él se encogió de hombros.
-Es posible que si sea real, hace tiempo que ten di independencia... Si tu amor ha perdurado, supongo... no sé...
Ella le miró con los ojos vidriosos.
-Es... Será mejor que te vayas, Luis... Por favor, vete.
Él asintió, con gesto descompuesto, se levantó y abandonó la habitación... No era el tipo de personas que plantan cara ante los problemas.
Con avisos de lágrimas en los ojos, Godiva se puso en pie, y, caminó hacía las estanterías de su cuarto. Aún conservaba todas las historias que Luis había escrito sobre ella... Cogió tres números al azar, y se tumbo para leerlos.
*Una chica guay, Nº 01; Noviembre de 1986
Madrid, 1986, dos colegas se encuentran por una calle de un barrió de Madrid.
-Hola, Mica.
Dice el chico.
-Hola, Keco ¿Qué te cuentas?
Contesta nuestra protagonista.
-Poca cosa... En la tele estaban poniendo verde a Alaska... Una hermana suya que es bruja.
-No jodas, y ¿eso?
-Ni idea, pero se estaban riendo los del corazón de la hermana de Alaska el tío lleva pintas punkies, y actitud de paso de todo -... Nadie ha creído a la mujer. Ahora iban a hablar de sexo hace un gesto obsceno, que nuestro publico infantil no debe conocer -... Ha salido una mulata diciendo que es multiorgasmica y que si existe una manera de controlar eso.
-Joé, y ¿Pa´ qué quiere controlarlo? Si es lo mejor
Contesta nuestra protagonista, con acento vallecano.
-Muñeca salidorra... Voy a por coca.
-¿Cocaína?
-Claro.
Dice el tipejo, como si la pregunta fuera una idiotez.
-Noooooooooo.
-Soy el tío farlopas.
-Solo te falta escuchar bacalao.
-Siiiiiiiiiiiiiiiii.
El tío pone cara de flipado.
-¿Pero no te das cuenta que eso es malo?
-Tía, tu estas grillá, todo el mundo lo hace.
-Allá tu y tus rollos, yo paso.
Nuestra protagonista se separa de su amigo, este se encoge de hombros, rebufa, y toma el camino contrario.
*Una chica guay, Nº 60; Noviembre de 1991
Madrid, 1991. Micaela, nuestra protagonista, ha quedado con un amigo.
-Hola.
Llega el típico andrajoso grounchi.
-Hola.
Saluda Micaela, que se ha puesto sus vaqueros rotos para la ocasión.
-¿Te pregunto que tal?
Dice el chico.
-Mmmmm Micaela pone cara de hastiada, algo que hacen muchos jóvenes ahora -... Igual que siempre ¿Tu que me cuentas de nuevo?
-Poca cosa, He estado escribiendo canciones, e intentando no volverme loco.
-Que guay... Volverse loco mola.
-Es bueno ser excéntrico, loco es un rollo.
-Claro.
Asiente nuestra heroína.
-Bueno.
-Bueno... ¿No fue hace poco tu cumpleaños?
-Si, cumplí 27.
-Hostías tío, como Jimmi Hendrix cuando la palmo.
Una nube gris cruza por el rostro del muchacho.
-Si.
-¿Qué llevas en esa bolsa.
-Una escopeta.
-¿Es tuya? ¿Vas a cazar?
-Sí él se muestra nervioso y dubitativo -... Si, eso es.
Ella agita la cabeza.
-No me mola la caza, que culpa tienen los pobres animalitos.
-Si... Bueno... Tienes razón... Será mejor que me vaya, tengo que llegar pronto a casa.
Micaela le abraza efusivamente.
-Ok, ya nos veremos.
-Si... Bueno... Quizá...
Y el chico se marcha arrastrando los pies.
*La chica Cósmica Nº 9; Julio de 1996
La Chica Cósmica esta sentada en un sillón, su colega, Volt-Ultron, da vueltas a su alrededor.
-¿Sentiste miedo?
La pregunta.
-No, me quede dormida.
-Dejaste de comunicarte tras entrar en contacto con la entidad.
-Tampoco me decías vosotros nada.
Volt va a decir algo, se detiene, al final dice:
-Bueno, y... ¿Qué viste?
-Sentía mucho dolor.
-Sí eso me lo supongo.
-Era horrible... No me lo podía creer.
Él hace ademán de acercarse a darla algo de consuelo, pero se detiene y dice:
-Lo importante es que te vayas reponiendo.
-Ojalá tengas voz de profeta.
-No sé, pero de demonio tengo algo.
Al decir esto, Volt se ríe ostentosamente.
Un golpeteo en la puerta interrumpe la conversación.
-¿Quién?
Pregunta, con su tono musical, Cosmic Girl.
-Soy Vectron una pequeña figurita de piel azul se asoma por la puerta Venía a ver si me podías dejar algunas monedas.
La Chica Cósmica rebusca en sus cajones, y le da un par de monedas al pequeño.
-Es normal dice Volt ... A estas edades no deben tener dinero propio.
-Pienso lo mismo.
-Si fuera algo más mayor, ya me parecería un atraco a tu persona.
Ambos ríen tontamente ante la ocurrencia.
-Aún así dice ella, una vez se la ha pasado el ataque de risa -, él sabe que es mi preferido y por eso viene a pedirme a mí.
-Es normal.
-A veces duerme conmigo en la cama.
-Que envidia.
Volt no disimula una mirada lasciva al decir esto.
-¿Por qué?
Pregunta ella, con su sempiterna inocencia.
-Por dormir contigo.
Uno... Dos... Tres segundos de incomodo silencio, y, de pronto, ella rompe a reír.
-Jajajajajajajajajajajajaja...
Volt traga saliva, será mejor no gastar más esfuerzos con la heroína.
-Bueno, creo que me voy.
-Que la paz estelar vaya contigo.
Le despide ella.
-Idem.
Dice él, con gran frustración sexual en su interior.
Godiva cerró los cuadernillos, y se quedo ahí tumbada, mirando al techo... Hasta que un mar de lágrimas inundó sus ojos.