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Una historia de vampiros

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UNA HISTORIA DE VAMPIROS

Colmillos goteando sangre, relucen ante la Luna Llena de noviembre... La poderosa vampira que estaba asolando la ciudad dejó una nueva víctima...

-Lo extraño es que todavía respira - agrega el policía novato, que asiste, muy excitado, a la escena -, con las gruesas marcas en el cuello, se la ve como sumergida en ensoñaciones...

-Si, eso es lo que se dice habitualmente de los muertos - agrega, sarcástico, el forense que esta observando a la muchacha -. Aún respira, pero esta no llega al hospital... Por cierto, donde cojones están los de SAMUR... No quisiera que esta tipa se me muera en los brazos ¡Joder!

En ese momento la ambulancia hizo acto de presencia, a vertiginosa velocidad, y, con las luces encendidas. Bajó uno de los médicos, y, abriéndose paso entre la multitud que se agolpaba en la calle, para ver lo que ocurría, se acercó a la victima.

-Mujer menuda, morena, de rasgos bastante atractivos – comenzó a informar el forense - Garganta desgarrada, ha perdido mucha sangre.

La colocaron en una camilla, y la pusieron una infiltración de sangre. para aminorar la pérdida sufrida, mientras se la llevaban al hospital. Los policías miraban la mancha de sangre, que había quedado plasmada en el duro asfalto, preguntándose: qué le podía haber ocurrido a esa chica... ¿Sería de nuevo esa vampira de la que hablaban los periódicos sensacionalistas?

A lo lejos, una figura oscura, de cuerpo femenino, se alejaba de allí, con paso decidido, atravesando el parque en busca de más alimento... La vampira saboreaba el néctar robado, a aquella morenita tan apetecible, y disfrutaba de la noche. Sus tacones resonaban a cada paso que daban por ese camino a medio asfaltar de parque, la noche la susurraba cosas, era su guardiana, era su vida. A lo lejos divisó una pareja montándoselo en un banco. Intentaban ocultarse tras una arboleda, pero, el intento no dio su fruto... Guió sus pasos hacia ellos, y, sintió las ganas y el hambre atenazando su garganta... La sed... La tan temible sed de un no muerto...

-Anda – dijo, implorante, el chico – Déjame pasar de base.

El chico era la típica estampa de chulo putas discotequero, ella no le iba muy a la zaga con su pastoso maquillaje, que intentaba disimular una edad muy temprana para estar hablando de "bases", y una ropa demasiado mínima para el tiempo invernal que hacía.

-Te he dicho que quiero tomármelo con tranquilidad, tío.

-Joder, tía, eres un puta calientapollas.

La increpó él, con asco en el tono.

-No me llames eso, imbecil.

Y las palabras vinieron acompañadas de una sonora bofetada, que él devolvió asiendo el cuello de ella con las dos manos, estrangulándola, mientras la gritaba.

-A mi ninguna zorra me pega ¿Te enteras?

La vampira se detuvo a unos dos metros de ellos, sus senos nasales se dilataron... De pronto un gesto de asco cruzó su rostro. Dio media vuelta, aquel bocado podía indigestársela.

Las paredes de aquella casa eran de un blanco sucio, los muebles recordaban a una época ya pasada, así como la ropa, y los complementos, que ahora llevaba la vampira. Aquel lugar era su hogar, el atrezzo la recordaba su época dorada en otro pais y en otra época. Un ronroneante gato blanco, con un lujoso collar dorado y con piedras engastadas, se había encaramado a su hombro, y, ahora, recibía las caricias de su imperturbable dueña.

Ella con paso felino se dirigió al salón, donde tenía una visita.

-Hola amor, ¿como estas? – dijo ella, mientras llenaba dos vasos con vino - Lamento haberte hecho esperar.

-Bien, no pasa nada... Me encanta tu casa.

-Gracias ¿Qué tal van tus escritos?

-Intentando inspirarme.

-Que bueno.

Ella le alargó el vaso.

-A ver que sale. Es una jodida historia de vampiros, y no sé que cojones hacer con ella.

-Deberías leer a Edgar Allan Poe. Es del género que a ti te gusta, deberías leer sus cuentos, créeme que te pueden inspirar.

-Ya lo he leído.

Ella tomó asiento, y le pregunto:

-Y ¿Qué tal? ¿Te gusta su narrativa?

-No estuvo mal... Fue entretenido

-Mmmm... Yo adoro su narrativa, también te recomiendo a Quiroga, el también tiene cuentos que contienen el mismo estilo. Pues te diré que a mi me encanta Allan Poe, me parece que es uno de los mejores de su genero.

-Es un clásico.

-Sí. Mira también puedes leerte un poema que, a mi parecer, contiene una carga riquísima de imágenes, se llama Tierra Baldía de T.S. Eliot – hizo una pausa, y después continuó -. Bueno, esas son solo sugerencias de lectura que siento que podrían abrirte más las ideas.

-Lo tendré en cuenta.

-Ese poema describe mis pensamientos más oscuros.

Después de eso, la mirada de ella se volvió fría... Las luces se apagaron, y, un grito inundó la estancia...

Cuando la luz regresa, en la habitación hay un ocupante más: un hombre alto y delgado, embozado en una larga capa de terciopelo.

-Bon apetite.

-¡Señor marqués! – exclama ella, sorprendida por a visita, y avergonzada por haber sido descubierta durante aquel acto -. No tenía idea.

-No pasa nada, mi pequeña niña – dice él hombre, sin descubrirse y casi siseando al hablar -. Hay nuevos peligros que me preocupan... Un jovencito de nombre Kane, mantiene en su poder a una joven... Que ha llamado mi atención.

-¿Por qué no la tomáis sin más, mi señor?

Una risa apagada surgió de entre los pliegues de la capa.

-Allá donde se ocultan solo puedo acecharla en sueños.

-¿Entonces que pretendéis hacer, mi señor?

-Su alma ya es casi mía, pero yo deseo su cuerpo... su carne virgen – dijo el hombre – Atraeré a ese tal Kane hacía mi, y una vez que lo haya matado... La chica será mía.

La vampiresa aplaudió a su amo.

-Aunque se me ocurre un plan mejor.

-Te escucho.

Muy lejos de allí, en un extraño caserón, una muchacha pálida y ojerosa, apenas capaz de mantenerse en pie, hablaba con su protector y amante.

-Kane, me duele mucho la cabeza... Me duele todo, y no tengo ánimos para nada... A veces siento como si alguien me estuviera llamando...

-Silvia, cada vez te veo más pálida.

Ella sonrió tímidamente.

-No te preocupes, mi amor, pronto estaré mejor.

Los cristales estallaron, la sala se lleno de llamas luminosas aunque... no quemaban, como pudo comprobar Kane. Entonces una voz, y, después algo invisble que apresaba a Silvia.

-Bienvenida serás, jovencita, al reino de mi amo... Ahora serás suya...

-¿Qui... Quien eres?

Musitó la joven al la presencia invisible que la retenía.

-¡Atrás! ¡Suéltala! Seas quien seas.

-Tu no me interesas – bramó la voz sin cuerpo -, así que apártate de mi camino. Ahora, Silvia – volvió a dirigirse la voz a la joven -, prepárate, el viaje es largo.

-¡Suéltame!

Grito la debilitada joven.

-No permitiré que te la lleves.

Grito Kane.

-Intenta detenerme.

Un tentáculo invisible golpeó el cuerpo de Kane, enviándole a otro lado de la habitación.

Cuando Kane recupero el sentido, Silvia ya no estaba allí, tampoco el fuego, pero los cristales rotos estaban por todas partes... No había sido un sueño.

-¡Silvia!

Bramo Kane, mientras saltaba por uno de los ventanucos, ahora sin cristales, a las calles nevadas de aquella ciudadela donde se habían ocultado hasta ahora.

-Perdone – dijo a una figura, encorvada, que confundió con un viandante nocturno - ¿Ha visto...?

Se detuvo cuando comprobó que aquella silueta no pertenecía a algo vivo, al menos no recientemente. Enseguida se dio cuenta de que había más como aquel. Kane echo el faldón de su gabardina a un lado, y desenvaino su espada. Los seres le rodeaban, y, para su sorpresa, no eran los únicos dispuestos a evitarle alcanzar a Silvia y su captor: Enormes seres inclasificables se asomaban entre las casas... Kane toma aliento, y con gran destreza, y movimientos ágiles, que no dejaran ningún flanco descubierto, mantuvo a los seres contrahechos y a sus enormes compañeros lejos de él.

A varias millas de allí, el ser arrastraba por los aires a la desmayada Silvia.

-Se la ve rellenita, debe alimentarse bien... Es una pena que el amo la quiera entera, esos brazos están perfectos en su carnosidad y anuncian una carne jugosa y tierna... Mmmmmmmmm... Será mejor que no piense en ellos, ya se me esta haciendo la boca agua, y no debo estropearle el regalo a mi amo.

Y siguió deslizándose entre los vientos, con su frágil carga.

Para sorpresa del ser, Kane, liberado de aquellos que pretendían retrasarle, saltaba entre los techos, llenos de pináculos e imaginería gótica, estaba dándole alcance.

-Hermano, ayúdame.

Grito el ser invisible.

De pronto un rayo calorífico desintegró el suelo bajo los pies de Kane. Los sigilos bordados en el largo abrigo, comenzaron a brillar, activándose la magia que amortiguó la caída de 20 metros... y evito que se rompiera el cuello. En cuanto se deposito suavemente en el suelo, un ser de dimensiones colosales y anatomía indescriptible apareció ante él. Con la espada desenvainada y su magia lista, Kane planto frente al ser hasta que, finalmente, se vio vencedor de tan titánica batalla. Un par de entretenimientos más lo detuvieron lo suficiente como para dar por perdida a su amada Silvia.

El rastro de aquella cosa le llevó de edificio en edificio, donde nuevos seres demoníacos salían a su paso, y ponían su espada y su destreza mágica a prueba.

Cual no fue su sorpresa, cuando a las colosales criaturas, las horrendas abominaciones no muertas, las gárgolas que cobraban vida, y los fantasmas de difuntos monjes – guerreros esclavizados por quien fuera que estuviera detrás de esto, se sumo...

-¡Un hombre Lobo! – Exclamo Kane – Sera mejor que te apartes de mi camino.

-Ni pensarlo.

La risa del ser podía enloquecer a la mente más racional.

Kane se dispuso para una nueva batalla.

-Tu amada ha matado a más personas que tu y yo juntos.

La frase del ser helo la sangre de Kane.

-¡Mientes!

Entonces, comenzó la batalla...

El hombre lobo demostró velocidad y fuerza digna de su nombre, esto hizp del combate, para Kane, algo infernal. Jamás había combatido con un ser así, se limito a esquivar cada acometida de la bestia, y, aprovechar la mínima oportunidad para acabar con ella. Además la furia producto de las palabras de su rival acerca de su amada, jugaba a medías, como vigorizante y como lastre, a favor y en contra del propio Kane. Finalmente, tras varias paredes y techumbres destruidas por la furia del combate, Kane logra asestar la estocada mortal a la bestia.

Kane retrocedió exhausto, al apoyarse en uno de los debilitados muros se encontro con una brillante lanza.

-¡Quizá me sirva!

Se dijo, sin saber muy bien que se decía. Pero, al fin y al cabo, cargo con la lanza, y, salió del lugar.

Fuera se extendía un frondoso bosque lleno de más criaturas execrables, pronto descubrió que el hallazgo de aquella lanza había sido profético. Blandiéndola con destreza, se las arreglo para escalar los obstáculos y plantar cara a los diversos entretenimientos que le habían puesto en el camino.

El bosque se volvía cada vez más y más húmedo, Kane pensó usar esto en su favor: existía un hechizo elemental...

Trasmutada la carne sólida en liquido se transformo en una amenaza menos facil de capturar para sus enemigos. De esta forma llego hasta una serie de grutas, para las cuales tenía listo otro hechizo... Su carne liquida muto en viscosa y escurridiza, de esta forma se condujo entre las zonas más estrechas. Pero si no hubiera habido suficientes dificultades, las cavernas se iban inundando hasta hacer imposible moverse por ellas si no era buceando... La piel viscosa y escurridiza se cubrió de escamas, convertido en pez se movió como tal en este medio... Hasta que logro encontrar una salida, y, de nuevo, el bosque... y...

-¡Silvia! ¡Mi amor! – exclamó Kane - ¿Cómo has escapado?

-Kane – dijo ella – Hay algo que nunca te he contado...

Kane estaba muy confuso.

-¿Si?

-No me atrevo...

-Sea lo que sea, siempre estaré a tu lado.

Trato de acercarse a ella, pero ella se apartó.

-Pero – ella gimió al decir esto -... Pero no puedo, ya no puedo...

-Silvia, yo...

Pero la joven se esfumo con la misma rapidez que había aparecido.

-¡Maldición!

Los sigilos de su abrigo brillaron con intensidad, el polvo a sus pies tomo la forma de un pájaro sobre cuyo lomo comenzó a volar a toda velocidad en la dirección en la que creyó ver marchar a Silvia.

-¡Silvia!

El aire estaba plagado de peligros, sin duda había alguien muy interesado en que Kane no alcanzara a su amada. El heroico muchacho esquivo todo aquello que se le lanzó, de tal manera que solo quedó una opción.

-Has dado un buen espectáculo – Ruy de Montagnac, Marqués de Essex, apareció ante él -. Me encantaría tenerte entre mis filas, igual que tengo ya a tu... Silvia, a mi lado.

El modo lascivo en que Monmtagnac pronunció el nombre de su amada enfureció aún más a Kane.

-Solo quiero a Silvia.

Bramó el joven.

-Entonces, midámonos en un honorable duelo, y quizá...

Kane se abalanzo sobre el marqués, para comprobar que tenía pocas posibilidades ante él. Paso el resto del combate esquivando todo lo que Montagnac le lanzaba, y, aprovechando, como había hecho contra el hombre lobo, los momentos de debilidad de su adversario para atacar. Llegado el momento, Montagnac detuvo el combate con un gesto, y, con una media sonrisa maquiavélica, le anunció a Kane.

-Muy bien, esta noche te llevare junto a ella.

Ya estaba anocheciendo, y Kane siguió al marqués hasta unas antiguas ruinas.

-Bueno – dijo el marqués disculpándose – será mejor que os deje solos para que habléis.

-Pero ¿Dónde esta, Sil...?

Kane no pudo acabar la frase, unos brazos le atraparon por detrás con una fuerza inhumana, algo cortante desgarro su cuello... La sangre huía de Kane junto a su vida... Aquel fue el último beso que Silvia le iba a dar.

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