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El barón de Midian: la niña perdida

en Fetichismo

2004

Caminó hacía aquel antro, empuñando aquella recortada en su mano... Las ordenes eran claras, eliminación total de todos los allí presentes...

... Cruzo como una exhalación la puertas batientes del lugar, apoyo el cañon en su antebrazo... Uno, dos... Cargar... tres, cuatro... Cargar... cinco, seis... Cargar... siete, ocho... Cargar... nueve y diez... En menos de 10 segundos, y sin dar tiempo a sus victimas a reaccionar, había limpiado el lugar... Entonces escucho el sollozo...

... Cargo dos cartuchos más, y, se encamino al rincón de donde procedía el ruido...

-No me mate, por favor.

Acurrucada tras la barra encontró a una muchacha, era hermosa y sus ojos le convencieron de que no debía matarla.

-Huye.

La dijo.

-Gracias... Por cierto, me llamo Rose.

-José.

Dijo él, y al girarse vio que ella se había detenido en la puerta y le sonreía.

-Gracias, José.

Aquel día fue su último día en el Credo.

Ella caminó con paso nervioso por la calle, dejando aquel local lo más lejos posible de ella. De pronto una mano enguantada y la manga de una casaca escarlata, surgieron de un callejón para atraparla, y, atraerla hacía el interior de este.

-Tranquila, Rose, soy yo: Felipe.

Ella suspiró aliviada.

LA NIÑA DESAPARECIDA

Traspasó la puerta del local, y todos los rostros se giraron hacía él. Su aspecto era estrambótico, como mínimo. El traje (El uniforme de un Dragón frances) no pegaba en aquel lugar ni en aquella época, la maraña de pelo teñida de rubio pajizo y la barba mal cuidada, le daban aspecto de pordiosero (Algo que desmintió el billete que dejo caer sobre la barra).

-Acabo de cobrar... Sírveme una botella de martini rosso.

El camarero comprobó que el billete no fuera falso, luego fue a la bodega y le abrió una botella de dicho licor al recién llegado.

-¿Quiere un vaso?

El camarero debía estar acostumbrado a los borrachos de poca monta, este demostró, con una mirada que empalideció al viejo camarero, que no lo era.

-Échale un par de hielos al vaso.

Dijo el desconocido.

Por mucho que lo intentaban, nadie lograba ver su rostro con claridad, y temían acercarse un poco por miedo a que aquel tipo fuera algún loco psicópata.

Él tipo pegó un respingo, y después saco un móvil de debajo de la casaca.

-Hola – dijo el desconocido -... Rose, ¿Eres tu? – guardo silencio un momento, luego volvió a hablar - Si, cielo, mucho tiempo ¿Qué es de tu vida? – de nuevo escucho, luego le tocó hablar de nuevo - ¿Tu sobrinita? ¿Desde cuando esta desaparecida? – asentía mientras escuchaba la voz del otro lado de la línea – Ok... No te preocupes, en cuanto sepa algo te llamo... Sí, también un beso para ti... Ciao, bellisinma.

Colgó el teléfono, se lo volvió a guardar en un bolsillo interior de la casaca, y siguió bebiendo.

Miro a su alrededor, y rebuscando, de nuevo, bajo la casaca, saco un paquete de "Next" y de él extrajo un cigarro con los labios.

-Camarero, ¿tienes fuego?

Él hombre sacó un mechero de su bolsillo y lo encendió frente al desconocido. Por un instante, la llama le mostró las facciones del desconocido, y, eso lo dejo petrificado.

-Si lo acercas un poco más no te voy a morder, joder.

Dijo el desconocido.

El camarero, tembloroso acerco la llama al cigarro, intentando no volver a mirar aquellos rasgos.

-Gracias.

Y una bocanada de humo salió expulsada de aquellos labios.

Los dedos del desconocido tamborileaban nerviosos sobre la barra, mientras parecía que su mente estaba inmersa en lagunas bien profundas.

Me fui de la oficina. Estoy saturado después de lo de ayer con Helen, ¿como me pudo enfrascar en esa discusión sobre los chicos oscuros? Es gilipollas, definitivamente creo que debería despedirla... Si, claro, pero es la hija de Sandro... Me pregunto si ¿siguen las cosas raras en la oficina? No estar conectado al mundo real te hace preguntarte tontería... pero paso hoy de oficina. Aunque, supongo que aun siguen raras las cosas allí... Ná, paso, solo quiero descansar.

Para cuando el desconocido volvió a mirar a su mano izquierda, el cigarro se había consumido por completo. Lleno de nuevo el vaso, y siguió pensando.

Es complicado avanzar... Debería pasarme por casa de Rose, y coger al menos una foto de la niña. No creo que sirva para nada especial, pero nunca se sabe... Necesito ayuda.

-Ey, chico, te veo depre.

Una voz cascada, aunque claramente femenina, le sacó de sus cavilaciones.

-¿Tu crees?

Y al volverse, dejó que ella viera su rostro un instante.

La mujer comenzó a retroceder lentamente mientras balbuceaba:

-¿Que...Qué clase de degenerado eres?

-Uno de la peor calaña, hermosura.

La dijo antes de verla desaparecer por la puerta del local. Se volvió a girar hacía la barra, y siguió atendiendo a su bebida.

Me vence la desgana... Debería buscarme un nuevo trabajo... quizá...

Chasqueó los dedos, para volver a pedirle fuego al camarero. Este le dejó el encendedor junto a la botella, no quería volver ha arriesgarse a mirar ese rostro.

Se encendió el segundo cigarro en lo que llevaba sentado allí.

Apenas se nada sobre la niña... Sé que es sobrina de Rose... ¿Qué más? Debo dejar que los detalles se definan en mi mente, solo hace falta que me relaje para que mis intuiciones y mi instinto tomen el control... Al menos, así he resuelto todos mis casos. Espero que todo me vaya igual esta vez.

Unas horas antes, en la oficina, había recibido una visita un tanto extraña... Se había anunciado como Maria Toledo.

-Hola, Mari, soy Felipe Dumas

La dijo, él, indicándola que se sentara.

-Hola.

-¿Cómo estas?

-Bien

-Háblame de la desilusión de la que te has recuperado

-¡Uy! No quiero hablar de eso

-Ok... ¿De qué quiere hablar, entonces?

-No lo sé – la mujer se puso nerviosa de repente -... La verdad es que no sé que hago aquí... Me tengo que ir... Discúlpeme...

Se levanto, y se marcho de la oficina con paso nervioso y rápido.

No sabía bien porque se le había venido ese recuerdo a la mente ahora, ni que tenía que ver con el caso de la sobrina de Rose... Aunque estaba seguro que su mente le estaba enviando un mensaje, así que apunto en su libreta el nombre de la mujer, y, se propuso investigarla en cuanto pudiera. De nuevo se encontró fumándose el filtro, tiró la colilla al suelo, y, la pisó con el pie derecho. Dio otro trago a su bebida.

Pasó su mirada por el local, por este bar solían pasar algunos de sus amigos y amigas... Esa noche se sentía solo, no le hubiera venido mal un poco de compañía. Nadie había conocido en aquel lugar esa noche, así que volvió de nuevo a centrarse en el martini. Sacó el móvil, y marco el número de Rose.

-¿Rose?... Si, soy yo, Felipe... ¿No tendrás alguna foto de la niña?... Te lo agradecería... Sí, a mi correo electrónico... No, el de hotmail, no, mejor el de yahoo... Ok, gracias.

Colgó el teléfono, y volvió a guardárselo. Dio otro trago a su bebida, mientras echaba un nuevo vistazo al local... Seguía sin encontrar rostros conocidos.

Se encendió un nuevo cigarro... Mientras su mente sopesaba todos los datos que pudiera haber acumulada, y le fueran útiles para desentrañar el caso que se le presentaba... Había conseguido éxitos con menos información de la que tenía ahora, conocía el alma de Rose, y cada parte de ella, así que tenía ya muchos cabos para encontrar a la niña. Muchas veces le había bastado con mirar a los ojos a una persona para saber todo lo que quería, o necesitaba, de ella.

Esta vez tiro el cigarro antes de que llegara al filtro. Este hacía el numero tres, así que apuró la botella, y, luego, se marchó.

En su piso tenía la guía telefónica actualizada que había recogido ayer mismo, así que, en cuento llegó, lo primero que hizo fue ir al revistero y buscar la dirección de Maria Toledo.

No estaba lejos de donde vivía, así que descarto buscar un taxi, e, hizo el camino andando.

No quería que lo dejaran esperando fuera, así que, en cuanto vio a alguien salir del portal, se coló y subió las escaleras hasta el piso de la señorita Toledo. No hizo falta llamar, en ese momento la joven salía del piso, y, cuando sus miradas se cruzaron, ella reprimió un grito y corrió hacía el ascensor. Él intentó darla caza, pero las puertas se cerraron antes de que él llegara. Bajo las escaleras corriendo, pero cuando llego abajo, ella ya estaba saliendo por el portal.

La persecución se prolongo hasta el puerto, allí la encontró, sentada, jadeando, mientras le miraba, aterrorizada, acercarse.

-¿Puedo hablar antes de que me haga algo?

Dijo ella entre jadeos.

-Claro, hablé.

-Me han destrozado la vida – comenzó diciendo – Un día estaba en mi casa, preparándome para salir... Bueno, para salir con unas amigas que también estaban en mi casa... Entonces llego ese tipo, una de mis amigas le conocía, y, había quedado con él en mi casa sin decírmelo... La cosa es que empezamos a beber, con la excusas de abrir el fuego antes de salir de juerga, y...

La chica fue poniéndose cada vez más blanca.

-Continúe, por favor.

-Él me llevó a un aparte, me dijo que le gustaba porque era más alta que mi amiga... Me dijo cosas muy bonitas, y caí como una tonta – ella le miró con ojos suplicantes -... ¿Sabe? Soy la más alta del grupo.

Él se sentó junto a ella, y dejo que llorara en su hombro.

-También debes ser la más guapa.

Se le ocurrió decirla. Quizá fuera el alcohol, pero comenzaba a ponerle demasiado caliente aquella jovencita.

-No creo... jejejeje... Gracias – dijo ella acercando sus ojos a él -... Eres un sol.

Sus labios se fundieron en un beso, quizá fueran las lagrimas, pero le extrañó que ella no sintiera repulsión al verle de cerca y, aún más, al besarle.

Dejo que ella recostara la cabeza sobre su pecho, y antes de que se diera cuenta, la joven, estaba dormida. Alcanzó su cajetilla, y se encendió un nuevo pitillo.

No pensó en nada, simplemente dejo la mente en blanco... mientras el cigarrillo se consumía entre calada y calada...

... Un ángel de un blanco puro caminaba hacía él con una cabeza, recién cercenada, de demonio en su diestra y un cuchillo en su zurda...

... Abrió los ojos, se había quedado dormido un instante, ella aún dormía sobre su pecho. Su móvil volvió a sonar, lo saco, con cuidado de no despertarla, era Rose.

-¿Hola? – espero a que le contestaran al otro lado - ¿Rose? – miró la pantalla del móvil, para percatarse, de nuevo, y, para ver si había colgado... No, seguía en línea - ¿Rose?

-¿This isnt your picture right?

Aquella voz no era de Rose... ¿Quien coño era?... Comenzó a temerse lo peor...

-¿¡Rose!? ¡Joder, contesta!

-¿Qué ocurre?

Ella se acababa de despertar, al mismo tiempo que se corto la llamada.

-Nada.

Dijo él sin prestarla mucha atención.

-Oye – dijo ella – Tengo hambre, ¿por qué no buscamos algún sitio donde cenar?

Él la miró, sopeso la invitación... y la desestimo.

-Lo siento, me acaba de llamar una amiga.

-Que extraño – dijo ella – te puedes creer que creí oírte hablar con el chico del que te hable antes.

-¿Como?

-Si, es que tiene una voz muy peculiar... Apenas habla español, es del Este, pero nos comunicábamos en ingles... Creí oír su voz... A lo mejor era parte del sueño...

Él la agarró fuertemente del brazo.

-¿Qué sabes de una niña desaparecida?

-¿Qué niña? No me asustes por favor... No he vuelto a verle, por eso fui a tu despacho esta mañana... Después de que... Bueno, a la mañana siguiente, al despertarme encontré que me había robado ropa interior, y fotos de la infancia que guardaba en el armario... Yo me atrevía a denunciarlo a la policía, por eso acudí a ti... Quería recuperar mis cosas...

-¿De que color era la ropa interior?

-Blanca... ¿Por qué?

Dijo ella asustada.

-Ese tipo es un pervertido sexual... Un pedófilo, y, al parecer bastante peligroso... tuviste suerte.

Él se levantó, disponiéndose a marcharse. Ella le detuvo.

-Por favor, si eso que dices es cierto... No quiero que me dejes sola... Él sabe donde vivo...

Se quedó mirándola, unos instantes, sopesando los pros y los contras...

-Bueno... acompáñame – la ayudó a levantarse – Por cierto ¿tienes el numero de radio taxi?

El taxi tardó 10 minutos en llegar, más otros 10 que tardaron en llegar a la casa de Rose. Él no tenía muchas esperanzas en encontrarla con vida, pero aún así apuro el paso.

-¿Tienes una horquilla?

Ella asintió, y se desprendió de una de las que sujetaban su pelo. Él la usó para abrir el portal del edificio. Él subió las escaleras de tres en tres, no había tiempo que perder... A ella le costo seguirle, pero no quería quedarse sola, así que, apuro el paso lo más que pudo para no perderle de vista.

Cuando llegaron al piso, la puerta estaba abierta de par en par...

-¡Rose!

Grito él, se quedó esperando una respuesta sin adentrarse en la casa... El olor característico de una instalación eléctrica quemada, le indico que adentrarse a oscuras, y sin saber si el otro seguía o no allí, no era buena idea.

-¡Estoy aquí!

La voz sonó débil y asustada.

A tientas consiguieron llegar a la habitación donde ella, apoyada, con las ropas rasgadas, sobre el marco de la puerta, les esperaba.

-Ha sido horrible - dijo Rose, cayendo sobre los brazos de Felipe – Menos mal que pude quitármelo de encima, y encerrarme en esta habitación...

-¿Qué quería?

-No... No lo sé... Llamaron a la puerta, me dijo que era el del butano... Luego, en cuanto vio que le abría, golpeo la puerta, y, se abalanzo sobre mí. Luche cuanto pude, pero sus manos... Intento desnudarme... No comprendía lo que decía... La primera vez que me lo quite de encima, intente llamarte... Antes de que contestaras, él ya me había cogido otra vez... Finalmente conseguí alcanzarle en los testículos, y correr hasta aquí... Oí un chisporroteo, y todo se quedo a oscuras... Pase mucho miedo... Golpeo la puerta tan fuerte, que pensé que la iba a astillar... Luego oí que se iba a la habitación de invitados, donde había estado instalada mi sobrina antes de – rompió a llorar con mayor fuerza -... Oí como rebuscaba en los cajones... Después le oí volverse a acercar... pero pasó de largo, y luego se fue... No me he atrevido a salir de la habitación hasta que te he oído llamarme.

-Tranquila, ya pasó todo.

La susurro, él, mientras la acunaba entre sus brazos.

El caso estaba resuelto, ahora solo tenían que agarrar al tipejo, y, esperar que la niña aún siguiera viva.

Dejó a las dos muchachas con la policía, que las tomaría declaración, y él se marchó de la casa (a la gente solía ponerle nerviosa el tenerle cerca, así que se marchó para que los agentes pudieran trabajar sin sentirse intimidados, asustados, o nerviosos, por su presencia)

Dos días después, leyó en el periódico que habían detenido a un ciudadano de nacionalidad rumana que mantenía secuestrada a una menor de edad... Además de pornografía infantil, se había encontrado en su casa, la cual compartía con otros 4 individuos de la misma nacionalidad (y que declararon no saber nada del tema), ropa interior femenina de color blanco (manchadas con restos de semen). Aunque algo de esto ya lo sabía, pues Rose le había telefoneado en cuanto liberaron a su sobrina.

-Caso cerrado.

Doblo el periódico, y se encendió un pitillo.

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