DOCTOR DELIRIO: LA PUERTA
-Perdonad el retraso Entró, al hospital, disculpándose El despertador se quedó sin pilas.
Todos giraron la cabeza para mirarle al entrar.
-Hola, Doc ¿A quien te comiste?
El recién llegado le mira entre confundido y sorprendido.
-¿Comerme? ¿Yo? A nadie ¿Por?
-Dijo el gato Silvestre, con plumas aún en la boca.
Soltó una atractiva doctora que se dirigía hacia él, con papeles en la mano. Se los tiro con cierta irritación, y el recién llegado los cogió al vuelo...
-Esto, Beth... No hagas caso a Joaquín... Siemp...
No le dio tiempo a terminar su disculpa, ella ya había desaparecido dentro de su consulta tras un portazo.
-... pre esta bromeando...
-Diez punto, Doc.
Él asintió sin saber que decir. Tampoco podía decirles la verdad.
Entró en su consulta, colgó en el perchero su sombrero y su gabardina, y, se sentó a la mesa para mirar los papeles que le había entregado Beth.
-Doc... Que, ¿pensando en Salam Hayek? Joaquín entró en ese momento cargado con nuevos papeles Esa seguro que te la comías bien rico ¿eh?
Él trató de ignorar los comentarios, a su juicio, de mal gusto que hacía el joven bedel.
-Doc ¿luego se vendrá a tomar unas cervecitas?
-¿Eh?... Ah, si... Claro.
Joaquín volvió a salir del despacho, cerrando la puerta tras de sí.
-¡La puerta! ¡Eso es!
Gritó de pronto el medico.
Salió detrás del bedel, permaneciendo a una distancia prudencial... No se extrañaba de que el joven bajara al cuarto de calderas, porque sabía a donde iba.
-Niños, como habéis sido buenos, el tío Joaquin os trae chuches para que estéis gordos cuando vengan a buscaros vuestros compradores.
Dijo el bedel a unos bultos acurrucados en la penumbra.
-Creo, amigo Joaquín, que eso esta mal.
El bedel se giro sorprendido al oír la voz del medico.
-¿Tu? ¿Cómo has sabido? dijo, al principio nervioso, Joaquín, pero luego se le animo el rostro - ¿Quieres una parte el negocio? O ¿Prefieres a la niña, tiene un coñito tierno (lo se, lo he probado)? Puedes probarla antes de que vengan esos ricachones a comprar a la pareja.
El medico negó con la cabeza, alegrándose por dentro de poderse quitar la mascara de timidez y despiste que se veía obligado a llevar.
-Me temo, amigo, que eso no va a poder ser.
-¿No estará pensando en denunciarme, Doc? Ya sabe que mi familia es de pasta, no le conviene echarse enemigos poderosos.
Joaquín sonreía seguro de si mismo.
-No, no te voy a denunciar... Pero tampoco te voy a dejar que vendas a esos niños como comida para los ricos.
-¿Los quiere usted, Doc? Pues intente quitármelos.
¡Bang!
-Estaba esperando que me lo dijeras el medico sostenía aún la pistola humeante entre sus manos, termino de bajar las escaleras y desato a los niños Ahora podéis iros los niños no se movieron - ¿Tenéis a donde ir? los dos jovencitos negaron con la cabeza Genial, vamos a ver a la Doctora Elisabeth... Seguro que se la da mejor tratar con vosotros que a mi.
Cogió a los niños de la mano, y los tres subieron juntos por "las escaleras de la libertad".
La puerta era de color marrón chocolate y un aroma delicioso
salía del interior de la casa. Llamaron al timbre. Les abrió una sonriente
anciana de aspecto bonachón.
- ¿Qué queréis, pequeñines?
- ¡Truco o trato! -chillaron Hansel y Gretel.
- Trato, por supuesto, pasad a la cocina.
(Chiste)