miprimita.com

Por mi culpa

en Otros Textos

Mi vista estaba un poco nublada y lo poco que alcanzaba a ver era un foco dando vueltas sobre mi cabeza evitando aún más el que mis ojos pudieran distinguir otra cosa. Mi ropa estaba manchada de rojo, se me dificultaba el respirar porque mi garganta se encontraba obstruida por un exceso de líquido y en mi cabeza sólo me preguntaba una y otra vez "¿por qué diablos tenías que romper tu costumbre de andar solo?¿Para esto querías el tener más amigos?".

Y es que siempre he sido una persona muy solitaria, y no lo digo como queja o porque tal hecho me cause algún tipo de dolor o pena, simplemente es la verdad y me agrada. No fui un niño al que le gustara jugar con otra cosa que no fuera un ajedrez o un rompecabezas. A cada invitación de mis pequeños vecinos para salir a jugar con ellos fútbol de mi boca salía como respuesta un rotundo no, con lo que poco a poco me fui ganando su odio y sus burlas, que en lugar de hacerme sentir mal me causaban un extraño placer que me impulsaba a seguir ignorándolos.

Cuando entre a la primaria comprendí que para sobrevivir no podía mostrar la misma actitud de indiferencia que con mis vecinos. No me quedó otro remedio que adaptarme al ambiente y tener amigos como todos los niños "normales". Contrario a lo que había pensado no me costó tanto trabajo el socializar, de hecho creo que me resultaba bastante fácil. Pronto me convertí en uno de los personajes más populares de mi generación. Fui el presidente de grupo, el ganador de todos los concursos que se inventaran, el que podía oponerse a las ordenes de los profesores por ser el consentido de la directora, vamos, hasta era asediado por las niñas (algo que no me alegraba en lo más mínimo por alguna razón que en ese momento no comprendía del todo); sin embargo, en lugar de sentirme bien cada vez que ganaba un premio, por ejemplo, extrañaba esas tardes en mi casa leyendo un libro.

Descubrí que lo mío no era la popularidad, no al menos en ese sentido. Durante la secundaria volví a la costumbre de no prestar mucha atención a la gente que me rodea, pero el convivir diariamente con las mismas personas, quieras o no te lleva a sentir cierta simpatía por algunas de ellas, por lo que terminé incorporándome a un grupo y obteniendo cierta popularidad, que afortunadamente fue un poco más moderada que la de mi anterior etapa. Ya en la preparatoria dicha popularidad se convirtió en una especie de rechazo generalizado provocado por el afán de mis amigos y mío de nadar contra la corriente, de no ser unos más de la manada. Aunque suene un poco extraño disfruté muchísimo de ese sentimiento de desprecio hacia mi persona. Los años en la preparatoria resultaron los más placenteros, gracias también a que tuve los mejores amigos.

Pero todo tiene un final, y esos años de felicidad terminaron para darle paso a la universidad y su, para mi nuevo y revolucionario, sistema de créditos. Ya no tenía que resignarme a seguir el horario establecido si no me gustaba, ahora podía escoger las materias que deseara llevar, con que profesor y hasta en que horario. "Que idea tan genial", pensé cuando lo supe por primera vez. Hablé demasiado pronto.

El dichoso sistema de créditos me obligó a tomar en ocasiones clases separadas hasta por cuatro horas una de la otra, cuatro horas en las que pocas veces encontraba actividades suficientes para llenar el tiempo por completo, ya que ahora ni siquiera tenía un grupo con el cual al menos pudiera platicar de tonterías. La oportunidad que los alumnos teníamos de diseñar nuestro propio horario traía como consecuencia el estar en varios grupos con diferentes compañeros. Esto podría resultar interesante para las personas a las que les gusta socializar y conocer mucha gente, pero para mi fue el empuje final para volver a mi olvidada soledad.

Al principio el hecho de regresar a mis raíces me fascinó, pero conforme el tiempo pasaba me daba cuenta de que ya me había acostumbrado a estar con un grupo. Aunque no me gustó, tuve que aceptar que no podía vivir sólo y necesitaba de la demás gente, pero entre mis compañeros simplemente no encontré alguien con quien satisfacer mi nueva necesidad. Fue así que conocí a mi nuevo círculo de "amistades", un trío de inadaptados sociales, fuera de la escuela, eran estudiantes del politécnico cercano a la facultad.

Uno de ellos, al que llamaré "gordo" era un chico de gran corpulencia y poco cerebro. Todo lo que el decía mostraba cierto grado de estupidez, pero lejos de molestarme me divertía. Pero no era eso lo que más me agradaba de él, sino el que aceptara su estupidez como una más de sus características y no le molestara que alguien lo llamara idiota. El segundo era "largo", apodo que utilizaré para nombrarlo y que le queda de maravilla por su gran estatura. "Largo" era una especie de conciencia para el grupo, no hablaba mucho y cuando habría la boca era para quejarse de que lo que hacían estaba mal, justo para después hacerlo el también. El último y más importante, al menos para mí, era el "flaco". El "flaco" era, como lo dice la palabra, delgado. Tenía un cierto aire de inocencia que sumado a su lindo rostro lo hacían muy atractivo y lo convertían en el galán del trío.

Los vi por primera vez en un local de "maquinitas" del que ya había hablado en otro relato. Al principio me hablaban para preguntarme ciertos trucos para pasar un juego o realizar un combo (una serie de golpes sin interrupción que causa un gran daño en el contrincante en un juego de pelea uno contra uno) más largo. Después, poco a poco, ya con más confianza, nuestras platicas pasaron al ámbito escolar y después al personal. Cada vez que tenía bastantes horas libres entre una clase y la siguiente caminaba hacia el "local" y ahí estaban ellos, dispuestos a divertirme con sus tonterías y peleas.

En una ocasión nos encontrábamos jugando y bobeando como cualquier otro día, cuando al "gordo" se le ocurrió el ir a su casa a ver una película que le habían prestado. A los demás nos pareció una buena idea y salimos del "local" a su casa, la cual no se encontraba muy lejos de ahí, por lo que no hubo necesidad de tomar ningún autobús. Cuando llegamos tiramos las mochilas en el piso y "largo", "flaco" y yo nos sentamos en la sala mientras el "gordo" subía a su recamara por la película. Tardó un poco más de lo normal en bajar, pero finalmente lo hizo y sin responder la pregunta que le hicimos sobre el título de la película, encendió la tele y puso en la video casetera el video que después de unos segundos comenzó a reproducirse.

Las primeras imágenes que se proyectaron en la pantalla fueron las de una voluptuosa rubia practicándole sexo oral a un hombre de grandes dimensiones. A los tres pareció fascinarles lo que veían, a mí en cambio, cada escena me aburría más. No escribiré lo que hicieron el tiempo que duró la película, porque eso no fue lo más relevante de aquella visita. Lo que me causó una gran curiosidad fue la forma de comportarse del "gordo". Es cierto que siempre fue extrovertido y no paraba de hacer comentarios que podrían hacer reír hasta al más serio, pero esa ocasión se veía diferente. Su forma de mirar, la forma eufórica en que se movía, como si la energía que había dentro de él fuera demasiada aún para su enorme cuerpo. No hice ninguna pregunta sobre mis observaciones, pero no pasó mucho tiempo para confirmar mis sospechas. Las visitas a la casa del "gordo" se hicieron cada vez más frecuentes y en cada una de ellas notaba esa extraña manera de actuar, tan llena de vigor. Dos semanas después de la primera vez que entré en su casa descubrí el porque de todo.

Nos encontrábamos los tres ("largo" había faltado a clases a causa de una fuerte infección estomacal) jugando cartas cuando el "gordo" nos preguntó si queríamos probar algo que nos haría sentir como en la cima del mundo. El "flaco" comenzó a hacer preguntas que corté diciéndole al "gordo" que trajera eso que nos ofrecía. Subió a su recamara y bajó con una pequeña bolsa de la que sacó otras bolsas aún más pequeñas con un polvo blanco. El "flaco" se quedó como paralizado al comprobara sus sospechas, lo que el "gordo" nos ofrecía era droga.

Nunca en mi vida había probado la cocaína, pero si la marihuana. En una de tantas reuniones con seudo intelectuales a las que asistía junto con mis amigos en la preparatoria fumé uno que otro "churro". El efecto era muy relajante y raras veces te hacía sentir mal cuando este pasaba. Me entraron muchas de ganas de averiguar si aquel polvo blanco tenía las mismas facultades, por lo que le dije al "gordo" que yo si le entraba. Con una gran sonrisa puso sobre un pequeño vidrio dos líneas, de las cuales inhalo la primera y me animó para hacer lo mismo con la restante. Incliné un poco mi cuerpo y acerqué mi rostro al polvo, tapé una de mis fosas nasales con un dedo y con la otra inhale la línea completa.

El "flaco" se quedó mudo por lo que acabábamos de hacer, pero eso no me importaba. Me sentía con mucha energía, alegre, con deseos de gritar, correr, hacer algo en lo que pudriera utilizar todo ese poder, efectivamente, como dijo el "gordo", me sentía en la cima del mundo. Al ver que para nada nos sentíamos mal el "flaco" terminó por tomar una línea él también. Toda la tarde la pasamos cantando, bailando, jugando "luchitas", diciendo cosas absurdas e inclusive me atreví a besar al "flaco" a lo que él me respondió poniendo su mano en mi trasero y empezando así un faje, el cual no subió de tono nada más porque el "gordo" comenzó a llamarnos "maricones" y el "flaco" se apartó de mí.

A esa primera vez le siguieron otras más. Otras veces en las que tampoco se encontró presente "largo", decidimos no incluirlo porque sabíamos a la perfección que esta vez no accedería y podría delatarnos. Aunque al pasar los efectos de la droga terminábamos sintiéndonos peor que después de una borrachera no nos parecía demasiado a cambio de los momentos de "libertad" que nos daba.

En una de esas veces todo se complicó. Entramos como siempre a la casa del "gordo" y este bajó el polvo que apresuradamente nos dispusimos a inhalar los tres. El primero fue el "flaco", después le siguió el "gordo" y finalmente yo. Todo parecía "normal" y nos sentíamos tan bien como las demás ocasiones.

Había sobrado un poco de coca y para no desperdiciarlo también lo inhalé. Cuando lo hice sentí un pequeño raspón dentro de mi nariz. No le tomé importancia y me levanté dispuesto a pasármela bien. En cuanto me puse completamente de pie volví a sentir el raspón, que vino acompañado de un chorro de sangre que salió manchando mi ropa y el piso. Fui corriendo al baño para colocarme papel húmedo en la frente como solía hacerlo cuando de niño me ocurría lo mismo después de pasar varios minutos bajo el sol , pero esta vez no parecía funcionar. La sangre seguía saliendo y no tenía otro remedio que tragarla. El "gordo y el "flaco" comenzaron a asustarse, susto que creció cuando caí al suelo debido al mareo que me atacó. Me levantaron y recostaron en el sofá, esperando que la hemorragia terminara, pero no sucedió así. La sangre brotaba (o se deslizaba) a chorros de mi nariz y se acumulaba en mi garganta dificultándome el respirar. No sabía exactamente lo que ellos estaban haciendo, sólo recuerdo que se gritaban el uno al otro "¿qué vamos a hacer?", "¿cómo le paramos la sangre?", "¿lo llevamos al hospital?".

Muchas preguntas salieron de sus labios y muchas otras rondaron mi mente. Me preguntaba si sería mi último día y no dejaba de reprocharme el haber renegado de mi acostumbrada soledad y haber terminado como amigo de esos dos que no sabían que hacer ante mi situación.

Lo siguiente que recuerdo es que desperté en la cama del "gordo" con otra camisa y sintiéndome un poco debilitado. Ninguno de los dos me dijo palabra alguna, ni yo me molesté en preguntarles. No tengo la menor idea de como le hicieron para parar la hemorragia, pero es algo que les agradecí infinitamente. Después de unos minutos de silencio me levanté de la cama y me despedí de ellos. Se que a pesar de no haberlo dicho, entendieron a la perfección que las cosas no volverían a ser las mismas y que era mejor el dejar de vernos.

Desde esa última vez no he vuelto a tomar alguna droga y me siento feliz de nunca haberme convertido en un adicto porque tal vez ya no estaría escribiendo esta historia.

Al "flaco" nunca lo volví a ver. Sólo me quedaron de él aquel beso y sus furtivas caricias. Al "gordo" y a "largo" esporádicamente me los encuentro en los pasillos de la escuela, ya que ambos estudian en el mismo centro universitario que yo, pero ninguno hace el intento por saludar al otro. No se si ellos continúen siendo amigos, pero lo dudo mucho. No se si continúen drogándose o también esa tarde fue la última vez para ellos. No se si algún día volveré a dirigirles la palabra o ellos a mí. Sólo espero que cualquiera que sea su camino en un futuro, les valla muy bien, después de todo pasamos muchas horas divertidas juntos, después de todo llenaron mi soledad cuando me aburrí de ella.

Mas de edoardo

Mi hermano es el líder de una banda de mafiosos

Pastel de tres leches

Hasta que te vuelva a ver...

Regreso a casa

Plátanos con crema

El galán superdotado de mi amiga Dana...

Porque te amo te la clavo por atrás

Runaway

Mi segunda vez también fue sobre el escenario

Mi primera vez fue sobre el escenario

¡Hola, Amanda! Soy tu madre

En el lobby de aquel cine...

El olvidado coño de mi abuela...

Consolando a Oliver, mi mejor amigo

En el callejón

Prácticas médicas

Donde hubo fuego...

Cabeza de ratón

Hoy no estoy ahí

Tatúame el culo

Mi hermanastro me bajó la calentura

Pienso en ti

Yo los declaro: violador y mujer

Jugando a ser actor

Hoy puedes hacer conmigo lo que se te plazca.

Y perdió la batalla

Prestándole mi esposa al negro...

Padre mío, ¡no me dejes caer en tentación!

¿Pagarás mi renta?

¿Cobardía, sensates o precaución?

Al primo... aunque él no quiera

Sexo bajo cero

Raúl, mi amor, salió del clóset

Lara y Aldo eran hermanos

Fotografías de un autor perturbado

La Corona (2)

La mujer barbuda

Diana, su marido y el guarura

No sólo los amores gay son trágicos y clandestinos

Una oración por el bien del país

El gato de mi prometido

Doble bienvenida mexicana

Doscientos más el cuarto

Llamando al futuro por el nombre equivocado.

¡Adiós hermano, bienvenido Leonardo! (3)

Todavía te amo

Simplemente amigos

¡Adiós hermano, bienvenido Leonardo! (2)

La casi orgásmica muerte del detective...

¡Adiós hermano, bienvenido Leonardo!

Internado para señoritas

La profesora de sexualidad.

¡Qué bonita familia!

Podría ser tu padre

Si tan sólo...

Su cuerpo...

Culos desechables

El cajón de los secretos

Agustín y Jacinta (o mejor tu madre que una vaca).

Una mirada en su espalda

Un lugar en la historia...

Veinte años

Sorprendiendo a mi doctor

Razones

Un intruso en mi cama

Una vez más, no por favor, papá

Tu culo por la droga

Lazos de sangre

Cantos de jazmín

El mejor de mis cumpleaños

Tres por uno

Con el ruido de las sirenas como fondo

Heridas de guerra

Regalo de navidad.

Botes contra la pared

Cenizas

Madre e hija

Dímelo y me iré

A las 20:33 horas

A lo lejos

Prostituta adolescente

En la plaza principal

¿Por qué a mí?

Después de la tormenta...

Dando las... gracias

Tantra

Querido diario

Mírame

Lo tomó con la mano derecha

Río de Janeiro

A falta de pene...

Un Padre nuestro y dos ave María

Sucia pordiosera

Dos hermanas para mí

Tengo un corazón

Metro

Ningún puente cruza el río Bravo

Regresando de mis vacaciones

Un beso en la mejilla

Masturbándome frente a mi profesora

TV Show

Buen viaje

Noche de bodas

Una más y nos vamos

Suficiente

Caldo de mariscos

Interiores y reclamos

Máscaras y ocultos sentimientos

Infidelidad virtual

Cancha de placer

Caballo de carreras.

Puntual...

La ofrecida

El fantasma del recuerdo

Tiempo de olvidar

París

Impotencia

La corona

Linda colegiala

Tratando de hacer sentir mejor a mi madre.

En la parada de autobuses

Crónica de una venta necesaria.

Serenata

Quince años

Gerente general

Lavando la ropa sucia

Cuéntame un cuento

¿A dónde vamos?

Licenciado en seducción

Háblame

Galletas de chocolate

Entre espuma, burbujas y vapor

Madre...sólo hay una

Sueños hechos realidad

Más ligera que una pluma

Una botella de vino, el desquite y adiós

Cien rosas en la nieve

Wendy, un ramo de rosas para ti...

Gloria

Juntos... para siempre

El apartamento

Mentiras piadosas

Vivir una vez más

Pecado

Julia, ¿quieres casarte conmigo?

Para cambiar al mundo...

Dos más para el olvido

Ya no me saben tus besos

Embotellamiento

Húmedos sueños

Por mis tripas

Ximena y el amante perfecto

Quiero decirte algo mamá

Inexplicablemente

Recuerdos de una perra vida (4)

Entrevistándome

Recuerdos de una perra vida (3)

Recuerdos de una perra vida (2)

Recuerdos de una perra vida (1)

Una vela en el pastel

Zonas erógenas

Frente al altar

Ojos rosas

Abuelo no te cases

Mala suerte

Kilómetro 495

Mi primer orgasmo

El plomero, mi esposo y yo

En medio del desierto

El otro lado de mi corazón

Medias de fútbol

El entrenamiento de Anakin

Examen oral

Un extraño en el parque

No podía esperar

Tres cuentos de hadas

La fiesta de graduación

Ni las sobras quedan

La bella chica sin voz

Feliz aniversario

Dejando de fumar (la otra versión)

Una noche en la oficina, con mi compañera

La última esperanza

Pedro, mi amigo de la infancia

Sustituyendo el follar

Dejando de fumar

Buscándolo

Tan lejos y tan cerca

La abuela

Entre sueños con mi perra

Tu partida me dolió

Ni una palabra

Mis hermanos estuvieron entre mis piernas.

Compañera de colegio

La venganza

Tras un seudónimo

Valor

La vecina, mis padres, y yo

La última lágrima

Sueños imposibles

Espiando a mis padres

La amante de mi esposo

Al ras del sofá

La última cogida de una puta

Confesiones de un adolescente

Esplendores y penumbras colapsadas

Volver

Celular

El caliente chico del cyber

Friends

La última vez

Laura y Francisco

El cliente y el mesero (3-Fin)

El cliente y el mesero (2)

El cliente y el mesero (1)

El ángel de 16 (6 - Fin)

El ángel de 16 (5)

El ángel de 16 (4)

Asesino frustrado

El ángel de 16 (3)

El ángel de 16 (2)

El ángel de 16

Triste despedida que no quiero repetir

Un día en mi vida

Utopía

El pequeño Julio (la primera vez)

El amor llegó por correo

El mejor año

Mi primer amor... una mujer

My female side