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Tengo un corazón

en Confesiones

Tengo un corazón.

Se que no es la gran confesión mucho menos, pero sí, debajo de esa aparente indiferencia, frialdad y abstencionismo, de esa eterna mirada pesimista y de humor ácido y negro, de ese mi gusto por la sangre, el dolor, la melancolía, la depresión y las historias con finales trágicos o infelices, debajo de mis limitados gestos, de mi no expresar los sentimientos, de ese lado oscuro que goza con el sufrimiento propio y ajeno y ese burlarme del romanticismo, tengo un corazón.

Tengo un corazón que desde su primer latido, desde su primer aliento, deseó alguien a quien amar y de quien recibir el mismo intenso amor, alguien a quien tener clavado en el pensamiento, día tras noche, segundo a segundo, alguien con quien soñar mientras se duerme y en quien pensar mientras se vive, alguien hermoso y cariñoso a quien entregarle todo, la vida misma.

Tengo un corazón que desde el día que vino a éste mundo anheló a ese alguien con quien abrirse y quitarse toda máscara sin miedo a ser rechazado o lastimado, ese alguien a quien poderle decir "te amo" sin temor de equivocarse y sin el miedo de perderlo o creer que con él está jugando, alguien a quien dedicar sus oraciones sin querer nada a cambio, alguien a quien dedicarse en cuerpo y alma sin esperar una recompensa, por el simple gusto de hacerlo, porque eso lo hace feliz y una simple sonrisa es suficiente paga, alguien a quien sentir parte suya y con quien existiera esa conexión que hace inútiles a las frases y a las palabras.

Tengo un corazón que con cada célula pedía ese alguien que o hiciera vibrar con un suave soplido en el oído, alguien que lo encendiera con un solo roce de sus labios y le hiciera ver el cielo con un fuerte y estrecho abrazo, alguien que le hiciera perder los sentidos en una cama, en el piso o en la acera y que sin reservas ni pudores, consiguiera que le diera todo, hasta el último centímetro de piel, todo el cuerpo, la mente y esos vacíos que sólo con su cariño se sentirían cubiertos, llenos y plenos.

Tengo un corazón que siempre quiso, desde que vio la luz por vez primera hace ya algunos años, alguien con quien dormir, en la soledad de un cuarto y con sus ojos como única luz y su respiración como canción de cuna, alguien a quien mirar sin cansancio y eternamente, alguien entre cuyos brazos se sintiera bien, a gusto, protegido, como en casa o aún mejor, alguien a quien no le importara que babeara la almohada y de quien velar el sueño hasta la mañana siguiente, como su ángel guardián.

Tengo un corazón que siempre ha deseado a ese alguien que, después de una tarde de sexo y pasión, tenga ganas de nunca parar hasta que sus tripas le digan lo contrario y entonces, con voz chiqueada de niño mimado, le pida le prepare de comer algo y que, mientras busca algo decente en la alacena, restriegue contra sus nalgas esa enhiesta verga que minutos atrás lo elevó hasta la luna, alguien que bese su cuello mientras con torpeza embarra los panes con mayonesa, alguien que no le permita terminar de hacer el emparedado y, en ese mismo lugar, en ese preciso instante y haciendo su apetito a un lado, lo levanté en brazos y vuelva a hacerle el amor, con ansias, con ganas, con la mostaza como lubricante y el jitomate como postre.

Tengo un corazón que, a pesar de esa su negativa por volver a intentar, esa que tantas decepciones y tropiezos le provocaron, en el fondo seguía esperando por ese alguien con quien dar largas y silenciosas caminatas que por más prolongadas no fueran cansadas pues tuviera consigo esa mirada, esa que con su brillo le diera fuerzas y a seguir lo alentara, ese alguien a quien llamar todas las noches y como dos adolescentes pelear a la hora de decidir quien sería el primero en colgar, ese alguien a quien darle un regalo el día del amor, el navidad, en su cumpleaños o por el simple agradecimiento de tenerlo.

Tengo un corazón que siempre ha esperado a alguien a quien le gusten esos tontos versos y esas estúpidas historias que a casi diario escribe, alguien que al recibir uno de esos poemas le agradezca con un beso y que al leer esas líneas absurdas pero llenas de amor, derrame un par de lágrimas al darse cuenta de lo malas que son y de todo el cariño que demuestran, alguien a quien no le importen sus faltas de ortografía, su mala forma de redactar las cartas o el cambio inadecuado e innecesario que hace en las palabras, alguien que lo crea el mejor y satisfaga a su complejo de escritor con halagos y bellas palabras.

Tengo un corazón que es más sensible y frágil de lo que quisiera y debería, que se lastima con el más leve rozón del ser amado y que ahora, al no tener a ese alguien que le da sentido a su existir, a ese alguien que hace los días buenos mejores y los malos más llevaderos a su lado, sufre día y noche por estar en él pensando, sufre porque, a pesar de que son pocos los días que llevan separados y unos cuantos los que restan para volver a verse, lo extraña hasta con el pensamiento, porque quisiera tenerlo cerca y poder abrazarlo, besarlo, poder decirle cuanto lo ama y que una y mil vidas le gustaría pasar a su lado.

Tengo un corazón que por él palpita y que segundo a segundo llora con un llanto más amargo, porque ese alguien a quien quiere, necesita y ama está lejos y tienen que dormir solo sin el calor de esas caricias y esos besos que lo vuelven loco y lo hacen sentirse el dueño del universo cobijándolo, que con cada instante que no se estremece por su presencia crece más su pena, agudizando esa su tendencia por el auto sabotaje y la depresión sin motivos aparentes, esa que sólo cuando escucha de su voz un "te amo" puede disipar y, al menos por un momento, olvidar para concentrarse en ser feliz, junto a él, para, con y por él.

Tengo un corazón que reza a un Dios al que no tiene fe, pidiéndole te traiga ya de vuelta pues la vida sin ti le parece un infierno del que ni las llamas queman, sin la menor emoción, sin chiste, sin pasión, rogándole te regrese a su lado para nunca más separarse, para entre sábanas fundirse en uno solo y por una eternidad disfrutar de la entrega mutua de sus instintos y deseos, de sus lujurias y anhelos, de ese amor que lo llena, lo complementa y lo mantiene vivo, de ese amor por el que dejaría y daría todo sin importarle nada ni nadie, sin mirar atrás y sólo preocupándose por el futuro, por una vida a tu lado, llena de ese amor que transforma el invierno en un terreno lleno de flores, ese amor que opaca del arco iris todos los colores, tu amor.

Tengo un corazón al que le duele tu ausencia, al que le duelen tus recuerdos porque no estás a su lado, dándoles vida, dándoles sabor y forma, que se siente triste pues cada noche espera tu llamada y ésta no llega pues estás a muy larga distancia, pero que después de repone y reconforta, al pensar en lo intensa y bella que será la hora del reencuentro, la hora de una nueva entrega en la que sin barreras volverá ser tuyo y volverás a ser de él, la hora en que sus labios se unirán de nuevo y juntos se elevarán hasta las nubes en un canto de amor eterno.

Tengo un corazón que es tuyo, que te pertenece entero y hasta la última vena, que te estará esperando con ansias hasta el momento en que regreses, ese momento en que todo volverá a ser mágico como lo ha sido desde el primer día, ese momento en que volverás a estrecharme y volveré a sentirte, a lo largo de mi cuerpo, en mis alma, quemando mis adentros, esos que desde que no estás están vacíos, esos que con fervor te llaman y que por el momento, hasta tenerte otra vez dentro, se conforman con tu recuerdo, ese momento en que abrirás tus brazos y yo correré hacia ellos, con prisa, con la que me dará la felicidad que sentiré de mirarte otra vez, ese momento en que con la mano en el pecho te diré como siempre, con todo mi ser y mi verdad, cuanto te quiero.

Para ti, mi alguien, mi todo, quien me hizo recordar, todo lo que puedo ser y dar, todo lo que puedo de la gente esperar, sin el miedo de lastimado resultar, quien me hizo recordar que tengo un corazón, con sus besos, sus abrazos y su olor, quien me devolvió de la vida la ilusión, envolviéndome en su cálido y dulce amor, para ti, mi alguien, mi todo, te amo.

edoardo.

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