El brillo de tu sonrisa extendiéndose infinitamente,
Golpeó mi mundo estúpido, sin esperarlo, de repente,
Provocó que éste sentimiento en mi surgiera,
Una sensación extraña que me duele y a la vez me llena.
Éste sentimiento tibio de tus pupilas sobre mi cuerpo,
Cuerpo ansioso de caricias y seco a través del tiempo,
Cuerpo marchito, al que tu presencia da de vida un poco,
Se la da y se la arrebata volviéndome por ti un loco.
Tus ojos cazan a los míos, sedientos de pasión,
Y unidas nuestras miradas conversan, aprovechan la ocasión,
Expresan mil deseos susurrando en un universo de silencios,
Se alimentan con anhelos y prohibidos deseos.
Y en la profundidad de esas oscuras e intrigantes miradas,
Encontramos un sitio donde se entrelazan nuestras almas,
Un sitio donde sucede lo imposible, donde toda ley y regla son violadas,
Nuestros cuerpos se fusionan, somos una llamarada.
Y nos aventuramos dentro de ese mundo, tomados de la mano,
Volamos adentro y más adentro encendiendo todo con un beso,
Encontrando hadas que cumplen nuestros sueños,
Sueños que derraman lágrimas de duelo,
Sueños que gritan y se hunden en el fango,
Sueños que al cumplirse, nos regresan a la realidad de nuevo.
Y de nueva cuenta son nuestras miradas las que hablan,
Palabras de desconsuelo y melancolía nada más repiten,
Palabras que a lo que nunca sucederá son dedicadas,
Frases clavadas en el pecho, desangrando por la vida nuestras ganas.
Nuestro bello mundo de ilusión se cae a pedazos, se desbarata,
Tus manos, el recuerdo que siempre me acompaña,
Un recuerdo que mis pasos poco a poco, calma y mata,
Una memoria que enreda en mis cabellos, aprisionando cuerpo y alma,
Haciéndome desear más que cualquier otra cosa el muerto estar,
Y así en el más allá, finalmente con sonidos poderte amar.