Otra oprtunidad de Amar 2
Para su mala suerte la oficina estaba a mitad del edificio, por lo que tuvieron que esperar que el ascensor recorriera todo la trayectoria. Aquella chica de ojos negros no le quitaba la vista ni un segundo, cosa que comenzaba a incomodarle. De pronto Victoria detiene el ascensor en el piso tres — ¿Qué pasa? Pregunto su amiga.
— No recogí mi capuchino. Explica esta toda exaltada.
— Debe ser una broma ¿Es enserio? Pregunto incrédula Estela.
— Adelántate, ahorita te alcanzó fue lo último que escucho antes de que se cerraran las puertas de nuevo.
El ascensor siguió de nuevo su curso, pasó al cuarto, quinto, sexto y al fin el séptimo piso. ¡¡Al fin llegamos!! Se dijo para sí misma Estela. De un momento a otro las puertas se abrieron dando paso a la salida.
Inhalo profundamente como queriendo aclarar su mente al caminar, era una manía que había tenido desde niña, especialmente cuando estaba estresada.
De repente a mitad del pasillo siente el roce de una mano suave que la sostiene por el hombro. Instintivamente ella se volteo, para su sorpresa era la misma chica de ojos negros.
— ¿Tienes un minuto? Pregunto la chica con nerviosismo.
— Sí. Fue lo que atino a decir Estela.
Durante meses solo había notado que esta joven la miraba con el rabillo del ojo, pero en ningún momento le dirigió la palabra.
— Dime ¿Qué deseas? Finalmente pronuncio Estela sonando algo incomoda.
— Siento molestarte — Veras — La chica no encontraba que decir, se le notaba que estaba muy nerviosa — Es que yo……
— Puedes estar tranquila, no muerdo. Dicho comentario hizo reír a ambas.
— Es que — La chica se acomodó el cabello con sus manos, inhalo una bocanada de aire y cuando estuvo lista pregunto ¿Quería saber si puedo invitarte a cenar?
La joven no creía que a pesar de todo este tiempo que había trabajado en la misma empresa, la observaba de lejos cada vez que podía, al fin adquirió el valor para dirigirle unas palabras a la mujer que le hacía sentir mariposas en su estómago, estaba asombrada por tal atrevimiento.
Sin embargo, todo eso cambio al verle el rostro de Estela, se podía percibir que estaba algo asustada y antes de que pudiese tan siquiera responder, la joven paso por un lado queriendo retomar su camino, aparentando como si nada hubiese pasado.
Creyendo que todo estaba perdido la chica de ojos negros en su intento de huida, logro sentir unos dedos deslizarse por su brazo derecho —¡¡Espera!! Logro escuchar.
Ella se viro quedando frente a Estela intercambiando sus miradas por unos segundos, hasta que una de las dos decidió intervenir.
— ¡¡Discúlpame!! Expreso la chica de ojos negros, no debí ser tan atrevida.
— No te excuses, en todo caso sería yo la que debería justificar mi mal comportamiento y mi falta de modales. Por haberme quedado allí, sin responder.
— No tienes que hacerlo ¡¡Tranquila!! Sé que me dirás que no de todos modos. Contesto desviando la mirada.
— Siento haber actuado como una idiota hace unos momentos. ¡¡Discúlpame!! En cuanto a tu propuesta, me encantaría ir a cenar contigo.
— ¡¡Enserio!! Grito la chica de la emoción.
Para luego llevarse ambas manos hacia su boca y cubrírsela, pues noto que había llamado la atención de otros compañeros que pasan por allí — ¡¡Lo siento!! Fui muy expresiva ¿Cierto?
— Solo un poco. Sonrió Estela, al sentirse más cómoda ante la situación.
— Gracias por aceptar. No sabes cuánto significa para mí. Manifestó Paula con mucha ilusión.
— Tú solo dime la hora y allí estaré. Afirmo Estela.
— ¿Puedo pasar por ti a las siete? Por cierto me llamo..... Antes de que pudiese continuar Estela intervino “A esa hora nos veremos Paula” completando la frase.
— ¿Cómo sabes mi nombre? Pregunto esta toda asombrada.
— Sencillo, tu identificador te delata. Sonrió.
Paula se ruborizo por el momento tan embarazoso que había sufrido en toda su vida “Nos vemos a las siete” Fue lo último que pudo decir. Para que cada una retomara su camino.
Estela al entrar en su oficina se quedó pensativa unos segundos, antes de tomar asiento en su pequeño y útil escritorio. Tomo unas hojas que allí se encontraban, las miro de reojo pudiendo observar que eran documentos de su amiga. Los hizo a un lado para encender su portátil negra, introdujo su contraseña y deslizo el puntero en el icono de email.
Por otra parte Victoria se acercaba a la oficina con su capuchino entre sus manos, tenía la intención de tocar la puerta de aluminio templado, pero se distrajo con la figura que aun formaba la espuma de su bebida, por lo que decidió girar la perilla y cruzo el umbral.
Parecía no haber nadie o al menos eso parecía, ya que nadie pronuncio algo. Al parecer Estela aun no llega, fue lo que concluyo.
— ¡¡Al fin apareces!! Exclamo su amiga sentada desde su escritorio.
— Menudo susto me has dado mujer, pensé que no estabas. Manifiesto.
Estela se le quedó mirando con sus ojos entre cerrados, realizando una inspección visual ¡¡Veo que encontraste tu famoso capuchino!! Afirmo.
— Está muy rico ¿Quieres un poco? Expuso está estirando su brazo
— No gracias, sabes que no soy muy amante del café. Por cierto, como me dejaste botada para ir en busca de tu delirio ¿A que no adivinas quien me invito a cenar?
— No me digas que al fin apareció tu ex pareja.
El comentario hizo que el rostro de Estela cambiara drásticamente mostrando desilusión, odio y tristeza en sus ojos. Solo pudo mover la cabeza en señal de negación.
— No se me ocurre quien pudiese ser. Expreso esta, antes de ingerir otro sorbo de su bebida.
— Fue la chica de ojos negros “Paula” Termino diciéndolo con cierta alegría en su rostro.
La información hizo que la pobre Victoria expulsara el capuchino hacia fuera formando una pequeña cascada que inmediatamente se derramo sobre el piso.
Tocio un poco en señal de que casi se ahogaba con su bebida favorita, para culminar exponiendo ¿Me estas tomando el pelo? Pregunto en señal de — Me lo dices en serio.
— Ella misma. La hubieses visto estaba hecha un manojo de nervios. Exponía Estela observando el café derramado en el suelo.
— No lo puedo creer que al fin lo haya hecho. Imagino que le dijiste que sí. Indago una Victoria que aún se encontraba sorprendida.
— ¿Tu qué crees? Pregunto Estela aguantando la risa, tras ver el rostro de preocupación de su amiga.
— No me digas. La rechazaste. Contesto su amiga con desilusión.
Como se te ocurre, por quien me tomas. Vocifero Estela sintiéndose ofendida por el comentario de mal gusto “Acepte su invitación” musito.
— Pensé que la habías rechazado, me iba a dar un pesar con la pobre ¿Crees que se te declare? Curioseo.
— No había pensado en ello, lo cierto es que ya está acordada la cita. Sonrió Estela.