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Hechizo de un ángel 10

en Lésbicos

Capítulo 10-Intuición

 

En una noche muy oscura, bajo una fuerte tormenta eléctrica y enormes relámpagos azotando la ciudad. El cuerpo de Lydia comenzó a retorcerse sobre la suave seda de marfil, generando movimientos involuntarios. Ashley presentía que algo andaba mal, su novia jamás se había comportado de esa manera mientras dormía. Colocó su mano sobre el abdomen de Lydia para intentar calmarla, intuyó que su estado se debía a un mal sueño, pero al no ver qué se calmaba. Decidió encender la luz de su mesa de noche—Cariño, ¿Te encuentras bien? —indagó preocupada.

—Estoy bien—mintió—Puede ser un ataque de asma. Sabes que hace tiempo no me da y tal vez, se deba al clima —quiso excusarse.

—No soy tonta—refutó Ashley—Se perfectamente que tu estado no se debe a un simple ataque de asma. Te llevaré al hospital más cercano —sugirió.

—No es necesario cariño—replicó Lydia—Además, con esta tormenta no podemos salir a ningún lado —agregó.

—De acuerdo, pero mañana iremos y no acepto un no como respuesta—le indicó. Le dio un corto beso y se acomodó para que Lydia se colocará en su regazo. Sin embargo, ella no pudo conciliar el sueño, se encontraba tan preocupada por Lydia, que se desveló casi toda la noche.

El amanecer llegó más rápido de lo pensado y con ello se hizo presente una suave melodía—El lago de los cisnes—que provenía del teléfono de Ashley. Pero ella inmediatamente apagó la alarma, se dio media vuelta y abrazo a una Lydia que aún permanecía dormida. Una hora más tarde, Lydia sintió que alguien la abrazaba por la espalda. Se giró con cuidado para admirar el rostro de Ashley, acarició su mejilla y recordó las veces en la que ella despertaba primero para verla dormir. Acortó la distancia entre las dos y la despertó con un dulce beso.

—Que placentero es despertar a tu lado—dijo, al mismo tiempo que enredaba sus piernas con las de Lydia—Cariño, ¿Cómo amaneciste? —indagó. Todavía seguía preocupada por su estado de salud.

—Hoy me encuentro mejor—contestó Lydia—¿Sabes? Me agrada despertar primero y verte dormir —sonrió.

Ashley entrelazó sus dedos con los de Lydia—No puedo creer que llevemos tres años y medio de relación. Es una dicha tenerte a mi lado —le dio un beso corto.

—La dicha es mía, me dejaste entrar en tu vida y aquí estamos. Construyendo un futuro juntas —expuso.

 —Cariño vamos a desayunar que deseo llevarte al hospital —sugirió Ashley, al incorporarse de la cama.

—No es necesario —manifestó Lydia. Realmente no quería ir, odiaba los hospitales y todo lo que ello incluye.

—No te lo estoy consultando, es una orden —expuso Ashley, antes de salir del dormitorio. Lo que menos deseaba era ver a su pareja en ese estado. Media hora después, se encontraban en el hospital aguardando su turno. Cuando ingresaron al consultorio, se toparon con un señor de cabello rubio, cejas pobladas, ojos azules, pero rasgos amigables. Vestía una bata blanca, camisa gris con una corbata y un pantalón negro. Sobre su cuello, estaba un estetoscopio y en su dedo anular reposaba un anillo de oro.

—¿En qué les puedo ayudar? —preguntó el doctor, sin decir un buenos días.

—¿Puede examinar a mi pareja? Durante la noche tuvo una crisis respiratoria —contestó Ashley.

El médico miró a ambas chicas. No tenía derecho a juzgarlas, ni comentar sobre el tipo de relación que sostenían. Solo se limitó a realizar su trabajo—A pesar que no presenta ningún signo o síntoma evidente, me temo que debe realizarse unos exámenes con el doctor Lucas —sugirió. Se ubicó en su escritorio y comenzó a escribir las órdenes médicas.

Ashley reconoció aquella expresión que hizo el médico, la había visto durante sus prácticas en más de una ocasión. Quería negar lo evidente, pero su intuición jamás se equivocaba. Cogió ese trozo de papel y leyó su contenido—¿Está seguro? —preguntó con un nudo en la garganta.

—¿Qué pasa cariño? —se apresuró en indagar Lydia.

El médico arqueó su ceja, hasta ese momento nadie le había refutado su trabajo. Pero en vista de la situación, decidió ser amable con sus palabras—Todavía no es un hecho, pero deseo descartar que su pareja pueda tener un posible cáncer de pulmón —se encontró explicando.

Aquella noticia, les cayó como un balde de agua fría a las chicas. No esperaban que una simple visita al doctor, pudiese terminar de esa manera—¿Qué probabilidades hay de que mis exámenes salgan positivos? —inquirió Lydia. Sin soltar la mano de su novia.

—Una en un millón—dijo—Usted suele ser ese tipo de casos, que uno como médico no espera encontrar —manifestó.

Sin más nada que decir, salieron del consultorio. Caminaron por los pasillos y abordaron el ascensor en dirección al tercer piso. Ashley se encontraba triste y fue inevitable que Lydia se diera cuenta, hizo que detuviese su paso y rodeó su cintura—Sin importar lo que pase, quiero que entiendas que he pasado lo mejores años a tu lado—los ojos de Ashley, se cristalizaron y una tristeza la invadió. Antes de que su novia pudiese decir algo más, la abrazo fuertemente. Estuvieron así, por un par de minutos. Hasta que Ashley decidió que era hora de hablar con el otro médico, quizás él podría dar un mejor diagnóstico. Al cruzar la puerta, se toparon con un señor de cabello negro, ojos oscuros y de baja estatura.

—¡Buenos días! ¿En qué puedo ayudarlas? —indagó el doctor.

—¡Buenos días!—dijeron al unísono—No han enviado para que usted realice estos exámenes —explicó Ashley, al mostrar la orden médica.

El doctor Lucas, les dedicó una mirada suave. Las personas que asistían a su consulta, generalmente tenían algún tipo de cáncer. Luego de realizarle el examen físico y llenar su historia clínica, expresó—Me encargaré personalmente que los resultados de sus exámenes estén para mañana. Por ahora, necesito que me acompañen a la sala de muestras —indicó, al incorporarse de la silla.

Lydia que había estado tranquila hasta el momento, sintió un vacío en su interior. No quería perder al amor de su vida, ni dejar de construir un futuro junto a Ashley. Deseaba en lo más profundo de su corazón que todo se tratara de un mal sueño. Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz del doctor—Necesito que realice estos exámenes: análisis de sangre, orina, radiografía de tórax y citología de esputo —le indicó a la enfermera. La mañana trascurrió despacio, sin prisas. Realizando los numerosos exámenes para descartar la posibilidad de cáncer. A eso de las once de la mañana, ya habían terminado y las chicas se encontraban en su hogar.

—Debemos llamar a tu amigo —sugirió Ashley de repente, atrapando la atención de su pareja.

—¿Crees que sea necesario? —Lydia acarició su mejilla. Su novia se estaba precipitando y no podía evitar sentirse nerviosa.

—Él tiene derecho a conocer los resultados—afirmó Ashley. Quién acortó la distancia para darle un beso suave, lleno de amor. Necesitaba calmar el dolor que sentía su alma—Haré el almuerzo, mientras llamas a Paulo —le indicó. Lydia asintió, pero por más que se esforzó. No pudo contactar a su amigo, por lo que decidió dejarle un mensaje de voz y ayudar a Ashley en la cocina.

La tarde pasó más lenta que de costumbre, Ashley había evitado hablar sobre la consulta y Lydia se esforzaba por romper esa pequeña distancia que se creó entre las dos. Entendía que su novia estuviese pensativa e incluso distraída, pero no quería estar un minuto más sin poder escuchar su voz. Al caer la noche, Lydia se armó de valor y quiso entablar una conversación con su chica.

—No tengo idea de lo que pueda reflejar mis exámenes, lo único que deseo es pasar más tiempo contigo, tenerte entre mis brazos y hacerte el amor. El resto me importa en lo más mínimo—le acarició la mejilla—No quiero permanecer lejos de ti, por favor —suplicó.

Ashley la miró con nostalgia, beso su mano con dulzura y no pudo evitar que una lágrima recorriera su mejilla. Esa pequeña distancia que se había formado entre las dos, se debía a su estado de impotencia. Ambas intercambiaron una mirada de complicidad y llevadas por su amor, se dieron un beso apasionado. Esa noche, Lydia quería hacerle el amor y entregarse a esa persona que robó su corazón. Comenzó a besar el cuello de Ashley, mientras que sus manos recorrían todo su cuerpo, despojándola de su atuendo. Ubicó su cabeza entre las piernas de Ashley y detalló cada rasgo de su sexo. Como si quisiera guardarlo en su memoria.

Su dedo índice y corazón, se abrieron paso por el labio menor en busca de esa pequeña perla de placer. No tardo en posar su lengua sobre esa superficie húmeda y sentir su sabor. A medida que repetía el movimiento, las piernas de Ashley comenzaron a temblar y sus manos se enredaron en su cabello. Indicándole a Lydia que iba por buen camino, pero antes que ella pudiese continuar con su labor. Ashley la atrajo hacia sus labios para probar su sabor—Te amo —dijo, entre beso y beso. Lydia deslizó su mano por el pecho de Ashley, los apretó con fuerza y siguió su camino. Hasta ubicar sus dedos en el sexo de Ashley y en cuestión de segundos, la penetró. Esa noche hicieron el amor varias veces, entregándose en cuerpo y alma.

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Un pequeño rayo de luz, obligó a abrir los ojos de una Lydia adormilada. Al divisar el lugar donde se encontraba, se dio cuenta que Ashley la abrazaba con fuerza, pero sintió algo más; una de sus piernas descansaba sobre ella. Sonrió, al recordar lo sucesos de la noche anterior. Sin importar con cuántas chicas había estado en el pasado, jamás se había entregado de esa manera como lo hacía con Ashley. Entrelazó sus dedos con lo de su novia y cuando se disponía a cerrar los ojos para continuar con su descanso. Su celular generó un ruido estrepitoso en toda la habitación—¡Aló! —pronunció con un bostezo.

—Liz, ¿Dónde estás?—indagó su amigo—Me encuentro en el aeropuerto —agregó.

—¡Oh, por Dios! ¿Hace cuánto llegaste? —preguntó Lydia sobresaltada.

—Hace unos minutos, ¿Dónde estás? —insistió Paulo.

—Estoy en casa—contestó Lydia apenada—Dame unos veinte minutos y te vamos a recoger —agregó.

—Aquí estaré, no tardes por favor —expresó Paulo, antes de colgar.

—¡Buenos días cariño! —dijo Ashley, con un bostezo.

 —¡Buenos días amor! —replicó Lydia, quién se acercó para darle un beso.

—¿Qué hora es? —curioseó Ashley, no quería llegar tarde a la consulta.

—Las seis de la mañana—contestó Lydia—Por cierto, Paulo me acaba de llamar, está esperándonos en el aeropuerto. Ashley asintió, le dio un beso corto y la invitó a ducharse juntas. En menos de veinte minutos, ambas deambulaban los pasillos del aeropuerto, pero la muchedumbre le impedía tener un campo de visión amplia. Por lo que Lydia, se vio en la necesidad de subirse a una banqueta de metal para buscar a su amigo—¡Paulo! —gritó, al percibir su silueta.

El caballero que se encontraba sumergido en la pantalla de su celular, alzo la mirada en busca de esa voz que le resultaba familiar. Al ver a su amiga, le sonrió desde la distancia, como pudo se abrió camino entre las personas que estaban a su alrededor y fue a su encuentro—¡Te extrañe! —exclamó para darle un efusivo abrazo.

—Que exagerado eres —bromeó su amiga, quién no dejaba de abrazarlo con la misma intensidad.

Ashley permanecía en la distancia, observando los pequeños cambios que había sufrido su cuñado desde la última vez que las visitó. No podía creer cuánto había cambiado su apariencia. Ahora su piel era más morena que de costumbre, su cabello era cubierto por algunos reflejos blancos y sus manos estaban más agrietadas. Vestía una camisa Náutica manga corta de color verde manzana, su pantalón era negro del fabricante Jean Cartier y los  zapatos eran del mismo color.

—¿Dónde está mi cuñada? —preguntó finalmente Paulo.

—Detrás de ti —contestó Ashley, con una sonrisa.

—Tiempo sin verte—expresó, al mismo tiempo que la apretujaba contra su regazo—¿Por qué requieren de mi presencia? —indagó.

Las chicas intercambiaron miradas, había llegado el momento de contarle toda la verdad, pero el aeropuerto no era el lugar más adecuado para expresar ese tipo de noticias—En el camino te pondremos al tanto —comentó Ashley.

Caminaron a través de la multitud, en dirección a la salida del aeropuerto, donde abordaron un taxi con rumbo al hospital. En el trayecto, Ashley encontró las palabras adecuadas para expresarle a su amigo sobre el repentino estado de salud de Lydia. Al llegar, los tres ingresaron al ascensor para dirigirse al piso número tres. Iban en completo silencio, hasta que el elevador abrió sus puertas. Caminaron a paso lento por el pasillo y Lydia entrelazó sus dedos con los de Ashley para transmitirle confianza—Recuerda lo que te comenté ayer —dijo. Ashley sintió y toco la puerta con sus nudillos.

—Adelante—se escuchó decir. Los tres intercambiaron miradas e ingresaron al consultorio en completo silencio—¡Hola señoritas! ¿Quién es el caballero? —investigó el médico.

—Es un fiel amigo y lo considero como un hermano —contestó Lydia.

—¿Ya tiene los resultados? —se apresuró en preguntar Ashley, deseaba que todo aquello fuese un terrible error.

—Sí—contestó con un semblante serio. Saco unos papeles del interior del escritorio—Es mejor que tomen asiento —sugirió. Las chicas obedecieron, se ubicaron en un par de sillas ejecutivas y Ashley sostuvo con fuerza la mano de Lydia. Mientras que Paulo se ubicó a su espalda y dejó caer su mano sobre su hombro para transmitirle confianza.

—Lydia me alegra informarle que los resultados salieron negativos y la tomografía reflejo una neumonía del tipo más común, causada por la bacteria Streptococcus pneumoniae —le explicó.

—¿Entonces, no tengo cáncer de pulmón? —expresó Lydia. Aquella noticia le alegro su corazón, ahora podía permanecer al lado de su novia.

—Exacto, sólo posee una pequeña infección en los pulmones que será tratada con unos antibióticos —expuso, al mismo tiempo que escribía las órdenes médicas.

—¿Le hará más exámenes? —cuestionó Paulo. A pesar que estaba feliz porque su amiga no tenía cáncer, estaba preocupado por esa enfermedad.

—De momento no, lo más importante es que Lydia siga mis indicaciones y en un mes, regrese para realizarle una radiografía de tórax para ver su evolución —Lucas le extendió una hoja de papel.

—Gracias doctor, nos ha quitado un peso de encima —Ashley estrecho su mano.

—Espero que guarde reposo e intente cuidarse para que no se complique su neumonía —le indicó el médico.

—De eso puede estar seguro, mi cuñada la cuidara con mucho amor —bromeó Paulo.

Lydia sonrió, se encontraba tan feliz que deseaba hacer el amor con Ashley, pero no podía—Es hora de volver a nuestra casa —expresó, al mismo tiempo que entrelazó sus dedos con la mano de Ashley.

Al salir del hospital, percibió como unas pequeñas gotas de agua se asomaban, producto de la lluvia que se avecinaba. Inhaló una bocanada de aire y extendió sus manos para sentir como esas gotas de agua hacían contacto con su cuerpo. Pero una sensación placentera recorrió su espalda, al sentir como Ashley la abrazo—No sabes cuánto deseaba verte sonreír de nuevo mi bonita —le dio un beso en el cuello. Lydia era consiente que desde su primera consulta con aquel médico, su rostro estaba apagado y sin muestra de alegría. Aquella noticia le había afectado considerablemente, pero ahora que todo estaba bien y sólo padecía de una simple neumonía. Sonreía desde el fondo de su corazón. Al regresar a su hogar, Paulo preparo una deliciosa comida mediterránea; Lasaña gratinada y bechamel a base de verduras salteadas. Los tres pasaron una velada agradable, llena de risa hasta que una inquieta Lydia, propuso ir al cine para disfrutar de una agradable función. 

Hola mis queridos lectores. Se acerca el final de esta grandiosa historia. Pronto subiré el trozo faltante que se me borro cuando la subí por el celular. Quisiera agradecerles por haber seguido la historia, pero sobre todo a HombreFx quien me ha seguido desde mis comienzo, y que sin importar el tiempo que estuve ausente. Espera con ansias a que publique una nueva historia y no conforme con ello, me deja sus comentarios o apreciaciones que me impulsan a seguir escribiendo.

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