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Hechizo de un ángel 11

en Lésbicos

Capítulo 11- Siempre contigo

 

Ashley se encontraba sirviendo el desayuno, cuando la silueta de Lydia apareció por el pasillo. Ahora que ella se había recuperado del todo, deseaba llevarla a un lugar especial. Aunque su amigo tuvo que regresar a Chile por cuestiones de trabajo, no se entristeció, al contrario, estaba agradecía porque al menos pudo quedarse hasta su graduación. Además aprovecho para pedirle unos días libres a Megan para disfrutar con su amor. Sin importar que su amiga nunca volvió a tratarla tras haberla pillado con Lydia, no se sentía mal por haber perdido su amistad, a fin de cuentas, lo único que le importaba, era estar al lado de su novia.

—¡Hola! —musitó Lydia.

—¡Buen día cariño!—expresó Ashley, al rodear su cintura—Hoy tendremos un día entretenido —le dio un beso suave.

—¿Para donde me llevaras está vez? —inquirió. Amaba cuando su novia la llevaba de paseo.

—A una localidad costera, llamada Puerto Viejo—acarició la mano de su novia—Se encuentra ubicada al sureste, en el Cantón de Talamanca —manifestó Ashley.

—Me parece una excelente idea —expuso, al mismo tiempo que ingería un trozo de pan.

Dos horas más tarde, ambas se encontraban rumbo a Puerto viejo, sentadas una al lado de la otra en silencio. El viaje resulto ser largo para las dos, por el tráfico que produjo un accidente automovilístico. Llegaron a eso de las seis de la tarde, se hospedaron en el hotel The Toucan Stay Inn, en la habitación número quince—su fecha de conocerse en persona—El lugar era acogedor, poseía grandes ventanales con vista a la playa. La cama era matrimonial, adornada con una sábana de terciopelo blanco, su mesa de noche color caoba y el baño era pequeño, pero con puertas corredizas.

—Mi amor me daré una ducha, te me unes —sugirió Lydia, con una sonrisa en sus labios.

—Hoy no mi amor, dúchate mientras yo pido servicio al cuarto —se excusó Ashley, le dolía rechazar esa invitación tan tentadora. Pero la espera, valdría la pena.

Lydia se sintió triste por el rechazo de su pareja, le dio un corto beso e ingresó al baño. Ashley tomó papel y lápiz, para escribir una nota. Una vez realizada la tarea, salió sigilosamente de la habitación. Quince minutos después, Lydia había salido de la ducha en busca de su amada, pero no la vio. En su lugar, se topó con una pequeña nota que reposaba sobre la cama.

<<Cariño lamento el desplante que te hice hace un momento, te recompensaré después. Por ahora necesito que te coloques ese vestido que deje sobre la cama, toma un taxi y dile que te deje en la Playa Punta Uva. Aquí estaré esperándote>>

Lydia se encontró sonriendo, le hizo recordar aquella vez que ella hizo lo mismo para celebrar su primer mes a piel. Se vistió con entusiasmo y tan pronto como pudo, fue rumbo a ese lugar.

—Señorita, hemos llegado al lugar que solicitó —expresó el taxista con una sonrisa. Lydia le pasó un billete de cinco mil colones, bajó del coche y camino con cuidado por el suelo rugoso. A medida que caminaba, el suelo pavimentado dejaba de existir para darle paso a la arena blanca. Decidió retirarse las sandalias de tacón para seguir un sendero marcado por huellas en forma de equis. Continúo su camino y en la lejanía percibió un toldo blanco en forma de choza. Cuando estuvo más cerca, se dio cuenta que estaba construido con sábanas de seda y en el interior, se encontraba Ashley, sosteniendo una rosa color vino en sus manos.

—Al fin llegas, amor mío —Ashley se incorporó para abrazar a su chica.

—Qué lindo detalle mi amor —manifestó Lydia y tomó entre sus manos la rosa.

—Ojala tengas apetito, he traído algo para comer —entrelazó su mano con la de Lydia, la llevó a una pequeña mesa que había improvisado con dos bloques y una tabla de madera.

Lydia sonrió, era el mismo platillo que ella cocino aquella noche que conoció a Ashley por cámara—¿Lo hiciste tú mi amor? —investigó.

—Hice mi mejor intento, ojalá sea de tu agrado —expuso Ashley. En realidad antes de salir del hotel, le había pedido al subchef que la ayudara a cocinar. A pesar que ella había aprendido a realizar algunos platillos, no tenía la misma destreza que su novia y debía recurrir a la ayuda de un profesional.

Cenaron de manera casual, entre bromas, mimos y besos. De un momento a otro, Lydia quiso realizarle una pregunta a Ashley, aunque intuyera la respuesta, deseaba conocer la verdad de sus labios—Cariño, ¿Eres feliz?—

Ashley se quedó observando esos ojos miel, acarició su mejilla y respondió con toda la sinceridad del mundo—Más de lo que imaginas. Mi mundo cambio desde que llegaste a mi vida, me diste mil razones para continuar cada día y te has convertido en mi razón de ser. Dime, ¿Tú has sido feliz todo este tiempo? —le devolvió la pregunta.

—He sido muy feliz a tu lado, he compartido tantos momentos que no quisiera olvidar ninguno. Eres más de lo imaginé tener —sus ojos se cristalizaron, al recordar que estuvo a punto de padecer una enfermedad terminal. Pero el susto que ambas se llevaron, fue apaciguado por las buenas noticias del médico, ya que sólo debió seguir sus indicaciones para mejorar de su neumonía.

Ashley percibió un destello de tristeza en los ojos de Lydia, acortó la distancia para darle un beso tierno. Quería transmitirle todo lo que sentía. Un beso llevo a otro, una caricia se tornó más intensa y en menos de lo planeado, las manos de Ashley deslizaron su vestido—Hazme el amor—dijo Lydia entre jadeos. Esa noche se entregaron de nuevo al amor, ahora nada, ni nadie podía separarlas.

Al día siguiente, Ashley se encontraba muy impaciente. Miró su reloj de pulsera, ese que indicaba las nueve de la mañana. Tiempo suficiente para realizar un tour con su enamorada—Mi amor, se nos hace tarde —expresó. Lydia siempre se tomaba su tiempo para arreglarse.

—¿Qué tal me veo? —dijo Lydia, al salir del cuarto de baño.

Ashley se quedó sorprendida, el atuendo de su chica la dejo sin palabras. Estaba muy bien maquillada, con un sombrero playero. Vestía una blusa sin mangas, decorada con pequeñas bolas de color salmón, esa que tenía atada sobre su ombligo. El short dejaba apreciar sus hermosos muslos y sus pies estaban cubiertos con unas sandalias de cuero, permitiendo ver sus finos dedos—Estás preciosa —se mordió el labio inferior.

Lydia observó que su chica tenía un atuendo parecido al de ella, rodeó su cintura y beso sus labios—Es hora de irnos —expresó. Ambas salieron tomadas de las manos en dirección a la playa, donde esperarían a su instructora. Mientras Ashley hablaba por celular con su cuñado, Lydia mantenía su mirada fija en el mar. Allí, percibió a una pelirroja despampanante con unos ojos verdosos. Aunque la nariz era bastante normal, sus labios eran carnosos y su rostro era ovalado. Vestía un diminuto traje de baño color negro que daba mucho a la imaginación.

—¡Santo cielo! —exclamó Lydia. Se había dejado deslumbrar por aquella chica.

—¡Hey! Se te olvida que tienes novia —se quejó Ashley. Era la primera vez, que su novia babeaba por otra chica que no fuese ella.

—¡Oh vamos! No puedes negar que la chica es muy atractiva y tiene generosos atributos —Lydia hizo énfasis a sus pechos. A pesar que Ashley los tenía grandes, los de aquella chica eran muy voluptuoso.

—Ahora que lo dices—Ashley la inspeccionó—Tiene muy buenas piernas y esos muslos están para comérselos —añadió.

—Atrevida—manifestó Lydia dándole un codazo—Tienes a tu mujer a un lado, muestra más respeto —dijo con molestia.

Ashley sonrió por la reacción de su novia. De cierto modo, le siguió el mismo juego que ella empezó, pero Lydia no le agrado la idea de que estuviese viendo otro cuerpo que no fuese el de ella—Cariño, solo tengo ojos para ti —mencionó en su defensa.

—Igual que yo mi cielo —expuso Lydia, al revisar el costado derecho de Ashley, para cerciorarse que no le hizo daño.

—Disculpen la demora—se excusó la mujer con un gesto agradable—Mi nombre es Alicia, hoy seré su guía turística e instructora de buceo —comentó la pelirroja pillando totalmente a las chicas por sorpresa.

Lydia percibió como aquella pelirroja miró descaradamente a Ashley, podría jurar que la desnudo con su mirada. Justo en ese momento, sintió una rabia en su interior. Se retractó de lo que había dicho hace unos minutos de esa mujer. Quiso marcar su territorio y le dio un beso fugaz a su chica, luego expresó—¡Hola! —rodeó la cintura de Ashley.

—Cuéntanos, ¿Cuál es el plan a seguir? —Ashley acarició el hombro de Lydia. Estaba segura que su novia se encontraba celosa, tras la mirada persistente de la pelirroja.

—No les pienso decir nada, ustedes mismas disfrutaran de la experiencia—explicó Alicia—¡Síganme! —sugirió. Ashley llevó de la mano a Lydia, para demostrarle que había ido a disfrutar con ella, no a estar pendiente de las miradas de otras chicas.

En la orilla, las esperaba un precioso Kayak de color azul rey, con tres compartimentos. Era un modelo particular  Seayak de prijon. Alicia les dio unos chalecos salvavidas de tonalidad naranja y unos cascos del mismo color. Por ser la instructora, se situó en el primer compartimiento de forma que Lydia era la que la seguía y por ultimo Ashley para repetir los movimientos—A remar señoritas —ordenó, en tono autoritario. Trazaron un pequeño rumbo al Parque Nacional Marino Ballena, ubicado al otro lado de la bahía para recorrer sus alrededores.

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Lydia se encontraba feliz por compartir con Ashley, ya tenían tres días en aquel lugar y todo parecía ir de maravilla. Amaba salir a caminar con Ashley tomadas de la mano y una parte de ella, se había olvidado que pronto tendría que partir. Mientras pensaba en todo aquello, sus ojos seguían cada movimiento que realizaba Ashley y sintió un impulso de expresarle unas palabras—Quisiera envejecer a tu lado—sus manos sostuvieron el rostro de Ashley—Jamás pensé amarte de esta manera —besos sus labios. Ashley rodeó su cintura, mientras se perdía en aquel beso. A pesar que llevaban un tiempo juntas, no dejaba de estremecerse cada vez que Lydia la besaba.

—Es hora de irnos —dijo Lydia, sostuvo la mano de su novia y bajaron al living. Allí, esperarían el taxi que las llevaría a la fiesta.

Al llegar, percibieron música a todo volumen y entre en la muchedumbre, estaba Alicia esperándola con unas margaritas—Me alegra verlas, ¿Cuánto piensa quedarse? —les dio las bebidas.

—Exactamente, nos quedan dos días. El domingo debemos regresar a nuestras actividades—contestó Lydia—¿Hace cuánto trabajas como instructora? —entrelazó sus dedos con los de Ashley.

—Unos siete años aproximadamente, ¿Y ustedes hace cuánto están juntas? —inquirió. Desde el primer día que las vio, moría por preguntarles.

La mirada de Ashley, coincidió con la de su novia como pidiéndole aprobación para responder a la pregunta. Al ver que Lydia cedió, dejó la copa en la barra—Llevamos tres años de novias, pero conviviendo solo dos años y medio —dijo.

—Dan la impresión de que llevan toda una vida—expuso Alicia, antes de ingerir el último sorbo de su bebida—¿Cómo se conocieron? —indagó.

—Si te contáramos, tal vez no, nos creerías  —respondió Lydia, al delinear los labios de Ashley con su dedo índice.

—Preciosa, ¿Quieres bailar? —un joven la invitó.

—No gracias, ya estoy acompañada —Ashley lo rechazó, no supo en que momento había llegado ese hombre para invitarla a bailar.

—Cómo te atreves—se enojó y en cuestión de segundos, agarró su brazo con fuerza—No puedes rechazarme y menos por una mujer —se sintió ofendido.

—La chica te ha dicho que no, respeta su decisión —expresó Lydia quién sostenía la mano de Ashley.

—Es evidente que estás pasado de tragos, por favor aléjate o llamaré a seguridad —Alicia lo amenazó.

Ashley deseaba expresarle sus verdades aquel hombre, pero su novia se lo impidió. No era necesario que intercambiara palabras con un borracho—Es hora de irnos—expuso Lydia. Ambas se despidieron de Alicia y caminaron por la orilla de la playa. A medida que caminaban, el sonido de la música disminuía y solo quedaba el ruido que generaba las olas del mar. De pronto, Ashley detuvo su andar, rodeó la cintura de Lydia y comenzó a tararear una canción

Lydia acarició la mejilla de Ashley, intercambiaron miradas y se dejaron llevar en un beso apasionado. Un beso que demostraba todas las sensaciones que sentía en ese momento. Estuvieron así, hasta que el aire les hizo falta. Lydia la invitó a sentarse y ella se ubicó detrás de Ashley, para abrazarla mientras disfrutaban la serenidad del mar.

—Me gusta que te sonrojes cuando te observó o te hago el amor —dijo Lydia, al mismo tiempo que jugaba con los dedos de Ashley.

Ashley sonrió. Se había esforzado por ocultar su sonrojes, pero se le fue imposible. No comprendía porque Lydia le hacía sentir tantas cosas a la vez—¿Has disfrutado del paseo? —le preguntó.

—Sí, más de lo que imaginas—Lydia le dedicó una mirada llena de amor, movió un mechón de su cabello y expresó—Podrías escribir un libro con nuestra vivencias, puede que no todos estén de acuerdo de cómo surgió nuestro amor, pero es algo que a nosotras nos tiene sin cuidado—beso su nariz—Después de todo, el amor que sentimos, nadie puede cambiarlo —abrazo fuertemente a su niña. Esa noche, recordaron como empezó su historia de amor, los diferentes matices que tuvo y lo especial que fue la vida, al unirlas.

Fin

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