Epílogo—Danielle

Aún me parece mentira que pueda mantenerme en pie ante todas las adversidades y pensar que los problemas surgieron tras mi confesión ante mi familia, una cosa llevo a la otra y a otra, hasta convertirse en un terrible caos para mí. Uno del que no hubiese salido, sino hubiese tenido a Emma y a esa mujer maravillosa como lo era Cristina. También debía darles algo de crédito a mi hermanito y a mi padre que lograron entender mi situación. No podía tener más apoyo de esas personas que permanecieron a mi lado a pesar de todo.

Desde la reconciliación con Emma, las cosas comenzaron a marchar bien. Había más confianza entre nosotras, no había secretos, ni verdades a medias. Solo éramos nosotras dos, luchando contra el mundo que nos rodeaba. Las clases seguían su curso normal, los pretendientes iban y venían por parte de las dos, la relación con Jenny había mejorado y hasta Alfonso me comenzó a caer bien, pese a que se alejó de un momento a otro de Emma.

Las cosas no podían ir mejor de lo que yo hubiese imaginado, excepto por aquel encuentro que tuve con mi madre en ese centro comercial que solíamos frecuentar cuando todo marchaba bien entre nosotras. Me echo la culpa de que sus amistades la humillaron en público por tener a una hija homosexual, ya que supuestamente me vieron muy cariñosa con mi novia por las calles y hasta tuvo la osadía de abofetearme de nuevo, pero decidí no caer en su juego. Ya sus palabras no me lastimaban, ni me afectaban como antes, simplemente le dije que era una lástima que aún se avergonzara de mi hermana y de mí.

Agradecí en los profundo de mi corazón que Emma no hubiese intervenido en esa acalorada discusión, aunque sé que lucho contra sus demonios para no lanzarse contra mi madre y decirle una par de cosas. Pero era mejor así, no quería que se atreviera a golpearla y supo entender que no era momento de igualarse al nivel de mi madre, bueno, si aún podía llamarla así, después de todo lo que había hecho. No obstante, esa mala experiencia me dejo una valiosa lección. Cada persona que entra en tu vida o está en ella, tienen un rol que cumplir.

Algunos te ponen a prueba como lo hizo mi padre, ya que en algún momento imagine que no volvería hablarme luego de mi confesión. Unos te lastimas, tal como paso con la actitud de mi madre, unos te enseñar a perdonar como el caso de mi hermana, que sin importar lo mal que me trato, me enseño que vale la pena dar segundas oportunidades para demostrar que hay cosas que valen la pena. Y hay otros que nos brindan un amor incondicional, tal como lo hizo mi novia que estuvo a mi lado apoyándome, dándome fuerza para seguir adelante, pero lo importante es que hay personas como Cristina que te sacan lo mejor de ti, sin su apoyo y el de mi hermano, me hubiese hundido en una depresión severa.

—Da —balbuceó ese pequeñín de nueve meses, aun no podía decir mi nombre como tal, pero ya decía mamá. Se veía precioso con su camisa blanca, su pequeño corbatín y su pantalón de vestir.

—Danielle, haznos una fotografía—mencionó mi hermana, dándome su celular. Desde que tuvimos esa reunión familiar, nos comenzamos a llevar como antes y era algo que me agradaba. Laura no era tan pedante y grosera como se comportó luego de mi confesión, simplemente estaba en shock como era de esperarse—Sonrían  —les indique, mientras capturaba la imagen.

—¿Todos están listos? Miren que vamos retrasados —expresó mi padre. Odiaba llegar tarde a un lugar y más si eran reuniones familiares.

—Sí, el único que ha tardado en arreglarse es Steven —comentó Laura, tomando la mochila que contenía las cosas de Eduardo.

—¡Steven! Si no sales, te vamos a dejar —exclamó molesto mi padre.

—No exageren, si fuera el único que tardara en arreglarme —miro de reojo a Laura. Ya que era consciente que mi hermana podía darse todo el postín del mundo en maquillarse, escoger blusas y demás.

—Esta vez, yo acabe primero —le saco la lengua. Desde el nacimiento de Eduardo, habíamos vuelto hacer una verdadera familia. Una que no tuvo que fragmentarse para conocer el verdadero valor de permanecer unidos hasta el final, sin importar las circunstancia.

—Dejen de pelear y vámonos —se inclinó para cargar a su nieto. Todos salimos a paso veloz y menos de lo planeado ya estábamos rumbo a la casa de Cristina.

—Eduardo, quédate tranquilo o tu abuelo te va a regañar —pronunció Laura.

—Déjalo, él quiere aprender a ser independiente —mencionó Steven.

—Claro, quiere ser igual de independiente que su tío —no tarde en bromear con mi hermano viéndolo desde el retrovisor.

—Tuvo a quien salir y eso me hace sentir orgulloso —me saco la lengua.

—¿Cómo te preparas para vivir con Emma?  —soltó mi padre de repente. La pregunta fue tan inesperada que todos se quedaron en silencio e incluso el pequeño Eduardo.

Inhalé una bocanada de aire antes de responder, debía admitir, estaba un poco nerviosa—Creo que bien, he esperado tanto tiempo que no se si las cosas vayan a funcionar como deseo —me encogí de hombros.

—Te puedo dar un consejo—dijo, sin quitar la mirada de la carretera. Asentí a la expectativa—La vida en pareja no es fácil, pero tampoco es color de rosa—doblo a la derecha—Sin embargo, debes dar todo de ti y no dejar que los malentendidos pasen de una noche —expuso con mucha naturalidad.

—¿Una noche? —mencioné sin entender a qué se refería.

—Quizás la relación que tuve con tu madre no es el mejor ejemplo que pueda darte—suavizo su tono de voz—Lo que intento explicarte, es que mientras más tiempo dejes que pase una discusión entre ustedes. Será más difícil reconciliarse —me regalo una sonrisa.

—Entiendo —dije por lo bajo. Es algo de lo que deberé hablar con Emma, para que las cosas no pasen a mayores. Después de todo, me la pasó muy mal cuando nos distanciamos por alguna tontería.

—¿Le tienes alguna sorpresa? —preguntó mi hermana con entusiasmo.

—Sí, muero por llevarla a mi departamento —confesé con un poco de nerviosismo.

—Hemos llegado—manifestó mi padre, al estacionar su auto—Mañana comenzamos con la mudanza de Emma —expuso antes de bajarse. Desde el comienzo del mes, él se había ofrecido para ayudarnos con todo el equipaje y demás cosas que pudiéramos necesitar.

—Por supuesto, aunque desearía que fuera hoy mismo, no quiero arruinar la noche con una mudanza que puede esperar hasta mañana —sonreí, si había esperado tantos meses, un día mas, no haría la diferencia.

Después de todo, llegamos con cinco minutos de sobra a la cena familiar. Apenas entramos, mi novia me recibió con un abrazo de oso y un cálido beso. Se notaba que me había extrañado al igual que yo a ella. Mi familia saludo a todos los presentes, para luego degustar un pequeño aperitivo, mientas que Emma y su madre servían la cena.

—Entonces, ¿Ustedes son pareja? —Laura le preguntó a las chicas.

—Sí, no imaginas cuanto tuve que esforzarme para que se fijara en mí —respondió Jenny, mientras observaba como su novia le hacía gestos al pequeño.

—Lo importante es que ya estamos juntas —confesó Jimena, al dedicarle una mirada tierna.

—La cena está servida, pasen al comedor—manifestó Cristina—Kevin, ¿Podrías ayudarme con el vino? —le preguntó.

Era evidente que ambos estaban muy felices, no sólo por mi relación con Emma, sino también por tener a todos reunidos en ese pequeño lugar. Mientras todos nos acomodábamos en la mesa, mi padre traía la botella de vino entres sus manos y Emma sostenía un plato de quesos. Era imposible terminar esa velada sin ese platillo.

—Quiero agradecerles por haber venido esta noche a mi hogar—expuso Cristina, levantando la copa de vino—Parece mentira que apenas ayer Emma era una niña y ahora se ha vuelto toda una mujer—sus ojos se cristalizaron—No pensé que al mudarme a este lugar, podría cruzarme con algunas personas que sin imaginar el cómo, se formaría un lazo invisible llamado “amistad” Espero que ese lazo, pueda perdurar por un largo tiempo —alzo la copa a modo de brindes.

—Por la amistad —manifestaron todos con su copa.

—Estoy segura que se llevaran de maravilla en su convivencia—mencionó Jenny—Sé que habrá momentos en que se quieran matar, pero les aseguro que valdrá la pena —dijo, al darle un beso en la mejilla a su chica.

Emma me miro y me regalo una sonrisa—Estoy segura que si —también dejo un beso en mi mejilla.

La velada trascurrió normal, disfrutamos de un delicioso pavo, puré y una exquisita ensalada. Conversábamos de todo un poco, hasta tocamos el tema de ese viaje que haríamos en familia al Fiordo de Geirangerfjord en Noruega para disfrutar de sus cascadas salvajes y su vegetación exuberante. Luego de que nos deleitáramos con un buche de Noel para navidad, dejamos los obsequios bajo el árbol para venir mañana y abrirlos. Mi padre se encargó de llevar a nuestras amigas a su hogar, mientras que yo me despedí de mis hermanos, sobrino y de Cristina; ya no podía esperar más para mostrarle a Emma esa sorpresa que le tenía.

Abordamos un taxi para ir a nuestro hogar, pero era inevitable no comernos a besos durante todo el camino. Creo que en parte se debía a esa ansiedad de no vernos los últimos días y a esos nervios de que a partir de esa noche, viviríamos juntas.

—¿Estás lista para vivir conmigo? —le pregunte, a unos pasos de abrir la puerta de mi departamento.

—No sabes cuánto he esperado para escuchar esas palabras—acortó la distancia para darme un beso tierno. Uno que gustosamente correspondí y sin soltar su cintura, giré la perilla—¡Bienvenida a tu nuevo hogar!—dije, antes de separarme de sus labios.

Pude observar como esos ojos azules, admiraban la decoración que había realizado hace unas horas atrás. Parte de la sala mantenía unos globos de colores, un letrero gigante que decía “No me rendí, mientras te esperaba”, algunas flores sobre el suelo y una pequeña cuerda que estaba atada desde la puerta de nuestro cuarto hasta un globo que estaba en la sala, el cual contenía algunas de nuestras fotos favoritas.

—Me has dejado sin palabra—se giró para darme un beso más apasionado—También te tengo un regalo—dijo, antes de separarse de mis labios.

Note como buscaba en el interior de su mochila y saco una pequeña cajita—Espera —mencioné, antes de tomar esa caja entre mis manos, la acerque a mí para darle otro beso. Un beso que le demostrara cuanto la había extrañado y al mismo tiempo, le diera a entender lo feliz que me encontraba por tenerla en nuestro hogar.

—Te amo—pronunció, al separarse de mis labios—Cuando me diste la llave de tu departamento, te prometí que le conseguiría un buen llavero—me entrego la caja—Es un llavero para cada una, ¡Ábrelo! —exclamó.

Mis manos estaban un poco temblorosas, pero pude destapar esa pequeña caja, cuando vi su interior, mis ojos se cristalizaron. Se trataba de un llavero muy original que contenía, un avión, una brújula y una maleta.

—El avión representa esos lugares que podremos descubrir juntas, la brújula nos indicara el camino que debemos seguir como pareja y la maleta, representa esos viajes que podamos realizar en nuestra vida —me explicó, para luego acercarse a mí y devorar mis labios otra vez.

—Es hermoso, ¿Dónde lo conseguiste? —no tarde en preguntarle, al mismo tiempo que tome mi llave para colocarla en ese llavero de acero.

—Se lo encargue a mi madre hace un par de meses, así que no tengo idea donde lo encontró —respondió, antes de repetir mi labor.

—Nuestra primera travesía como pareja —le regale una sonrisa.

—Y espero no sea la única —mencionó, antes de entrelazar nuestros dedos para ir a la cocina por un poco de vino.

—No crees que hemos tomado mucho por hoy —fruncí mi ceño, pero en realidad deseaba hacer un brindis con Emma por nuestra nueva aventura.

—Solo un poco—me hizo una señal con su dedo índice y pulgar—Pero antes de brindar, quiero leerte unas líneas que hice para ti —me entrego mi copa.

Hoy comenzamos otra aventura, un nuevo ciclo, un nuevo caminar. A partir de hoy, formaremos nuevos recuerdos, nuevos sueños y nuevas sonrisas que me regalaras cada mañana que despierte a tu lado.

Desconozco que nos depare el futuro, que decisiones podamos tomar, pero si de algo estoy segura, es que recorreremos ese camino juntas. En busca de ilusiones y momentos que nos puedan brindar felicidad.

Aunque no podamos olvidar esos errores que hemos cometido, podemos aprender de ellos y verlos como un aprendizaje, hoy te invito a construir juntas este nuevo sendero por el que decidimos caminar. Te amo mi francesita.

Esas palabras, me llegaron a lo más profundo de mi corazón, realmente había tomado la mejor decisión de todas. Arriesgarme por esa jovencita que me demostraba con cada detalle que estaba totalmente enamorada de mí, quizás más de lo que yo estaba de ella. Acaricié su mejilla y le di un tierno beso. Un beso que le trasmitía no solo el amor que sentía, sino esas ganas de empezar nuestra vida juntas, un beso que iba más allá de cualquier sentimiento que pudiera expresar con palabras.

—Por un nuevo ciclo —alzó su copa.

—Por un nuevo ciclo —repetí, al mismo tiempo que entrelazaba nuestros brazos para hacer el típico brinde de recién casados.

Y esa vida que las chicas puedan tener luego de esperar tanto tiempo para vivir juntas, es algo que les dejo a su imaginación. Quizás todo salga bien, quizás se peleen un par de veces, quizás se acabe ese amor que se profesan, pero quizás alguna de las dos pueda ser infiel.

Tal vez pasen el resto de la vida juntas, puedan vivan algunos años felices o quizás la madre de Danielle regrese para separarlas, pero tal vez sea la misma Danielle que ponga fin a su relación. Pero como les dije, todo queda a su imaginación. 

FIN

Una vez más, gracias por haberme seguido durante el desarrollo de esta pequeña historia, porque debo confesar que la había escrito solo de 16 capítulos, pero al ver su entusiasmo con cada trocito que subía a la app, decidí alargarla un poco más hasta formar lo que sus ojos apreciaron durante este recorrido.

Y pensar que todo empezó con un capitulo que no imagine que algunas personas se sentirían identificados, pero como ven, la vida está llena de sorpresas y de pequeños momentos que marcan para siempre.

Fue un placer escribir una vez más para mis seguidores, esos que me alientan a continuar publicando esas historias que tenía archivada por mucho tiempo. Gracias por dejar sus comentarios y dar sus valoraciones, tal vez vuelva pronto con una historia nueva o tal vez no, ya el tiempo decidirá. De igual modo, gracias por tomar un minuto de su tiempo para leer mis líneas. Nos estamos leyendo, cuídense, nos vemos en la próxima historia.