miprimita.com

Mi segundo amor

en Lésbicos

Capítulo especial

 

Francy

Mientras conducía la motocicleta que mi hermana me había regalado, recordé una conversación que tuve con mi madre hace unos meses sobre mis miedos e inseguridades y ella tan linda como siempre, busco la manera de tranquilizarme para que no me agobiara por tonterías.

 

 

—Mamá, ¿Por qué nunca me has preguntado sobre mi orientación sexual? —pregunté, mientras tomaba mi taza de chocolate.

—Tú mami y yo, no hemos querido que te sientas obligada a escoger un género en particular—dijo, con cierta calma en su voz—No nos importa si escoges a un hombre o una mujer como pareja o tal vez puedas escoger a ambos, pero esa decisión debes tomarla tú, no nosotras —me explicó.

—Pensé que sería algo más sencillo, pero la verdad es que estoy tan confundida—mencioné, sin poder mirarla—Estoy a punto de cumplir diecisiete años y no sé si me gustan los hombres o las mujeres, ¿Crees que eso sea normal? —mencioné.

—Mi pequeña, tomar conciencia y aceptar la propia orientación sexual puede llevar tiempo—pronunció—No todo el mundo nace con sus ideas claras, existen personas que llegan hasta su etapa adulta y aún no saben que género les atrae —intentó explicarme.

—¿Y si nunca me doy cuenta?—dije frustrada—¿Y si escojo a la persona equivocada y luego me arrepiento?—le cuestioné—Está incertidumbre, me tiene al borde del colapso mamá y no sé qué hacer. Me encuentro tan desesperada que quizás me dé por tener sexo con la primera persona que se me cruce en el camino para descubrir lo que realmente me gusta —comenté.

—Lo de tener sexo, ya es un tema que hemos hablado—acarició mi mejilla—Si decides que lo tuyo son los hombres, debes comenzar a cuidarte y procurar que él use un condón. En cuanto a tu pequeño dilema, confió que llegara un día en el que te des cuenta que es lo que realmente te atrae —ingirió un sorbo de su chocolate.

—Pero, ¿Y si no ocurre? —insistí.

—Cuando menos lo esperes, te darás cuenta, ya verás —me regalo una sonrisa.

—Y si en el trayecto descubro que me gustan las mujeres, ¿Te sentirías avergonzada de mí? —pregunté, con cierto temor.

—Cariño, ¿Por qué piensas tal cosa? —colocó su brazo sobre mi hombro

—Porque a veces presiento que todo el mundo espera que sea como ustedes y no es que las esté juzgando, porque sabes que no es así. De hecho, las admiro por todo lo que han tenido que luchar estos años, mientras nuestro país aún estaba envuelto entre tanto machismo, pero ahora que se ha unido a uno de los 23 países que aceptan el matrimonio igualitario, todo es distinto—confesé—La verdad es que no quiero fingir algo que no soy y tampoco quiero complacer a mis compañeros o algunos profesores que esperan que sea heterosexual, como si eso fuera un requisito para ser aceptado en la sociedad —se formó un nudo en mi garganta.

—Por ahora te aconsejo que seas honesta contigo misma y a tus sentimientos—sostuvo mi rostro—Mi único objetivo, es que encuentres a alguien que se compenetre contigo y que te haga feliz, independientemente de su sexo —me confesó.

—Por qué siempre haces ver las cosas como si fueran tan sencillas, cuando la verdad es que no lo son —me queje.

—No es cuestión de que las vea sencillas, con los años aprendes a que no debes darle importancia a lo que digan los demás—me dio un beso en la sien—Lo única cosa que debe importarte, es que siempre estaremos orgullosa de ti, sin importar a quién decidas amar —me abrazo.

 

Reduje la velocidad de mi motocicleta para esperar el cambio de semáforo. Aquella conversación que había tenido con mi madre me había ayudado un poco, pero no quitaba esa sensación de intranquilidad en mi corazón.

Nunca me había sentido tan indecisa sobre un tema que se tratara de mí y eso me tenía muy preocupada. No era que desconfiara de mi buen juicio, pero si me hacía dudar de lo que realmente quería. Retome mi camino y comencé a recordar el día en que quise explorar mis alternativas, trazándome un plan de encontrar pareja.

Como era de esperarse, mis dos amigos de la infancia me acompañaron en todo momento y me llevaron a un sinfín de reuniones para conocer futuros candidatos. José que era tan sobreprotector conmigo, hacia toda una investigación de sus colegas masculinos antes de presentármelos y Amber, que era una lesbiana declarada desde los doce, no hacía mucho énfasis en presentarme chicas, porque decía que eso de coquetear y pasar el rato, no era su fuerte.

Esa pelirroja, era del tipo de chica que era fiel a su pareja y tenía buen gusto a la hora de vestirse, hasta podía decir que era más segura de sus sentimientos que cualquier adolescente que yo conociera, mientras que José, era todo lo contrario. Él se acostaba con la primera chica que se le cruzará el camino, sin importar la edad que tuviese.

Mis buenos amigos eran todo un caso perdido, sin lugar a dudas, pero a pesar de eso, no me dejaron sola en todo este proceso de encontrar una pareja ideal. De hecho, el único que obtuvo resultados positivos, fue mi amigo José, quien me presento a Sebastián, un chico de dieciocho años que recién había conocido en un partido de fútbol.

El tiempo pasó y nos volvimos novios oficiales, como era de esperarse, toda mi familia estaba encantada con él e incluso mis mejores amigos. Sin embargo, de un tiempo para acá, me estaba cuestionando mi noviazgo. Sin importar que las cosas marcharán bien entre nosotros, sentía que algo me faltaba, un no sé qué, que no podía explicar con palabras. Ni si quiera había podido acostarme con mi novio porque no me nacía hacerlo, sentía que no estaba preparada para dar ese paso y era algo que le estaba impacientando a Sebastián.

Tanto era su insistencia, que de poco fue floreciendo esos temores e inseguridades que tenía olvidados. No importaba cuanto luchara contra ellos o cuando quisiera evadirlos, ellos estaban allí, sin la más minina intención de esfumarse. Para mi desgracia, la única persona con la que podía conversar sobre ese tema, era mi hermana Abigail, pero ella se encontraba fuera del país, ejecutando una presentación en la Real Academia de Música en Londres donde había sido invitada.

Sentía que me estaba ahogando en un vaso de agua y tenía la enorme necesidad de explicarle a alguien como me estaba sintiendo. Quería apaciguar de una manera u otra, esa espiral de emociones que no me dejaba tranquila y que me estaba llevando a un callejón sin salida.

Cuando llegue al lugar donde me esperaba mi novio, quise hacer caso omiso a esa sensación de vacío, a esa extraña pero conocida emoción que me indicaba que estaba haciendo algo incorrecto, algo de lo que después podía arrepentirme, pero quise olvidar esa advertencia nuevamente y decidí enfrentar lo inevitable.

—Hola mi amor, te estaba esperando—dijo, al darme un beso en los labios—Mis padres no están en casa, así que nadie podrá molestarnos —mencionó, con una sonrisa.

Después de tanta inasistencia de mi novio, había tomado la decisión de mantener relaciones sexuales para complacerlo. Sin embargo, estando allí, frente a algo que había evadido por meses, me entró algo de miedo y quise echarme para atrás. No sé si quería que mi primera vez fuese así, tan estrepitosa por no decir que estaba siendo forzada a algo que no quería hacer.

—Te he comprado esto, así te relajas un poco —mencionó, al pasarme una cerveza.

—Sabes que no ingiero nada de licor —pronuncié, con cierto malestar.

Dejó la cerveza a un lado para rodearme con sus brazos, me dio un beso húmedo y sus manos comenzaron a repartir caricias atrevidas por mis costados. Me retiro la blusa con mucha agilidad y me pego a la pared para continuar con sus besos. La verdad no es que me desagradara su forma de besarme o tocarme, pero sentía que no estaba haciendo lo correcto o algo dentro de mí, me hacía ver que eso no era lo que quería.

De un momento a otro, me cargo entre sus brazos y me llevo al sofá, donde continúo con sus caricias. Quería dejar de pensar en tonterías e intentar disfrutar el momento, pero por más que me esforzaba, más incómoda me sentía, así que me aparte como pude.

—Lo siento—dije por lo bajo—No quiero continuar, es mejor que me vaya —manifesté.

—Francy, no te atreves a dejarme así—expresó molesto—No pienso esperarte más, de nada me sirve tener una novia, si no es capaz de brindarme una buena sesión de sexo —añadió.

—Lamento decepcionarte, pero no tendré sexo contigo, ni hoy, ni mañana, ni nunca —expresé, conteniendo las ganas de abofetearlo.

—De aquí no te vas a ir hasta que culmines lo que empezaste—me agarró del brazo y me tiró hacia él—¿Quién te crees para rechazarme? —expresó, al mismo tiempo que me quitó el sostén de un solo movimiento.

—Te he dicho que no quiero —intenté alejarme.

—Y yo te he dicho que culminarás lo que empezaste —apretó mis pechos con cierta brusquedad, mientras metía su lengua en mi boca.

Estando en esa situación, me sentí asqueada, sucia, no quería que él tocará mi cuerpo o tan siquiera se viera con el derecho de abusar de mí como si nada, pero cuando se distrajo por unos segundos, aproveché para empujarlo y darle con mi rodilla en sus partes blandas.

—¡Hija de puta! —bufó molesto.

—Bien merecido que te lo tienes—le di un puñetazo en la cara, rompiendo su nariz—¿Pensaste qué harías conmigo lo que te viniera en gana? Pues no, conmigo te equivocaste —cogí mis cosas.

—Nunca me dijiste que sabías defenderte —mencionó, mientras se retorcía del dolor.

—Esto no lo pienso dejar así —lo amenacé, mientras me colocaba la blusa.

—¿Y qué piensas hacer?—se burló, como si mis palabras le valieran un carajo—Si te atreves a denunciarme, te enterarás de lo que soy capaz —me advirtió.

—Ni se te ocurra amenazarme infeliz, tienes todas las de perder—cogí mi bolso—Da por terminada nuestra relación y ni se te ocurra buscarme —expuse, antes de salir.

Salí de ese lugar con muchas emociones encontradas, quería que la tierra me tragara y de ser posible que nadie me encontrara, pero como sabía que no era así de sencillo, me coloque mi casco y conduje a mí casa. Cuando llegue, no tenía ganas de encontrarme con nadie, así que subí lo más rápido que pude las escaleras y me encerré en mi habitación.

No sé por cuanto tiempo estuve dando vueltas en mi cama, pues mis pensamientos no me dejaban tranquila, así que hice lo propio. Me di una ducha fría, me coloque una ropa ligera y decidí ir a esa zona de la casa donde podía encontrar la tranquilidad que tanto buscaba. Al girar la perilla, me perdí en la inmensidad de ese lugar, todo estaba acomodado a la perfección, desde el violonchelo de mi mami hasta el piano que mi madre me regaló hace años.

El piano estaba ubicado a un extremo de la habitación, frente a una ventana que daba a la calle y me permitía observar la vegetación. Situé la banqueta en el centro, relaje mis brazos y comencé a mover los dedos a lo largo del teclado para interpretar aquella melodía titulada “Hoffnungslos”.

https://www.youtube.com/watch?v=vWNPmEKGXc0

Por instinto, cerré mis ojos, mientras mis dedos se deslizaban con cierta maestría por el teclado, dejando que cada nota hiciera eco en mi cabeza y por un segundo, recordé aquel momento que tuve con Amber.

—¿Qué haces aquí? Pensé que estarías con tu novio —mencionó.

—Lo sé, pero justo hoy quiero estar al lado de mi amiga—le regale una sonrisa—Lamento que tu novia te haya terminado, sé que la querías mucho —me retire el casco.

—Es algo que ya veía venir, así que no te preocupes —sus ojitos estaban tristes.

—¿Puedo pasar? —le pregunté.

—Como se te ocurre hacer tal pregunta, sabes que adoro cuando vienes de visita —me dio un abrazo.

Pasamos algunas horas conversando sobre niñedades y planeando que haríamos en nuestras vacaciones, pero sin darme cuenta, me quede admirando sus ojos verdes y me perdí en su mirada dulce. No sé en qué momento se me olvido que era mi amiga, sólo sé que uní nuestros labios en un beso tierno.

Amber correspondió a mi beso como si lo estuviese esperando con ansias, mientras que mis manos se aferraron a su cuello para que nunca se alejara. Los besos se volvieron más apasionados, más atrevidos hasta que mi amiga dejó de besarme.

—Francy, esto no es correcto y lo sabes —sus ojos coincidieron con los míos.

—¿Y quién dice que no es correcto? —intenté controlar mi respiración.

—Lo digo yo—acarició mi mejilla—Recuerda que tienes novio, no puedes ir besando a otras personas como si nada —me regaño.

—Discúlpame, no sé en qué estaba pensando —manifesté, antes de irme.

 

Aún sin abrir mis ojos, pude sentir como las lágrimas recorrían mis mejillas hasta caer sobre mis muslos, mientras las yemas de mis dedos, tocaban esa última nota. Había pasado mucho tiempo desde aquel día y mi relación con Amber había cambiado.

Ya no conversábamos como antes, ni salíamos a pasear luego de clases, ella había tomado cierta distancia desde aquel beso y eso me dolía. Extrañaba su sonrisa y esos te quiero que solía decirme cada que me veía, pero lo que más echaba de menos, era esa complicidad que ambas teníamos. Una complicidad que no había tenido con nadie, ni siquiera con mi exnovio.

Quise ir a buscarla para pedirle que volviéramos hacer las mismas amigas de antes, pero por temor a que pudiera odiarme por lo sucedido, me negaba a buscarla. No podría soportar otro rechazo de ella, no de mi pelirroja, así que prefería mantener la distancia.

—¿Qué tienes cariño? —escuché la voz de mi mami.

Como pude limpie el rastro de humedad que tenían mis mejillas, inhale una bocanada de aire y fingí una sonrisa para que no se diera cuenta de mi estado de ánimo.

—No tengo nada mami, ¿Te apetece tocar una pieza conmigo? —sonreí de medio lado.

—Sabes que no puedes engañarme pequeña—besó mi frente—¿Peleaste con tu novio? —no tardo en preguntar.

Ante su pregunta, desvié mi mirada, las cosas eran más complicadas que eso. Por un lado estaba lo que había sucedido con mi exnovio y por otro lado, me dolía haberme distanciado tanto de mi amiga.

—Francy —acarició mi mejilla.

Todo me estaba abrumando y mi única reacción, fue abrazarla, tal como cuando era pequeña y hacia una de mis travesuras. No tuve el valor para mirarla o expresarle lo que me estaba pasando, ¿Cómo podría explicarle que mi exnovio quiso abusar de mí?, ¿Cómo le hago entender que mis prioridades habían cambiado?

Desde hace un tiempo, me estuve replanteando lo que había sucedido con Amber, pues con ella todo era diferente, desde su compañía hasta ese beso que le robe, ¿Cómo podía explicar un sentimiento que ni yo misma entendía? Intente ocultarlo muchas veces, pero no tuve éxito, ni siquiera estando con Sebastián, pude olvidarme de lo que sentí aquella vez que besé a mi amiga.

Mis lágrimas comenzaron a salir nuevamente y sentí como mi mami me abrazó y acaricio mi espalda. Me sentía como una niña pequeña, que no sabía qué hacer con su vida o cómo actuar antes las adversidades que le ponía la vida. Lloré como hacía mucho no lo hacía y de cierta forma, libere esa tensión que tenía acumulada.

—¿Qué pasa pequeña? —cogió mi mentón para que la mirase.

—Soy una idiota, debí hacerle caso a mí corazón y no dejarme llevar por las palabras de Sebastián —escondí mi rostro sobre su regazo.

—Pequeña, puedes confiar en mí, ¿Cuéntame lo que ha pasado? —me insistió.

Estando entre sus brazos, le conté lo que había pasado con Sebastián, le dije hasta el más mínimo detalle y cuando terminé, me preguntó cómo me sentía. Aunque su pregunta era mera cortesía, pues podía notar lo molesta que estaba ante lo sucedido.

—¿Te molesta si soy yo quien le cuente a tu madre lo que paso con tu exnovio? —me preguntó.

—Para nada mami, no sabes cuánto te lo agradecería—limpié mis mejillas—No tengo el coraje para contárselo a mamá, lo siento —me disculpe.

—De acuerdo—besó mi frente—Yo misma me voy a encargar de ese rufián, ya verás —me dijo.

—Mami, ni quiero que hagas una locura, no quiero que vayas a la cárcel por ese idiota —expresé muy preocupada.

—No haré ninguna locura, te lo prometo—acarició mi mejilla—Pero si haré que ese idiota page lo que te hizo —mencionó con su ceño fruncido.

—Te quiero —la abrace fuertemente,

—Yo también te quiero pequeña—besó mi coronilla—Por cierto, la melodía que tocabas hace un instante, ¿Es por tu amiga —soltó de repente.

—Es algo que no puedo explicar con palabras —dije, sin poder mirarla.

—Inténtalo, sé que puedes —manifestó.

—¿Alguna vez te llego a pasar que una chica te atraía en todos los sentidos? Pero cuando lo piensas bien, te das cuenta que sólo ella te atrae y no el resto de las chicas —confesé.

—Nunca me llego a pasar algo similar—expresó, mientras sus manos sostuvieron mi rostro—Pero siempre existe una primera vez para algo—me regalo una sonrisa—¿Qué sientes por tu amiga exactamente? —pronunció.

Ante su pregunta, me vi en la obligación de contarle lo que había sucedido con Amber hace unos meses y de mis sentimientos hacia ella. Aunque sabía que estaba sorprendida por todo lo que le dije, se mostró tranquila y me hizo entender que no había hecho nada malo. Que solo me deje guiar por lo que sentía mi corazón.

—No has respondido a mi pregunta —me insistió.

—Creo que me he enamorado sin saberlo —me sonroje.

—Si crees que puedes mantener una relación de noviazgo con tu amiga, te animo a que lo hagas, igual no pierdes nada con intentarlo —me aconsejo.

—Mami, no sólo se trata de intentar—dije cabizbaja—No quiero perder su amistad si las cosas no funcionan entre nosotras. La quiero mucho como para darme el lujo de perderla —expresé, con cierta tristeza.

—Por lo que me has contado, su amistad se ha deteriorado desde que le robaste ese beso, qué más da si te atreves a intentar algo más —acarició mi mejilla.

Sus palabras me hicieron eco en mi cabeza, quizás mi mami estuviese en lo cierto y yo solo me estaba ahogando en un vaso de agua con mis cavilaciones. Después de todo, fue la misma Amber que una vez me pidió que le diera su primer beso, con la excusa de que quería probar conmigo antes de besar a otras chicas y como siempre he sido su confidente, no le puse mucho problema en aquel entonces, pues yo también quería aprender a besar.

—Piénsalo, no suena tan descabellado después de todo —me alentó.

—Me da la impresión de que en tu otra vida, eras una asistente de cupido —expuse a modo de broma.

—Tal vez—movió sus cejas de manera divertida—¿Qué melodía deseas tocar en el piano? —expuso, con toda la naturalidad del mudo.

—Nuvole Bianche, del compositor y pianista italiano Ludovico Einaudi —respondí.

—Vaya, te me has vuelto muy exigente con los años —me despeino.

El resto de la tarde, estuvimos recordando viejos tiempos y ejecutando algunas piezas para conmemorar la paciencia que tuvo mi mami de enseñarme a tocar piano. Fueron tiempos increíbles, no puedo negarlo, pero una parte de mí, no dejaba de pensar en Amber y en todo lo que me había dicho mi mami, ¿Sera que Amber sentirá lo mismo por mí? Me cuestione, mientras mis dedos se deslizaban sobre el teclado.

La semana paso en un abrir y cerrar de ojos, estuve ocupada en algunas cosas del colegio e intenté ocupar mi mente en cualquier cosa para evitar pensar en mí amiga, pero cuando mi hermana llegó de viaje, me hizo contarle todo lo que había sucedido con mi exnovio.

Obviamente se enojó por todo lo que pasó esa tarde y hasta estuvo a punto de ir a la casa de ese idiota para darle su merecido, pero mi madre se lo impidió. Luego me enteré que Abigail, se había tomado la molestia de contratar a unas personas para darle un susto a Sebastián y hacerle saber que no debía acercarse a mi o pagaría las consecuencias.

Así fueron pasando las semanas, hasta que mi madre me obligo a ir a la casa de Amber, con la excusa de que ya no podía darle largas al asunto, pero prefería mil veces seguir en la incertidumbre que escuchar de los labios de mi amiga que ya no deseaba verme. Sin embargo, fue imposible evadir la insistencia de mi madre, así que tuve que armarme de valor y conducir a esa casa que tenía olvidada.

Cuando estacione mi motocicleta, le marqué a su celular y espere pacientemente a que ella me atendiera. Había pasado tres meses desde la última vez que estuve en su casa que no podía creer que realmente estuviese allí, aguardando a que me contestará el celular.

—¡Aló! —escuché, al otro lado de la línea.

—Hola—dije tímidamente—¿Crees que podamos charlar? —pregunté, mientras cruce mis dedos con la esperanza de obtener una respuesta positiva.

—No lo sé —escuché un suspiro.

—Por favor—supliqué—Solo serán unos minutos, te lo prometo —me mordí el labio inferior.

—Está bien, ¿Cuándo deseas hacerlo? —no tardó en preguntarme.

—¿Puedes ahora? Estoy frente a tu casa —dije sin más.

—De acuerdo, déjame bajar las escaleras y te abriré la puerta —sugirió.

—Aquí estaré, no iré a ningún lado —sonreí.

Me retire el casco y espere pacientemente, estaba tan nerviosa que no sabía cómo iba a reaccionar cuando la tuviese enfrente o como ella me trataría luego de todo este tiempo. Muchas cosas pasaban por mi cabeza, mientras esperaba que esa puerta de metal se abriera, pero cuando mis ojos, se toparon con aquella silueta, me quedé paralizada.

Amber estaba exactamente igual como la última vez que la vi. Con el cabello recién cortado, su mirada tranquila, esa sonrisa coqueta y su aroma que me volvía loca. La había echado tanto de menos, que al verla, mi corazón se aceleró considerablemente y tuve el impulso de abrazarla.

—Hola —dijo por lo bajo.

—¿Puedo pasar? —dije, con una sonrisa nerviosa.

La manera tierna con la que mi amiga me miró, me conmovió el corazón. Sin importar cuanto tiempo hubiese pasado de que ninguna de las dos nos habláramos, ella seguía manteniendo el mismo cariño hacia mí y eso era mucho que decir.

Amber no respondió a mi pregunta, pero si entrelazó nuestras manos como solía hacer desde que éramos pequeñas y me llevo a su habitación. Estando allí, ninguna de las dos pronunció alguna palabra como tal, pues se sentía la tensión entre ambas, hasta que ella interrumpió el silencio que había entre nosotras.

—Me entere de tu ruptura, no sabes cuánto lo lamento—expuso, con mucha sinceridad—¿Estás bien? —me preguntó, con una mirada dulce.

—Supongo que sí —me encogí de hombros.

—¿Me dirías qué pasó exactamente? —manifestó, con cierta calma en su voz.

—Lo siento, pero no quiero hablar de eso —me disculpé.

—Si ese desgraciado fue capaz de hacerte daño, te juro que...

No dejé que continuara la frase, porque seguramente hubiese dicho una tontería de la cual podría arrepentirse después. Verla tan preocupada por mí, me enterneció, tanto que no dude en acariciarle la mejilla.

—Otro día te cuento a detalle, hoy sólo quiero arreglar las cosas contigo —mencioné.

—De acuerdo —dijo, como una niña regañada.

—Lamento lo que pasó entre nosotras, no debí besarte —dije, sin dejar de mirarla.

—Yo lamento haberte tratado de ese modo, no fue mi intención—sostuvo mi mano—¿Crees que puedas perdonarme? —hizo un puchero.

—No tengo nada que perdonarte mi princesa—acaricié su mejilla—Te he echado de menos —confesé.

—Yo también te he echado de menos, mi pequeña terremoto —me dedicó una mirada tierna.

Por unos segundos, nuestras miradas se conectaron y supe que había sido un error no haberla buscado antes. Me quedé inmersa en sus ojos verdes, en lo que intentaba decirme, en lo que me trasmitía con su mirada dulce, hasta que Amber se acercó a mí y me besó.

Me dejé llevar por esos labios suaves, por su aroma y sus caricias que eran como una mota de algodón. Con cada beso que me daba, sentía que estaba en las nubes y una especie de cosquilleo, se instaló en la base de mi estómago.

—No sabes cuánto espere para que pudiéramos estar así —me confesó, mientras correspondía a mi beso.

—¿Ah sí? —mencioné, sin separarme de sus labios.

—Sí—me dio un beso tierno—Siempre me has gustado Francy y no puedo creer que estemos así —dijo, con una leve sonrojes en sus mejillas.

—Ni yo —besé su frente.

Como pude, me coloque a horcajadas sobre sus piernas y continúe besándola. Así estuvimos un rato, entre beso y beso, hasta que sentí como sus manos comenzaron a acariciar mi piel por debajo de la blusa. Estaba perdida en el placer, dejándome llevar por cada sensación que me transmitía sus besos, por ese hormigueo que viajaba desde la punta de mi cabeza hasta la punta de mis pies, pero cuando estuve a punto de retirar su blusa, ella me detuvo.

—Si cruzamos esta línea, no hay vuelta atrás y no quiero perder tu amistad —acarició mi mejilla.

—Jamás podría arrepentirme de esto o se te olvida como sucedió nuestro primer beso —mencioné, con la respiración agitada.

—Como podría olvidar ese momento—me regalo una sonrisa nerviosa—Pero esto que vamos hacer, es diferente —sostuvo mi rostro.

—Sólo quiero entregarme a ti—mis manos se aferraron a las suyas—Aunque he de suponer que te estás reservando para alguien más —manifesté, con la intención de incorporarme.

No sé qué efecto tuvieron mis palabras sobre Amber, pues se acercó a mí y me beso con más intensidad que antes. Era como si de alguna forma, me estuviese expresando que todo esté tiempo se estuvo reservando para mí, aun cuando yo no sabía que me estaba enamorando de mi mejor amiga.

Los besos dieron paso a algo más y terminamos haciendo el amor. No sé por cuánto tiempo estuvimos entregándonos la una a la otra, lo cierto es que Amber se había quedado dormida sobre mi regazo. Estando entre sus brazos, me di cuenta que mi corazón, siempre le había pertenecido a Amber, aun cuando estaba confundida.

Sentir su respiración sobre mi cuello y la calidez de su cuerpo junto al mío, me di cuenta que sólo quería entregarme a la única persona con la que me he sentido segura, con la única persona que no me presionaría para hacer algo que no quería. Sólo quería pertenecerle a alguien que me quisiera por lo que soy, sin esperar nada a cambio.

Había tenido el mejor día de toda mi vida y no deseaba cambiarlo por nada del mundo. Ahora sabía lo que quería en mi vida y no estaba dispuesta a dejarlo. Pese a que deseaba permanecer más tiempo al lado de Amber, era consciente que debía despertarla porque pronto llegarían sus padres y lo que menos deseaba era que nos encontrarán de este modo. No quería darles una mala impresión a mis futuros suegros.

—Am, es hora de levantarse —susurré.

Apenas y se movió para dejar un beso sobre mi pecho, mientras que murmuró algo que fue indescifrable para mí. Sonreí ante su gesto, mientras que me dediqué a realizar figuras sobre su espalda.

—Despierta dormilona —besé su frente.

—No quiero, temo que esto sea un sueño —se aferró a mi cintura.

—Mi princesa—acaricié su mejilla—Esto no es un sueño, realmente estoy a tu lado —cogí su mentón para que me mirase.

—¿Realmente hicimos el amor? —me preguntó, como si no creyera lo que había sucedido entre nosotras.

—Sí —le robé un beso.

—Te amo Francy—me confesó, antes de darme un beso suave—¿Te quedarías a dormir hoy? Por favor —me suplicó.

—Lo que mi princesa desee —me perdí en su mirada.

—Entonces, es un sí—sonrió de manera tierna—Sé que no es el momento, ni el lugar, pero puedo hacerte una pregunta —se puso nerviosa.

—¿Esa pregunta tiene que ver con mi exnovio? —dije, sin más.

—Sí —respondió avergonzada.

—¿Qué deseas preguntarme? —rodee su cintura.

—¿Aún sientes algo por tu exnovio?—expuso—Es que no quiero que esto que pasó entre nosotras, sólo sea cosa del momento, ¿No sé si me explicó? —me miró sería.

Cómo podía explicarle a Amber que mi noviazgo de seis meses había sido un error de mi parte, que sólo quería experimentar y probar por mí misma hasta donde podía llegar con una relación heterosexual. Ahora que había estado con ella, me di cuenta de muchas cosas que había pasado por alto en su momento y una de ellas, es que no todas las mujeres me atrajeran sexualmente o que su físico desbordara sensaciones que mis madres podían conocer a la perfección. Sólo me sentía atraía por mi amiga, por esa chica que creció a mi lado y me ha demostrado que no necesito escoger un bando para que alguien pueda amarme por lo que soy.

—¿Me creerías si te dijera que por Sebastián no siento nada? No te voy a negar que disfrute de su compañía y de sus besos mientras estuvimos juntos, pero la única persona con la que deseo estar en estos momentos, es contigo —acaricié su mejilla.

—No es cuestión de creer o no, sólo quiero que tú estés segura de lo que sientes, de lo que quieres realmente para ti—acomodo un mechón de mi cabello—Yo estoy segura de lo que siento por ti y me esforzaré cada día en demostrárselo —junto su frente con la mía.

—¿Y tú aún sientes algo por tu exnovia? —le pregunté, sin separarme de su lado.

—No siento nada—enredo sus dedos en mi cabello—¿Quieres saber porque ella me terminó? —su mirada coincidió con la mía.

—No es necesario mi princesa, yo solo quiero que sepas que quiero todo contigo—besé sus labios—Sé que no soy perfecta, que tengo mis defectos, pero te aseguro que siempre intentaré cuidarte sobre todas las cosas—manifesté con toda la seguridad del mundo—¿Te gustaría ser mi novia? —le pregunté.

—Pensé que nunca lo dirías —unió nuestros labios.

Amber me regaló un beso suave, pero con cierto toque de lujuria que me hizo estremecer como nadie lo había hecho hasta ahora. Se ubicó encima de mí y profundizó el beso, mientras que mis manos acariciaban su espalda. Después de tanto tiempo, al fin me había decidió por un género en particular o más bien, me había dado cuenta que siempre estuve enamorada de mi mejor amiga.

—Como ya sabes, se acerca mi cumpleaños y quiero presentarte como mi novia ante mi familia —dije, sin dejar de besarla.

—Me encantaría, pero antes—mordio mi labio inferior—Te haré una fiesta de pre-cumpleaños, donde solo estemos nosotras dos —sus labios bajaron por mi cuello.

—Suena tentador—gemí—¿Y puedo pedir mi regalo por adelantado? —mis manos se aferraron a la sabana, mientras sentí los labios de Amber por mi abdomen.

—Por supuesto, todo lo que mi novia desee —mencionó, antes de llegar a su objetivo.

—¡Novia! Suena tan bien en tus labios —mordí mi labio inferior.

¡Hola mis queridos lectores! Ahora sí, está historia ha llegado a su final. Una vez más, les doy las gracias por seguirme en esta aventura, por dejar sus comentarios y a mis lectores silentes, les agradezco enormemente por cada segundo que dedicaron a esta historia. No sé cuándo vuelva a escribir o publicar por este medio, pero no duden que cuando tenga algo, lo haré por aquí. Cuídense. Y nuevamente gracias por todos mis queridos lectores.

Mas de Bella15

Mi segundo amor

Mi segundo amor 47

Mi segundo amor 46

Mi segundo amor 45

Mi segundo amor 44

Mi segundo amor 43

Mi segundo amor 41

Mi segundo amor 42

Mi segundo amor 40

Mi segundo amor 39

Mi segundo amor 38

Mi segundo amor 37

Mi segundo amor 36

Mi segundo amor 35

Mi segundo amor 34

Mi segundo amor 32

Mi segundo amor 2

Mi segundo amor 33

Mi segundo amor 31

Mi segundo amor 30

Mi segundo amor 29

Mi segundo amor 27

Mi segundo amor 28

Mi segundo amor 26

Mi segundo amor 25

Mi segundo amor 24

Mi segundo amor 23

Mi segundo amor 22

Mi segundo amor 21

Mi segundo amor 20

Mi segundo amor 19

Mi segundo amor 18

Mi segundo amor 17

Mi segundo amor 16

Mi segundo amor 15

Mi segundo amor 14

Mi segundo amor 13

Mi segundo amor 12

Mi segundo amor 11

Mi segundo amor 10

Mi segundo amor 9

Mi segundo amor 8

Mi segundo amor 7

Mi segundo amor 6

Mi segundo amor 5

Mi segundo amor 4

Mi segundo amor 3

Mi segundo amor

Mi segundo amor 1

Epílogo—Danielle

Epílogo—Emma

Amor te otoño 29

Amor te otoño 28

Amor te otoño 27

Amor te otoño 26

Amor te otoño 25

Amor te otoño 24

Amor te otoño 23

Amor te otoño 22

Amor te otoño 21

Amor te otoño 20

Amor te otoño 19

Amor te otoño 18

Amor te otoño 17

Amor te otoño 16

Amor te otoño 15

Amor te otoño 14

Amor te otoño 13

Amor te otoño 12

Amor te otoño 11

Amor te otoño 10

Amor te otoño 9

Amor te otoño 8

Amor te otoño 7

Amor te otoño 6

Amor te otoño 5

Amor te otoño 4

Amor te otoño 3

Amor te otoño 2

Amor te otoño 1

Adicta a tus labios 13

Adicta a tus labios 12

Adicta a tus labios 11

Adicta a tus labios 10

Adicta a tus labios 9

Adicta a tus labios 7

Adicta a tus labios 8

Adicta a tus labios 5

Adicta a tus labios 6

Adicta a tus labios 3

Adicta a tus labios 4

Adicta a tus labios 2

Adicta a tus labios

Hechizo de un ángel 4

Hechizo de un ángel 3

Hechizo de un ángel 1

Hechizo de un ángel 5

Hechizo de un ángel 6

Hechizo de un ángel 7

Hechizo de un ángel 8

Hechizo de un ángel 9

Hechizo de un ángel 10

Hechizo de un ángel 11

Hechizo de un ángel 2

Otra Oportunidad de Amar 9

Otra Oportunidad de Amar 10

Besos robados

Jugada del Destino

Otra Oportunidad de Amar 4

Otra Oportunidad de Amar 3

Otra oportunidad de Amar 2

Otra oportunidad de Amar

Eres ese Algo que Buscaba 24

Asi me enamore de ti te amo bebe

Eres ese Algo que Buscaba 3

Eres ese Algo que Buscaba 2

Amor o Estupidez 11

Amor o Estupidez 7

Amor o Estupidez 6

Me enamore de TI sin pensarlo 6

Tienes un E-mail 5

Tienes un E-mail 3

Tu mi complemento perfecto 22

Tu mi complemento perfecto 21

Tu mi complemento perfecto 12

Tu mi complemento perfecto 11

Tu mi complemento perfecto 8 y 9

Tu mi complemento perfecto 6

Tu mi complemento perfecto 4

Tu mi complemento perfecto 2

Una pequeña carta para el amor de mi vida

Un recuerdo ”Tu último deseo”

La Amistad como un tesoro

Nadie como tú

Un hasta pronto por un adiós

Lo mucho que te extraño

Jamás pedí Amarte

Aquel día que te conocí