Capítulo 5
Natalia aún se encontraba en el bar, atendiendo a todos los clientes que se acercaban a la barra. A todos, les regalaba una sonrisa a modo de cortesía y debes en cuando, echaba una mirada a la entrada. Tenía la esperanza de que tal vez, esa noche podría ver a Martha.
Pese a que Jhonny, un hombre alto, de piel morena con ojos cafés y cabello negro, llevaba varios días coqueteándole. Ella hizo todo el esfuerzo por rechazarlo, puesto que esperaba ansiosa a que Martha volviera al bar. Pero con el pasar de los días, no la vio llegar y decidió seguirle la corriente. De hecho, en más de una ocasión Jhonny estuvo a punto de robarle un beso, pero ella lo detuvo y le expresó que tenía novia. Cuando en realidad estaba soltera, no quería comprometerse con nadie y por supuesto, todavía tenía la leve esperanza de ver a Martha.
—Oye, ¿Qué pasa contigo? —Elsa le llamó la atención, tenía más de una hora viendo como su amiga coqueteaba con el chico que le gustaba.
—¿Perdón? —dijo, no tenía idea a qué se refería su amiga.
—Aclárame algo, ¿Lo tuyo son las mujeres o los hombres? —le preguntó. No comprendía a que estaba jugando Natalia, supuestamente estaba esperando aquella chica con la que se besuqueo y ahora parecía no despegarse de Jhonny, sólo le faltaba que lo besara como hizo con aquella joven.
Natalia frunció el ceño, podía intuir por donde venía aquel reclamo, por lo que dejó la botella de vodka y la enfrentó—Si tanto te atrae ese chico, porque no se lo dices y ya. Así que no me hagas escenas de celos —la miró sería. Pero aquellas palabras le hicieron entrar en razón, el hecho que algunos chicos le parecieran muy guapos y atractivos. No quiere decir que tenía que salir con uno, para formalizar una relación. Sólo debía admirar su atractivo físico y nada más.
—Bueno—Elsa se sonrojó, su amiga la había pillado—No es correcto que le diga eso a un hombre, no puedo delatarme así, sin más —dijo en su defensa.
—Puedes estar tranquila, él no me interesa, pero si te recomiendo que le expreses lo que sientes —se alejó de ella para volver a su trabajo.
—Entonces, ¿Alguna noche vas a bailar conmigo? —preguntó Jhonny, al ver como Natalia regresa a su posición.
Natalia negó con la cabeza—Te dije que ya estoy comprometida, pero se de alguien a quien le gustas mucho —confesó.
Los ojos de Jhonny se abrieron como plato, no esperaba aquella confesión tan de repente, por lo que no tardó en responder—Según tú, ¿Dónde está esa mujer? —le cuestionó.
—Se trata de mi amiga, la misma que me está ayudando a atender a los clientes —respondió.
Jhonny guío sus ojos a la silueta de Elsa, no podía negar que era una mujer atractiva, con buenas curvas, cabello rubio, de ojos azules—No está tan mal —se dijo para sí mismo. A pesar que no le atraía realmente como mujer.
—Más te vale que no le rompas el corazón, si no seré yo la que te rompa algo más —Natalia lo amenazó. Las horas pasaron y Natalia continúo con su labor. Por esa noche, no vio a Martha, y ya comenzaba a desanimarse. No tenía caso que estuviese esperando a alguien, que tal vez ni se acordaría de ella.
Luego de acomodar algunas sillas, cerró el local y abordo su auto Mazda Mx-5 color gris plateado. Mientras iba rumbo a su hogar, tecleó varias veces su estéreo, intentado escoger una canción, hasta que dio con Río Roma—Al fin te encontré. Aquella melodía, le hizo recordar a Martha, le fue imposible no recordar sus labios, su aroma y sus manos recorrer su piel—Muero por volverla a besar —expresó con frustración. Estaba que se volvía loca, pensando en una joven, que tal vez nunca volvería a ver.
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Aquel jueves por la tarde, Martha se encontraba despidiendo a Luisa y toda su familia en el aeropuerto. Tal como lo había planteado, quizás sería el primer cumpleaños que no pasaría con ella, pero el sacrificio valía la pena.
—Espero que a mí regreso, pueda conocer a esa mujer que ronda tu mente —manifestó Luisa con una sonrisa pícara. Ella conocía a Martha, y deseaba que realmente encontrase a alguien, no sólo para compartir un día a día, sino que la hiciera olvidar todo lo que ha vivido estos últimos meses.
Martha movió su cabeza, no podía creer que Luisa estuviese pensando eso—¿Por qué tienes tanto interés en una mujer que no conoces? —le preguntó.
—Eres una buena persona, con sus objetivos claros y muy centrada para las chicas de tu edad, ¿Por qué deseas cerrarte al amor? Eres una chica joven y puedes volverte a enamorar sin ningún problema —intentó explicarle, Martha podía ser muy cabezota en algunas ocasiones.
Martha le dedicó una mirada de pocos amigos—Deje de creer en el amor, desde el incidente que tuve con Alis, no deseo que otra persona rompa mi corazón —expresó. Para ella, el amor se había vuelto una pérdida de tiempo y hasta una estupidez.
—¡Oh! Vamos. Aún no has conocido a la mujer indicada—sostuvo su rostro—No dejes que esa persona que rompió tu corazón, se lleve lo mejor de ti. Sé que aún tienes más para ofrecer—señaló su corazón—Sólo necesitas que alguien esté a tu lado e intente sanar esas heridas —la abrazo.
—Cariño, es hora de irnos —dijo su esposo.
Luisa dejó de abrazar a Martha, le acarició su mejilla y le pronunció—Ten en cuenta mis palabras, no dejes que una persona pueda afectar tu vida para siempre —besó su frente. Entrelazó sus dedos con su esposo, para dejarse guiar hasta la puerta de embarque.
Martha la vio marcharse, junto con sus dos hermanitos. Desde su ubicación, agitó su mano para despedirse y le regalo una sonrisa. Cuando el avión despegó, ella se giró sobre su mismo eje para abordar su vehículo. Condujo a una velocidad prudente, hasta una cafetería donde se vería con Andrea, ambas debían realizar una asignación de la facultad.
Mientras conducía, recordó las palabras de Luisa y una parte de ella se estremeció—Podría tener razón—se dijo a sí misma. Pero no estaba segura, sería tonto imaginar que Natalia pudiese fijarse en ella, y más cuando no sabe que género le gusta. Cuando se estacionó en un semáforo en rojo, le llegó un mensaje de su amiga: Por favor, maneja con cuidado, no quiero que te pase algo. Por cierto, ¿Deseas que te pida algo para comer. Una sonrisa se formó en su rostro, aquella chica era todo un amor, siempre estaba pendiente de ella, y eso le agradaba. Era como tener una hermana de su edad, tan cariñosa y decidida. Como no podía responder el mensaje, decidió marcar su número y dejar su móvil sobre sus piernas para hablar mientras conducía.
—¡Aló! —se escuchó, al otro lado de la línea.
—Estoy por llegar. Puedes pedirme una hamburguesa con mucho queso y una Coca-Cola bien fría, por favor —le suplicó.
—¡Hey! No deberías llamarme si conduces —la regaño.
Martha sonrió—Estoy usando el auricular, puedes estar tranquila—respondió—Nos vemos—dijo, al colgar. En menos de diez minutos, se encontraba estacionando su auto para ir al encuentro con
Andrea. Al cruzar la puerta, percibió aquella joven, con sus cabellos dorados muy concentrada en un libro y a su lado, se hallaba su hamburguesa—¡Hola! —saludo alegremente.
Andrea le regalo una sonrisa—¿Cómo estuvo la despedida? —investigó.
Martha tomó asiento a su lado, ya que nunca le gustó crear una barrera con la persona que conversaba—Muy bien, dentro de quince días vuelven—mordió su hamburguesa—¿Y ese milagro que tú novio no está a tu lado? —inquirió. Aquel chico siempre se ponía celoso, al ver como Andrea era muy cariñosa con ella y en ocasiones, se colgaba de su brazo.
—Debía visitar a su abuela—ingirió un poco de gaseosa—Mientras comes, déjame decirte que la asignación se trata de negociación, mediación y resolución de conflictos —expuso.
—Anoche investigue algo, aquí tienes mis apuntes —le paso un cuaderno.
—Estuve pensando, ya que estamos sin mucha tarea, podríamos ir a un bar esta noche —sugirió Andrea.
—¿Cuál tienes en mente? —expresó. Aquella palabra le hizo recordar a Natalia, moría por ir a verla y charlar.
—Realmente no conozco mucho, recuerda que hace poco me mudé —respondió Andrea.
Martha tomó un sorbo de su gaseosa, quizás podría arriesgarse esa noche e ir a aquel bar, con suerte podría encontrar a Natalia. Pensó—Yo conozco uno, pero es un bar gay. Si no te molesta, podría llevarte —sugirió.
—¿También aceptan a personas hetero? —dudo. Ella jamás había ido a un lugar de esos, pero si tenía curiosidad de conocer un bar gay.
—Por supuesto, no todo el que va a ese lugar es gay, pero eso sí. Debes dejar claro que vas con tu novio, ya que alguna chica podría acercarse y coquetearte —le advirtió.
—Bueno, si no logró convencer a mi novio, tú me cuidas, ¿Cierto? —expuso una carita de susto.
Martha acarició su cabeza, era más que evidente que ella la cuidaría. Jamás dejaría que le pasara algo malo. Así que con esa invitación, ambas culminaron su comida y se dedicaron a su asignación. Debían terminar con aquel trabajo para ir a bailar sin ningún problema.
Hola hombrefx, es un gusto escribir mis peque#as historias y que cada que puedes, me dejes algun comentario... Espero sigas leyendo el desarrollo de esta historia, cada vez se pone mas buena, un poco enredada y sobre todo..Muy misteriosa, asi como romantica. besos cuidate