miprimita.com

Mi segundo amor 35

en Lésbicos

Capítulo 35-Aceptar los errores

 

 

Leila

Mi intuición me decía que era una mala idea haber venido a este lugar, pues tenía sentimientos encontrados que no podía controlar. Por una parte, estaba enojada con Alondra por su manera de actuar tan irresponsable, pero por otro lado, me sentía triste por Jane, no quería verla sufrir de ese modo.

Sin embargo, por muy duro que parezca, debo aprender que las personas jamás serán como nosotros quisiéramos que fueran, todos cometemos errores y se tiene que aprender a querer a las personas como son. Estos meses, le había tomado mucho cariño a Alondra y no podía juzgarla a la ligera, pero si podía ayudarla para que resolviera las cosas con Jane.

Al llegar a mi destino, mis ojos se perdieron en aquella manija, pensando en cómo iba a equilibrar las cosas entre el deber y el querer. Ya que había salido de mi casa con la intención de darle las gracias a Alondra por su presentación en nuestra boda, pero también tenía en mente ayudarla con su pequeña crisis emocional.

—¡Hola! No esperaba verte aquí —expuso, con cierta sorpresa.

—¿Puedo pasar? —pregunté.

En su mirada, note que estaba sufriendo incluso más que mi amiga y me sentí mal por ella, ¿Cómo dos personas que se aman, pueden lastimarse de esa manera?, ¿Cómo el pasado puede afectarlas tanto?, ¿Por qué no pueden dar prioridad a lo que realmente es importante en sus vidas? Me preguntaba, mientras caminaba por ese pasillo para llegar a la sala.

—¿Todo está bien? —escuché la voz de Alondra.

—Sí—respondí—Pero la que no se encuentra tan bien eres tu —pronuncié, sin quitarle la mirada de encima.

—Llevo más de veinticuatro horas, sin pegar el ojo—dijo—Te traeré algo de café —manifestó con una sonrisa.

—No es necesario —me apresure en decir.

Quizás en otras circunstancias, el café hubiese sido un buen inicio para una conversación amigable, pero no me apetecía tomar aquella sustancia, sólo quería hablar con Alondra y darle ese empujoncito que necesitaba.

—¿Qué tal un vaso de jugo o una cerveza? —sugirió.

—No Alondra, de verdad no quiero nada—pronuncié—Quiero hablar contigo —supliqué.

Pude ver como su cuerpo se tensó antes mis palabras, seguramente habrá pensado que le diría algo por lo que paso en Colombia y aunque deseaba hacerlo, no podía. Esa era una situación que las chicas debían resolver por sí solas, sin necesidad de un intermediario.

—Si es sobre mi viaje repentino, lo lamento, debí despedirme de ustedes —me confesó.

—Jane me explicó lo que sucedió y aunque deseo entender tus razones, no puedo—expuse—Pero no he venido hablar de eso —pronuncié.

—Entiendo —dijo por lo bajo.

Su cuerpo se relajó, pero su mirada seguía perdida en algún punto del suelo. Tal vez, estaba pensando que haría para solucionar las cosas con Jane o quizás, se preguntaba por el motivo de mi visita repentina. Después de todo, solía avisarle mediante un mensaje de texto que vendría o en ocasiones, la llamaba para que me tuviera una taza de chocolate, pero esta vez, sólo me aparecí como un fantasma.

—Quería agradecerte por lo que hiciste por nosotras, mi esposa quedo maravillada con ese mini concierto que realizaste en nuestra boda —dije animadamente.

—Lo hice con el mayor de los gustos—me regalo una sonrisa—Aunque he de admitir que fue una experiencia nueva para mí —me confesó.

—¿Por qué lo dices? —pregunté.

Me pareció curioso que dijera eso, después de todo, ella debía estar más acostumbrada a realizar ese tipo de presentaciones.

—Una cosa es tocar en la orquesta filarmónica de Nueva York y otra muy distinta hacerlo en un pequeño evento. Pues nadie te va a evaluar los pasos que das con tu instrumento —me confesó.

—Todo el mundo quedo fascinado y mi esposa, ni se diga—dije alegremente—Por cierto, Jane me comento que te mudaras con ella, ¡Enhorabuena! Es una gran noticia —manifesté.

—¿Crees que aún me quiera en su casa?—desvió su mirada—He pensado todas las manera de disculparme, pero no logró escoger la correcta —una lagrima recorrió su mejilla.

—Oye—sostuve su mano—Lo que ha pasado entre ustedes, no va a cambiar su decisión, eso te lo puedo asegurar —quise animarla.

—No he dejado de pensar en ella y me duele haberla lastimado —su voz, se quebró.

Jamás había visto a Alondra tan vulnerable y me sentí mal, una cosa era ver a mi amiga en ese estado, pero ver a las dos, ya era demasiado. No tuve que pensarlo dos veces para acercarme y darle un abrazo para intentar consolarla.

—Tranquila, todo se va a solucionar —le hable con cariño.

Pero mis palabras parecieron tener el efecto contrario, Alondra aumento su llanto y se aferraba a mi agarre como si no deseaba soltarse. Su tristeza, se coló en mi corazón y me hizo ver, que ella era la que más estaba sufriendo por sus acciones.

—Te contaré una historia —comenté.

Alondra había disminuido su llanto, pero aún seguía aferrada a mi agarre y no me daba indicios de que quisiera soltarme. Acaricié su melena y espere a que se calmara un poco para comenzar con la historia.

—Hace mucho tiempo, existía una mujer solitaria y su nombre era Jane, no tenía un motivo por el que luchar y lo única persona que le había sacado una sonrisa genuina. Era una pequeña niña, llamada Francy, pues le brindaba cierta calma a su corazón roto—dije—Sin embargo, un día, apareció una mujer de ojos color violeta, que enamoró su corazón. Esa mujer, logró sacar un lado que creo que la misma Jane desconocía y por muchos errores que pueda cometer, estoy segura que ese amor que reavivo, será más fuerte —le expliqué.

—No sé qué hacer —dijo entre lágrimas.

—Claro que si sabes que hacer—acaricié su cabello—Arréglate y ve a buscarla —la alenté.

—Es lo que me sugirió mi hija, pero no tengo las fuerzas para hacerlo —me confesó.

—Oye—sostuve su rostro—¿Si no lo has intentado, como sabes que no funcionara? —le cuestioné.

—Tienes razón, debo intentarlo o la voy a perder —limpió sus mejillas.

Alondra

La conversación que había mantenido con Abigail y Leila, me hizo recapacitar sobre mi actitud de hace unos días. Estaba actuando como una adolescente en todos los sentidos, no sólo me dejé nublar por acontecimientos de mi pasado, sino que no racionalice las cosas como era debido.

Estaba tan inmersa en lo que vive con Zoe, que actué por inercia, con prisa y no me detuve a pensar, si estaba tomando el camino correcto. Fui incapaz de escuchar lo que mi corazón me decía, me dejé llevar por la angustia, por los recuerdos y ese amor que sentí una vez por esa mujer, pero no me plantee la posibilidad de tomar otra decisión.

Mis acciones me habían llevado a un punto de no retorno y sin querer, cause daño a las personas que una vez, me prometí proteger. Es especial a Jane, la mujer por la que tanto he luchado para formar una relación. Quizás mi decisión no fue la más asertiva o tal vez, sobre estime mi capacidad para amar a Jane.

Tal vez, Erich Fromm, estaba en lo cierto cuando hacía mención sobre el arte de amar. Es aquel sentimiento que todos poseemos y cada uno a su manera, tiene un potencial para desarrollarlo, pero también hacia énfasis, que el amor precisa de un cuidado riguroso para que este perdure. Un cuidado que yo me había saltado para ir detrás de un pasado que ya pasó.

—¿Y si mi descuido, pondría en riesgo mi relación con Jane? —me cuestioné.

Las lágrimas comenzaron a salir sin mi permiso, tenía tanto miedo de perder a Jane y a la nueva familia que recién comenzamos a formar, que me sentí impotente. Realmente amaba a esa mujer, pero mis acciones demostraban todo lo contrario. Había sido tan estúpida, al no imaginar que Jane era la única persona en la tierra que podría comprender mi manera de actuar y no me juzgaría por querer cerrar un ciclo de mi pasado.

Si tan sólo hubiese sido sincera, si no la hubiese abandonado, tal vez no hubiese herido sus sentimientos de esa manera. Jane no merecía que la hiciera llorar por mi indecisión y por mí falta de voluntad.

—Hemos llegado —me expuso el taxista.

Limpie el rastro de humedad que tenían mis mejillas, le pague al conductor y me arme de valor para ir a afrontar las consecuencias de mis actos. Cuando estuve a punto de tocar el timbre, el miedo y la angustia me invadieron, tal como si estuviese anticipando la reacción de mi novia.

Mis piernas flaquearon y fui incapaz de sostenerme, tuve que recargar mi cuerpo sobre un costado para intentar tranquilizarme. Cuando mi respiración se normalizó, toqué aquel timbre. Espere pacientemente, pero al notar que nadie venía a mi encuentro, toque de nuevo.

La espera se había vuelto un martirio para mí, era como si Jane no quisiera recibirme y no era para menos, estaba en su derecho. Toque el timbre una vez más, pero al ver que nadie salía, marque el número de Jane y esté, me envió al buzón.

Mis lágrimas estaban a punto de salir de nuevo, podía sentir que todo había acabado y cuando me iba a dar por vencida. Pensé en preguntarle a Silvia, ella podría saber en dónde estaría mi novia. Bajé las escaleras con cuidado y toque su timbre. Fueron los segundos más largos de mi vida, pero valían la pena, lo único que deseaba era ver a Jane y nada más.

—Hola —expuso Silvia, con una frialdad que me mato.

—¿Se encuentra Jane? —pregunté.

En las facciones de Silvia, se notaba lo cabreada que estaba conmigo por haber desaparecido de la noche a la mañana. Podía entender que estuviese molesta, que no quisiera verme y hasta estaba en la libertad de echarme de su casa, pero aunque le dieras mis razones, ella no las entendería.

—Si buscas a Jane para darle una explicación tonta, no te haré pasar —pronunció muy seria.

—Necesito hablar con ella —le imploré.

—¿No entiendo porque nos abandonaste a mitad del viaje? —me reprochó.

—¡Lo siento! —lo dije de corazón.

Silvia estaba siendo muy dura con sus palabras, sacando a relucir todo ese rencor que tenía acumulado y merecía estar en su lista negra por haber lastimado a Jane de esa manera. No obstante, mi paciencia se estaba agotando, estaba allí para hablar con mi novia, no para escuchar la frustración que Silvia irradiaba así mí.

—Entiendo que estés molesta conmigo, pero déjame hablar con Jane, por favor —insistí.

—Quiero aclararte un par de cosas—expresó seria—Sin importar que esté enojada contigo, no puedo intervenir en la relación que tienes con Jane, pero, no permitiré que sus problemas afecten a las niñas. Están muy unidas y no dejaré que esa relación de hermanas, se dañe por ustedes —sentenció.

—Yo no pretendía eso —manifesté, con un hilo de voz.

—Pasa, Jane se encuentra en la cocina —se hizo a un lado para dejarme entrar.

Camine despacio, mientras pensaba en las palabras que usaría para obtener el perdón de Jane, pues no importaba cuanto me disculpara o cuanto deseaba verla, si a la final, Jane no deseaba escucharme. Cuando estuve a punto de cruzar la puerta que me separaba de Jane, sentí como mi corazón se aceleró y estuve a punto de echarme para atrás.

—Entra —me alentó Silvia.

Le di la orden a mis piernas para que se movieran y cuando cruce el umbral, una sonrisa tonta se formó en mi rostro. Allí estaba Jane, tan hermosa como siempre, luciendo esa blusa que le regalé de los Avengers para que la usara de pijama.

—Jane, yo me encargó de llevar el refrigerio para las niñas —comentó Silvia, al tomar la bandeja.

Cuando la mirada de Jane, se cruzó con la mía, pude sentir como toda mi angustia desaparecía de golpe. No tuve que expresar alguna palabra, pues me dejé llevar por mis emociones y corrí a su encuentro para abrazarla.

—Te eché de menos —susurró, sin dejar de abrazarme.

Escuchar su voz, me hizo caer en cuenta lo tonta que había sido y sin poder evitarlo, mis lágrimas salieron sin permiso. El pensar que podía perderla, me abrumó, provocando un dolor en mi pecho difícil de explicar.

—Cariño —intentó consolarme.

Me costaba expresar alguna palabra, la había extrañado tanto, que tenerla allí, me hacía sentir feliz. Era como si todo empezará de nuevo entre nosotras y no quería que dejara de abrazarme. A pesar de mis tonterías, ella me seguía amando.

En medio de aquel abrazo, Jane logró encontrar la forma para unir nuestros labios y expresarme con un beso, lo mucho que me había extrañado. Sus labios tenían un ligero sabor a fresas con crema y entre el beso, me regaló una sonrisa. Cuando sus ojos coincidieron con los míos, supe que la euforia del momento, había terminado, debía hablar con ella para pedirle disculpas.

—¿Has comido algo? —acarició mi mejilla.

—No cariño, pero eso no importa —mencioné.

—A mí si me importa —expresó.

—¡Quiero hablar contigo! —dije, sin separarme.

—Si es por tu desaparición, creo que tus acciones lo dicen todo —se zafó de mi agarre.

Su mirada, me trasmitía una profunda decepción y un dolor que se coló en mi corazón. Después de todo, rompí la promesa que le había hecho hace un tiempo, le hice daño, sin medir las consecuencias.

—Sé que me equivoqué, que tal vez traicione esa confianza que depositaste en mí y por eso, quiero pedirte perdón —limpié una lágrima que recorrió su mejilla.

—Se supone que nos contaríamos todo—me cuestionó, sin dejar que me acercara a ella—Tu nota sólo decía que debías irte y que nos veríamos pronto —manifestó, con su mirada triste.

—Fui una tonta, lo siento  —mi voz tembló.

Toda lo que tenía que ver con Zoe, me afecta más de la cuenta y era algo que no podía controlar. Nuestra historia dejó marcar imborrables en mí y me costaba olvidar ciertas cosas con facilidad. No obstante, estar alejada de Jane, fue lo que más me afectó, tal vez no teníamos años conviviendo, pero adoraba pasar tiempo con ella.

—Me dolió que no me pidieras que te acompañará  —una lágrima, recorrió su mejilla.

—No sabes cuánto lo lamento —sentí una punzada en mi corazón.

Fui una completa idiota al no imaginar que Jane me acompañaría sin ningún problema, ella sólo quería cuidarme de mis demonios y tratar de apoyarme en ese momento de dolor.

—¿Lograste despedirte de ella? —mencionó.

Jane conservaba un amor tan puro en su corazón, que me estaba dando a entender que escogí el camino incorrecto. Que debí acudir a ella, sin importar que mi cabeza estuviese abrumada y mi corazón lleno de sentimientos encontrados.

—Sí, pero no medí el costo  —respondí.

Más que dañar a Jane con mis acciones, termine por involucrar a todo nuestro entorno, incluyendo a nuestras hijas. No medí las consecuencias de mis actos, de mis palabras o de mi comportamiento egoísta, sólo me dejé llevar, sin darme cuenta de la responsabilidad que eso podía traer.

—Alondra—dijo, al tomar asiento en un pequeño taburete—¿Por un momento, imaginaste lo que tus acciones le harían a nuestras hijas? —manifestó.

—Yo —no pude pronunciar una palabra.

Hasta ese momento, no había pensado en la pequeña Francy, de cómo habrá tomado mi ausencia repentina y las miles de preguntas que tuvo que realizarle a Jane. Fui toda una irresponsable en ese aspecto y no tenía idea de cómo lo iba a remediar.

—Pueda que exista otros problemas a futuro, pero quisiera que tratemos de manejarlo lo mejor posible para no causarle daño a las niñas—me miró seria—Aunque haya hablado con Abigail, sigue estando un poco resentida y no tienes idea de lo difícil que ha sido para mí, explicarle a Francy tu ausencia —dijo, con un hilo de voz.

—Lo siento cariño —mis lágrimas, no dejan de salir sin permiso.

Podía sentir como estaba perdiendo a mi familia y eso me generaba un dolor en el pecho que no podía explicar. Era como si mi corazón se estuviese rompiendo en pedazos y mi estado emocional se viniera abajo, ¿Cómo podía arreglar todo este embrollo?, ¿Cómo lograr el perdón de mis tres amores?

—Puedo comprender tus acciones, de verdad que sí, pero me cuesta perdonarte lo que le hiciste a las niñas —pronunció sin mirarme.

—No lo volveré hacer, te lo prometo —me acerque para abrazarla, pero ella no me dejo.

—Sabes Alondra—su mirada coincidió con la mía—De cierta forma, me alegro que pudieras despedirte de tu gran amor, ahora comprendo porque conservas la guitarra que ella te regalo — expresó, con una mirada tranquila.

Jane me había dejado sin palabras, había derrumbado esa barrera que nos separaba y aquello que no sabía de mí, ya había quedado al descubierto.

—¿Cómo te diste cuenta que Zoe me dio esa guitarra? —no tarde en preguntar.

—Eso no importa —me dijo.

Cogió mi mano para acercarme a ella, su mirada lucia tranquila y cuando acarició mi mejilla, note que ya no llevaba su argolla de matrimonio. Tal vez, se había desecho de ese objeto que la ligaba a su pasado, en los días que no estuve a su lado y una vez más, me reafirmo que era la única persona que podía entender mis acciones.

Ambas pasamos por ciertas situaciones que nos llevaron al límite y de alguna forma, quisimos mantener ese amor que tuvimos por esas mujeres que marcaron nuestras vidas, al guardar aquello que tenía mucho significado para nosotras. Jane me demostraba una vez más, que estaba dispuesta a dejar su pasado para intentar algo conmigo y debía poner de mi parte, para que nuestra relación funcionara.

—Cariño, ¿Quieres continuar con nuestra relación o deseas que nos demos un tiempo? —me preguntó.

Mi mente se bloqueó, sé que aquella noticia sobre Zoe me afectó, pero no estaba dispuesta a tomar un tiempo en mi relación con Jane. Sí los dos días que estuve sin ella, fueron los peores días de mi vida y no podría imaginar pasar más tiempo sin ella.

—Por supuesto que deseo continuar lo nuestro—dije, sin titubear—Yo no quiero separarme de ti Jane, simplemente, no puedo —me senté en sus piernas.

—No vuelvas a dejarme tirada como si no te importara, por favor —me suplicó.

—No lo haré, te lo prometo —uní nuestros labios en un beso suave.

Un beso que fue interrumpido por unas pisadas que se acercaban a nosotras y no me quedo de otra que separarme de mi novia para que no nos vieran en una situación comprometedora.

—¡Alondra! —la pequeña Francy, corrió a mis brazos.

—Te he echado de menos —besé su mejilla.

—¿Terminaste tu trabajo? —me preguntó con una mueca graciosa.

Inmediatamente miré a Jane para comprender de lo que me hablaba Francy, pero el gesto que hizo, me causo mucha ternura y no tuve que ser adivina para darme cuenta que Jane había mentido para no exponerme ante mi hija.

—Bien cariño, ¿Y tú como te has portado? —acomode un mechón de su cabello.

—Muy bien, pero me hiciste mucha falta—me abrazo de nuevo—¿Quieres unirte a la noche de películas? —me dijo con cierta ilusión.

—No sé si deba —besé su nariz.

—¿Y porque no? —su rostro mostro confusión—Mamá, ¿Verdad que puede quedarse? —se dirigió a Jane.

—Si ella así lo desea, no hay problema —me regaló una sonrisa.

—¡Genial! Le iré a decir a Abigail —expresó emocionada.

Francy ni me dio tiempo a responder o a expresar algo, simplemente asumió que me quedaría, ante su gesto, sólo pude sonreír y colocarla en el suelo para que fuera a darle la noticia a su hermana. Mientras que yo no perdí tiempo para rodear la cintura de mi novia.

—Te quiero—acaricié su mejilla—Comprendo que tú también estés algo resentida conmigo, pero no me apartes de compartir contigo y las niñas, por favor —le suplique.

—Jamás te apartaría de las niñas —me confesó.

—Ustedes se han convertido en mi familia y juntas seguiremos luchando para que esto funcione—mencioné, antes de robarle un beso—Por cierto, traje unos regalos para ustedes —expresé.

—Si le has traído dulce a las niñas, será mejor que se lo des mañana, no quiero que se pongan hiperactivas a esta hora —me dijo de manera divertida.

—¿Y el tuyo te lo puedo dar ahora? —mencioné.

—Claro mi amor —me robo un beso.

Moría por ver su reacción ante mi regalo, quizás no era nada del otro mundo, pero sé que podía sorprenderla por mi elección algo descabellada. Mientras veía como retiraba el papel de regalo, una sonrisa se formó en su rostro, dando a entender que ese Moleskine reflejaría su pasión por escribir.

—Sé que ya tienes un cuaderno de notas, pero…

No pude continuar la frase, pues Jane se había lanzado a mis labios para agradecerme, rodee su cintura y la atraje más a mi cuerpo. Jane se había vuelto tan importante para mí, que no me imagina una vida sin ella y haría todo lo que estuviese en mis manos para hacerla feliz.

Sólo esperaba devolverle todo ese amor que ella me brindaba, porque antes de conocerla, llegue a pensar que el amor no era para mí, pero tenerla allí, entre mis brazos recibiendo un cálido beso, me hacía replantearme que después de todo, el amor si era mí, porque vaya que amaba a esa hermosa mujer.

Mas de Bella15

Mi segundo amor

Mi segundo amor

Mi segundo amor 47

Mi segundo amor 46

Mi segundo amor 45

Mi segundo amor 44

Mi segundo amor 43

Mi segundo amor 42

Mi segundo amor 41

Mi segundo amor 40

Mi segundo amor 39

Mi segundo amor 38

Mi segundo amor 37

Mi segundo amor 36

Mi segundo amor 34

Mi segundo amor 33

Mi segundo amor 32

Mi segundo amor 2

Mi segundo amor 31

Mi segundo amor 30

Mi segundo amor 29

Mi segundo amor 27

Mi segundo amor 28

Mi segundo amor 26

Mi segundo amor 25

Mi segundo amor 24

Mi segundo amor 23

Mi segundo amor 22

Mi segundo amor 21

Mi segundo amor 20

Mi segundo amor 19

Mi segundo amor 18

Mi segundo amor 17

Mi segundo amor 16

Mi segundo amor 15

Mi segundo amor 14

Mi segundo amor 13

Mi segundo amor 12

Mi segundo amor 11

Mi segundo amor 10

Mi segundo amor 9

Mi segundo amor 8

Mi segundo amor 7

Mi segundo amor 6

Mi segundo amor 5

Mi segundo amor 4

Mi segundo amor 3

Mi segundo amor

Mi segundo amor 1

Epílogo—Danielle

Epílogo—Emma

Amor te otoño 29

Amor te otoño 28

Amor te otoño 27

Amor te otoño 26

Amor te otoño 25

Amor te otoño 24

Amor te otoño 23

Amor te otoño 22

Amor te otoño 21

Amor te otoño 20

Amor te otoño 19

Amor te otoño 18

Amor te otoño 17

Amor te otoño 16

Amor te otoño 15

Amor te otoño 14

Amor te otoño 13

Amor te otoño 12

Amor te otoño 11

Amor te otoño 10

Amor te otoño 9

Amor te otoño 8

Amor te otoño 7

Amor te otoño 6

Amor te otoño 5

Amor te otoño 4

Amor te otoño 3

Amor te otoño 2

Amor te otoño 1

Adicta a tus labios 13

Adicta a tus labios 12

Adicta a tus labios 11

Adicta a tus labios 10

Adicta a tus labios 9

Adicta a tus labios 7

Adicta a tus labios 8

Adicta a tus labios 5

Adicta a tus labios 6

Adicta a tus labios 3

Adicta a tus labios 4

Adicta a tus labios 2

Adicta a tus labios

Hechizo de un ángel 4

Hechizo de un ángel 3

Hechizo de un ángel 1

Hechizo de un ángel 5

Hechizo de un ángel 6

Hechizo de un ángel 7

Hechizo de un ángel 8

Hechizo de un ángel 9

Hechizo de un ángel 10

Hechizo de un ángel 11

Hechizo de un ángel 2

Otra Oportunidad de Amar 9

Otra Oportunidad de Amar 10

Besos robados

Jugada del Destino

Otra Oportunidad de Amar 4

Otra Oportunidad de Amar 3

Otra oportunidad de Amar 2

Otra oportunidad de Amar

Eres ese Algo que Buscaba 24

Asi me enamore de ti te amo bebe

Eres ese Algo que Buscaba 3

Eres ese Algo que Buscaba 2

Amor o Estupidez 11

Amor o Estupidez 7

Amor o Estupidez 6

Me enamore de TI sin pensarlo 6

Tienes un E-mail 5

Tienes un E-mail 3

Tu mi complemento perfecto 22

Tu mi complemento perfecto 21

Tu mi complemento perfecto 12

Tu mi complemento perfecto 11

Tu mi complemento perfecto 8 y 9

Tu mi complemento perfecto 6

Tu mi complemento perfecto 4

Tu mi complemento perfecto 2

Una pequeña carta para el amor de mi vida

Un recuerdo ”Tu último deseo”

La Amistad como un tesoro

Nadie como tú

Un hasta pronto por un adiós

Lo mucho que te extraño

Jamás pedí Amarte

Aquel día que te conocí