miprimita.com

Mi segundo amor 46

en Lésbicos

Capítulo 46-Propuesta

 

 

Abigail

Mi novia no pudo controlar los gemidos, mientras mis labios hacían de las suyas en su punto de placer, deseaba que se corriera sin control, quería que se entregara una vez más a mí. Había pasado mucho desde la última vez que estuvimos juntas que en vez de conversar sobre lo que había sucedido entre nosotras, no aguantamos las ganas y nuestros labios se unieron para besarnos con ansias. Las prendas fueron cediendo terreno y cuando menos nos imaginamos, estábamos en la cama, haciendo el amor.

—Aumenta el ritmo, por favor —dijo, con la voz entrecortada.

Mis manos dejaron de apretar sus pechos para recorrer su abdomen en dirección a esa zona que requería su atención. Ubique una de sus piernas por encima de mi hombro para tener mayor acceso y cuando mi lengua se paseó por esa zona, Sofía tuvo un delicioso orgasmo que había postergado. Me encantaba sentirla de ese modo, tan deseosa, tan mojada que aun cuando se hubiese corrido un par de veces, pedía más. 

—Bésame —pronunció entre jadeos.

Baje la pierna que tenía sobre mi hombro para cumplir su petición, bese su abdomen y uno de sus pechos antes de llegar a sus labios. Cuando llegue a ellos, me recibió con ansias, como si le excitara sentir su propio sabor en mis labios, como si deseara que me fundiera con su cuerpo mediante ese simple beso.

Una vez que se quedó sin aliento, dejó de besarme y se acurruco a mi lado, tal como si quisiera hacer una pausa para continuar con nuestro encuentro. Y aunque una parte de mí no quería parar, sabía que debíamos hablar sobre un tema que teníamos pendiente.

—Cariño, debemos hablar —acaricié su espalda.

Sentí como Sofía rodeó mi cintura con fuerza, hundió su rostro en mi cuello y permaneció unos segundos en esa posición. Ante su gesto, acaricie su espalda, le di algunos besos e intente que se sintiera segura.

—Sé que me he disculpado muchas veces, pero hoy quiero hacerlo una vez más—sus ojos coincidieron con los míos—Nada justifica mis acciones, debí sincerarme contigo y explicarte lo que estaba pasando —manifestó, al depositar un beso en mi cuello.

—Deja de disculparte—acaricié su mejilla—No eres la única que ha fallado en esta relación, yo también cometí mis errores y lamento haberte lastimado con mi decisión —besé su frente.

Sé cuánto le había dolido que pidiera tiempo en nuestra relación, pero era la única forma de que ambas nos diéramos cuenta de las cosas que estaban pasando a nuestro alrededor y meditar aquellos aspectos que debíamos modificar para mejorar nuestro noviazgo.

—Era un tiempo que ambas necesitábamos—dijo, sin dejar de mirarme—Quiero confesarte que dejaré algunas materias con la que no me siento a gusto, deseo planificar mejor mi tiempo y continuar con mi proyecto de vida “Mi novia” —me sonrió.

—¿Yo? —delinee sus labios.

—Sí, eres una de las mejores cosas que me ha pasado y aprendí mi lección—me robó un beso—No te volveré a esconder las cosas. Así deba delatar mis buenas intenciones, te informare todo lo que haga, no porque tú me lo exijas, sino porque es el deber ser. Somos una pareja y debemos contarnos las cosas —mencionó, con mucha seguridad.

—Veo que dos semanas lejos de mí, te hicieron madurar mucho—expresé, al mismo tiempo que mis piernas se enredaban con las suyas—Pero tienes razón, debemos fortalecer esa comunicación entre nosotras —tome su mentón y la acerqué para darle un beso.

—Tengo hambre —dijo, en medio del beso.

—Siempre te da hambre luego de hacer el amor—sonreí—Voy a pedir algo para comer —pronuncié, con la intención de levantarme.

—¡Espera!—sostuvo mi brazo—¿Puedo darte ese detalle que quería regalarte? —me preguntó.

—Claro mi amor —acaricié su mejilla.

Observé cómo se incorporaba de la cama para ir tras su mochila, cuando la tuvo entre sus manos, extrajo una pequeña caja de color negro y su mirada coincidió con la mía. Adoraba verla desnuda, con su cabello despeinado y su cuerpo sudoroso. Podía pasarme horas deleitándome con cada detalle de su cuerpo, pero lo que más me fascinaba, era verla sonreír.

—Antes de darte mi regalo, quería proponerte algo —manifestó, al colocarse a mi lado.

—¿Es otra de tus fantasías sexuales? —arquee la ceja de manera divertida.

—No—se mordió el labio inferior—¿Te gustaría trabajar conmigo en vacaciones? —propuso.

Sé que aún nos faltaban cosas por vivir y crecer como pareja, pero debía admitir que me encantaba esa proposición que me hacía. Podía ganar un poco de dinero para comenzar a independizarme, para ir construyendo un futuro para las dos, ya que añoraba que algún día Sofía se viniera a vivir conmigo.

—Me encantaría —respondí.

—Quizás no sea la gran cosa, pero lo compre con mucho cariño para ti—me extendió la cajita—El dinero que me sobró, quiero ahorrarlo para planear un paseo contigo —me confesó.

—Gracias —dije, al mismo tiempo que extraje mi regalo.

—La que tiene mi nombre, quiero que la lleves tú—colocó el brazalete en mi mano derecha—Mientras que yo llevaré el brazalete que tiene tu nombre —me explicó.

—Eres tan tierna—besé sus labios—¿Puedo quedarme a dormir? —pregunté.

—Por supuesto, mi madre no se molestará —acomodo un mechón de mi cabello.

—¿Segura? —insistí.

—Sí—dijo, al mismo tiempo que se colocó sobre mí para darme un beso tierno—Por cierto, ¿Crees que si aparece alguien nuevo en tu vida, te enamorarías? —me preguntó.

Su pregunta, hizo que me atragantara con mi saliva, ¿Cómo diablos podía preguntarme algo así? Desconocía lo que el futuro podía depararnos, pero si de algo estaba segura, era sobre mis sentimientos hacia ella. Puede que aparezcan muchas chicas, unas más atrevidas que otras, más no dejaré mi noviazgo por buscar lo que no se me ha perdido. Era muy feliz con Sofía y nadie podía reemplazar todo ese amor que ella me brindaba.

—¿Por qué la pregunta? —dije, haciéndome la tonta.

—Porque yo no creo enamorarme de otra chica que no seas tú —acarició mi mejilla.

Su respuesta, me hizo suspirar y mi corazón latió con fuerza. Me alegraba saber que esa mujer, no quería estar con más nadie que no fuese conmigo. Atrapé sus labios y mis manos rodearon su cintura, la había echado tanto de menos, que no quería dejar de hacerle el amor y sentir que era sólo mía.

 

Olivia

Habían pasado siete meses desde mi boda en Colombia y aunque todo estaba patas arriba por mi último año en la universidad, ambas seguíamos siendo las mismas chicas de siempre; atentas, cariñosas y muy risueñas. No obstante, mis practicas a veces consumían un poco más de tiempo de lo esperado, pero siempre intentaba dedicarle un tiempo a mi esposa, así sea unas horas antes de quedarme fundida en la cama producto del cansancio.

No todo era perfecto, pues a menudo teníamos nuestros desacuerdos y aun así, el amor siempre sobresalía por sobre todo las cosas e incluso, ambas habíamos aprendido a respetar el espacio de la otra y eso era bueno. Tal vez no éramos un matrimonio ejemplar, pero hacíamos lo que estaba en nuestras manos para que nuestra relación funcionara.

Quizás el único contratiempo que ambas teníamos debes en cuando, era el hecho de que yo añoraba ser madre y mi esposa no estaba del todo de acuerdo. Me decía una y otra vez que no era el momento idóneo, pues ella tenía sus obligaciones académicas, su trabajo y muy pronto comenzaría con sus prácticas, mientras que yo estaba por culminar mi carrera.

Posiblemente no era el momento como ella intentaba explicármelo cada que podía, pero ese proyecto de vida me lo había planteado incluso antes de conocer a mi esposa y ahora que todo iba tan bien entre nosotras, quería retomarlo. Me hacía mucha ilusión tener un hermoso bebé o una beba con la mujer de mi vida y que nos brindara experiencias únicas.

Era consciente que ser madre  no era una decisión que podía tomar tan a la ligera, sin importar cuanto lo deseara, cuanto lo soñara, debía planearlo correctamente y hablar con mi esposa una vez más sobre el tema. No quería agobiarla con más responsabilidades, porque vaya que traer un niño al mundo, no era nada fácil, se debía tener mucha dedicación y cierto grado de responsabilidad. Unas cualidades que quizás, no podíamos abarcar ahora por nuestras numerosas actividades.

—Llegas tarde —escuché a mi supervisor.

—No te imaginas lo difícil que es salir de clases, ir al comedor y llegar a tiempo a la empresa —refuté.

—Debes encontrar la forma o me veré obligado a realizarte una sanción —me retó.

—¡Oh vamos! En algún punto de tu vida, también fuiste estudiante, deberías compadecerte de mí —dije sin más.

—Claro que fui estudiante, por esa misma razón debo exigirte para que seas una buena profesional—me pasó una serie de libros para revisar—Cuando termines con la contabilidad de ese año, continúa con esta —colocó dos libros más sobre mi escritorio.

—Como usted diga mi sargento —sonreí.

—Muy chistosita, mejor empieza a trabajar o no dejaré que salgas temprano —me ordenó.

Desde que comencé con mi carrera de contabilidad, mi padre pretendía que ejerciera un cargo de auditor de estados financieros, un cargo sumamente importante, pero que por desgracia resultaba ser muy agotador. Aunque dejara buenos ingresos, no quería exponerme a un trabajo extenuante, por la simple razón de que no me quedaría tiempo para ver a mi esposa, de por sí ya estaba algo frustrada las últimas semanas por no verla en los pasillos de la universidad.

Así que había tomado la decisión de ejercer el puesto de contador de costo. Un cargo que desde mi perspectiva, era una de las áreas más apasionantes de mi carrera, pues implica utilizar la determinación para fijar qué sí y qué no, forma parte del costo productivo. Sin duda, era una de las áreas más reconfortante y satisfactoria que podía escoger, quizás no tenía tantos ingresos como el cargo que mi padre quería que ocupará, pero si ganaría lo suficiente como para brindarle una buena estabilidad a mi esposa.

—¿Puedo saber en dónde tienes la cabeza?—mi supervisor, llamó mi atención—Hoy te noto más distraída que nunca —frunció el ceño.

—Lo siento —me disculpé.

—Necesito que dejes lo que estabas haciendo y revises el libro diario, lo han pedido para mañana a primera hora —manifestó. 

—Pero —refuté.

Apenas había comenzado a revisar el libro de inventario y balance de la empresa, para determinar los rubros anteriores de las cuentas que me había solicitado hace un momento y ahora me daba otra orden como si yo fuese  una máquina que podía hacer cálculos en cuestiones de segundos.  

—Te doy tres horas para que me revises ese libro, debo subirlo a la oficina y que el contador verifique tu trabajo —dijo, antes de marcharse.

Ni siquiera me dio tiempo a refutar algo, ¿Cómo diablos podía pedirme ese trabajo en tres horas? Cogí aquel libro y comencé a leer los datos cronológicos con el fin de obtener el movimiento mensual, de esa forma podía totalizar los registros de débitos y créditos, para trasladarlos al libro mayor.

—Pensé que hoy no llegarías a tiempo—escuché a una compañera—¿Te has enterado del último chisme que han esparcido por los pasillos? —me preguntó, casi en susurro.

—No —dije, sin prestarle mucha atención.

Lo único que me interesaba en ese momento, era culminar con mi labor para salir temprano e ir con mi esposa al cine, tal como habíamos quedado. Sin embargo, existía la mínima posibilidad de que algo ocurriera y mi supervisor me dejara horas extra.

—Olivia —pronunció.

—Sí —expuse, sin despegar mi vista de aquel libro.

—¿Crees que esos rumores sean ciertos? —expuso, con mucha incertidumbre.

—No lo sé y sinceramente, no me interesa —la miré sería.

—Ya deberías saber que adoro inmiscuirme en la vida de los demás—me sonrió—Por cierto, creo que tienes un admirador —añadió.

—¿Por qué lo dices? —pregunté, sin tan siquiera mirarla.

—Te ha llegado esto —dijo, al mostrarme un ramo de Jazmines.

—¡Hermosas! —pronuncié, al mismo tiempo que cogí aquel ramo de flores para aspirar su aroma.

—¿Quién es el afortunado? —no tardó en preguntar.

—No es de tu incumbencia, mejor déjame trabajar —manifesté, al meterme de lleno en el libro.

—Está bien, pero no te enojes—comentó como si nada—Aunque debo admitir que la nota es de lo más tierna —señaló.

—¿Te atreviste a leer la tarjeta? —expresé molesta.

—Pues claro, como crees que supe que era para ti —manifestó haciéndose la ofendida.

—Te agradezco que te tomaras la molestia de traerme las flores, pero si no te molesta, tengo mucho trabajo que hacer —señalé la pila de libros que tenía a mi lado.

—De acuerdo, ya me voy —pronunció, antes de marcharse.

Cuando la vi alejarse, tome aquel ramo y retire la tarjeta. Mis manos temblaban como si fuera la primera vez que mi esposa me enviara un detalle, pero la verdad es que temía por el contenido en su interior, si mi compañera fue capaz de leer la tarjeta, no imagino quien más pudo hacerlo y eso me generaba algo de angustia.

“Es mi manera de expresar el cariño que tengo hacía ti y he de confesar que no me canso de ver tus lindos ojos Olivia”

PD: Extraño verte en el salón de clases.

 

Brenda

Después de autorizar algunas estrategias para mejorar la aplicación de los programas de estudio, decidí pasar por el salón donde estaba mi hermano para observar sus avances. Ya había pasado un tiempo desde que había comenzado con sus estudios y quería cerciorarme de que realmente la batería era lo suyo.

Cuando llegue al salón, lo vi muy concentrado con la caja, los toms, el bombo y los platillos. Era como si la batería hubiese estado en su vida incluso antes de haber nacido, convirtiéndola en una habilidad inusual, tal inusual que sólo lo había visto en una persona, en Alondra. Una de mis mejores amigas y compañera de trabajo, quien se había encargado de sacar todo el potencial de mi hermano.

—Amo cuando luces tan concentrada —escuché a mi espalda.

Al girarme, me encontré con esa mujer de ojos cafés, su mirada transmitía cierto deseo que no podía controlar, su cabello negro desbordaba mucha sensualidad y sus caderas, era lo que más adoraba de ella. Teníamos un par de meses que estábamos saliendo y aún no podía creer cómo se dieron las cosas entre nosotras, ni el por qué decidí salir con una heterocuriosa o por qué caí como una mosca ante sus encantos.

Era como la crónica de una muerte anunciada, porque todo indicaba que esa relación llevaría al fracaso. Sin embargo, nuestro romance, comenzó aquel día en que ella me invitó a su casa para tomar una copa de vino con la excusa de darme las gracias por haberle devuelto su trabajo. Después de todo, ella era la docente que había perdido su empleo por el acoso que le produjo Rafael.

La conversación se centró en nuestra vida privada y fue así como me enteré que recién había terminado con su novio, mientras que yo le hablé sobre mi nuevo estado civil de neosoltera, un término que llevaba con orgullo, pues había tomado la decisión de enfocarme en mi vida profesional y dejar mis sentimientos de lado.

Después de varias copas, me pidió que le diera un beso. Una cosa llevó a la otra y terminamos en la cama, donde tuvimos sexo sin control. Así pasaron varias semanas, donde sólo nos veíamos para dar rienda suelta a nuestros deseos e incluso, llegó a confesarme lo satisfecha que se sentía por haber descubierto lo que significaba tener un verdadero orgasmo.

Aquellos encuentros, me hicieron replantearme muchas cosas y una de ellas, es que no importaba mis esfuerzos o cuanto intentara luchar contra la corriente, Emily nunca me haría un hueco en su vida. ¿Por qué estar con alguien que aún no sabe lo que quiere? Que te esconde como si fueras un bicho raro, pero a pesar de eso, yo estaba allí, brindándole lo que tanto deseaba. Una buena sesión de sexo, tal como si se tratará de un postre del que no podía faltar en su menú.

En más de una ocasión, quise poner distancia, guardar todo lo que comenzaba a sentir por ella y seguir adelante como si nada hubiese pasado entre nosotras, pero su forma de tocarme, de besarme y su manera de cocinar, me tenía hipnotizada. Aunque estuviese consciente de que Emily no se arrepentía de haber estado conmigo, me dolía cuando decía que no se veía al lado de una mujer y cuando en medio de una discusión, me expresó que seguía siendo heterosexual, fue la gota que derramó el vaso. En ese instante, terminamos lo que teníamos y nos alejamos por un buen tiempo, aunque  nos veíamos todos los días en el conservatorio por cuestiones académicas.

—Cariño, ¿Estás bien? —me preguntó.

—Sí —dije nerviosa.

Por un instante, me perdí en mis recuerdos y me di cuenta que el haber vuelto con Emily, había sido una buena decisión. Estaba tan enamorada de ella, que no podía negarlo aunque quisiera y era muy difícil luchar contra mis sentimientos.

—¿Segura? —me miro desconfiada.

—Sí, cien por ciento, ¿Por qué lo dudas? —arquee la ceja.

—Tienes una mirada intensa, como si quisieras desnudarme —se mordió el labio inferior.

—No sería tan mala idea —sonreí de medio lado.

—Sabes que aquí no podemos —sus mejillas estaban rojas como tomate.

—Lo sé —dije, al mismo tiempo que le indique que me siguiera a mi oficina.

En el camino, ella me estuvo conversando sobre el progreso de sus alumnos, de las técnicas que iba a emplear para mejorar la atención de sus pupilos, pero mi mente, estaba ida de nuevo. Recordé el momento en que le hice entender que el simple hecho de que ambas fuéramos mujeres, no implicaba que debía entenderla a la perfección, cuándo la realidad estaba muy alejada de eso.

Tendríamos problemas, discusiones y desacuerdos como toda pareja e incluso viviríamos en una lucha constante por el tipo de sociedad en la que vivimos. También debíamos soportar dos periodos menstruales que no se podían sincronizar y que todo el mundo, cuestionaría nuestra satisfacción sexual sin la intervención de un pene, ya que va contra los principios de nuestra socialización.

—Al fin estamos solas —dijo, al cerrar la puerta.

Sentí como los labios de mi chica, se unieron con los míos en un interminable beso que fue acompañado por algunas caricias subidas de tono. Aunque llevábamos varios meses viviendo juntas, mi novia siempre hacia lo mismo, devoraba mis labios cada que podía.

—Cariño, ya hemos hablado de esto —dije, entre beso y beso

—Lo sé, pero no puedo evitarlo —mordió mi labio inferior.

Cuando su mirada se cruzó con la mía, pude ver su deseo y sus ansias por seguir besándome, pero habíamos acordado que intentaríamos frenar esos impulsos cuando estuviéramos en la institución, no era correcto y tampoco quería poner en riesgo nuestro trabajo.

—Te prometo que no volverá a pasar—acarició mi mejilla—Estoy un poco nerviosa, por la cena con mis padres —confesó.

Recientemente se le había metido en la cabeza presentarme como su novia ante toda su familia y por más que le insistí que no lo hiciera, no me hizo caso. Yo no quería generarle ningún tipo de problemas o que se expusiera de ese modo, me bastaba con que ella estuviese segura de sus sentimientos hacia mí.

—¿Mi cuñado no querrá venir con nosotras? —expresó.

—No lo creo, sabes que él piensa lo mismo que yo —besé su nariz.

—Lo sé—acomodo un mechón de mi cabello—Esto es importante para mí, ya no quiero esconderte, tú eres lo que quiero en mi vida y si ellos no lo aceptan, que se jodan. No pienso esconder lo que siento por ti, ya no —manifestó, con mucha convicción.

—Está bien  —acaricié su mejilla.

Lo único que me daba un poco de consuelo ante todo esto, era que estamos a unos días de que el Tribunal Supremo de Justicia, acepté que podrá brindar protección sin distinción a las familias homoparentales, convirtiéndose en el primer reconocimiento para las parejas homosexuales en nuestro país. Un derecho que será estipulado en el artículo 75 de la Construcción Venezolana y de esa forma, iríamos ganando la misma aceptación social que los heterosexuales.

—Hoy quiero que te pongas muy guapa, quiero que mis padres vean lo hermosa que eres y qué mis hermanos sientan envidia —pronunció, al mismo tiempo que dejó un beso en mis labios.

—Por lo que veo, me quieres exhibir —mordí su labio inferior.

—¿Y por qué no lo haría?—expresó en un tono juguetón, mientras sus manos sostenían mi cadera—Me siento orgullosa de tener a una mujer como tú que se atrevió a escogerme a mí, antes que cualquier otra chica —rozo mis labios.

—Tu eres y serás mi única heterocuriosa —le regalé una sonrisa.

—La única—repitió, mientras devoraba mis labios—Ya que hoy tenemos la casa para nosotras, no quiero que seas tan silenciosa como de costumbre, quiero escucharte —dijo, al mismo tiempo que su dedo índice, hizo un recorrido desde mi cuello hasta el inicio de mi cintura.

—Cariño —reduje la intensidad de sus besos y con el mayor de mis esfuerzos la fui separando, aun cuando una parte de mi deseaba pasarle seguro a la puerta y hacerla mía sobre el escritorio.

—No quisiera parar —hizo un puchero.

—Ni yo, pero ambas debemos volver a nuestros trabajos —besé su nariz.

—Te amo —me dio un corto beso

—Te amo—repetí con una sonrisa de enamorada total—Nos vemos más tarde —enuncié, antes de  verla salir.

Mas de Bella15

Mi segundo amor

Mi segundo amor

Mi segundo amor 47

Mi segundo amor 45

Mi segundo amor 44

Mi segundo amor 43

Mi segundo amor 42

Mi segundo amor 41

Mi segundo amor 40

Mi segundo amor 39

Mi segundo amor 38

Mi segundo amor 37

Mi segundo amor 36

Mi segundo amor 35

Mi segundo amor 34

Mi segundo amor 33

Mi segundo amor 32

Mi segundo amor 2

Mi segundo amor 31

Mi segundo amor 30

Mi segundo amor 29

Mi segundo amor 27

Mi segundo amor 28

Mi segundo amor 26

Mi segundo amor 25

Mi segundo amor 24

Mi segundo amor 23

Mi segundo amor 22

Mi segundo amor 21

Mi segundo amor 20

Mi segundo amor 19

Mi segundo amor 18

Mi segundo amor 17

Mi segundo amor 16

Mi segundo amor 15

Mi segundo amor 14

Mi segundo amor 13

Mi segundo amor 12

Mi segundo amor 11

Mi segundo amor 10

Mi segundo amor 9

Mi segundo amor 8

Mi segundo amor 7

Mi segundo amor 6

Mi segundo amor 5

Mi segundo amor 4

Mi segundo amor 3

Mi segundo amor

Mi segundo amor 1

Epílogo—Danielle

Epílogo—Emma

Amor te otoño 29

Amor te otoño 28

Amor te otoño 27

Amor te otoño 26

Amor te otoño 25

Amor te otoño 24

Amor te otoño 23

Amor te otoño 22

Amor te otoño 21

Amor te otoño 20

Amor te otoño 19

Amor te otoño 18

Amor te otoño 17

Amor te otoño 16

Amor te otoño 15

Amor te otoño 14

Amor te otoño 13

Amor te otoño 12

Amor te otoño 11

Amor te otoño 10

Amor te otoño 9

Amor te otoño 8

Amor te otoño 7

Amor te otoño 6

Amor te otoño 5

Amor te otoño 4

Amor te otoño 3

Amor te otoño 2

Amor te otoño 1

Adicta a tus labios 13

Adicta a tus labios 12

Adicta a tus labios 11

Adicta a tus labios 10

Adicta a tus labios 9

Adicta a tus labios 7

Adicta a tus labios 8

Adicta a tus labios 5

Adicta a tus labios 6

Adicta a tus labios 3

Adicta a tus labios 4

Adicta a tus labios 2

Adicta a tus labios

Hechizo de un ángel 4

Hechizo de un ángel 3

Hechizo de un ángel 1

Hechizo de un ángel 5

Hechizo de un ángel 6

Hechizo de un ángel 7

Hechizo de un ángel 8

Hechizo de un ángel 9

Hechizo de un ángel 10

Hechizo de un ángel 11

Hechizo de un ángel 2

Otra Oportunidad de Amar 9

Otra Oportunidad de Amar 10

Besos robados

Jugada del Destino

Otra Oportunidad de Amar 4

Otra Oportunidad de Amar 3

Otra oportunidad de Amar 2

Otra oportunidad de Amar

Eres ese Algo que Buscaba 24

Asi me enamore de ti te amo bebe

Eres ese Algo que Buscaba 3

Eres ese Algo que Buscaba 2

Amor o Estupidez 11

Amor o Estupidez 7

Amor o Estupidez 6

Me enamore de TI sin pensarlo 6

Tienes un E-mail 5

Tienes un E-mail 3

Tu mi complemento perfecto 22

Tu mi complemento perfecto 21

Tu mi complemento perfecto 12

Tu mi complemento perfecto 11

Tu mi complemento perfecto 8 y 9

Tu mi complemento perfecto 6

Tu mi complemento perfecto 4

Tu mi complemento perfecto 2

Una pequeña carta para el amor de mi vida

Un recuerdo ”Tu último deseo”

La Amistad como un tesoro

Nadie como tú

Un hasta pronto por un adiós

Lo mucho que te extraño

Jamás pedí Amarte

Aquel día que te conocí