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Adicta a tus labios 8

en Lésbicos

Capítulo 8

Natalia, sintió algunos movimientos sobre la cama y pensó que estaba soñando, pero al abrir sus ojos, percibió que la pobre Martha estaba teniendo una pesadilla. Su cuerpo se movía constantemente como si estuviese luchando contra alguien y apenas, podía escuchar algunos susurros. Pero intuía que tal vez, podría estar soñando con Alis y eso la entristeció.

Se acercó cómo pudo e intentó calmarla—Tranquila, sólo es un mal sueño—dijo por lo bajo. Pero Martha no pareció escucharla, ella continuaba moviéndose como queriendo huir de algo—No dejaré que nada te pase —besó su coronilla. Al hacer ese gesto, percibió como el cuerpo de Martha se relajó. Luego se puso de medio lado, dándole la espalda.

Natalia se dio cuenta de otra cicatriz que no había visto durante la noche, ya que estaba tan entretenida con los besos de Martha, que se le fue imposible percatarse de esa lesión. Se vio tentada a delinear aquella cicatriz, pero no lo hizo, ya que no deseaba despertarla, por lo que se acercó para abrazarla. Segundos después, se volvió a quedar dormida.

Dos horas más tarde, Martha despertó y a su lado, estaba Natalia abrazándola. Sonrió, al recordar los sucesos de la noche anterior, aún podía sentir los besos de Natalia sobre todo su cuerpo—Aun cuando duerme, se ve tan hermosa—masculló. Echo una mirada a su reloj de pulsera y percibió que aún era temprano, con cuidado apartó el brazo de Natalia para intentar levantarse.

Una vez que estuvo fuera de la cama, se colocó un albornoz para ir a la cocina. Allí, le prepararía algo delicioso. Mientras tostaba el pan integral, encendió el estéreo para escuchar un poco de música, cambio la emisora varias veces hasta que una canción llamo su atención. Al escuchar su letra, logró identificar que se trataba de un grupo mexicano, Ha Ash—Camina conmigo. Era como si el destino le estuviese dando una especie de señal, sacudió su cabeza para terminar de preparar un sándwich relleno de salmón ahumado, espinacas frescas y olivas, espolvoreado con eneldo.

—Se ve delicioso, lástima que no pueda quedarme —expresó Natalia a su espalda.

Martha se giró sobre su mismo eje y percibió la silueta de aquella mujer que le gustaba, apenas se estaba poniendo su calzado—¿Realmente tienes que irte? —inquirió.

—Debo ir a mi facultad para entregar el reporte de mis prácticas—se incorporó para estar frente a Martha—¿Crees que podamos vernos más tarde? —cruzó el dedo índice y pulgar detrás de su espalda, realmente deseaba salir con ella.

Martha negó con la cabeza, aunque deseaba verla esa tarde, debía encargarse del negocio mientras regresaba Luisa—Lo siento, debo ir a mi facultad y luego a mi negocio —le explicó.

—Entonces, ¿Puedo verte mañana?—rodeó su cintura—Quiero prepararte una cena en mi hogar —le dio un pequeño beso.

—Me encantaría—volvió a besarla—Déjame empacar tu sándwich, no dejaré que te vayas sin tu desayuno —se separó del agarre.

Natalia sonrió, ese gesto le pareció encantador. Mientras veía a Martha empacar el desayuno y un tarro de jugo, ella decidió tomar el periódico que estaba en la mesa para apuntar su número telefónico—No dudes en escribirme —le paso el periódico.

—Más te vale que te lo camas todo —extendió una fiambrera que contenía su desayuno.

—Gracias—dijo Natalia, al tomar la bolsa y antes de partir, volvió a besarla, pero está vez de una manera apasionada. Cuando abordo su vehículo, recibió una llamada entrante—¡Aló! —pronunció, al colocarse el cinturón.

—Sé que no suelo llamarte, pero quiera saber cómo sigue aquella chica —la voz de Camila sonaba preocupada.

—Se encuentra bien, lo que sucedió en el bar la impresiono demasiado, ¿Ella y tú, tuvieron algún roce? —no tardo en preguntar. A pesar que estuvo por preguntárselo a la misma Martha, no tuvo el valor para hacerlo.

—No en realidad, pero si hable con ella en el juzgado—respondió con mucha sinceridad—¿Crees que sea buena idea visitarla? —inquirió.

Natalia se tensó ante aquella idea descabellada, si Martha reaccionó de ese modo cuando la vio el bar, podría suceder lo mismo si Camila iba a su departamento—No creo que sea buena idea —dijo con un tono serio.

—No sé en qué estoy pensando, aún me siento culpable por lo que le hizo mi hermana —su voz sonó triste.

—Deja que ella asimile todo lo que sucedió en el bar, luego veremos cómo actúa, ¿Te aparece? —le sugirió. No deseaba que las cosas entre ellas se tornaran tensas, menos ahora que debía preparar una cena para conocerse un poco más.

—De acuerdo, te dejo para que continúes con tus actividades —dijo antes de colgar. Natalia encendió su auto para ir a su faculta, si todo marcha bien. Dentro de poco estaría por graduarse.

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Ese martes por la tarde, Martha se encontraba almorzando con su amiga a una cuadra de la tienda, había decidió cerrar el local por un par de horas. Después de todo, ese día no había mucha clientela en el lugar. Durante su conversación, tocaron varios puntos y uno de ellos, fue la nota incompleta que les coloco el profesor por su último trabajo. Ambas se habían esforzado por cumplir todos sus parámetros, pero éste, no quiso ponerle su merecido diez.

Aunque estaban algo desanimadas, decidieron que para el próximo trabajo le sacarían la nota sobre la nota. Sin embargo, Andrea no perdió tiempo en expresar su preocupación por lo que ocurrió en el bar, donde Martha le tuvo que explicar a medias, ya que no deseaba exponer todo su pasado. No porque no le tuviese confianza, sino más bien porque ella estaba intentando olvidar esa parte de su pasado.

No obstante, se vio en la obligación de explicarle el motivo por el que presento a Natalia como una amiga. Y todo se debía a que apenas se estaban conociendo, lo único que habían intercambiado hasta ahora, eran algunos besos y unas caricias. Por lo que le era imposible presentarla como algo más. También le explicó que las cosas podrían pasar al siguiente nivel, si todo marchaba bien entre ellas, cosa que estaba por definirse en su pequeña cita.

Del mismo modo, tocaron el punto de esa nueva esencia que estaba preparando Martha, ya que Andrea la había pillado en más de una ocasión encerrada en su laboratorio haciendo varias pruebas con el método de destilación. Martha no tenía planeado hacer una esencia nueva, porque ese don sólo lo tenía su madre, pero si pretendía combinar algunos ingredientes para ver qué resultado podría dar.

Estuvieron hablando por largo tiempo e incluso tocaron el tema de las vacaciones de Luisa, quién estaba pasándolo de lo lindo en Italia con su familia. Luego de ese almuerzo, regresaron al local, para atender a la clientela y unas horas más tardes, irían a la facultad, ya que ambas estudiaban en la noche. Cómo Natalia había apuntado su número telefónico sobre un periódico, Martha no dudo en escribirle para saber cómo iba su día. Apenas había pasado un día y ya comenzaba a extrañar esos labios, que tanto añoraba.

Aunque sentía un poco de temor a involucrarse sentimentalmente, no podía negar que estaba cautivada por el gesto que Natalia hizo la noche anterior. Su manera de besarla y tocarla, no sólo la volvió loca, sino que le hizo olvidar ese miedo a estar tan cerca de alguien en el mismo lugar. Y por si fuese poco, Natalia tuvo la oportunidad de hacerle el amor, pero se contuvo. Quizás porque ella también sentía temor o tal vez porque deseaba ganarse su confianza. Ya que eso era lo que le faltaba a Martha, volver a confiar en alguien para no salir lastimada.

Pero algo dentro de ella, le decía que iba por buen camino, ya que no sucumbió al deseo que sintió por los besos de Natalia. Podía intuir que no se trataba de un encuentro casual y eso la tenía entusiasmada. Ya que el noviazgo que mantuvo con Alis, empezó con mucho afecto emocional, pero acabó convirtiéndose en encuentros carnales. Podría decirse que Martha pasó la noche en vela, pero no por el nerviosismo a esa invitación que le había hecho Natalia, sino más bien por sus constantes pesadillas. Aun cuando se tomaba las pastillas que le envío el psicólogo, no podía dormir y le resultaba algo frustrante e incluso irritante.

Ese día, decidió pasar por el psicólogo para comentarle sobre su reciente insomnio y su estado de irritabilidad, pero éste sólo le envío una dosis más fuerte de calmantes. Luego paso por el spa, donde podía descansar sin ningún problema. Karla le preguntó por su repentina ausencia, ya que se sentía avergonzada por lo que ocurrió la última vez, pero Martha le hizo saber que estaba ocupada con la tienda y que no se preocupara por ese pequeño incidente.

Después de recibir su merecido masaje, Martha regreso a su departamento para alistarse e ir a la casa de Natalia, quién la estaría esperando con una deliciosa cena o al menos, así se lo hizo saber. Luego de una ducha rápida y un maquillaje sencillo; optó por colocarse una falda lápiz de color negro que hacía resaltar sus caderas, con un suéter manga corta de color beige y unos zapatos de tacón. Deseaba impresionar a Natalia de ser posible. En poco tiempo, ya se encontraba frente al departamento, donde golpeó suavemente la puerta de madera.

Unos segundos después, apareció la silueta de Natalia que portaba un pantalón blanco ajustado a su cuerpo, unas sandalias del mismo color y una blusa de seda color rosa. Sobre su cuello, tenía un collar plateado que se escondía perfectamente sobre sus pechos. Los ojos de Martha, detallaron a esa mujer y sin poder evitarlo, se mordió el labio inferior.

—¡Hola!—saludo Natalia, realmente estaba dudosa a que Martha fuese a su hogar—Adelante, estás en tu casa —le dio un beso en la mejilla e hizo un ademán.

Martha se estremeció cuando sintió los labios de Natalia chocar contra su mejilla, aquella mujer le hacía sentir tantas cosas que le era imposible controlar el deseo de besarla. Sin embargo, quería que las cosas fueran despacio para conocerse un poco más, y no sólo besuquearse cada vez que se veían. Cuando ingreso, pudo notar lo pequeño del lugar, los muebles parecían estar hechos a la medida, las paredes estaban cubiertas por algunos cuadros y la mesa, era de cristal templado. No tuvo que ver su habitación para deducir que estaba muy ordenada y con colores claros.

—Tienes un hermoso lugar —dijo Martha, al cruzar su mirada con aquellos ojos miel.

Natalia sonrió. Le agradaba la idea que su hogar fuese del agrado de Martha, sostuvo su mano para guiarla al pequeño comedor. Donde pronunció—Espero tengas apetito, no tenía idea de que sueles comer, así que realice dos platillos —le explicó con una sonrisa.

Los ojos de Martha se cautivaron por la decoración de la mesa, jamás imaginó que Natalia pudiese ser tan romántica, hasta el punto de colocar algunas velas, un balde para el vino y una rosa. El menú de esa noche, constaba de un delicioso pollo crujiente relleno de parmesano, merluza rellena de gamba y un exquisito mousse de pera—¿Realmente hiciste esto para mí? —no tardó en preguntar.

Natalia asintió. Tomó una silla y la movió para que Martha tomara asiento—Espero sea de tu agrado —le dio un pequeño beso. Luego se alejó para ubicarse al otro lado de la mesa, pero Martha se lo impidió. No deseaba tenerla tan lejos, por lo que la ánimo a que se sentará a su lado. Tal como lo hizo una vez con Andrea.

—Buen provecho —dijo Martha, tomando su cubierto para saborear aquellos platillos.

—Buen provecho —repitió Natalia, al mismo tiempo que servía el vino.

—Oye, podrías enamorarme sin ningún problemas si me continúas preparando este tipo de comidas —saboreó un poco de merluza.

—¿Tengo alguna oportunidad?—inquirió Natalia, al tomar un poco de pollo para dárselo en los labios a Martha, quién se ruborizó—No tienes que responder a mi pregunta, ya veremos cómo fluyen las cosas entre las dos —expuso.

—Ya que hablamos del tema, ¿Aún no te defines porque género te inclinas más? —no tardó en preguntar. De hecho, esa indecisión por parte de Natalia, le hacía dudar en si empezar o no una relación con ella.

Natalia sonrió, al recordar que ya tenía ese tema definido—Me quedó con las mujeres, y eso puede incluirte a ti —le lanzó una indirecta.

—¿Cómo puedes saberlo? Ya que la última vez, todavía estabas muy indecisa—le dedicó una mirada inquisitiva—O en mi ausencia, ¿Probaste con algún chico? —frunció el ceño.

Natalia negó con la cabeza, realmente no había salido con nadie mientras estuvo esperándola, pero sí estuvo coqueteando con un chico. Por lo que quiso aclararle ese punto—No estuve con nadie, pero antes de conocerte, estuve saliendo con un hombre muy guapo —ingirió un poco de vino.

—¿Fue algo serio o sólo probaste para ver qué tal te iba? —le preguntó.

Las mejillas de Natalia se ruborizaron, al recordar que estuvo a punto de acostarse con aquel hombre, pero la idea de que estuviese entre sus piernas la paralizó por completo y no pudo continuar. Quizás porque no sentía la confianza necesaria, se sentía incomoda o no estaba segura de lo que hacía en ese momento. Sus ojos miel coincidieron con los de Martha para responder—Quise probar, pero como te dije en el bar. No he estado con ningún chico —mencionó.

—Es bueno conocer esa información, entonces puedo estar tranquila —terminó de comer su merluza.

—Espera, ¿No logró entender? —frunció el ceño. No entendía lo que Martha le quería decir.

Martha la miró de manera divertida, podía intuir que la Natalia que comenzaba a tratar ahora, era una mujer segura de sí misma, a diferencia de esa mujer que conoció en el bar. Así que no dudo en contestar—Me das a entender que si empezamos una relación, no me vas a dejar por algún tipejo que se te acerque en el futuro —entrelazó sus dedos con los de Natalia.

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