miprimita.com

Amor te otoño 8

en Lésbicos

Capítulo 8

Danielle

No podía negar lo mucho que disfrutaba de la compañía de Emma, nos habíamos vuelto muy unidas desde que le di ese beso en el cuello de manera involuntaria, y todo por apaciguar ese deseo de besar sus labios. No podía explicar lo que mi corazón sentía cada vez que estaba cerca, lo que mi piel se erizaba cada vez que sentía una de sus caricias sobre mi mejilla o lo bien que mi cuerpo se amoldaba al suyo. Recuerdo esa noche que dormí a su lado y pude disfrutar de su cercanía, pero a la mañana siguiente tuve que salir de puntitas para que Cristina no se diese cuenta que me había colado en la habitación de su hija.

Si bien era cierto que tenía buenas intenciones con Emma, no podría explicarle a su madre lo bien que me sentía a su lado, ni yo misma podría explicarme que sentía por ella. Sé que amaba esos pequeños roces que me hacía con sus dedos, lo bien que se sentía chocar sus labios contra mi mejilla y deliraba cada vez que me abrazaba por la espalda. Pero lo que más me causaba vértigo, era que entrelazara sus dedos con los míos, me hacía sentía un revoleteó en mi estómago difícil de explicar. Incluso me había dado cuenta de su timidez aquella vez que me cambie mientras ella estaba en mi recamara, cuando me gire para no darle la espalda, tuve que acercarme para hablarle, ya que ella aún estaba de espalda a mí y no decía nada. Cuando hice que me mirara pude notar lo sonrojada que estaba y estuve a punto de besarla.

Me encantaba estar así de cariñosa con ella, pese a que no entendía las reacciones de mi cuerpo cuando estaba a su lado. Lo único de lo que era consciente, es que sentía una conexión inexplicable con Emma, una conexión que no podía explicar con palabras. Simplemente disfrutaba cada momento que compartía con ella, pronto comenzaría la universidad y sé que tendría menos tiempo para ella. Por eso me estaba esforzando en cumplir con mi palabra de llevarla a visitar algunos lugares, con la intención de pasar más tiempo a su lado.

—Adoro cuando por alguna razón, te quedas pensativa. No sabes lo mucho que disfruto esos ojos ámbar perdidos en algún punto—me dijo con una sonrisa. Verla sonreír era lo que más amaba de ella, me hacía transportar a otro lugar, ayudándome a olvidar mis problemas—¿Deseas algo de comer o estás bien con ese capuchino?—me preguntó, mientras jugaba con mis dedos. Recientemente había agarrado esa maña, de juguetear con mis dedos cuando conversamos de frente. Yo negué con la cabeza, así estaba bien, aún me encontraba un poco llena. Emma continúo tomando su malteada, al mismo tiempo que veía a la gente pasar por nuestro alrededor.

Nos habíamos sentado en una de las mesas de la Place de lenche, una plaza muy bonita que está ubicada donde antes estaba la Ágora griega. Era el lugar perfecto para hacer un alto en el camino, habíamos paseado por sus tiendas, los bares, el taller Artega donde los artesanos pintan las figuras de Belén, el Vieille Charité un antiguo refugio construido entre los siglos XVII y XVII, que ahora funcionaba como el museo de arqueología mediterránea. Pero aún faltaba mi lugar especial, la famosa chocolatería del barrio Panier.

—Te apuesto un beso en la mejilla, a que esa chica que está frente a nosotras. Es de la familia —me dijo con una mirada expectante.

—¿Eh? —apenas pronuncié. No había entendido el comentario que me hizo.

—Siempre eres tan caída de la mata—me expresó muy natural. Yo fruncí el ceño como dándole a entender que no había comprendido su término—ella movió su cabeza. Sabía que ya me lo había explicado, pero no recordaba en ese momento—Tan distraída como siempre, al parecer siempre andas en las nubes—se burló de mi. Aunque luego se acercó un poco más para susurrarme—Esa jovencita se siente atraída por su amiga, pero ésta ni le presta atención. Mira cómo está de cariñosa con el chico que tiene al lado —puso una carita triste.

—Es un amor no correspondido—me encogí de hombros. Ya estaba familiarizada con ese sentimiento, no se porque me dio por confesarle a mi amiga de la infancia que me gustaba, termine ahuyentándola con mi confesión—A veces, es mejor guardar ciertos sentimientos, así no terminas por alejar a esas personas que aprecias mucho —dije, como si fuese una experta en la materia.

—¡Oh, vamos! Si lo dices por aquella chica que te rechazó, no te preocupes. Ella no sabe lo que se perdió—te acercaste para reclamar tu premio. Ese beso que me estampaste en la mejilla, fue diferente a todos los que me habías dado hasta ahora—Me alegra que vivas en mi casa. Bueno, en la de mi madre. Me has hecho mis días muy alegres y de cierta forma me has ayudado a adaptarme a esta ciudad—me confesaste. Recargaste tu cabeza sobre mi hombro y entrelazaste mis dedos con los tuyos—Prométeme, que nunca te irás —escuché tu voz temblar.

Me aferré más a tu mano y bese tu coronilla—Hare el mayor de mis esfuerzos—le expresé. Era consciente que una parte de Emma temía que alguien se volviese tan cercano a ella, como para que se alejara de su vida. Su miedo al abandono, se debía por la actitud de su padre, quién no lo había visto desde que se marchó de su casa. Ni una llamada había recibido desde entonces.

—¿Crees que tu madre te siga amenazando con lo de tu hermano? Bueno, ya sabes. Han pasado dos meses desde que te echo de la casa —giró su rostro para mirarme.

—Espero que no, no podría estar tanto tiempo separada de ese enano—sonreí. Lo había echado mucho de menos esa semana que no pude verlo—¿Crees que tu padre te hubiese aceptado cómo eres? —percibí como su mirada cambio.

—No lo creo, él siempre fue tan….—no pudo culminar su frase.

—La palabra que buscas es homofóbico—la miré. Ella asintió—Mira el lado positivo, tienes a una excelente madre que te apoya en todo —le regale una sonrisa.

—Tu madre y mi padre, son tal para cual. No sé que ganan con juzgarnos por ser quiénes somos, es algo que ninguna escogió—sus ojos azules se tornaron de un color intenso. Lo hacía cada vez que estaba un poco enojada—¿Si hubieses tenido la más mínima posibilidad de elegir ser heterosexual, lo escogerías? —me preguntó.

—No, soy feliz como soy—acaricie su mejilla—Guste a quien le guste, hay cosas que no se pueden cambiar, y esa es una de ella —bese su frente.

—Por eso nos llevamos tan bien —sonrió.

Emma disfrutaba de ser libre, al igual que yo. No le veía problema a ser una lesbiana, que estaba dispuesta a luchar por sus convicciones. Aunque a diferencia de ella, a mi me gustaba tener mi privacidad, había entendido a las malas que no todo el mundo debe ser consciente de lo que eres, siempre y cuando tú lo sepas, te puedes dar por bien servida. Ya que las personas pueden tomarse el derecho a señalarte o a juzgarte, tal como lo había hecho mi madre y hermana. Pese a que eso no significa que vivía aún en el armario, sino más bien que uno debe poner sus límites y hacer valer su espacio para que nadie se sienta con el derecho de dañar tu felicidad—Es momento de continuar con nuestro recorrido —la anime a levantarse.

Caminamos un par de calles,  hasta que mis ojos se toparon con ese lugar. Detuve mis pasos y le dije a Emma si confiaba en mí, ella asintió con una sonrisa maliciosa. Entrelace nuestras manos, para luego decirle que cerrara sus ojos, me acerque a su oreja y no pude controlar mis impulsos—No te lo había dicho antes, pero hoy te ves realmente hermosa—le dije. Pude sentir como se estremeció y sus mejillas se tornaron de un color rojizo, para que las cosas no pasaran a mayores, la guíe al lugar que deseaba mostrarle. La tienda estaba sobre la avenida con unos toldos que apenas cubría su mercancía, le indique que ya podía abrir sus ojos, y cuando lo hizo. Percibí como sus ojos se le iluminaron como dos pequeñas estrellas fugases—Espero te guste el chocolate —expuse con una sonrisa.

Nunca me imaginé que ella me daría un abrazo, pero le correspondí con mucho gusto. Cuando dejó de abrazarme, escogí un rico chocolate artesanal relleno de vainilla y fresa. Pese a que el chocolate se le derramó por la comisura de sus labios, Emma no dejó que ese percance afectara su degustación. Por mi parte, no lo pensé dos veces y me apresure a pasar mi pulgar por su mentón para limpiarla. Ella me dedicó una mirada que no supe descifrar, y cuando iba a retirar mi dedo, lo sostuvo para llevárselo a su boca. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda, mi corazón se aceleró y hasta mi garganta se secó.

Emma rodeó mi cintura, se fue acercando peligrosamente, pude sentir su respiración y el calor que emanaba su cuerpo. Todo sucedió tan rápido, que no me di cuenta en que momento ella rozó mis labios. Ese roce fue tan suave, tan húmedo, tan tierno, que mi corazón se aceleró hasta más no poder. Mi cuerpo comenzó a sentir una especie de ráfaga de placer que viajaba por mi espalda, abdomen y entrepierna. Aquel beso se hizo más apasionado, más intenso, desbordando esas ganas que nos teníamos desde hace mucho tiempo.

Pude sentir el calor de su cuerpo contra el mío, sus hábiles manos sobre mi espalda que pronto comenzó hacerse paso para acariciar mi piel. Sentía que mi cuerpo flotaba, que había subido al cielo y no quería despegarme de ella. Sin poder evitarlo, de mis labios salió un pequeño gemido por tanto placer, jamás imaginé que besar a una mujer se sintiera tan bien. Emma devoraba mis labios con devoción, mientras que yo correspondía con la misma intensidad, pero aquel contacto se acabó, cuando sentí unas gotas caer sobre nosotras. Indicativo de que iba a llover.

—Me gustas mucho —me confesó. Sin tan siquiera separarse de mis labios. Yo me sonroje, pero antes que pudiese decir algo. La señora de la tienda, nos dio una bolsa de chocolates de diferentes sabores.

—¿Cuánto le debo? —pregunté, mientras Emma tomaba la bolsa.

—Corre por cuenta de la casa—me dedicó una mirada divertida. Ahora estaba entendiendo el dicho de Emma, sobre que ciertas chicas pueden pertenecer a la familia. De todas las veces que había venido a este lugar, nunca imaginé que la dueña pudiese ser lesbiana. De igual forma, le agradecí por el detalle, entrelace mis dedos con los de Emma para ir al paradero. Caminamos bajo la lluvia, tomadas de la mano sin decir nada para no romper el momento, hasta que tú te volteaste y se me fue imposible no besarte bajo la lluvia. Si el primer beso me había dejado embobada, esté me hizo sentir mariposas en el estómago, correspondí con la misma intensidad, un beso tras otro beso.

—¡Mira que nos trajo la lluvia!—esa voz hizo que me separa bruscamente de Emma. De todos los lugares que podía existir en Marsella, tendría que encontrarme justamente con mi hermana en ese paradero—La marimacho ya encontró con quién revolcarse —dijo, mientras se burlaba con su novio.

—Eso no es asunto tuyo —tome el brazo de Emma para irnos de ese lugar, pero mi hermana me jalo de la chamarra.

—Claro que es asunto mío, por tu ridícula confesión nuestro padres se están separando —me miró con rabia.

—No te creo, nuestro padre me hubiese dicho —quise defenderlo. Él jamás me hubiese mentido de esa manera, mi sangre comenzó a hervir por el desasosiego que sentía mi corazón.

—¡Oh, vamos! Te ha mentido. No quiso dañar tus sentimientos —se volvió a burlar de mí.

—¡Basta! Deja de molestarla, acaso no te das cuenta que tus palabras la lastiman —escuché como Emma me defendía. Pero estaba tan abrumada que no podía reaccionar, realmente mi padre me había mentido.

—Que emoción, mira como la otra la defiende—Laura expresó con cierto sarcasmo—Veo que encontraste a otra marimacho que te siguiera el juego —pronunció.

—¡He dicho que dejes de molestarla!—pude ver cómo Emma la empujó—Eres igual que tu madre, una homofóbica de mierda—manifestó con mucha rabia. Entrelazó sus dedos con los míos y me llevó a otro lugar. Mientras nuestros pies se hacían paso bajo la lluvia, pude notar como el cuerpo de Emma temblaba, no tuve que pensarlo dos veces para detener mi paso y colocarle mi chamarra—¿Te encuentras mejor? —me preguntaste cuando nuestros ojos coincidieron.

—No del todo—me encogí de hombros—Necesito que regreses a casa, debo ir con mi padre. No puedo creer me haya mentido —me sentía ofendida.

—Puedes ir mañana, si vas con esta lluvia te puedes enfermar —me miró muy preocupada.

—Necesito hacerlo—dije por lo bajo. Luego la rodee con mis brazos para darle algo de calor, podía sentir como su cuerpo temblaba por el frío. En ese instante, me deje llevar por mi corazón e hice algo que siempre había querido hacer con ella, repartí unos besos desde su frente hasta llegar a sus labios. A pesar que nuestra ropa estuviese mojada, podía sentir el calor que emanaban nuestros cuerpos, sentía sus pezones rozar con los míos, su lengua paseándose por cada rincón de mi boca. Sin duda ella sabía cómo alejar mi tristeza, sabía reconfortarme y sus labios me tenían atrapada en una danza sin fin.

—Te esperare en casa, no vayas a tardar demasiado—expuso al separarse del beso. Todo mi cuerpo estaba erizado, no sólo por la lluvia que caía sobre nosotras, sino por esa sensación de hormigueo que me generó sus labios. Besaba tan bien, que no pude creer lo tonta que fui de no hacerlo antes, de no atreverme a robarle un beso—Ve con cuidado —acarició mi mejilla. Detuvimos un taxi, para que ella lo abordara. Mientras se alejaba, pensaba en cómo iba afrontar a mi padre.

Mas de Bella15

Mi segundo amor

Mi segundo amor

Mi segundo amor 47

Mi segundo amor 46

Mi segundo amor 45

Mi segundo amor 44

Mi segundo amor 43

Mi segundo amor 41

Mi segundo amor 42

Mi segundo amor 40

Mi segundo amor 39

Mi segundo amor 38

Mi segundo amor 37

Mi segundo amor 36

Mi segundo amor 35

Mi segundo amor 34

Mi segundo amor 32

Mi segundo amor 33

Mi segundo amor 2

Mi segundo amor 31

Mi segundo amor 30

Mi segundo amor 29

Mi segundo amor 28

Mi segundo amor 27

Mi segundo amor 26

Mi segundo amor 25

Mi segundo amor 24

Mi segundo amor 23

Mi segundo amor 22

Mi segundo amor 21

Mi segundo amor 20

Mi segundo amor 19

Mi segundo amor 18

Mi segundo amor 17

Mi segundo amor 16

Mi segundo amor 15

Mi segundo amor 14

Mi segundo amor 13

Mi segundo amor 12

Mi segundo amor 11

Mi segundo amor 10

Mi segundo amor 9

Mi segundo amor 8

Mi segundo amor 7

Mi segundo amor 6

Mi segundo amor 5

Mi segundo amor 4

Mi segundo amor 3

Mi segundo amor

Mi segundo amor 1

Epílogo—Emma

Epílogo—Danielle

Amor te otoño 29

Amor te otoño 28

Amor te otoño 27

Amor te otoño 26

Amor te otoño 25

Amor te otoño 24

Amor te otoño 23

Amor te otoño 22

Amor te otoño 21

Amor te otoño 20

Amor te otoño 18

Amor te otoño 19

Amor te otoño 17

Amor te otoño 16

Amor te otoño 15

Amor te otoño 14

Amor te otoño 13

Amor te otoño 12

Amor te otoño 11

Amor te otoño 10

Amor te otoño 9

Amor te otoño 7

Amor te otoño 6

Amor te otoño 5

Amor te otoño 4

Amor te otoño 3

Amor te otoño 1

Amor te otoño 2

Adicta a tus labios 13

Adicta a tus labios 11

Adicta a tus labios 12

Adicta a tus labios 9

Adicta a tus labios 10

Adicta a tus labios 7

Adicta a tus labios 8

Adicta a tus labios 6

Adicta a tus labios 5

Adicta a tus labios 3

Adicta a tus labios 4

Adicta a tus labios 2

Adicta a tus labios

Hechizo de un ángel 9

Hechizo de un ángel 3

Hechizo de un ángel 1

Hechizo de un ángel 4

Hechizo de un ángel 5

Hechizo de un ángel 6

Hechizo de un ángel 7

Hechizo de un ángel 8

Hechizo de un ángel 10

Hechizo de un ángel 11

Hechizo de un ángel 2

Otra Oportunidad de Amar 9

Otra Oportunidad de Amar 10

Besos robados

Jugada del Destino

Otra Oportunidad de Amar 4

Otra Oportunidad de Amar 3

Otra oportunidad de Amar 2

Otra oportunidad de Amar

Eres ese Algo que Buscaba 24

Asi me enamore de ti te amo bebe

Eres ese Algo que Buscaba 3

Eres ese Algo que Buscaba 2

Amor o Estupidez 11

Amor o Estupidez 7

Amor o Estupidez 6

Me enamore de TI sin pensarlo 6

Tienes un E-mail 5

Tienes un E-mail 3

Tu mi complemento perfecto 22

Tu mi complemento perfecto 21

Tu mi complemento perfecto 12

Tu mi complemento perfecto 11

Tu mi complemento perfecto 8 y 9

Tu mi complemento perfecto 6

Tu mi complemento perfecto 4

Tu mi complemento perfecto 2

Una pequeña carta para el amor de mi vida

Un recuerdo ”Tu último deseo”

La Amistad como un tesoro

Nadie como tú

Un hasta pronto por un adiós

Lo mucho que te extraño

Jamás pedí Amarte

Aquel día que te conocí