Capítulo 9

Natalia estaba disfrutando de aquella velada, pero más al estar en compañía de Martha. Sus dedos jugaban con el borde del mantel, quería besarla de nuevo, se mordía el labio inferior para controlar las ganas que tenía de tocar su piel, más fue interrumpida por la voz de Martha.

—Aún tenemos una conversación pendiente —ingirió un poco de vino.

Natalia se tensó, pensó que Martha se había olvidado de esa conversación que mantuvieron en el bar—Lo sé —dijo sin más.

—¿Cómo puedes conocer todos los detalles de lo que me pasó? —degusto un poco de pollo.

Natalia dejó de jugar con el borde del mantel, se limpió la comisura y pronunció—Hace un año trabajo con Camila, y siempre he estado al tanto de los problemas familiares por lo que atraviesa. Cuando ella me contó sobre lo que hizo su hermana, me quedé boquiabierta—acarició la mano de Martha—Por más que desee conocer el nombre de esa chica a quien lastimo, no obtuve esa información. Lo poco que escuché, es que se trataba de su novia, pero nada más —le explicó.

—¿Cómo es que nunca nos vimos? Ya sabes, en el bar —expuso Martha. Durante el tiempo que estuvo con Alis, estaba segura que al menos una vez, se paseó por aquel bar. Más no estaba al tanto que ese lugar le pertenecía a Camila.

—Para aquel entonces, yo me encontraba más ocupada en la facultad y las veces que iba al bar, era para llevar el registro—se encogió de hombros. Quizás no era el mejor momento, pero sintió la necesidad de contarle a Martha sobre los últimos acontecimientos. No quería guardar secretos entre ellas, no ahora que comenzaba a entablar una relación de confianza—Sé que no es el momento adecuado, pero creo que deberías conocer que Alis se suicidó hace unos días —entrelazó sus dedos con los de Martha, para darle apoyo moral.

Martha dejó caer el cubierto que tenía entre sus manos, aquella noticia no se la esperaba. Aunque Alis le hizo mucho daño, nunca le deseo mal y se le fue inevitable no sentirse aturdida—Gracias por la información—su mirada se fijó en algún punto de la mesa.

Natalia se le estrujó el corazón, podía darse cuenta que el nombre de Alis le causaba cierto dolor a Martha. Acarició su mejilla para llamar su atención—Lo que te dije en el bar es cierto, jamás podría hacerte daño de manera intencional —beso su mejilla.

Los ojos de Martha se cristalizaron, no estaba segura si Natalia podría cumplir su palabra o al menos, hacer el intento de no lastimarla. Sostuvo su mano y le dio un pequeño beso—¿Realmente quieres continuar con el tonteo que tenemos? —pareció más una súplica que una pregunta.

—Sé que tus heridas no sanarán de la noche a la mañana, ni que tú puedas confiar en mí de buenas a primera—dijo—Pero si deseo continuar con esto que tenemos —le regalo una sonrisa.

Martha se dejó conmover por esos ojos miel, le trasmitían mucha seguridad y confianza. Al menos, ese par de esferas le decían que las palabras de Natalia sonaban muy sinceras—Ahora que tocamos ciertos puntos, y en vista de que tú conoces más sobre mi pasado—se mordió el labio inferior—Quisiera conocer un poco sobre ti, como por ejemplo, ¿Tienes familia? O ¿Por qué terminó tu noviazgo con aquella mujer? —tomó una cucharadita del postre y se lo dio a Natalia.

Natalia recibió aquel mousse entre sus labios. Por primera vez, vio a una Martha cariñosa que no había notado en sus otros encuentros. Era como si esa parte de ella, sólo la mostraba en ciertos momentos. Acarició su mejilla, aquella jovencita se estaba colando en su corazón—Tengo un hermano mayor que vive en otra ciudad, pero mis padres dejaron de tratarme cuando se enteraron que salía con una mujer—sus ojos se cristalizaron, aún le dolía que sus padres dejarán de hablarle—En cuanto a mi expareja, ella se cansó de mí, por así decirlo —le explicó.

—Déjame adivinar—acarició la mejilla de Natalia—No le diste algo que ella deseaba de ti, ¿Cierto?—inquirió. Natalia desvió la mirada—No tienes que responder—le dio un corto beso. Un beso que Natalia profundizó, mientras que su mano recorrió el muslo de Martha. La última vez que estuvo tan cerca de Natalia, ésta no sólo la había besado de manera exquisita, sino que la había dejado ansiosa por sentir sus caricias.

—De verdad me gustas, y mucho —expuso Natalia, al separarse. Pero Martha se lo impidió, deseaba permanecer más tiempo en esos labios.

Entre beso y beso, la más joven se ubicó encima de las piernas de Natalia, para sentirla más cerca, para devorar sus labios y hacerla estremecer. Aunque deseaba ir más allá, Martha siempre buscaba la formar de disminuir el deseo de ambas, ya que una parte de ella, sentía temor a continuar, no deseaba rechazar a Natalia en pleno acto de pasión. No quería lastimarla, ni mucho menos hacerla sentir mal, por no controlar sus temores. De hecho, aquella noche que Natalia repartió besos por todo su cuerpo, permaneció tranquila, pero cuando creyó que iba a continuar, una serie de imágenes se cruzaron por su cabeza y su corazón se aceleró. Sin embargo, todo había sucedido tan rápido, que logró tranquilizarse cuando Natalia se colocó a su lado.

—Tus besos, me trasportan a otro lugar—su respiración estaba agitada—Es mejor que te bajes de mis piernas o podremos caernos —manifestó Natalia.

Martha sonrió. Su acompañante podría tener razón, por lo que se incorporó y le extendió la mano—Vamos al sofá —la alentó. Natalia tomó su mano y se dejó guiar. Después que Martha se ubicó en el sofá, le indicó a Natalia que se ubicará entre sus piernas para abrazarla, mientras sus labios chocaron contra su tersa piel.

Frente a la chimenea y una botella de vino, continuaron su conversación. Martha le hablo sobre su familia política que estaba integrada por Luisa, su esposo y sus dos hijos, sobre la tienda de perfume que heredó de su madre y su reciente ingreso a la facultad de derecho. Mientras que Natalia se atrevió a contarle un poco más de su vida privada, de cómo terminó adquiriendo aquel bar, de la poca interacción que tenía con su hermano mayor y le contó algo muy privado para ella. Le confesó el verdadero motivo por el cual su noviazgo terminó. A pesar de su edad, le causaba cierta vergüenza y era que sólo práctico sexo oral con su expareja durante sus encuentros sexuales. Jamás permitió que ella avanzará en otras cosas.

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Los días fueron pasando, así como los encuentros entre las chicas. Sin importar que tenían sus actividades diarias, al final del día, se encontraban en el departamento de Martha y otras veces, en el de Natalia. Donde poco a poco, logró superar sus pesadillas y dejó de tomar su medicamento.

Las cosas parecían marchar bien entre ellas y la confianza fue creciendo, pero más por parte de Martha que había dejado un poco sus temores. De alguna manera, Natalia fue conquistando su corazón, con sus detalles, con su forma de tratarla, pero sobre todo con esa manera de mirarla, tan cariñosa y decidida.

Martha parecía estar como en una especie de sueño, no podía entender como dejó entrar a Natalia a su corazón. De hecho, se estaba replanteando la posibilidad de enamorarse otra vez, porque aquella mujer, le estaba enseñando a ver la vida diferente, le estaba enseñando a confiar otra vez. Y era algo que le agradaba, ya que desde aquel incidente, se había vuelto una chica solitaria y desconfiada. Lo que más le llamaba la atención, era que Natalia le había dado una entrada libre a su bar, donde la veía trabajar todas las noches y debes en cuando, la sacaba a bailar un par de canciones.

En una de esas noches, Camila se le acercó para pedirle disculpas por el daño que le había causado su hermana, quería dejar ese sentimiento de culpa que carcomía su corazón. Aunque en un principio ella se tensó, accedió a escucharla. Durante esa conversación, se enteró que Alis padecía un trastorno explosivo intermitente desde su infancia, pero que al no controlarse adecuadamente y debido a su falta de control, termino agravándose más de la cuenta. Lo que llevo aquella tragedia, que ninguna puedo prevenir. No obstante, aquellas revelaciones, no quería decir que ambas iban hacer las mejores amigas, pero si contribuyo que al menos, pudiesen encontrar un poco de tranquilidad para las dos.

Natalia decidió aguarda cierta distancia, cuando percibió que Camila se le acerco a Martha, intuyo que iban hablar sobre Alis, por lo que no quiso interferir. Ambas necesitaban tener esa conversación sin que nadie la molestara. Sin embargo, desde la lejanía, reconoció que la idea de tener a esa jovencita a su lado, le agradaba más de la cuenta. No podía entender porque su presencia le daba mucha seguridad y estabilidad. Era como un complemento para ella o al menos así lo había visto durante esos días que estuvo a su lado. Aunque Martha no era muy expresiva con otras personas, con ella siempre hacia la excepción. Siempre le mostraba su lado cariño y eso la tenía feliz. Ya que la hacía sentir especial.

Entre una salida y otra, Martha invitó a Natalia para que conociera el lugar donde trabaja. Ella también quería integrarla a sus actividades, tal como lo había hecho Natalia desde el comienzo. Aquel día, Natalia se quedó impresionada por las cosas que estaban a su alrededor. Había dos estanterías con buena iluminación y expositores específicos para productos destacados, de tal forma que la clientela pudiese detectar los artículos de interés. Además, tenía unos paneles ilustrativos que permitían ver las distintas marcas de maquillaje, productos personales o fragancias con los nombres de vanguardia.

Hasta le enseñó su lugar favorito, ese donde su madre realizaba sus creaciones, y que ahora ella había ocupado para trabajar en algunos proyectos. Aquel lugar, era el típico laboratorio de un químico, pero adornado al mejor estilo moderno. Incluso, le regalo aquella esencia en la que estaba trabajando, y tal detalle conmovió su corazón. Después de visitar el lugar, comprendió porque Martha siempre olía tan bien, su aroma era suave, con notas frescas que reflejaban su personalidad. Sensual y femenina.

Con el pasar de los días, Natalia sintió la necesidad de pedirle a Martha que fuese su novia. Ya no deseaba seguir en el anonimato, ni continuar con ese juego de besos y caricias. Deseaba tener una relación seria, ya que no le parecía apropiado que pasaran todos los días durmiendo en la cama de la otra, ducharse juntas y hasta cocinar en el mismo lugar. Simplemente actuaban como una pareja, pero en realidad no tenían nada formal. Tanta fue su incomodidad, que decidió llevarla aquel lugar que solían frecuentar los fines de semana. A orillas del río Misisipi, bajo la creciente luna de esa noche calurosa y con una rosa entre sus manos. Natalia le pidió a Martha que fuese su novia.

Esa noche, Martha se vio sorprendida por tal proposición, realmente no esperaba que Natalia se le adelantara, pero ya que había dado el primer paso. Decidió que era momento de continuar. Aunque no respondió de inmediato, le hizo saber que si deseaba ser su novia con un beso apasionado y para sellar aquel acto de amor. Martha quiso prepararle una cena especial, pero en realidad la que terminó cocinando fue Natalia, ya que ella era un completo desastre en la cocina. Lo único que había aprendido a cocinar en las últimas semanas, era garbanzos guisados y por más que intento seguir las indicaciones de un libro de cocina, no puedo.

Cuando Luisa regreso de sus vacaciones, Martha no dudo en pedirle a su novia que la acompañara al aeropuerto, donde al fin, logró conocer la familia política de Martha. Aquel domingo, luego de una conversación larga y tendida con Natalia, Luisa le dio la bienvenida a la familia. Cabe mencionar que Kate se llevó de maravilla con la nueva novia de su hermana, su padre también le dio el visto bueno. Sin embargo; Julián se mostró algo renuente, porque según él, su hermana ya no tendría tiempo para consentirlo, ni jugar videojuegos en las tardes de verano.

Después de varios meses saliendo, Martha le permitió a su novia que la besara por algunas partes de su cuerpo, ya sea que estuviesen en la ducha o en la cama antes de dormir. Simplemente se dejaba hacer, y cuando creía que las cosas iban a mayores, Natalia dejaba de besarla. Una parte de ella, podía sentir más seguridad e incluso más ganas de que Natalia le hiciera el amor, pero no había encontrado el momento adecuado para intimar.