miprimita.com

Mi segundo amor 33

en Lésbicos

Capítulo 33-Un giro

 

 

Alondra

—Me encanta estar desnuda en tu cama, mientras mi cabeza descansa en tu pecho. Es algo que extrañaba sus dedos jugaban con mi pezón.

—¿Aún sigues con la idea de contarle a tu padre sobre nuestra relación? —dije, sin estar muy convencida del todo.

—Sí, pero aún no amor—su pierna se enredó con la mía—Por ahora estoy contenta con que mi madre acepte lo nuestro —mencionó.

—Mientras tu estés feliz, yo lo estaré —besé su coronilla.

—Algún día, me encantaría tener una hija que corretee por los pasillos de nuestra casa —me confesó.

—¿Ah sí? —acaricié su espalda.

—Sí, seria lindo tener una mini tu —añadió.

—¿Y por qué debo ser yo quien la deba tener? —fruncí mi ceño.

—Porque quiero que se parezca a ti y saque el color de tus ojos —su mirada coincidió con la mía.

—Eso es trampa —acaricié su mejilla.

—No lo es —me sonrió.

—¿Y si tenemos un niño y no una niña? —mi dedo, se enredó en un mechón de su cabello.

—No importa, igual lo querré porque será nuestro —me dio un beso tierno.

 

Recordar ese momento, fue mágico y embriagador. Era como si Zoe me estuviese dando las gracias por estar aquí, luego de tanto tiempo. Su  mayor error, fue confesarle a su padre sobre nuestra relación, pues eso desencadenó una serie de eventos en donde la única perjudicada fui yo.

La odie por no creerme, por no buscarme y no darme el beneficio de la duda, pero ahora que ella estaba muerta, todos los recuerdos me abrumaron y mi única escapatoria, fue pedirle a su madre que me trajera al lugar donde descansaban sus restos.

Quizás le pareció una idea descabellada irnos a mitad de la noche de aquel país, pero accedió a traerme sin ningún problema. Durante el viaje, no me hizo ni una pregunta o me reprochó por haber dejado a mis amigas, sólo me acompaño en silencio. Un silencio, que era interrumpido por esa pequeña que viajó con nosotras.

Cuando conocí a esa hermosa niña, me aterró la idea de que pudiese ser hija de aquel bastardo que me causo mucho daño, pero mi conmoción no duró mucho, pues Mónica me explicó qué hace un par de años, se había vuelto a casar y esa niña, fue fruto de ese amor.

—¿Usted conoció a mi hermana? —no tardó en preguntarme esa niña de seis años.

—Sí —respondí, al bajarnos del auto.

—¿Crees que algún día pueda parecerme a mi hermana? —expresó con ilusión.

—Probablemente—le sonreí—Tengo un regalo para ti —mencioné.

—¿Un regalo? —dijo asombrada.

—Sí, te va a encantar —saque un colgante de mi abrigo.

Hace unas horas, mientras la pequeña dormía, Mónica me dio aquel colgante que había conservado por algunos años. Era el mismo colgante de acero que una vez le regalé a Zoe como símbolo de nuestro amor, pero al mismo tiempo le expresaba que siempre estaría a su lado, a pesar que en las vacaciones de verano, debíamos separarnos.

Ese regalo era único, pues lo había mando hacer a medida y me encargue que hicieran un hermoso dije de abeja que sostenía entre sus patas una pequeña guitarra. El mismo instrumento que Zoe me había regalo en mi cumpleaños.

—Este colgante, le pertenecía a tu hermana—lo coloque en su cuello—Es momento de que tú lo lleves, así que debes cuidarlo —mencioné.

—¿Y sí mi madre se molesta?  —su rostro mostró preocupación.

—No lo hará —le aseguré.

Cuando Mónica regreso, tomé aquella rosa que había comprado en el aeropuerto y camine despacio hasta llegar aquella lápida. Coloque una rodilla sobre el césped, mientras que la otra la tuve flexionada para que me diera apoyo y con mis dedos, delinee su nombre. Cuando iba a depositar la rosa, mis ojos vieron aquella inscripción que decía: “Vivirás por siempre en el corazón de tu madre”

—No pensé que nos encontraríamos en estas circunstancias, pero aquí estoy, dándome la oportunidad de despedirme de ti—mis ojos se cristalizaron—Tu madre me contó lo que sucedió con tu padre y debo confesar que lamento que estés aquí por tratar de defenderme—una lágrima recorrió mi mejilla—Quiero que sepas que te perdono por todo lo que sucedió entre nosotras, no sabes cuánto me hubiese gustado que las cosas fueran diferentes —dije.

Habíamos planeado todas las actividades y proyectos que haríamos luego de graduarnos, pero fue algo que nunca llego a suceder. A veces la vida puede ser cruel con nosotros y nos arrebata toda esa ilusión que nos hace mantener en pie, pero soy consciente que en ocasiones, somos nosotros mismos que dañamos todo lo que la vida nos puede ofrecer.

—Tú fuiste un gran amor en mi vida y nunca dejé de pensar en ti—dije con un hilo de voz—Me hubiese encantado que conocieras a mi hija, quizás no saco mis ojos, pero es una hermosa jovencita  —sonreí.

Por mucho tiempo, me pregunte cómo hubiese sido criar a mi hija junto a Zoe, la persona más entusiasta que conocía, capaz de sortear cualquier obstáculo para cumplir su objetivo. Quizás su actitud positiva, me hubiese ayudado a vencer mis temores e inseguridades de fracasar como madre, pero sobre todo, su compañía hubiese borrado ese mal recuerdo que me dejó aquel hombre.

—Aún conservo esa guitarra que me regalaste de cumpleaños y esa fotografía que nos tomamos en nuestro primer aniversario—confesé—Quizás ya lo sepas, pero aun así deseo contártelo. He conocido a una mujer maravillosa con la que deseo pasar el resto de mis días y espero que pueda perdonarme por haberla abandonado para venir aquí—hice una pequeña pausa—La verdad es que, necesitaba hacer esto sola y desprenderme de todo lo que me hizo daño una vez —añadí.

En ese momento, caí en cuenta que las últimas horas no había llamado a Jane, ni me había reportado con mi hija. Simplemente le dejé una nota a mi novia donde le exponía que debía regresar a estados unidos para solucionar un problema que me había sobrepasado.

 —Adiós Zoe, espero puedas descansar en paz —mencioné, antes de levantarme.

Le di un último vistazo a esa lapida y regrese por el mismo camino. Pensando en cómo haría para recuperar la confianza de mi novia, porque seguramente, Jane desconfiaría de mi tras mi decisión de venir a este país sin ella.

—¿Todo bien? —preguntó Mónica, una vez que estuve frente a ella.

—Sí, es hora de regresar al aeropuerto —respondí.

Aborde el vehículo en silencio, pero antes de que el chofer emprendiera camino, le di un último vistazo al cementerio. Allí, se encontraba una parte de mi pasado que intentaría superar, pero esta vez, quería hacerlo con éxito.

Durante el camino, le explique a Mónica porque cedí el colgante que me había entregado de Zoe, ya que no le agrado del todo que se lo diera a su pequeña hija. Desde mi punto de vista, su hermanita era la que debía quedarse con ese objeto más preciado y no yo.

De hecho, le hice saber que no importaba cuanto extrañará a su hija mayor, ella debía enfocarse en Elena, el regalo que le había dado la vida para compensar su dolor. No me parecía justo que esa pequeña, tuviese que vivir bajo la sombra de una hermana que nunca conoció.

Cuando llegamos al aeropuerto, busque la manera de realizar una llamada internacional para comunicarme con mi novia. Quería expresarle que la extrañaba mucho y confesarle que hice mal en no traerla a este viaje, pero por más que intente, Jane no contesto el celular.

—¿Lograste hablar con tu novia? —me preguntó.

—No —dije con cierta tristeza en mi voz.

—Pronto estarás a su lado —me alentó.

—Es lo que más deseo  —expresé.

—Gracias por venir a visitar a mi hija —manifestó.

Sé cuánto significaba para esa mujer que yo hiciera este viaje tan largo, sólo para despedirme de su hija. De alguna manera, era como si ella estuviese cerrando esa herida que mantuvo expuesta por mucho tiempo.

—Me hubiese encantado que tuvieras ese bebé del que tanto planeaste con mi hija —dijo de repente.

—Lo sé, pero no se dio el momento —mentí.

Quizás estaba siendo un poco egoísta, al mentir de esa manera, pero era la mejor decisión que podía tomar. Esa pobre mujer había sufrido demasiado como para confesarle toda la verdad y tampoco expondría a mi hija de ese modo. Nosotras habíamos luchado todos estos años, sin la necesidad de tener otro apoyo que no fuera el de mis padres y ciertamente, Mónica no tenía por qué involucrarse en nuestras vidas.

—Es una lástima, hubieses sido una excelente madre —me confesó.

—Tal vez —dije.

—¿Por qué no regresas con nosotras? —mencionó.

Sin importar cuantos años hubiese pasado entre nosotras, podía reconocer su lado curioso que me resultaba divertido. Estaba más que segura que deseaba conocer mis motivos, pero la verdad es que no le había comentado que vivía en otro país. La vida me había enseñado hacer un poco desconfiada y no solía exponer a detalle mi vida privada, aun cuando se tratara de una persona conocida.

—Me encantaría, pero ya que estoy aquí, iré a comprar un detalle para mi novia —dije.

En esta ocasión, no estaba mintiendo del todo, realmente quería llevarle un obsequio a Jane, se cuánto le gustaba escribir algunas frases en su antigua libreta, así que le llevaría uno de los famosos Moleskine con los mejores sellos de la Gran Manazana y a nuestras hijas, les compraría un detalle comestible que irían desde algunos caramelos hasta una caja de bombones y varias chocolatinas.

—Jane se ve que es una buena chica, cuídala y no dejes que nadie te separe de ella —me aconsejo.

—Lo haré—sonreí—Espero tengas un excelente viaje de regreso —le di un abrazo de despedida.

Jane

—Francy, deja de jugar con mi celular y colócate los zapatos —le expresé.

Llevaba como media hora intentando que mi hija se vistiera para bajar a recepción y dejar las llaves, había llegado el momento de partir de esa hermosa ciudad y regresar a nuestro país. Aunque había disfrutado el viaje en todos los sentidos, no podía quitar esa terrible sensación de vacío que tenía en mi corazón.

La repentina ausencia de mi novia, me había afectado considerablemente, llevándome a sentir un torbellino de emociones que no podía controlar. Esas emociones, iban del enojo a la tristeza, así como de la rabia al amor, no comprendía porque dispuso de nuestro viaje para irse y no tomar la decisión de quedarse para compartir con nuestra familia.

Había planeado muchas cosas en mi cabeza e incluso unas locuras que habían tomado forma propia para disfrutar de este viaje juntas, pero todos los planes que tenía, se quedaron a la deriva. Dejándome un sabor agridulce que no podía sopesar. Estaba tan distraída en mis pensamientos, que no percibí como mi hija charlaba animadamente con alguien por el celular.

—Me gustaría algunos chocolates —escuché.

—Francy, ¡Te he dicho muchas veces que no contestes mis llamadas, sin mi consentimiento! —dije, pero ella me ignoró.

—¿Regresaras pronto? —preguntó, haciendo una pequeña mueca.

No tenía que ser adivina para darme cuenta que mi hija estaba conversando con Alondra, la única persona con la que podía ser tan amable y cariñosa.

—Sí, está aquí, ¿Te la paso? —expuso.

Por un instante, me invadió el pánico, no podía creer que estaba a punto de hablar con mi novia. No quería hacerlo frente a mi hija, porque estaba segura que le diría unas cuantas cosas que no serían nada agradable, pero mi preocupación por su ausencia, me ponía en evidencia.

—Mamá, Alondra quiere hablar contigo —me paso el celular.

—Ponte los zapatos —repetí, antes de coger el teléfono.

Mientras me decidía en si contestar o no aquella llamada, logré ver cómo la pequeña iba en dirección al baño para terminar de alistarse.

—¡Aló! —dije por lo bajo.

—Me alegra escucharte mi amor—expuso—Sé que debes estar molesta, pero no me cuelgues, por favor —suplicó.

—Alondra, yo —mi voz se quebró.

Estaba al borde de las lágrimas, tenía sentimientos encontrados, no podía evitar sentirme alegre por escuchar su voz, pero al mismo tiempo, estaba triste por su ausencia. Quería obtener respuestas del porque me abandono, más no era el momento adecuado.

—¡Lamento haberme ido así!—se disculpó—Te echo de menos —me confesó

Pude sentir en su voz, un poco de angustia y temor. Sabía que no la estaba pasando tan bien y me odie no poder estar a su lado.

—Mi vuelo sale en la madrugada —manifestó.

—¿Regresaras a Colombia? —no dude en preguntarle.

No conocía la diferencia horaria que existía entre ambos países, pero era lógico pensar que no podía llegar a tiempo para estar con nosotras.

—No creo llegar cariño, ustedes se deben estar alistando para regresar a Venezuela —mencionó.

—Pensé que podrías —manifesté con cierta disolución.

Podía estar enojada con ella e incluso podía llegar a odiarla, pero aun así, quería verla y estar a su lado. Realmente la había echado de menos y sólo quería abrazarla para decirle que comprendía su reacción, pero me dolía que se haya así.

—Necesitaba escucharte—su tono de voz, era muy dulce—Espero poder verte mañana, después de que salga del colegio —comentó.

—Lo sé, primero debes cumplir tu horario —susurre.

—Te quiero—expuso—Ya debo irme cariño —dijo con cierta tristeza.

—Cuídate, por favor —expresé, antes de que colgara.

Sentí un poco de alivio, al saber que Alondra se encontraba bien y que dentro de poco, regresaría a mi lado. Sin embargo, eso no quería decir que la perdonaría tan rápido, pues ella debía entender que no sólo me hizo daño a mí, sino a nuestras hijas que no tenían la culpa de nada.

—¡Ya estoy lista! —exclamó mi hija con una sonrisa.

—Qué bueno cariño—acaricié su mejilla—Debemos irnos o no alcanzaremos el vuelo —mencioné.

Terminé de arreglar nuestra maleta, le coloque un suéter a mi hija y salimos de la habitación para encontrarnos con las otras chicas. Durante el camino al aeropuerto, fue inevitable que Silvia no me preguntara por Alondra, pues tuvo que darse cuenta que estaba más calmada y con una sonrisa tonta.

—Jane, ¿Me estás prestando atención? —escuché la voz de Silvia.

—¡Disculpa! —dije por lo bajo.

Desde que hable con mi novia, estaba un poco distraída, pensando en cómo le había ido en su viaje y si pudo afrontar su pasado como era debido. Después de todo, no sólo se trataba de que perdonara a la persona que le causo mucho daño, sino más bien que ella pudiera sanar su alma y sentirse libre de toda culpa.

—¿Qué más te dijo Alondra? —preguntó sería.

—No mucho en realidad —me encogí de hombros.

—Al menos, sabemos que se encuentra bien —dijo con ironía.

Seguramente estaba enfadada por la actitud que tomo Alondra ante aquella noticia que le dieron, porque cada frase que salía de su boca iba acompañada en un tono burlón que irradiaba su malestar. Sé que era su forma de decir que las cosas no estaban bien y podría hacer el intento de comprenderla, pero vamos, todo el mundo tiene el derecho a equivocarse aunque sea una vez en la vida.

Una vez que sellaron nuestros pasaportes y abordamos el avión, Silvia continúo interrogarme, pero no pude seguir evadiéndola, ya que nos había tocado el mismo asiento. Así que tuve que dejar de fingir que no la escuchaba y contestar sus preguntas.

—¿Cuándo piensa regresar tu novia? —expresó, con cierto sarcasmo.

—Silvia —la regañe.

Su manera elegante de decir las cosas, no opacaba en realidad su malestar por la repentina ausencia de mi novia, pero no era correcto que hablara de ese modo en presencia de mi hija. Podía comprender la frustración que sentía Silvia, más no iba a permitir que desacreditara las acciones que ha tenido Alondra  con mi hija para que esta, se pusiera en su contra.

—Cariño, déjame colocar tu película favorita —le coloque los audífonos a Francy para evitar que escuchara la conversación.

—¿Y bien? —insistió Silvia.

—Su vuelo con destino a Venezuela, sale en la madrugada —expuse.

—¿Y la perdonarás así nada más? —mencionó molesta.

Aunque le tenía mucho cariño y respeto a Silvia, me estaba agobiando su manera de expresarse. En este momento, no quería lidiar con su lado desafiante, porque ni yo misma podía controlar mis emociones ante lo que hizo Alondra.

Podía entender lo que hizo, más no aminoraba la sensación de vacío que me dejó su ausencia. Era como revivir los recuerdos que una vez sentí, unos recuerdos que fracturaron mi alma y me llevaron a una inexistencia irreparable. Lo único que podía hacer mientras espera su regreso, es interactuar con las personas que estaban a mí alrededor, fingiendo que todo estaba bien.

—Silvia, eso no es de tu incumbencia —dije, lo más clamada posible.

—¡Oh vamos! No hablaras enserio —pronunció.

—Silvia —repetí.

—Se supone que todo iba bien entre ustedes, ¿Por qué actuó de esa manera? —se cuestionó.

—No lo sé —respondí.

—No tenía derecho hacer eso y lo sabes —su tono de voz, estaba cambiando.

—Silvia, me encantaría darte una respuesta, pero no puedo—me sentía frustrada—Si tanto deseas saber, debes preguntárselo tu misma —mencioné.

Una parte de mí no quería admitirlo, pero me se sentía intranquila, desconocía lo que ese viaje podía repercutir en mi relación. Pero si de algo podía estar segura, es que no importa cuánto te esfuerces o cuánto estés dispuesto a dar, las cosas no siempre salen como esperamos o como se supone que deberían ser.

¡Hola! Mis estimados lectores, he tomado la desicion de dejarle dos capítulos de manera continua, para que sigan disfrutando de la historia. Gracias por leerme y dejar sus valiosos comentario.  Hasta la próxima semana, cuídense.

Mas de Bella15

Mi segundo amor

Mi segundo amor

Mi segundo amor 47

Mi segundo amor 46

Mi segundo amor 45

Mi segundo amor 44

Mi segundo amor 43

Mi segundo amor 42

Mi segundo amor 41

Mi segundo amor 40

Mi segundo amor 39

Mi segundo amor 38

Mi segundo amor 37

Mi segundo amor 36

Mi segundo amor 35

Mi segundo amor 34

Mi segundo amor 32

Mi segundo amor 2

Mi segundo amor 31

Mi segundo amor 30

Mi segundo amor 29

Mi segundo amor 27

Mi segundo amor 28

Mi segundo amor 26

Mi segundo amor 25

Mi segundo amor 24

Mi segundo amor 23

Mi segundo amor 22

Mi segundo amor 21

Mi segundo amor 20

Mi segundo amor 19

Mi segundo amor 18

Mi segundo amor 17

Mi segundo amor 16

Mi segundo amor 15

Mi segundo amor 14

Mi segundo amor 13

Mi segundo amor 12

Mi segundo amor 11

Mi segundo amor 10

Mi segundo amor 9

Mi segundo amor 8

Mi segundo amor 7

Mi segundo amor 6

Mi segundo amor 5

Mi segundo amor 4

Mi segundo amor 3

Mi segundo amor

Mi segundo amor 1

Epílogo—Danielle

Epílogo—Emma

Amor te otoño 29

Amor te otoño 28

Amor te otoño 27

Amor te otoño 26

Amor te otoño 25

Amor te otoño 24

Amor te otoño 23

Amor te otoño 22

Amor te otoño 21

Amor te otoño 20

Amor te otoño 19

Amor te otoño 18

Amor te otoño 17

Amor te otoño 16

Amor te otoño 15

Amor te otoño 14

Amor te otoño 13

Amor te otoño 12

Amor te otoño 11

Amor te otoño 10

Amor te otoño 9

Amor te otoño 8

Amor te otoño 7

Amor te otoño 6

Amor te otoño 5

Amor te otoño 4

Amor te otoño 3

Amor te otoño 2

Amor te otoño 1

Adicta a tus labios 13

Adicta a tus labios 12

Adicta a tus labios 11

Adicta a tus labios 10

Adicta a tus labios 9

Adicta a tus labios 7

Adicta a tus labios 8

Adicta a tus labios 5

Adicta a tus labios 6

Adicta a tus labios 3

Adicta a tus labios 4

Adicta a tus labios 2

Adicta a tus labios

Hechizo de un ángel 4

Hechizo de un ángel 3

Hechizo de un ángel 1

Hechizo de un ángel 5

Hechizo de un ángel 6

Hechizo de un ángel 7

Hechizo de un ángel 8

Hechizo de un ángel 9

Hechizo de un ángel 10

Hechizo de un ángel 11

Hechizo de un ángel 2

Otra Oportunidad de Amar 9

Otra Oportunidad de Amar 10

Besos robados

Jugada del Destino

Otra Oportunidad de Amar 4

Otra Oportunidad de Amar 3

Otra oportunidad de Amar 2

Otra oportunidad de Amar

Eres ese Algo que Buscaba 24

Asi me enamore de ti te amo bebe

Eres ese Algo que Buscaba 3

Eres ese Algo que Buscaba 2

Amor o Estupidez 11

Amor o Estupidez 7

Amor o Estupidez 6

Me enamore de TI sin pensarlo 6

Tienes un E-mail 5

Tienes un E-mail 3

Tu mi complemento perfecto 22

Tu mi complemento perfecto 21

Tu mi complemento perfecto 12

Tu mi complemento perfecto 11

Tu mi complemento perfecto 8 y 9

Tu mi complemento perfecto 6

Tu mi complemento perfecto 4

Tu mi complemento perfecto 2

Una pequeña carta para el amor de mi vida

Un recuerdo ”Tu último deseo”

La Amistad como un tesoro

Nadie como tú

Un hasta pronto por un adiós

Lo mucho que te extraño

Jamás pedí Amarte

Aquel día que te conocí