miprimita.com

Mi segundo amor 26

en Lésbicos

 ¡Hola mis queridos lectores! Aquí les dejo otra entrega de esta pequeña historia. Quisiera disculparme con ustedes ya que en el capítulo anterior, se me escaparon dos faltas de ortografía. Lo lamento mucho, estoy trabajando en ello para que no vuelva a suceder. Un beso.

HombreFx: Te confesare algo, me encanta cuando dices que es una buena noticia que aún le queden capítulos a la historia. Nos estamos viendo. Cuídate. PD: Siempre buscas la manera de incentivarme a que continúe escribiendo.

Capítulo 26-Imprevistos

 

Alondra

No había pasado ni un día, que dejará de recordar aquella noche de pasión que tuve con Jane, me encantaba su manera de hacerme el amor, con una mezcla de inocencia y sensualidad que invadía todos mis sentidos. Era como sí esa noche, hubiese sido un nuevo comienzo para las dos, un comienzo de hacer cosas diferentes o volver a realizar esas cosas que habíamos dejado de hacer.

Había sentido una felicidad inmensa que no podía explicar con palabras, pero que era reflejada por una sonrisa tonta que lucía casi todo el tiempo. Una sonrisa que no había pasado desapercibida para mis compañeros de trabajo, aunque me esforzará en disimular para evitar preguntas indiscretas.

De hecho, cuando mi novia me citó para darme una noticia importante, supe de inmediato que se trataba de Francy, quien hace unos días, me había contado lo feliz que se sentía por decirle mamá a Jane. Quizás no le tomé la importancia que debía, pues conocía la magnífica relación que ambas tenían y hasta podía decir, que lo vi normal, pero algo dentro de mí, me decía que Jane me estaba ocultando algo.

Sin embargo, mis dudas se disiparon, cuando Jane me confesó que Francy pasaría a hacer su hija de manera legal. Quizás era algo que no me esperaba, pero tal vez lo vi venir por la reciente enfermedad de Silvia. Debía admitir que era una de las mejores noticias que había tenido, pues yo adoraba a esa pequeña y ya la consideraba como mía.

No obstante, me resulto difícil convencer a Jane que su reciente estatus de mamá primeriza, no crearía un abismo en nuestra relación. Por el contrario, pasaría hacer un nuevo reto en nuestras vidas, ya que crearíamos un nuevo concepto de familia. Una familia que estaría unida por lazos afectivos, por cuidados mutuos y mucha comprensión, aunque no existiera ningún lazo de consanguinidad entre nosotras.

Otras de las cosas que me encantaba, eran esas visitas que Jane me hacía al conservatorio, donde la mayoría de las veces, almorzábamos juntas o en compañía de mi hija y Sofía. En algunas ocasiones, le mostré ciertas áreas de la institución y aunque moría por darle un beso a escondidas, no me atrevía. Debía guardar las apariencias en mi trabajo para conservar mi empleo.

—Ya puede pasar, la directora la está esperando —la voz de aquella mujer, me saco de mis pensamientos.

No tenía la menor idea del porque me habían sacado a mitad de una clase para asistir a dirección, hasta el momento, no había realizado nada indebido o algo que atentara contra las normas de la institución. Pero allí estaba yo, como una niña asustada a la que le darían un regaño sin conocer el motivo.

—¡Buenas tardes! —salude.

—¿Conoce el motivo por el que se encuentra aquí? —me preguntó, con un semblante serio.

—En realidad, no —respondí.

Aquella mujer me dedicaba una mirada acusadora como si me estuviese juzgando de algo que no me había enterado. Mis manos comenzaron a sudar considerablemente y comencé a mover mis dedos como muestra de ansiedad.

—Como ya sabrá, no estaría aquí al menos que considere que realizo algo que perjudique a la institución —dijo.

—Le repito, desconozco el motivo por el que estoy aquí —mencioné.

Su mirada aún permanecía fija en mí, como si realmente me hubiese agarrado con las manos en la masa y lo peor, es que no tenía noción del porque me había citado en su despacho.

—Me han llegado rumores de unos alumnos, que aseguran haber escuchado ruidos inapropiados en su salón de clases en las horas del descanso—expresó—Sabe a qué tipo de ruidos me refiero —dijo con una sonrisa burlona.

Mi corazón se aceleró y me dejé envolver por el miedo a pesar de que no había hecho nada. Estaba tan nerviosa, que sentí un nudo en el estómago y mi vista se nublo.

—¿Rumores?—repetí—¿Basara sus acusaciones en un me han contado o me dijeron? Pensé que esta institución se basaba en hechos reales que tuvieran absoluta credibilidad —expresé molesta.

—Le recomiendo que module su tono de voz, está hablando con la máxima autoridad de esta institución sobre un tema extremadamente delicado —manifestó.

Tense mi mandíbula e intenté manejar la situación lo mejor posible, no quería dejarme llevar por la cólera y hacer un escándalo por unas acusaciones que no podían demostrar.

—¿Puedo saber que alumnos le hicieron llegar dicho rumor?—pregunté seria—O sólo hablamos de unas aseveraciones sin sentido alguno —fruncí mi ceño.

—No son ningunas aseveraciones sin sentido, el profesor que me hizo llegar la información, lo certifica —pronunció.

—¿Un profesor?—no pude evitar reírme en su cara—No había dicho que habían sido algunos alumnos —mencioné.

La directora se sorprendió, había caído en su propia trampa, no tenía ninguna prueba con la que pudiera acusarme o levantarme una sanción.

—Hasta el momento, sólo tiene unas acusaciones falsas—le dedique una mirada seria—Le recomiendo que haga una investigación para que pueda hablarme con fundamento, y si no le molesta, debo regresar a una clase —hice un ademán para levantarme de la silla.

—Aún no puede retirarse—dijo—¿Está consciente que su tono altanero es motivo de despido? —manifestó.

—¿Disculpe? —no podía creer que me estuviese hablando enserio.

—Lo que ha escuchado —sentenció.

Respire hondo para calmar mi frustración, la directora había colmado mi paciencia y si no fuera por mis buenos modales, la hubiese mandado a comer mierda. Sé que su odio o más bien la envidia que sentía hacía mí, se debía a que me había ganado un merecido reconocimiento por parte del dueño de la institución, gracias a mis increíbles dotes en la música.

—En primer lugar, no puede despedirme de buenas a primera, y en segundo, no existe ninguna causa aparente. Además, no he incumplido los términos de mi contrato—le expliqué—No obstante, si no encuentra pruebas contundentes, deberá pagarme una indemnización por los daños causados, aunque estoy en mi derecho de realizar una demanda por despedirme sin justa razón —culminé.

—No es para tanto —expuso con cierto nerviosismo en su voz.

—Como le dije, debo regresar a culminar una clase —me incorporé.

Cuando salí de aquel despacho, me encontré con algunos colegas que cuchicheaban entre sí, tenía unas ganas de gritarles que se metieran en sus asuntos y dejaran de entrometerse en la vida de los demás, pero no lo hice. No les daría el gusto de verme enojada por una acusación falsa.

—Mamá, ¿Qué fue lo que pasó?, ¿Por qué te cito la directora? —preguntó mi hija que me esperaba a un lateral de ese despacho.

—Hija, ahora no es buen momento —pronuncié, estaba demasiado molesta como para explicarle.

—Pero mamá, quiero ayudarte —me expresó.

La rabia que me consumía era demasiada y estaba más que segura que ese profesor que mencionó la directora, era Rafael. Un colega que estaba detrás de mí desde que ingrese en la institución. Esa llamada de atención que me habían realizado, podía perjudicar mi imagen y las actividades que me encantaba realizar con mis alumnos.

Aunque mi hija camino en silencio a mi lado, podía notar que estaba muy preocupada por la situación, no sólo me perjudicaba a mí, sino a ella de una manera indirecta. Una cosa era que me acusaran a mí por algo que no hice, pero no quería que la directora o ese idiota, se metieran con mi hija por intentar hacerme daño. Cuando estaba por llegar a mi salón de clases, me encontré con el culpable de todo este embrollo.

—Justo la persona que deseaba encontrar —expresé molesta.

—¡Alondrita! Me he enterado de lo que te paso, ¿Cómo te fue con la directora? —dijo, con una sonrisa cínica. 

—Déjate de tonterías, maldito imbécil—lo encaré—Sé que fuiste tú, quien empezó con ese rumor y más te vale que vayas a aclarar ese asunto con la directora —sentencié.

—No haré tal cosa —me retó.

Odiaba a tipejos como él, que creían que podían salirse con la suya como si nada y atropellar a la gente que estuviesen a su alrededor.

—Sólo quiero dejarte claro una cosa—arquee mi ceja—El que no quiera salir contigo, no te da derecho a realizar falsas acusaciones que me pueden perjudicar como profesional  —expresé.

—No te atrevas a hablarme de ese modo  —cogió mi brazo con fuerza.

—Veo que los rumores que hay de ti, son ciertos. Eres un acosador de primera, es una lástima que las alumnas no coloquen una queja sobre ti —mencioné.

—Pero —se puso pálido.

Rafael era consciente que tenía todas las de perder si no aclaraba ese mal entendido con la directora, por su bien, esperaba que me hiciera caso o se daría cuenta de lo que podía ser capaz con tal de proteger mi imagen.

—Te doy hasta mañana para que resuelvas todo o no querrás conocer de lo que soy capaz —sentencié.

Continúe mi camino y esa rabia que sentía, había disminuido considerablemente. No podía creer que mi carrera y todo el trabajo que había realizado en esta institución, se vendría abajo por un rumor que ni siquiera era cierto. Jamás me atrevería a tener relaciones sexuales en mi trabajo y menos, en un país que tiene poca tolerancia a las relaciones del mismo género.

—Mamá, todo saldrá bien —expuso mi hija.

—Eso espero —dije sin mirarla.

—Cuando estés más tranquila, me cuentas a detalle lo que sucedió, por favor —me imploró.

—Está bien—dije resignada—Ahora, necesito que vayas a tu salón —le di un beso en la mejilla.

Jane

—Samantha, ¿Qué haces aquí? —la miré con desprecio.

—¿Te molesta mi presencia? —me respondió con otra pregunta.

—Estoy más que molesta por tu repentina aparición —fruncí mi ceño.

—Necesito ver a mi hija —me imploró.

—¿Hija?, ¡Cómo te atreves a llamarla así!—exclamé furiosa—Te recuerdo que perdiste cualquier derecho que tenías sobre ella, al dejarla abandonada —mencioné.

Recordé esa noche en la que Silvia se dio por vencida y regreso a su hogar, sin saber, que en la puerta de su casa estaría la recién nacida envuelta en una manta.

—Ella lleva mi sangre y no la tuya —me retó.

—No te lo vuelvo a repetir, ¿Qué haces aquí? —quise mantener la calma.

Me perdí en su aspecto desaliñado, su ansiedad y un constante temblor en sus manos. Había cambiado tanto desde la última vez que la vi, que a primera vista, era irreconocible. No podía entender, porque esa mujer llegó a padecer de un trastorno por consumo de sustancias.

—Veo que no has dejado tu adicción —dije sin más.

—¿Y a ti, que te importa? —pronunció.

Samantha, había iniciado con el consumo de heroína para liberarse de algunas frustraciones que sentía, luego continúo con la cocaína por experimentar con aquel chico que salía. Pero cuando Silvia la descubrió, intento colocarla en uno de esos programas de tratamiento para superar su adicción a las drogas, pero no funciono.

Aquella chica, se desapareció por algunos meses, hasta que un día, le dio por volver a su casa con la noticia de que estaba embarazada. Silvia, quien conocía las jugarretas de su hija, no le creyó del todo, pero una vez que se había realizado la prueba de embarazo, todo cambio.

La llevo de nuevo a un centro de rehabilitación con la finalidad de que mantuviese su embarazo, y de cierto modo, funciono, hasta que volvió a recaer. Los profesionales de aquella institución, estuvieron en una lucha constante para que ese bebé pudiera nacer y cuando Silvia tuvo a su nieta entre sus brazos, se sintió aliviada. Pensó que su hija volvería a hacer la misma de siempre y retomaría su vida, por la simple razón de que había traído al mundo a una preciosa niña, pero la realidad, resulto ser más cruel.

—¿Me estas prestando atención? —manifestó molesta.

 —¿Me vas a decir que haces aquí o no? —la paciencia se me estaba agotando.

—Necesito que me ayudes, me encuentro en problemas —manifestó nerviosa.

—Esas fueron las mismas palabras que me dijiste hace tres años, ¿Realmente crees que esta vez caeré en el mismo juego?—mencioné—¿No se supone que te alejarías definitivamente de nuestras vidas? —pregunté.

Recordé aquella noche, que le dio por aparecer en mi casa con la excusa que necesitaba dinero para pagarle a su proveedor y la ayude por el aprecio que le tenía a Silvia, pero fue un completo error. El acuerdo al que habíamos llegado en aquel entonces, era que si la ayudaba, no se aparecería de nuevo en nuestras vidas, y ahora que han pasado tres años, estaba aquí, pidiendo el mismo favor.

—Se lo que prometí—no dejó de mirarme—Pero esta vez, le debo a personas peligrosas y eres la única que puedes ayudarme —comentó.

—Sabes perfectamente que esta vez, no te ayudaré —manifesté.

—Jane, te prometo que será la última vez,  por favor —me imploró

—He dicho que no y si no quieres que llame a la policía, vete de mi negocio —la amenace.

—He ido a la casa de mi madre y no está, la vecina me dijo que se mudó—expuso—Sé que está contigo, dile que necesito verla —pronunció.

—¿Y qué te hace pensar que está conmigo? —fruncí mi ceño.

—Siempre la has ayudado, tu pareces su hija y no yo—me miró con odio—Debes estar forrada en billete, ¿Por qué no quieres ayudarme? —me reprochó.

—Porque siempre prometes que vas a cambiar, que te vas a desintoxicar, pero sabes que es mentira, sólo quieres continuar con tu adicción —le expliqué.

—Eres una de ellos —expuso molesta.

—¿Una de ellos? —repetí, sin comprender.

—Quieres que cambie, pero no es tan fácil, tu no sientes esa necesidad imperiosa de querer consumir lo único que te hace libre —me confesó.

—Samantha, vete —repetí.

—Vete a la mierda Jane —bufó.

La vi alejarse como un perro herido que lamia sus heridas, luego de una pelea callejera, pero algo dentro de mí, me tenía inquieta. Aquella vez que ayude a Samantha, todo había salido de maravilla y no sé porque, presentía que esta vez, sería distinto.

—¿Dime que la mujer que acaba de salir, no era mi hija? —Silvia entró a mi oficina con preocupación.

—Sí, era ella —dije, sin poder mirarla.

—¿Quiere ver a la niña? —dijo angustiada.

—No, sólo quiere dinero —expuse.

—Le daré lo que necesite para que no se acerque a nosotras —me confesó.

—Nada de eso, no podemos ayudarla, tu más que nadie sabes que tu hija no tiene solución—dije—Si le damos lo que pide, nada garantiza que se va a alejar —mencioné.

Silvia no estaba al tanto de que su hija me había buscado hace un tiempo y no sería tan tonta de expresarlo justo ahora. No quería que se preocupará más de la cuenta o se enojara conmigo por no contarle sobre aquello.

—Si le pasa algo a mi nieta o a ti, yo me muero —dijo con un hilo de voz.

—Silvia—pronuncié, mientras me acercaba para darle un abrazo—Ustedes, son lo mejor que me han pasado en la vida—besé su coronilla—Sé que me costó entender muchas cosas luego de que perdí a mi esposa, pero, si no hubiese sido por ti o por esa pequeña que apareció en nuestras vidas, no sé qué sería de mi —dije.

—Tú has sido un gran apoyo Jane, has estado conmigo en las buenas y en las malas. Aun cuando no debías, porque no te encontrabas en tu mejor momento —me explicó.

—Es lo que quiero que entiendas, sí antes hemos podido salir de cosas peores, esta vez, no será la excepción —le regale una sonrisa.

Ver a Silvia en ese estado, me recordó la incertidumbre y esa sensación desagradable que se instala en tu corazón cuando crees que puedes perder todo, en especial eso que te hace feliz. Es como si la ansiedad, te hiciera estar alerta en todo momento, a la espera de que suceda lo peor y te causa una opresión en el pecho difícil de quitar.

Sin embargo, desde que Alondra apareció en mi vida, me hizo entender que no estaba sola y me ayudo a liberarme de todas mis inseguridades, de mis miedos y de esa sensación desagradable que tenía, al pensar que en cualquier momento podía perder a mis seres queridos.

Me enseñó a confiar en mí misma y a comprender los procesos de la vida. Que a veces, nada está en nuestras manos o nunca lo estuvo, sólo suceden y ya, como algo que debíamos experimentar para crecer como personas, para forjar nuestro carácter y enseñarnos, que cada segundo cuenta, mientras estas con esas personas que son importantes para ti.

—Entonces, ¿Qué haremos? —me preguntó.

—Ir con la policía para colocar una denuncia y rogar, porque nada suceda —expresé.

Mas de Bella15

Mi segundo amor

Mi segundo amor

Mi segundo amor 47

Mi segundo amor 46

Mi segundo amor 45

Mi segundo amor 44

Mi segundo amor 43

Mi segundo amor 42

Mi segundo amor 41

Mi segundo amor 40

Mi segundo amor 39

Mi segundo amor 38

Mi segundo amor 37

Mi segundo amor 36

Mi segundo amor 35

Mi segundo amor 34

Mi segundo amor 33

Mi segundo amor 32

Mi segundo amor 2

Mi segundo amor 31

Mi segundo amor 30

Mi segundo amor 29

Mi segundo amor 27

Mi segundo amor 28

Mi segundo amor 25

Mi segundo amor 24

Mi segundo amor 23

Mi segundo amor 22

Mi segundo amor 21

Mi segundo amor 20

Mi segundo amor 19

Mi segundo amor 18

Mi segundo amor 17

Mi segundo amor 16

Mi segundo amor 15

Mi segundo amor 14

Mi segundo amor 13

Mi segundo amor 12

Mi segundo amor 11

Mi segundo amor 10

Mi segundo amor 9

Mi segundo amor 8

Mi segundo amor 7

Mi segundo amor 6

Mi segundo amor 5

Mi segundo amor 4

Mi segundo amor 3

Mi segundo amor

Mi segundo amor 1

Epílogo—Danielle

Epílogo—Emma

Amor te otoño 29

Amor te otoño 28

Amor te otoño 27

Amor te otoño 26

Amor te otoño 25

Amor te otoño 24

Amor te otoño 23

Amor te otoño 22

Amor te otoño 21

Amor te otoño 20

Amor te otoño 19

Amor te otoño 18

Amor te otoño 17

Amor te otoño 16

Amor te otoño 15

Amor te otoño 14

Amor te otoño 13

Amor te otoño 12

Amor te otoño 11

Amor te otoño 10

Amor te otoño 9

Amor te otoño 8

Amor te otoño 7

Amor te otoño 6

Amor te otoño 5

Amor te otoño 4

Amor te otoño 3

Amor te otoño 2

Amor te otoño 1

Adicta a tus labios 13

Adicta a tus labios 12

Adicta a tus labios 11

Adicta a tus labios 10

Adicta a tus labios 9

Adicta a tus labios 7

Adicta a tus labios 8

Adicta a tus labios 5

Adicta a tus labios 6

Adicta a tus labios 3

Adicta a tus labios 4

Adicta a tus labios 2

Adicta a tus labios

Hechizo de un ángel 4

Hechizo de un ángel 3

Hechizo de un ángel 1

Hechizo de un ángel 5

Hechizo de un ángel 6

Hechizo de un ángel 7

Hechizo de un ángel 8

Hechizo de un ángel 9

Hechizo de un ángel 10

Hechizo de un ángel 11

Hechizo de un ángel 2

Otra Oportunidad de Amar 9

Otra Oportunidad de Amar 10

Besos robados

Jugada del Destino

Otra Oportunidad de Amar 4

Otra Oportunidad de Amar 3

Otra oportunidad de Amar 2

Otra oportunidad de Amar

Eres ese Algo que Buscaba 24

Asi me enamore de ti te amo bebe

Eres ese Algo que Buscaba 3

Eres ese Algo que Buscaba 2

Amor o Estupidez 11

Amor o Estupidez 7

Amor o Estupidez 6

Me enamore de TI sin pensarlo 6

Tienes un E-mail 5

Tienes un E-mail 3

Tu mi complemento perfecto 22

Tu mi complemento perfecto 21

Tu mi complemento perfecto 12

Tu mi complemento perfecto 11

Tu mi complemento perfecto 8 y 9

Tu mi complemento perfecto 6

Tu mi complemento perfecto 4

Tu mi complemento perfecto 2

Una pequeña carta para el amor de mi vida

Un recuerdo ”Tu último deseo”

La Amistad como un tesoro

Nadie como tú

Un hasta pronto por un adiós

Lo mucho que te extraño

Jamás pedí Amarte

Aquel día que te conocí