Capítulo 19
Cristina
No puedo creer como pasa el tiempo, en un abrir y cerrar de ojos ya han pasado tres estaciones desde que estamos en este país. Pensé que se me iba a ser difícil dejar la vida que tenía en Santo Domingo, por su ciudad colonial, las calles anchas con sus impresionantes casas de colores y esas flores colgadas entre los balcones. Pero no fue así, desde que mi empresa me propuso la idea de venir a Marsella para trabajar como analista de marketing, no lo pensé dos veces y acepte el puesto. Pese a que mi hija se mostró renuente por la decisión, pero sabía que su beca había salido en esa misma ciudad y como toda madre protectora, quería estar a su lado.
Como toda adolescente rebelde, quiso fingir que la idea de venir a este país era por mi oportunidad laboral, cuando en realidad su colegio le había otorgó una beca de estudio para cursar el nivel superior en Francia-Marsella por sus excelentes calificaciones. Sé que ella no quería dejar su ciudad, sus amigos y su queridísima tía, pero logré convencerla de que era la mejor opción, no debía desaprovechar esa beca que no todo el mundo puede obtener. Además, así estaríamos juntas, tal como lo hemos estado desde que ella nació.
Las primeras semanas, fueron un tanto difícil para las dos, tuvimos que ajustar nuestro presupuesto al máximo, para rendir el poco dinero que nos quedó luego de la mudanza. Logramos rentar un pequeño piso con tres habitaciones y estábamos a la espera de mi primer sueldo para sacar nuestro presupuesto. Afortunadamente, mi hija no comenzó las clases de una vez en la facultad, ya que debía agilizar unos papeles como la visa y la solicitud de admisión. Ese pequeño percance, me favoreció ya que me daba tiempo de ajustar parte del salario para ayudarla a sacar su visa, puesto que mi actual empresa se encargó de agilizarle todos los trámites legales para laborar lo más pronto posible.
Entre las vueltas del destino, mi hija conoció a una hermosa chica en sus salidas al parque, paso mucho tiempo antes de poder conocerla, pero con las constantes conversaciones que mantenía con Emma, sentía que ya la conocía. Después de insistir tanto, una tarde la llevó a la casa para presentármela. Cuando la vi, supe que mi hija no podría evitar enamorarse de ella, a pesar que le dijera que no era momento para el amor.
No podía quejarme de esa joven, era muy educada, respetuosa y muy protectora con mi hija. Le había ayudado a ser más responsable, más puntual y muy cariñosa; una faceta que era nueva en Emma. Jamás la había visto tan cariñosa y atenta con otra chica, ni con ese par de novias que le conocí. Sin duda, la influencia de Danielle sobre mi hija había sido buena, hasta la llevó a varios lugares para conocer la ciudad.
Sin embargo, esa tarde que Danielle me pidió permiso para que Emma sé fuera a vivir con ella, me agarró con la guardia baja. No podía creer lo rápido que querían apresurar las cosas, esa etapa en su relación requería tiempo y esfuerzo, uno que ellas aún le faltaba. Por lo que me vi en la obligación de negarme a tal petición, era una decisión muy apresurada.
—¡Mamá! ¿Desde cuándo eres tan distraída? —la voz de mi hija, me volvió a la realidad.
—¿Qué tal la universidad? —no tarde en preguntar. Era la primera vez que estaba sumergida en mis pensamientos y no era para menos, aquella noticia me había dejado muy pensativa desde entonces.
—Bien, aunque—percibí como el cuerpo de Emma sé tensó—Hace un par de días, apareció un chica nueva que no deja de perseguir a mi novia —su rostro parecía molesto.
—¿Qué ha hecho Danielle al respecto? —inquirí, sabía que eso sucedería tarde o temprano.
—Nada —dijo con frustración.
—¿Cómo que nada? —fruncí mi ceño. No podía creer que Danielle estuviese dándole alas a la otra jovencita.
—En realidad, creo que estoy exagerando—bufó—Danielle si me ha dado mi lugar, le ha dejado claro a esa chica que tenemos una relación, pero esa estúpida parece no comprenderlo —apretó su puño con rabia. Era evidente que esa situación la estaba cabreando.
—Ven—la abrase para que se tranquilizara—¿Confías en Danielle?—ella asintió—Entonces, no tienes por qué temer. Sin importar lo que haga esa joven, no deberías dejar que se entrometa en tu relación —besé su frente.
—¿Y si Danielle se aburre de mí?—sus ojitos se cristalizaron—¿Y si termina conmigo para estar con esa estúpida? Sé que no puedo brindarle mucho, que no tenemos casi tiempo por nuestros trabajos y las clases. Yo…—no pudo continuar con la frase.
—No te abrumes con cosas que no han sucedido todavía—acaricié su mejilla. Una parte de mí, estaba familiarizada con ese sentimiento, pues viví una situación similar cuando estaba con su padre. Pese a que él, escogió a la otra mujer antes que a mí—Habla con Danielle, dile lo que sientes —intenté animarla.
—¿Por qué no me dejaste vivir con ella? —me recriminó. Cómo si esa decisión tuviese que ver con la aparición de la otra jovencita.
—Hija—le dedique una mirada suave—Aún son muy jóvenes, en especial tu—acomode un mechón de su cabello—Todo este tiempo, pude notar que Danielle realmente te ama y no quiero que seas tú la que le rompas el corazón. Jamás he visto que dures tanto en una relación —le expliqué de manera suave para que no se sintiera agredida.
—¿Lo dices por mis anteriores novias? —desvió su mirada.
—Sí, ¿Por qué crees que te he dicho que vayas despacio?—intenté que me mirara—Aunque también lo decía por Danielle, recuerda que ha tenido días difícil —le aclaré.
—Mamá—hizo una pequeña pausa—Debo confesarte algo—su voz tembló—En realidad, yo terminé con mis otras novias, por—inhaló una bocanada de aire, como queriendo tomar valor para decirme algo importante—Ellas sólo querían llevarme a la cama —una lágrima recorrió su mejilla.
—¿Por qué no me hablaste sobre eso? —intenté sonar tranquila, pero se me hizo imposible. Sentía la sangre hervir en mi interior, no podía creer que ese par de jóvenes me vieron la cara todo ese tiempo y yo que las defendí cuando mi hija terminaba con ellas.
—Me daba vergüenza —desvió su mirada.
—Lamento haberte juzgado sin conocer toda la verdad—la abrase con fuerza—Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, incluso para contarme sobre esas cosas —besé su frente.
—Ahora lo sé—me regalo una sonrisa—Gracias por estar conmigo y apoyarme en todo —expuso.
—También quiero confesarte algo—me tense un poco. Había pasado mucho desde aquel incidente y decidí guardarlo para no hacerle daño a mi hija, pero creo que ya era el momento de que conociera toda la verdad—Se trata de tu padre —dije entre dientes.
—¿Él está bien? —expresaste algo preocupada.
—Sí, quiero hablarte de nuestra separación—trague grueso—Nunca quise hablarte sobre ese tema para no dañar la imagen que tenías de tu padre, pero ahora que has crecido, creo que es buen momento para que conozcas la verdad—sostuve sus manos—Tu padre me dejó por alguien más joven —confesé.
—Ya lo sabía —tu mirada fue a parar al suelo.
Mis ojos se abrieron como platos y mi corazón se aceleró—¿Desde cuándo lo sabes? —fue lo único que salió de mis labios.
—Me lo dijo la misma noche que se marchó de casa, pensó que era muy niña para comprenderlo. Pero le pedí una explicación y lo único que me dijo es que amaba a otra mujer. Gracias por intentar no dañar su imagen, pero me parece justo que lo dejemos en el pasado, él ya tiene su vida y nosotras tenemos la nuestra —me expuso con mucha determinación.
—No se en que momento creciste para hablar como una adulta —le dije, me sentía muy orgullosa de ella.
—Ahora comprendo esa proposición que le hiciste a Danielle—dijo—Ojalá el tiempo pase rápido para estar con ella—me sonreíste de medio lado—Aunque siento un poco de miedo —tus ojitos se cristalizaron de nuevo.
—Estoy segura que ustedes no van a repetir los errores del pasado. Sólo deben confiar una en la otra y mantener una buena comunicación —sostuve su rostro, quería darle seguridad en mis palabras.
—Gracias mamá —me diste un besito en la mejilla, antes de irte a tu recamara.
PD: Se acerca la recta final, están a tres capítulos de culminar la historia. Y para su sorpresa, tendrá un epilogo divido en dos partes.