Capítulo 6
Elsa no podía creer que después de todo, había seguido el consejo de Natalia. Se le había declarado a Jhonny hace un par de días, pero éste la rechazó por no ser su tipo. Aunque estuvo triste por no ser correspondida, una parte de ella se sentía tranquila. Al menos había tomado valor para confesar sus sentimientos y eso, ya era un logro para ella. Quizás no tenía mucha suerte con sus relaciones, pero no dejaba de seguir buscando a ese chico que fuese el indicado. Hasta le parecía tonto haberse enfadado con Natalia por algo tan absurdo, luego de calmarse por aquel rechazo tan inesperado, le pidió disculpas por su manera de actuar.
Pero una disculpa no sirvió de mucho, ya que Natalia había decidió encerrarse en su oficina y no quiso ayudarla esa noche. Sin embargo, ella era consciente que la actitud de su amiga se debía más por la ausencia de Martha que por el encontronazo que hubo entre ellas. Esa noche tuvo que apañarse sirviendo los tragos sin la ayuda de Natalia, mientras atendía uno que otro cliente, un chico se le acercó para coquetearle. La conversación había estado entretenida, hasta que vio una silueta que le resultó familiar.
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Natalia se encontraba en su oficina, terminando algunas cuentas. Era la primera noche en tres semanas no deseaba atender la barra, se había dado por vencida de que vería a Martha. Desconocía el efecto que tuvo Martha sobre ella, pero desde que la besó, no había dejado de pensar en ella. Hasta había tenido algunos sueños húmedos, pensando en las caricias de esa joven. Ahora más que nunca, estaba segura de sus inclinaciones sexuales, lo suyo eran las mujeres y no era bisexual como ella creía. Tal vez, aquel encuentro con Martha cambio su manera de pensar o estaba tan ensimismada que había dejado de pensar en otros asuntos.
—¿Por qué hoy no estás en la barra?—preguntó Camila, al entrar en su oficina—No me digas, ya te diste por vencida y dejaste de esperar a esa jovencita —expuso, su intención era amargarle la noche. Le encantaba hacerla enojar, aunque estaba a punto de ganar una apuesta que hizo con Elsa y no quería desaprovechar su oportunidad de echarle más leña al fuego.
—Hoy no estoy para tus juegos—manifestó, sin dejar de mirar el libro de contabilidad—Por cierto, tu madre me comentó lo de tu hermana menor. Mis más sinceras condolencias. El rostro de Camila cambio, jamás imaginó que su hermana, se atrevería a suicidarse—¿Irás mañana al funeral? —investigó. Aunque estaba al tanto de los problemas familiares de su socia, era consciente que Camila se sentía avergonzada por los actos que hizo su hermana.
—Por supuesto, sabes que ella era mi adoración—se ubicó al otro lado de la mesa—Puede que nos distanciamos luego de que ingreso al psiquiátrico, y que no esté de acuerdo con el daño que causó, pero sigue siendo mi hermana —una lágrima recorrió su mejilla.
Natalia no podía imaginar por lo que estaba pasando Camila, pero si la vio pasar malos ratos, al enterarse de lo que hizo su hermana y cómo terminó lastimando a una pobre chica. Hasta ella misma, se había aturdido con los detalles que la misma Camila le contó, pero nunca supo el verdadero nombre de esa pobre mujer.
—Disculpen la interrupción—dijo Elsa, sabía que no debía entrar en aquella oficina. Pero para ella, era más importante darle una información a su amiga—Acaba de llegar esa persona por la que has esperado todo este tiempo, más te vale que vayas y la saludes —la alentó.
—¿Debes estar bromeando?—no podía creer que Martha, había regresado. Elsa negó con la cabeza—¿Preguntó por mí? —inquirió. Estaba muy ansiosa y nerviosa al mismo tiempo.
Elsa no supo que responder, ya que la chica llegó en compañía de alguien más—Es mejor que salgas —manifestó. Pero intercambio una mirada con Camila, haciéndole entender que había perdido la apuesta.
—Si no te atreves a salir, seré yo la que termine acostándome con esa jovencita —bromeó Camila. Y fue inevitable, no ver la mirada asesina que le dedicó su socia. Natalia dejó el cuaderno de contabilidad, para ir a encontrarse con Martha. Mientras que Elsa, se acercó para cobrarle los US 40 dólares que había apostado con Camila, quién al pagar su apuesta. No perdió tiempo en salir, para conocer aquella jovencita.
Sin embargo, Natalia percibió la silueta de Martha, quién se encontraba bailando muy cariñosamente con otra mujer. Aquella imagen, hizo que sintiera una especie de rabia en su corazón. Sin poder imaginarlo, estaba comenzando a sentir celos, por alguien a quien sólo había besado. Mientras se debatía en si ir o no a saludarla, vio como un joven se les acerco y saludo a la otra chica con un beso en los labios.
—Por un momento, imaginé que ella era su novia —dijo Elsa, al colocarse a un lado de su amiga.
Natalia la miró de reojo, estaba enojada con Elsa, por no avisarle que Martha estaba acompañada—¿Hace cuánto llegó? —investigó.
—Deja de hacerme preguntas tontas y ve a saludarla —la alentó.
Natalia asintió. Inhaló una bocanada de aire para calmar sus nervios y guío sus pasos a la silueta de Martha—¡Hola! —dijo suavemente.
Martha sonrió. Al fin, tenía a esa mujer frente a ella. Acarició su mejilla y sin poder evitarlo, se acercó para besarla. Sus labios estaban ansiosos, y sus manos se aferraron a la cintura de Natalia, quien correspondió a ese beso de manera desesperada. Había pasado tantas noches soñando con esos labios, que el tenerlos tan cerca, se dejó llevar por el deseo.
—No sabes cuánto espere a que vinieras —confesó Natalia, al separarse de esos labios.
—Lamento no haber venido antes, estuve muy ocupada—acarició su mejilla—Además, no estaba segura si volvería a verte —le expresó.
Natalia la miró de manera tierna, podía entender a qué se refería Martha, ya que ella había pasado por lo mismo estás últimas semanas. Sin poder evitarlo, se acercó a ella para volver a besarla. Ambas, volvían a repetir su último encuentro. Donde no dejaban de besarse una y otra vez, sin importar que estuviesen en público.
—Martha, ¿No vas a presentarnos? —expuso Andrea, al acercarse.
Las chicas se separaron, y Martha se sonrojó. Entrelazó sus dedos con los de Natalia y pronunció—Andrea, te presento a una amiga—
Andrea la miró de manera divertida—¿Desde cuánto te besas con una amiga? —bufó. No podía creer que Martha, fuese tan tonta como para decir ese tipo de cosas.
—En realidad, eso somos. Aún no llegamos a algo más —aclaró Natalia.
—Si como no, sólo ustedes se comen ese cuento —le dedicó una mirada inquisitiva.
—Mi amor, ya déjalas tranquilas, ellas verán que enredo tienen —expresó Robert. De alguna manera, estaba más tranquilo al ver que Martha tenía a alguien a quien besar, así no estaría coqueteando con su chica.
—Es un placer conocer a los amigos de Martha—besó su mejilla—Pueden pedir lo que deseen, hoy invita la casa —manifestó con una sonrisa.
Martha vio como sus amigos se acercaron a la barra para pedir unas bebidas, mientras ella tomó del brazo a Natalia para volverla a besar—Dios, cuanto echaba de menos sentir a esa mujer —se dijo a sí misma. Pero esta vez, alguien volvió a interrumpirlas.
—Con que ella es la jovencita por la que has estado babeando las últimas semanas —expresó Camila, de manera prepotente.
Esta vez, fue Natalia quien se separó de Martha, para enfrentar a su socia—No tienes asuntos que atender —exteriorizó con molestia.
—¿Martha, qué haces aquí? —inquirió Camila, estaba sorprendida al verla.
El rostro de Martha cambio drásticamente, cuando decidió ir al bar para ver a Natalia, no imagino que se encontraría con su antigua cuñada—¿Tu qué haces aquí? —le devolvió la pregunta.
—¿Ustedes, desde cuándo se conocen? —cuestionó Natalia, no entendía nada de lo que sucedía a su alrededor.
Camila estaba en un desconcierto total, nunca imaginó que se encontraría de nuevo con esa jovencita. De todos los bares gay de la ciudad, tuvo que escoger precisamente el suyo—Estoy en mi negocio —le respondió.
—Entonces, ¿Ustedes son hermanas? —inquirió Martha. Sus piernas comenzaron a temblar, su respiración se aceleró y por un momento, todo se tornó negro.