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Hechizo de un ángel 7

en Lésbicos

Capítulo 7-Al descubierto

 

Una suave melodía, se espació en la habitación, de tal forma que Lydia tanteo su lado derecho en busca de su celular. Pero en su lugar, palpó una textura suave, tibia y de aspecto redondo. Se sobresaltó al distinguir aquella textura que para nada se asemeja a su celular. Dudosa y temerosa ante el tacto que percibió, abrió lentamente sus párpados, notando que aquella textura, era un pecho de su novia—¡Santo cielo!—exclamó. No podía creer que realmente estaba junto a Ashley, ya que no sería la primera vez que tenía aquel sueño. Pero todo lo que había ocurrido la noche anterior, era real y una sonrisa se formó en su rostro.

Los pequeños rayos de sol que entraban por la ventana, iluminaban el rostro de Ashley—¿Por qué me elegiste a mí?—se preguntó. Lydia podía observar como el pecho de Ashley subía y bajaba—¿Estaba destinada a conocerte?—se cuestionó—Quisiera abrazarla—dijo por lo bajo, para no despertarla. Mientras se debatía en si abrazarla o no, sus ojos se perdieron en aquella niña que la enamoró. Deseaba darle un beso como en los cuentos de hadas para despertarla, pero se contuvo—Quiero cuidarte y protegerte de todo mi niña, no te imaginas lo especial que eres para mí. Apartó un mechón que cubría el rostro de Ashley. Cuando estuvo a punto de besarla, su celular comenzó a sonar. Miró a su alrededor y se percató que el ruido provenía de su maleta. Se incorporó con cuidado para no despertar a su novia y busco su móvil—¡Aló! —pronunció con la voz algo ronca.

—Liz, al fin contestas—exteriorizó su amigo. Pensé que te había pasado algo durante el viaje —agregó.

Lydia reconoció esa voz, se recargó en la pared y llevó su mano a la cabeza—Discúlpame —dijo en su defensa.

—¿Cómo estuvo el encuentro con mi cuñada? —preguntó Paulo, moría por conocer los detalles.

—¿Cuándo dejaras de ser tan indiscreto? —inquirió Lydia.

—Nunca, ¿Cómo es Ashley? —dijo, sin prestarle atención a su amiga.

Lydia resopló, su amigo era todo un personaje—Es hermosa —manifestó, al mismo tiempo que se le dibujaba una sonrisa en su rostro.

—¿Qué tal besa? —indagó Paulo.

Lydia abrió los ojos como platos y sus mejillas tomaron un color rojizo. Recordó las escenas de la noche anterior y su entrepierna produjo un ligero cosquilleo.

—¿Sigues allí? —inquirió Paulo con cierta preocupación.

—Sí —musitó Lydia apenada.

—¿Y bien? —exigió su amigo.

—No pienso responder a tu pregunta—contestó Lydia—¿Cómo están las cosas en el restaurante? —inquirió.

—Lo mismo de siempre—se encogió de hombros—Mauricio en su mundo y el local repleto hasta más no poder.

—Lástima que no esté allí para ayudarte —confesó Lydia.

—De eso nada, dedícate a disfrutar de las vacaciones—le ordenó—Debo colgar mi querida Liz, saluda a mi cuñada y disfruta de su compañía —le indicó, antes de colgar.

Lydia se tornó pensativa tras esa llamada, se sentía culpable por adelantar sus vacaciones. Ella más que nadie era consciente que en la época de verano, el restaurante se encontraba en su punto. Pero no podía negar lo bien que se sentía estar junto a Ashley. Observó su antiguo reloj Chanel Premiere Quartz Ladies Watch de acero templado, las manecillas indicaban las seis y cuarto de la mañana—Muy temprano—murmuró por lo bajo. Inhaló una bocanada de aire y se animó para preparar el desayuno.

En la habitación, se encontraba Ashley disfrutando de un sueño concurrido. Donde paseaba de la mano con Lydia por la orilla de la playa, pero justo cuando le iba a dar un beso. Un aroma a café, se instaló en su subconsciente. Al girar su cuerpo, percibió que el lugar donde había dormido Lydia, se encontraba vacío—¿Habrá sido un sueño?—se encontró preguntando, al mismo tiempo que se incorporó de la cama para asearse. Una vez que salió del cuarto de baño, ese aroma a café, volvió a inundar su nariz—No fue un sueño—musitó, al guiar sus pies a la cocina.

Desde el pequeño pasillo, podía apreciar la figura de Lydia. Sin poder evitarlo, sus ojos recorrieron sus piernas, muslos y al llegar a la altura de sus glúteos, se mordió el labio inferior. Continúo su recorrido por la espalda, donde una marca de nacimiento en forma de gaviota, llamo su atención. Jamás había tenido la oportunidad de ver aquella figura en las conversaciones que tuvo con Lydia, pero le encantó. Camino despacio para no ser descubierta y cuando estuvo a unos centímetros. Rodeó la cintura de Lydia para dejar un beso sobre el hombro desnudo—¡Buenos días cariño! —expresó.

Lydia sonrió. Había imaginado un millón de veces ese gesto y no pudo evitar que su cuerpo la traicionara. En cuestión de segundos, su piel se erizó y una corriente eléctrica viajó por su espalda—¡Buenos días mi vida!—exteriorizó con una sonrisa—¿Qué tal dormiste? —se encontró preguntando, al terminar de picar algunas fresas.

—Bien mi amor—sus manos se deslizaron por debajo de la blusa para acariciar el abdomen de Lydia—¿En que te puedo ayudar? —su lengua, se paseó por el cuello de su novia.

Lydia cerró sus ojos para disfrutar de aquel contacto. Las caricias de Ashley la estaban volviendo loca, no solo había acariciado su abdomen, sino que también toco sus pechos por encima de la blusa—Si continúas con ese juego, no podré controlarme —dijo con dificultad.

—No has respondido a mi pregunta —expresó Ashley y mordió el lóbulo de la oreja derecha.

—Encárgate de poner la mesa —expuso Lydia, con la voz entrecortada.

Ashley asintió. Jamás imaginó que podría llegar hasta ese punto, pero se dejó llevar por el deseo. Si Lydia no la hubiese detenido en ese momento, ella le hubiera hecho el amor allí mismo.

Luego de que Lydia recobró su compostura, llevó el desayuno a la mesa—¿Qué haremos hoy? —investigó.

Los ojos de Ashley admiraron aquel desayuno, había algunos trozos de frutas, unos huevos benedictinos con jamón y unos panecillos de mantequilla—Iremos a un desfile —manifestó, al mismo tiempo que acomodaba una silla para que su novia tomara asiento, mientras ella iba por el café.

—¿Qué clase de desfile? —indagó Lydia, sin perder de vista el contoneo de caderas de Ashley.

—Todo a su tiempo —se limitó a decir Ashley.

Desayunaron entre besos y caricias. Ashley parecía haberse olvidado del incidente de la noche anterior, ahora sentía más confianza con Lydia y su rostro desbordaba una alegría que podía entusiasmar a cualquiera. Sin embargo, Lydia sentía un poco de temor. No deseaba perder ese amor que recién había encontrado ya que debía elegir entre las dos cosas que amaba

Luego del desayuno, Ashley decidió ir a la ducha, mientras su novia se quedó en la cocina para lavar la loza. Lydia no dejaba de pensar que decía hacer un equilibrio entre la vida que tenía en su vida natal y el amor que sentía por Ashley. Pero de algo estaba segura, no dejaría ir a esa chica que la enamoró. Con esa idea en mente, guío sus pies a la habitación. Donde se topó con la imagen de Ashley, cubierta por una diminuta toalla que cubría su cuerpo. Lydia se acercó y le planto un beso que la dejo sin aliento—Nos vemos al rato —dijo, antes de entrar a la ducha.

Ashley intentó recobrar el aliento, luego de aquel arrebato de pasión. Debía admitir que la mayoría de su vida había estado sola y desconocía si podía reajustar su curso. Ya que ahora tenía a Lydia, esa mujer que amaba con locura, pero estaba dispuesta a arriesgarse y a enfrentar las adversidades. Vistió un vaquero azul, zapatillas del mismo color, una camisa de algodón color blanco y una pequeña pañoleta color café que usaría como accesorio en su cuello—Te esperó en la sala —expuso, al salir de la habitación.

Quince minutos después, Lydia estaba arreglándose para la ocasión. Vistió un pantalón negro rasgado en los muslos, una blusa gris y una chaqueta de denim negro. Camino a paso lento, para encontrarse con su novia y al divisar su atuendo. Casi se cae de la impresión.

—¿Te encuentras bien? —dijo Ashley, algo apenada. No imagino que su vestuario casual podría tener algún impacto sobre su chica.

—Estás muy linda, espero que algún chico/a no intente sobrepasarse contigo, porque se la tendrá que ver conmigo —advirtió Lydia.

—No creo mi amor—rodeó su cintura—Pero de ser asi, yo me encargaría de ponerlos en su lugar—le dio un beso corto—Es hora de irnos —entrelazó sus dedos con la mano de su novia y salieron del departamento.

Durante el trayecto, Lydia recargó su cabeza sobre el hombro de Ashley, quien beso su coronilla—El conocerte es una de las mejores cosas que me ha pasado, por ti haría cualquier cosa y creo que estar aquí, demuestra que todo es posible—expresó Lydia, para luego darle un beso tierno, uno que le trasmitiera confianza. Ashley se dejó llevar por aquellos labios y se aferró a la cintura de su chica.

—Cop—cop—carraspeó él taxista—Ya hemos llegado a su destino —explicó, sin dejar de ver aquella escena erótica.

Las chicas se separaron y muy apenadas por la situación. Se ruborizaron. Ashley pagó rápidamente, abrió la puerta del taxi y le extendió la mano a Lydia para que ella saliera.

—¿Dónde me has traído? —indagó Lydia, al escuchar unos tambores de fondo.

—Al carnaval de Limón, es una celebración tradicional de mi país —contestó Ashley, quien tomó su mano para guiarla.

Llegaron a una pequeña multitud que se encontraban frente a una cinta de seguridad. Desde allí, Lydia podía admirar con dificultad una procesión de personas enmascaradas, una banda de músicos vestidos de rojo, verde y amarillo. Los colores típicos del carnaval de Brasil. Ashley abrió camino entre las personas, para que Lydia pudiese apreciar las diferentes comparsas. Aquella que estaba integradas por grupos que bailan zamba brasileña y otros ritmos tropicales. El ritmo penetrante de la percusión y extra-vagancia del lugar, hicieron que las chicas se olvidaran del resto del mundo para integrarse con el ambiente, bailando y cantando sin parar.

Estuvieron disfrutando del carnaval por dos horas más o menos, hasta que Ashley decidió llevar a Lydia a una zona preferida para ella. Allí, las personas se ubicaban en círculos para que un hombre contara la historia del carnaval. Antes de tomar asiento sobre el suelo rugoso del pequeño anfiteatro, Lydia detuvo a un niño de entre diez o doce años de edad para comprar un par de helados con sabor a frambuesa y uva. Lydia tomó asiento en un escalón y le indicó a Ashley que se ubicara entre sus piernas para abrazarla durante la función. Desde su ubicación, Lydia podía admirar las casas blancas y relucientes, con un aroma que se esparcía por los alrededores. Era una extraña mezcla que variaba de chocolate y panecillos con miel. Jamás imaginó que podría vivir un momento igual, ni ver los vivos colores del carnaval.

—Cariño, la presentación va a empezar —expresó Ashley.

Lydia se inclinó para depositar un beso en la mejilla de Ashley, mientras observaba como un señor alto, con ojos verdes rasgados, cabello negro y bigote sencillo se acerca al centro del anfiteatro. Vestía un gabán negro de Giorgio Armani, pantalón del mismo color, camisa blanca y un sombrero borsalino de marca italiana. Conforme hablaba, iba atrayendo a la multitud para que escuchara la historia. Era inevitable dejarse envolver por aquella voz armoniosa.

El ambiente se trasformó en una atmósfera tranquila, el parloteo de las personas desapareció como por arte de magia. Marco como se había identificado el señor, colocó una música suave que reflejaba cierto suspenso, para comenzar a narrar—Hoy relatare la historia sobre cómo surgió el origen del Carnaval del Limón —expuso, retirándose el sombrero.

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Aquellas palabras, podían hacer que la multitud recreara algunas imágenes de aquellos tiempos dorados. Cuando los limonenses emigraban a Panamá para trabajar en la zona del Canal, durante la segunda guerra mundial.

<Con el paso del tiempo y entre conversaciones con su clientela, surgió la idea de realizar un carnaval en el pueblo. Conforme pasaban los años, la idea se mantuvo latente, pero pasaron algunas décadas para que la idea se concretara. No fue hasta el año 1949 que se realizó el primer Carnaval de Limón en Costa Rica.

De esta forma, la diversión, música y las comparsas alegraron las calles de aquel pueblo. Las hermosas mujeres limonenses bailaban con su atuendo muy colorido al ritmo de los tambores. Aquellos cuerpos morenos, sudorosos por el calor del puerto, mostraban su agilidad para mover las caderas. Fue así como la pequeña celebración de King, se volvió una de las fiestas más reconocidas de Centroamérica que se mantuvo con el pasar de las décadas. La costumbre de otros países, es celebrar cada 12 de octubre como el día en que Cristóbal Colon descubrió las Américas y las introdujo al nuevo mundo. Pero para Costa rica que fue descubierto en el cuarto viaje de Colon, tiene otro significado. Nosotros festejamos la contribución e influencias de otras culturas que han existido antes que nosotros y ayudaron a formar la cultura que existe hoy en día>>

Antes que la historia llegara a su fin, Lydia dejó un beso suave sobre el cuello de su novia. Ashley sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, su piel se erizó y sin importar que estuviese en público. Se giró para darle un beso apasionado. Pero no todo lo bueno dura para siempre, cómo suele pasar en la mayoría de los casos. No falta el impertinente que desea arruinar el momento. En esta ocasión, una señora mayor empezó a vociferar obscenidades por la muestra de afecto de las chicas. Lydia no le quedó de otra que separarse, para evitar que el resto de la multitud las agredieran y partieron del lugar.

A cada paso que daban. Podían notar como la banda de músicos y los gritos eufóricos de las personas disminuían. Ashley que conocía el lugar como la palma de su mano, guío a su novia por un pequeño sendero. Se percató que no la siguiera nadie y con un movimiento veloz. Empujó a Lydia contra la pared, haciéndola prisionera de sus labios. Todo sucedió tan rápido para Lydia que su corazón se aceleró. Una especie de cosquilleo, surgió en su interior. Era la primera vez que alguien tomaba el control sobre ella y eso comenzaba a gustarle. Cuando quiso intensificar el beso, Ashley se alejó de sus labios, dejando una extraña sensación de vacío en su interior.

—Te amo Lydia Arteaga —expresó Ashley. Sin dejar de mirarla.

El corazón de Lydia se estremeció. Esa palabra sonaba tan diferente, al tenerla frente a ella. Acarició su mejilla y a corto la distancia entre las dos—Yo también te amo —dijo, sin dejar de besarla.

Para la mala suerte de las chicas, alguien las había seguido—¡Me das asco! —exclamó una mujer, al ver a las chicas besándose.

Las chicas se separaron bruscamente y miraron con frustración a la persona que las había perturbado en su momento de intimidad—¿Qué haces aquí? —indagó Ashley alarmada, se sentía acorralada por ser descubierta de ese modo tan inesperado.

—¿Por qué me has mentido todos estos años? —se quejó Noemí.

Lydia sostuvo la mano de Ashley, deseaba transmitirle confianza y seguridad. No esperaba que la descubrieran de ese modo y sentía algo de culpabilidad.

—Si hubiese conocidos tus inclinaciones sexuales, jamás te hubiera tratado —gritó la mujer.

Ashley había escuchado lo suficiente, no pretendía darle explicaciones a su amiga, pero si quería que Noemí dejara de juzgarla—Me disculpo si nunca te conté sobre mi vida privada, pero es algo que guardo para mí misma —contestó.

Lydia permanecía estática, observando aquella conversación. La ilusión de compartir con Ashley, se vino abajo por la repentina aparición de aquella mujer. Lo que menos deseaba era que juzgarán a Ashley por amarla o peor aún, ella no estaba preparada para cargar con ese peso en sus hombros. Jamás se perdonaría que su novia perdiera la única amiga que tenía. Mientras continuaba en su conflicto mental, logró escuchar una frase que marcaría su estado de ánimo.

—Ni se te ocurra hablarme de nuevo. Desde hoy, dejas de ser mi amiga —bufo, antes de partir del lugar.

Ashley se encontraba abrumada y no sintió esa leve caricia que Lydia le regalo—Cariño, ¿Te encuentras bien? —preguntó preocupada.

—No lo sé —contestó Ashley y sus piernas no la sostuvieron.

Lydia la sujetó por la cintura para evitar que cayera al suelo, con cuidado la sentó sobre el suelo áspero y acarició su melena—Perdón —musitó apenada.

Ashley reaccionó ante la frase de su novia, la miró fijamente y sostuvo su mentón—Mi amor no pidas perdón. No has hecho nada malo  —dijo con dulzura.

—Mira lo que ocasione entre tú y Noemí —exteriorizó Lydia con melancolía.

—No digas eso—acarició su mejilla—¿Sabes? No quería que Noemí descubierta lo nuestro. No es que me avergüence, sino que estaba al tanto de cómo iba a reaccionar  —confesó Ashley.

—Entonces, ¿Qué harás al respecto? —inquirió Lydia.

—Seguiré disfrutando de la compañía de mi novia—sonrió—No dejaré mi relación con la mujer de mi vida, solo porque a alguien le molesta  —añadió.

—Te amo  —dijo Lydia, antes de volverla a besar.

Estuvieron así por un par de segundos, hasta que Lydia la alentó a seguir con el recorrido. Ashley dejó sus preocupaciones y decidió llevarla a otros lugares. Ella no pretendía que al resto de mundo le importase su relación, pero si exigía respeto para ambas. Después de todo, lo que hicieran en su casa o en lugares no públicos, solo les concierne a ellas y a nadie más.

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