miprimita.com

Mi segundo amor 45

en Lésbicos

Capítulo 45-Consejos

 

 

Sofía

Era extraño ver como todo el mundo seguía su curso, mientras yo me hundía cada vez más en el abismo. Incapaz de ver las cosas positivas que sucedían a mí alrededor, estaba tan inmersa en el dolor y en el miedo, que no dejaba de pensar en las cosas que no hice y que de alguna forma, contribuyeron a la decisión que tomo Abigail.

Dolía tanto no tenerla, dolía verla en la institución y no poder acercarme para saludarla como antes. Jamás pretendí hacerle daño, pero siendo honesta, ¿Qué esperaba de mí? Nunca me había enamorado, sólo me divertía con las chicas y era feliz, porque no tenía que preocuparme por hacer sentir bien a otra persona, pero ahora, todo era distinto.

Los recuerdos invadían mi cabeza constantemente, no podía olvidar a mi novia y tampoco podía sacarme este dolor que tenía clavado en mi pecho. ¿Por qué el amor duele tanto? Había llorado hasta el cansancio, había maldecido muchas veces, pero no se me quitaba la ilusión de que Abigail regresara conmigo. La echaba tanto de menos.

Ahora entendía como pudo haberse sentido Abigail durante ese tiempo que la ignore, porque de cierto modo, fue como decirle que no era suficiente para mí, que su presencia no valía y que su amor, era muy poco. Claro que le había hecho daño, pero también me lo hice a mí misma.

A final de cuentas, siempre he sido una joven soñadora que se la pasa mayormente sumergida en sus ilusiones y creí ciegamente que aquel regalo que le daría, sería un bonito gesto de mi parte, más no imagine, que todo acabaría de esa forma por mi falta de comunicación.

—Puedes pasar, la tutora llegará en unos minutos —me indicó la señora.

Inhale una bocanada de aire y repetí el proceso una vez más, necesitaba controlar todo ese dolor que sentía, pero al mismo tiempo no deseaba que alguien desconocido me viera en ese estado. No me lo permitiría, aun cuando ese dolor me estaba desgarrando el alma.

Cuando giré la perilla, pude observar un ambiente cálido que me hacía sentir en casa, pero al mismo tiempo, me trasportaba a un lugar mágico, como si estuviese rodeada de mucha vegetación y una frescura inimaginable.

—Lamento la demora —escuché una voz familiar.

—Alondra, ¿Qué haces aquí?—me impresiono verla—Lo siento, quise decir señora —corregí la frase de inmediato.

Mi cabeza estaba tan liada entre ideas, compromisos y lo que me estaba pasando con Abigail, que me había olvidado por completo que la madre de mi novia, era la nueva tutora de la institución.

—Esto ha sido un error, no debí venir —expuse, al intentar salir de ese lugar.

—Espera—cogió mi brazo—El que no estés bien con mi hija, no significa que no pueda ayudarte —mencionó, con cierta tranquilidad en su voz que no pase desapercibida.

—De verdad, no es necesario —intenté zafarme de su agarre.

—Sofía—colocó ambas manos sobre mi hombro—Sé que la estás pasando mal por la decisión que tomo mi hija, pero déjame ayudarte con los asuntos de la escuela, por favor —me suplicó.

Alondra era más que una suegra para mí, era como una segunda madre a la que le había tomado mucho cariño todo este tiempo. Me ha demostrado que es una gran persona, capaz de ponerse en el lugar del otro, una mujer bondadosa, que siempre intenta pensar cómo se sienten las otras personas y anticipar las acciones que debe realizar para ayudar.

—¿Me dejaras ayudarte? —insistió.

—Está bien —dije por lo bajo.

—Toma asiento y dime que te trae por aquí —expresó, con una sonrisa en su rostro.

Los últimos días habían sido extremadamente agobiantes, la apatía era parte de mi rutina diaria, aunque entendía los motivos por lo que Abigail me pidió tiempo, no los compartía. Simplemente me encontraba en una situación que no podía resolver y en donde mis emociones, estaban en su cúspide, haciendo mi vida más miserable.

¿Qué me traía a ese lugar? Era una pregunta retórica que no podía responder tan fácilmente, aun cuando pudiera enumerar los motivos que me habían llevado a tomar la decisión de hablar con otra persona para que me ayudara a resolver mis asuntos.

La razón principal por la que estaba allí, era porque no me sentía a gusto conmigo misma, esa tristeza que tenía en mi corazón, no me dejaba disfrutar de las cosas sencillas de la vida, como una salida al cine, conversar con algunos compañeros de clases o simplemente comer mi platillo favorito.

Quería obtener un punto de vista global sobre lo que me estaba sucediendo, quería reencontrarme de nuevo conmigo misma, deseaba aprender cómo podía gestionar mis emociones, mis pensamientos, pero sobre todo mi tiempo. Así que vuelvo a esa pregunta retórica, ¿Qué me trae a ese lugar?

—Sofía —llamó mi atención.

Dejé mis pensamientos a un lado y observé a esa mujer detenidamente, ¿Cómo podía exprésale todo lo que sentía?, ¿Cómo decirle que la razón por la que estaba allí, era para que me ayudara a sobrellevar este dolor que sentía? Simplemente, no podía, así que opte por responder algo más coherente para las dos.

—Necesito que me ayude a enfocar el tiempo que invierto en mis estudios, para que este, no afecte mi vida cotidiana. Quiero dejar de apartar a las personas que están a mi lado, porque sencillamente no me queda tiempo para ellas —manifesté, con cierto nerviosismo.

—¿Sólo eso? O necesitas ayuda en otra cosa —investigó.

—Sí, sólo es eso —dije, al percatarme a donde quería llegar.

—De acuerdo—relajo su postura—Cuéntame, ¿Qué haces desde que te levantas hasta que llega la hora de dormir? Deseo conocer tus actividades diarias —pronunció.

—Todos los días, me levanto para venir al conservatorio, asisto a mis clases de violín, piano, danza, clases de canto y declamación, aunque debo confesar que algunas veces me escabullo para ir a las clases de violonchelo—dije esto último, con una sonrisa, al recordar que lo hacía para ver a Abigail—En las tardes solía ir a trabajar y —no pude continuar con la frase.

—¿Y? —repitió.

—Solía salir con mi novia —mis ojos se cristalizaron.

No tenía que ser adivina para darme cuenta que Alondra estaba estudiando mi comportamiento, desde la postura de mis brazos, los gestos que hacia al hablar, si movía o no el pie e incluso mi manera de sentarme.

—¿Todas esas actividades las has elegido por voluntad propia? —me preguntó.

—No todas en realidad—respondí—Las clases de danza y declamación, fueron ideas de mi madre —dije finalmente.

—Para empezar, debemos realizar un programa de actividades a la que desees acceder por voluntad propia. De esa manera, podrás beneficiarte en cada momento —mencionó.

—¿Y cómo puedo hacer eso? —pregunté.

—De tres maneras—enunció—Primero, debes determinar las clases que potencialmente puedes cubrir para que no ocupes todo tu tiempo. Segundo, hay que descubrir los motivos que te impulsan a seguir luchando por lo que deseas y como lo deseas, así te darás cuenta cuales clases son más convenientes para ti; y tercero, debes romper algunos hábitos operativos que no son favorables para ti, como sobrecargarte con actividades que no podrás cumplir —me explicó.

—Gracias suegra, perdón, Alondra, ¡Mierda! Sólo gracias —se me enredo la lengua.

—Espera, aún no he terminado—dijo—El que trates de mejorar como persona, no te hace vulnerable, las personas que están a tu alrededor te van a querer independientemente de lo que puedas lograr o no con estas sesiones.  No olvides que eres una persona única e irrepetible y lo que haya pasado con mi hija, no debe afectar tu propia identidad —manifestó.

Sus palabras me hicieron sentir tranquila, fueron más significativas que un abrazo o un apretón de manos. De una manera u otra, pudo consolarme de ese dolor que sentía en mi corazón. No hubo necesitada que le dijera algo más, sólo tome mis cosas y salí de ese lugar.

Por primera vez, decidí saltarme una clase e ir a mi hogar, quería pensar en todo lo que me había dicho Alondra, deseaba desesperadamente mantener mi mente ocupada para dejar de pensar en mi novia, pero mis esfuerzo eran en vano. Así que tome un poco de valor y decidí una vez más, llamar a Abigail, quería escuchar su voz y decirle que no podía estar sin ella.

Abigail

El pedir tiempo en una relación, es una decisión que no se toma a la ligera y que trae consigo un cumulo de cosas que te hacen pensar, si fue la decisión correcta. No sólo terminas haciéndole daño a la persona con la que has compartido muchos momentos, sino que también te haces daño a ti misma.

Sin embargo, había llegado a mi punto límite, pese a las explicaciones que me dio Sofía, no podía ver el trasfondo de sus argumentos. A mí también me dolía tener que dejarla, me dolía como me había tratado y no estaba segura de poder recuperarme de eso.

Aunque muchos piensen que pedir tiempo a tu pareja significa que ya no sientes nada por ella, no es del todo cierto, sólo es un mecanismo de defensa que se usa para analizar los eventos que han estado sucediendo y que de una manera u otra, llevan a la relación a un punto de quiebre.

Necesitaba desesperadamente reflexionar todo lo que había pasado y encontrar la forma de como podíamos solucionarlo, sé que Sofía estaba locamente enamorada de mí, tal como yo lo estaba de ella, pero a veces el amor no es suficiente para sobrellevar las cosas.

—¿Qué tienes hermanita? —Francy se acercó de repente.

—No es nada mi pequeña —limpié las lágrimas que habían salido sin permiso.

—¿Por qué estas triste?, ¿Peleaste con Sofía? —me preguntó.

Por un instante, me quede observando esos preciosos ojos que tenía mi hermana y pensé la manera más adecuada de explicarle lo que me estaba pasando, pero sinceramente, no venía nada a mi cabeza. Sólo quería salir de ese lugar e ir a caminar para despejar mi mente y porque no, ingerir algunas cervezas que me ayudaran a aliviar este dolor que sentía.

—Abigail—dijo, al colocar sus manitos sobre mis mejillas—¿Sofía te hizo daño? —expresó.

Francy había escogido un pésimo día para realizar preguntas, pero era comprensible, nunca me había visto en ese estado y era de suponer que quisiera buscar algunos patrones que pudieran encajar en su cabecita.

—Francy, tu hermana mayor no se encuentra bien, ¿Podemos dejar las preguntas para otro día? —sugerí.

—Me has dicho lo mismo desde hace días—cruzó sus bracitos—¿Por qué no quieres responderme? —expresó.

—No es que no desee responderte, simplemente no quiero hablar sobre el tema —se me formo un nudo en la garganta.

—Porque ustedes los adultos son tan complicados —expresó con una mueca.

—¿Con que complicados? —sonreí.

—Sí—dijo sin más—¿Me dirás que te pasa? —insistió.

—Está bien, tu ganas pequeña—le hice cosquillas—Estoy triste porque pelee con Sofía y porque la extraño mucho —confesé.

Era algo que no podía evitar, cada día que pasaba se me hacía eterno sin la presencia de mi novia, todo lo que había en mi habitación me recordaba a ella, desde su blusa favorita hasta su cepillo de diente que tenía en el baño. Pero otras veces, sentía un pánico asfixiante, al darme cuenta que ya no me acordaba como sonaba su voz, ni el gesto que hacia cuando le robaba un beso.

—¿Por qué no la invitas a cenar? —me dijo.

—No es tan sencillo —un nudo se formó en mi garganta.

—Claro que lo es—me sonrió—Podemos llamarla y decirle que tú quieres verla, estoy segura que vendrá sin pensarlo dos veces —mencionó.

—Me encanta tus ocurrencias —la despeine.

—No es ninguna ocurrencia—hizo un gesto malhumorado—Extraño jugar con ella y que me lleve a comer helado —añadió.

—¿Y yo no puedo jugar contigo o llevarte a comer helado? —fruncí el ceño.

—No es lo mismo, Sofía es más divertida y me consiente más —alego.

—Mejor ve a lavarte las manos que estamos por comer —le indique.

—Cuando mi mamá me compre un celular, yo llamare a Sofía para que venga a jugar conmigo —me saco la lengua.

Sólo pude sonreír ante su gesto, mientras la vi alejarse. Aunque tenía razón en algo, nosotros los adultos nos encanta complicarnos la vida con cosas tonta, buscando razones y justificaciones que apoyen una explicación más allá de la simple realidad, cuando todo se puede resolver sin causar tanto revuelo. ¿Por qué hemos olvidado ver las cosas como los niños? Me cuestione, pero mi madre interrumpió mis pensamientos para almorzar.

Después de aquella comida deliciosa, decidí encerrarme en mi habitación, tal como lo había hecho la última semana, quería refugiarme en mis sabanas y dejar que ese dolor que estaba instalado en mi corazón, fluyera como las lágrimas que humedecían mi almohada.

Intente mantener mi tristeza en secreto para no preocupar a mis madres, pero fue inútil, ¿Cómo puedes ocultar algo tan obvio frente a las personas que te quieren? Me estaba costando asimilar las cosas y en más de una ocasión quise ir tras mi novia, pero algo dentro de mí me lo impedía, no era tan fuerte como para asumir que tal vez Sofía me estaba odiando en estos momentos.

Cuando limpie una lagrima que había recorrido mi mejilla, sentí el tacto suave de una mano sobre mi espalda y al girarme, me encontré con los ojos cafés de Jane. Ni siquiera podía mantenerle la mirada, me sentía avergonzada por no haber conversado con ella antes.

—¿Me acompañas? —dijo, con una sonrisa.

—No lo sé, no tengo ánimos —expresé.

—Necesitas distraerte, respirar aire puro y salir de estas cuatro paredes —manifestó.

—Jane, yo…

Mi voz se congelo, no era capaz de hablar sobre ese tema otra vez, me dolía el simple hecho de recordarlo y sentía una punzada en mi corazón que no podía explicar. Sin embargo, sabía que lo más sano para mí, era conversar sobre eso que me hacía daño, no podía callarlo para siempre.

—Cariño, no es necesario que me cuentes lo que sucedió, sólo quiero que salgamos de aquí —acarició mi mejilla.

Asentí como una niña pequeña, me coloque los zapatos y seguí a Jane hasta llegar a su auto. Me subí por inercia, abroche mi cinturón y ubique algo de música en la estéreo. Aquella canción de Wonderwall, traspaso mi alma y erizo mi piel, era como una señal que me estaba dando el universo para hacer lo que tenía que hacer.

Había estudiado, analizado y reflexionado lo que haría con mi relación o eso pensaba, pues esa vocecita que rondaba mi cabeza, me decía que falta algo para tomar la decisión definitiva. Esta vez, no podía confiar en mis instintos, no quería equivocarme y empeorar las cosas, pero era consiente que no podía tomarme mucho tiempo, porque corría el riesgo que todo se enfriara entre Sofía y yo.

Mientras pensaba en todo eso, sentí como el auto dejó de moverse y en fracción de segundos, Jane salió a comprar algunas cosas. Centre mi atención en los alrededores y pude disfrutar de un agradable clima, así como unas hermosas construcciones que rodeaban el lugar. Podía jurar que estábamos en unos de esos pueblitos que residían cerca de Barquisimeto, pero no lograba ubicarme.

—¿Te gusta el lugar? —escuché a Jane, quien había regresado.

—¿A dónde me has traído? —pregunté.

—¿Has olvidado este lugar? —frunció el ceño, como si me estuviese tildando de olvidadiza.

Decidí observar por la ventana una vez más, para ver si el panorama me ayudaba a recordar, cuando de pronto un destello ilumino mi cabeza. Estábamos en ese rinconcito frio del estado Lara, ubicado a pocas horas de la ciudad, había estado tan distraída durante el camino, que me perdí ese cambio drástico de un ambiente de ciudad, a un paisaje desértico, lleno de tunas y algunos chivos.

—¿Ahora si lo recuerdas? —dijo, mientras encendió el vehículo.

—Por supuesto —sonreí.

Las Lomas de Cubiro, era un lugar cargado de magia, naturaleza y un paisaje hermoso, que te inspira a quedarte en ese lugar, tal como si fuera tú segunda casa. Cuando el auto llego a la cima, logre apreciar la plenitud de los dominios de esa majestuosa ciudad, el aire puro y el frescor del césped, así como el paseo a caballo que seguramente haría más tarde. Ambas nos bajamos del auto y caminamos despacio, intentando buscar un espacio que tuviese la mejor vista.

—Gracias mami, necesitaba esto —inhale una bocanada de aire para sentir el aire puro.

—Lo hice con el mayor de los gustos—me sonrió—Aproveche y compre esto —me mostro unas latas de cervezas.

—¿Y eso? —pregunté.

Desde que vivíamos como familia, sólo me había dado a probar una que otra copa de vino durante nuestras comidas y muy raramente me había ofrecido cerveza. Pero no le lleve la contraria y tome una entre mis manos, quería relajarme y olvidarme por un momento el motivo de mi tristeza.

Mientras estuvimos allí, Jane permaneció en silencio, ingiriendo muy lentamente su lata de cerveza como si estuviese prolongando su contenido, pues no podía beber a rienda suelta ya que debía manejar de regreso, en cambio yo, me bebía esa sustancia como si fuese agua, queriendo bloquear mis sentidos.

—Hija, toma despacio —me indicó.

—Lo siento —me disculpe, al dejar mi cuarta cerveza a un lado.

—Espero tu madre no me regañe por esto—soltó de repente—Pero soy consciente que una pena de amor es mejor pasarla con licor —mencionó.

—¿Crees que nos podamos quedar hoy en este lugar? —le pregunté, me sentía tan bien allí, que no quería regresar a la casa.

—Claro, sólo debo conseguir una posada o un hotel para quedarnos —ingirió un poco de cerveza.

Me quede en silencio nuevamente, con mi mirada fija en el horizonte y pude sentir como Jane me rodeó con su brazo. Adoraba tener a dos madres que se preocuparan por mí, con personalidades muy distintas, pero que de alguna manera u otra, siempre buscaban la manera de ayudarme con mis dilemas mentales. 

Jane era una mujer reservada, elocuente y sumamente confiable, a la que podía acudir sin problemas, porque el fondo sabía que estaría dispuesta a ayudarme, sin la necesidad de expresar alguna frase o hacer comentarios fuera de lugar, simplemente adoraba que se ubicara a mi lado y me hiciera compañía en silencio. Porque de cierta forma, a veces eso es lo que más necesitamos de alguien, que este allí, sin emitir una palabra, sólo honrarnos con su presencia y hacernos saber que pueden entender nuestro estado de ánimo aunque no lo expresemos abiertamente.

—¿Crees que hice bien en pedirle tiempo a Sofía? —solté de repente.

—Desde mi punto de vista, no, ambas están sufriendo innecesariamente —respondió.

—¿Por qué no estás de acuerdo? —insistí.

—Antes de responder, quiero que me aclares algo—sus ojos coincidieron con los míos—¿Por qué tomaste esa decisión tan drástica? —enunció.

—Quería entender que hemos hecho mal, porque llegamos a esa situación de no decirnos las cosas, pero sobre todo, porque estaba muy dolida con su actitud —desvié la mirada.

—Sé que estás dolida, sé que ahora mismo sientes que tú novia te ha fallado, pero te has puesto a analizar que tú también tienes un poco de culpa—dijo—Aunque Sofía hubiese estado ausente o te hubiese ignorando, ¿Le preguntaste que le pasaba?, ¿Tuviste el valor de encararla y pedirle una explicación? —manifestó.

—Lo intente, pero no tuve mucho éxito, así que deje de insistir —dije por lo bajo.

—Es lo que quiero que entiendas—tomó mi mentón e hizo que la mirara—Una relación, se basa en comunicación, no puedes esperar a que sea tu novia la que siempre te busque para hablar, tú debes tomar la iniciativa e insistir de ser necesario, porque luego dejan pasar mucho tiempo y cuando realmente desean hablar, es demasiado tarde para llegar a una solución —me explicó.

Sus palabras retumbaron en mi cabeza, haciéndome pensar que no había hecho lo suficiente, que debí insistir más, debí tener el valor de encarar a mi novia y preguntarle que carajos era lo que estaba pasando, aunque su respuesta me hubiese lastimado en lo más profundo de mi corazón. Pero en lugar de ello, tome el camino más fácil y poco a poco me fui acostumbrando a su ausencia, ¿Por qué lo hice?, no lo sé, simplemente me sumergí en otras ocupaciones y espere tontamente a que ella viniera a mí.

—La vida no se trata sólo de esperar, también debemos actuar y no puedes dejar toda la responsabilidad de la relación en manos de Sofía—expresó—Puede que aún estén muy jóvenes para comprender lo compleja que es la vida, pero sabes, nunca es tarde para perdonar a esa persona que te lastimo, no por ella, sino por ti, por tu bienestar —dijo.

—No sé cómo actuar con Sofía, una parte de mí siente que la ama y la otra mitad está resentida —dije, con un nudo en la garganta.

—Primero debes reconocer que tienes una herida en tu corazón, en vez de negarlo como si no hubiese pasado nada, porque eso te impide dar el siguiente paso—me dio un beso en la mejilla—Perdonar, no implica decir la palabra mágica “Te perdono” Es un proceso que vas más allá, que una simple frase. Debes conectar tu mente, tus sentimientos y tus acciones, todas van de la mano, no puedes saltártelas aunque desees hacerlo porque entonces no funcionaria. Pero sobre todo, debes ser consciente que si perdonas a Sofía, debes eliminar de tu cabeza cualquier sentimiento de venganza, porque entonces, no es un perdón sincero —me explicó.

—¿Hiciste ese mismo proceso para perdonar a mi madre? —pregunté.

—Sí, pero fueron escenarios diferentes, aunque debo confesar que sus acciones me dolieron mucho—dijo sin mirarme—Pero creo a veces esperamos demasiado de las personas y cuando no cumplen nuestras exceptivas, nos desilusionamos —añadió.

—Pero aun así la perdonaste, ¿Por qué? —expresé.

Ciertamente habían sido escenarios diferentes, pero el detonante principal había sido exactamente el mismo, la falta de comunicación por parte de ambas, aunque más por el lado de mi madre que se dejó llevar por sus recuerdos.

—La perdone porque su único delito fue no hablar conmigo en su momento, si no que decidió actuar por su cuenta y se le olvido que podía contar conmigo—hizo una pausa—Sin embargo, si tu madre me hubiese engañado con otra persona o hubiese jugado con mis sentimientos, no tendría caso perdonarla. Porque nadie puede asegurarme que vuelva a repetir sus acciones con el paso del tiempo —manifestó.

—Tienes razón, toda la confianza que pudieran tener en su relación, se hubiese roto, sin el más mínimo chance de recuperarla —dije.

—Exacto—besó mi frente—El único bache que has tenido con Sofía, es su falta de comunicación, porque estoy muy segura que no han fallado en otras áreas —exteriorizó.

Asentí con un movimiento de cabeza, como dándole a entender que una vez más, tenía razón. Sofía había sido una novia ejemplar; era fiel, sincera, cariñosa, respetuosa y muy comunicativa en sus cosas, por eso me costaba entender porque justo ahora, había cambiado ese aspecto fundamental de su personalidad.

Admito que el haber trabajado para comprarme un regalo, era un gesto sumamente romántico, pero que me hubiese ignorado de buenas a primera, no tenía justificación. Ni siquiera me hizo a un lado cuando su madre nos prohibió vernos durante un mes, porque nos veíamos a escondidas en el conservatorio, hasta le ayude a estudiar para esa materia de declamación que tanto odiaba y que era la causante del cambio repentino de mi suegra.

—¿Quieres quedarte o quieres regresa a casa? —Jane interrumpió mis pensamientos.

—Quiero quedarme, este lugar me ayudara a pensar en todo lo que me has dicho —mencioné.

—Está bien—besó mi mejilla—Le avisare a tu madre que hoy no llegaremos a casa y preguntare a los lugareños por un hotel para alquilar —dijo.

—Gracias mami, siempre sabes cómo hacerme sentir mejor —besé su mejilla.

—Aprovechare para traer más cervezas, no te vayas a ningún lugar sin avisarme —me indicó.

Sus palabras me causaron gracia, a veces me trataba como si fuese la pequeña Francy que no se puede quedar quieta en un solo lugar, ¿Después de todo a dónde podía ir? Me dije a mi misma, mientras la vi alejarse. Mi cabeza se quedó meditando sus palabras, cuando de pronto, me entro una necesidad de revisar mi celular y noté que tenía un mensaje de voz.

 

Te quiero como lo hice desde la primera vez que te vi, con miedos, con dudas, con preguntas y con celos de que encuentres a alguien mejor que yo. Sé que aún no me perdonas, pero quiero que sepas que admito que te hice daño y que sin querer, perdí esa confianza que me tenías.

La verdad es que nunca quise lastimarte mi amor, sólo no medí las consecuencias de mis acciones y ahora estoy sufriendo por ellas. Quizás no sea la primera vez que la cague, pero no quiero alejarme de ti. Eres esa persona que le da sentido a mi vida, así que vuelve a mí, por favor.

 

Hola mis queridos lectores, lamento no haber actualizado desde hace rato, pero me encuentro sin internet hasta nuevo aviso. Hoy he aprovechado que estoy de visita a que un amigo y he podido publicar. Espero les agrade esta actualización. Cuídense.

Mas de Bella15

Mi segundo amor

Mi segundo amor

Mi segundo amor 47

Mi segundo amor 46

Mi segundo amor 44

Mi segundo amor 43

Mi segundo amor 42

Mi segundo amor 41

Mi segundo amor 40

Mi segundo amor 39

Mi segundo amor 38

Mi segundo amor 37

Mi segundo amor 36

Mi segundo amor 35

Mi segundo amor 34

Mi segundo amor 32

Mi segundo amor 2

Mi segundo amor 33

Mi segundo amor 31

Mi segundo amor 30

Mi segundo amor 29

Mi segundo amor 27

Mi segundo amor 28

Mi segundo amor 26

Mi segundo amor 25

Mi segundo amor 24

Mi segundo amor 23

Mi segundo amor 22

Mi segundo amor 21

Mi segundo amor 20

Mi segundo amor 19

Mi segundo amor 18

Mi segundo amor 17

Mi segundo amor 16

Mi segundo amor 15

Mi segundo amor 14

Mi segundo amor 13

Mi segundo amor 12

Mi segundo amor 11

Mi segundo amor 10

Mi segundo amor 9

Mi segundo amor 8

Mi segundo amor 7

Mi segundo amor 6

Mi segundo amor 5

Mi segundo amor 4

Mi segundo amor 3

Mi segundo amor

Mi segundo amor 1

Epílogo—Danielle

Epílogo—Emma

Amor te otoño 29

Amor te otoño 28

Amor te otoño 27

Amor te otoño 26

Amor te otoño 25

Amor te otoño 24

Amor te otoño 23

Amor te otoño 22

Amor te otoño 21

Amor te otoño 20

Amor te otoño 19

Amor te otoño 18

Amor te otoño 17

Amor te otoño 16

Amor te otoño 15

Amor te otoño 14

Amor te otoño 13

Amor te otoño 12

Amor te otoño 11

Amor te otoño 10

Amor te otoño 9

Amor te otoño 8

Amor te otoño 7

Amor te otoño 6

Amor te otoño 5

Amor te otoño 4

Amor te otoño 3

Amor te otoño 2

Amor te otoño 1

Adicta a tus labios 13

Adicta a tus labios 12

Adicta a tus labios 11

Adicta a tus labios 10

Adicta a tus labios 9

Adicta a tus labios 7

Adicta a tus labios 8

Adicta a tus labios 5

Adicta a tus labios 6

Adicta a tus labios 3

Adicta a tus labios 4

Adicta a tus labios 2

Adicta a tus labios

Hechizo de un ángel 4

Hechizo de un ángel 3

Hechizo de un ángel 1

Hechizo de un ángel 5

Hechizo de un ángel 6

Hechizo de un ángel 7

Hechizo de un ángel 8

Hechizo de un ángel 9

Hechizo de un ángel 10

Hechizo de un ángel 11

Hechizo de un ángel 2

Otra Oportunidad de Amar 9

Otra Oportunidad de Amar 10

Besos robados

Jugada del Destino

Otra Oportunidad de Amar 4

Otra Oportunidad de Amar 3

Otra oportunidad de Amar 2

Otra oportunidad de Amar

Eres ese Algo que Buscaba 24

Asi me enamore de ti te amo bebe

Eres ese Algo que Buscaba 3

Eres ese Algo que Buscaba 2

Amor o Estupidez 11

Amor o Estupidez 7

Amor o Estupidez 6

Me enamore de TI sin pensarlo 6

Tienes un E-mail 5

Tienes un E-mail 3

Tu mi complemento perfecto 22

Tu mi complemento perfecto 21

Tu mi complemento perfecto 12

Tu mi complemento perfecto 11

Tu mi complemento perfecto 8 y 9

Tu mi complemento perfecto 6

Tu mi complemento perfecto 4

Tu mi complemento perfecto 2

Una pequeña carta para el amor de mi vida

Un recuerdo ”Tu último deseo”

La Amistad como un tesoro

Nadie como tú

Un hasta pronto por un adiós

Lo mucho que te extraño

Jamás pedí Amarte

Aquel día que te conocí