Capítulo 6
Danielle
Mis ojos estaban idos por aquella ventanilla, era curioso sentir este vacío en mi corazón, sonreí triste al recordar aquellos días en los que era feliz con mi familia. Donde me sentía amada por ellos, donde sentir un abrazo de mi madre tenía sentido, ahora que todo había cambiado, era como si algo se hubiese roto en mí.
Estaba cansada de la vida que llevaba, cansada de guardar las apariencias, había soportado muchos años estar bajo la sombra del estatus de mi familia, tanto que no pude soportar ni un minuto más y decidí salir del armario. Sabía a lo que me enfrentaría, a las constantes humillaciones de mi madre que siempre había sido una homofóbica por naturaleza, al odio de mi hermana mayor y a vivir en el exilio. No obstante, todo eso valía la pena, al fin podría ser libre, podría ser yo misma sin tener que ocultar lo que era.
Recordé entonces aquella tarde que mi madre me echo de la casa y el vacío que invadía mi corazón, se intensifico. Trate de respirar fuerte, pero nada servía, pues a cada inspiración que daba, mas ahogada me sentía—Tranquila, llegara el día que no te afecte tanto—sentí como alguien me abrazo por la espalda. Me gustaba tener a Emma así de cerquita, sintiendo su aroma, su calor. A su lado me sentía tan bien que era como si la conociera desde hace mucho. Se había vuelto mi confidente esta última semana, de alguna u otra manera siempre intentaba levantarme el ánimo haciéndome sonreír. Para mi cada momento que compartía a su lado, era especial.
Después de todo lo que me había pasado con mi madre y mientras me adaptaba a compartir el mismo techo junto a Emma. Había olvidado por completo los planes de llevarla a conocer la ciudad, se había molestado tanto conmigo que duro un par de días sin hablarme y eso me afecto. No me quedo de otra que escabullirme una noche por el pasillo para ir a su recamara, me acerque a su cama como una gata sigilosamente para acariciar su mejilla y hacer que despertara.
—Danielle, ¿Qué haces aquí? Si mi madre te ve, podría regañarnos —me susurró.
—Vine hablar contigo—le contesté en el mismo tono—Sé que tu madre nos puede regañar y no es para menos. Se ha comportado muy bien conmigo como para aprovecharme de su hospitalidad—recordé las muchas veces que nos había visto en una situación sospechosa—Ya no soporto que me ignores, necesito que estemos bien —le suplique.
—No quiero hablar contigo —se dio media vuelta.
—Aunque te des la vuelta, no me voy a ir. Correré el riesgo a que tu madre me pille en tu habitación—me metí en la cama y me abrace a ella—Emma, no sabes las ganas que he tenido de llevarte a conocer la ciudad. Sé que mis problemas me han afectado más de la cuenta y no he tenido cabeza para más nada—bese su cuello—No sabes cuánto lo siento —estuve a punto de llorar. Ella pareció darse cuenta de mi tono de voz, por lo se movió para darse la vuelta. Cuando pude coincidir con su mirada, note que ella también estaba triste.
—No debí ser tan egoísta, se por lo que estás pasando. Pero realmente quería ir a pasear contigo—dijo, sin mirarme a los ojos—Llegue a pensar que no deseabas ir a ningún lado conmigo o que estabas molesta por intentar besarte —se aferró a mi pecho. Se sentía mal por su manera de actuar.
—Jamás podría enojarme contigo—le acaricie la mejilla—Es mejor que me vaya, no quiero que tu madre nos pille y piense cosas que no son —intenté separarme, pero ella me detuvo.
—Quédate a dormir, por favor. Sólo por hoy —me regalo una sonrisa.
—¿Sólo por hoy? —insistí. Ella asintió, luego dejo caer su cabeza sobre mi regazo. Esa fue la primera noche que dormí a su lado.
—Tu padre y tu hermano están por llegar, es mejor que bajemos—la dulce voz de Emma me había hecho volver a la realidad. Había quedado en verme con ellos para que estuviesen tranquilos y conocieran a esa joven que me estaba haciendo sentir muchas cosas. Me voltee hasta coincidir con esos ojos azules, le acaricie la mejilla y entrelace nuestros dedos para bajar a la sala.
En menos de diez minutos, alguien estaba tocando la puerta. Me incorpore del sofá para ir atender aquellos dos hombres a quien quería y apreciaba mucho. Cuando abrí, sentí como unos brazos me rodearon—¡Danielle! No sabes lo mucho que te echado de menos—mi hermano me apretujo con todas sus fuerzas, luego sentí los fornidos brazos de mi padre abrazándonos a los dos—Me alegra verte hija —me dio un beso en la coronilla.
—¡Chicos! Me están dejando sin aire —intenté zafarme de aquello dos.
—¿Al fin puedo conocer a mi cuñada? —no tardo en preguntar Steven.
Sentí como mis mejillas ardían por tal comentario, mi hermanito podía ser muy indiscreto en ciertas ocasiones—Te he dicho que no somos novias —me sonroje.
—No avergüences a tu hermana—mi padre le dio un pequeño golpe en la cabeza. Steven pareció entender las palabras de mi padre y no siguió con sus comentarios—Nos dejas pasar —me hizo una seña. Por el entusiasmo de verlos a ambos, no los había dejado ingresar a la casa.
—Claro, hay alguien que les quiero presentar —puse una sonrisa atontada. Me sentía tan bien al lado de Emma, que no podía ocultar lo feliz que me encontraba por vivir en la misma casa.
—¡Buenas tardes! ¿Tú debes ser Emma? —expresó mi padre muy formal. Pude notar la mirada inquisitiva que le dio a Emma, al igual que mi hermano.
—Es un placer conocer a los dos caballeros que han protegido a mi francesita todo este tiempo —respondió Emma con total sinceridad, al mismo tiempo que me dedicó una mirada traviesa. Sabía que estaba disfrutando de todo aquello, le había hablado tanto de ellos, que no veía la hora de conocerlos.
—Veo que le has puesto un mote a mi hija —sonrió mi padre. Parecía estar relajado con la situación, y eso me gustaba. Deseaba que ambos se llevaran muy bien con Emma, al menos quería que una cosa me saliera bien.
—Sí, ella se lo ganó a pulso—expuso Emma con una gran sonrisa y me hizo recordar aquel día. Había ocurrido dos semanas de habernos conocido en el parque. Después de conversar por horas, ella se acercó a mí para hacerme cosquillas, quería que me relajara y olvidara por un momento las constantes discusiones con mi madre. Entre el forcejo, se ubicó encima de mí, sostuvo mis manos por encima de mi cabeza y estuvo a unos centímetros de mis labios. Me quede perdida en su mirada por un par de segundos, estuve segura que me daría un beso en los labios, pero no fue así. Ella se inclinó para besar mi frente, junto con la expresión: Mi francesita. Desde entonces, me ha llamado así de cariño.
—Seguramente habrá hecho algo para merecerlo —escuché a mi padre.
—Danielle, tengo que decirte algo—dijo mi hermano con mucha emoción, al mismo tiempo que acaparo la atención de mi padre y Emma. Me acerque a él para invitarlo a que tomara asiento, rodee su cuello y lo alenté a que me dijera ese algo que moría por contarme—Ayer le exprese a mi madre todas esas palabras que una vez me confesaste. Así que puedes imaginarte cómo reaccionó —me confesó.
—¡Estás de broma!—fue lo único que salió de mis labios. Él negó con la cabeza—¿Realmente le exprésate lo que una vez pensé decirle en mis momentos de enojo? —abrí los ojos como plato. No podía creer que ese jovencito tuvo la valentía de comentarle mis ideales a nuestra madre.
—Sí, hasta recibí una bofetada de su parte —me mostro su mejilla, aún se podía observar un poco enrojecida.
—¿A qué se refiere Danielle? —no tardo en preguntar Emma, estaba igual de desorientada que mi padre. Ninguno de los dos, estaba al tanto de esos ideales que yo mantuve oculto por mucho tiempo.
—¿Me dejas explicárselos?—mi hermanito me miró con una sonrisa. Moría por comentar su hazaña, le giñe el ojo derecho como aprobación. Comenzó por explicarle sobre esa vida prediseñada a la tuve que aferrarme por años para cubrir lo que realmente era, para ocultar mi miedo de expresar lo que sentía, por seguir la costumbre que impone la sociedad. En otras palabras, mencionó esas obligaciones de contraer matrimonio entre un hombre y una mujer como lo estipula la iglesia, traer al mundo a los futuros herederos y enseñarle que una sola ley puede ser regida ante la sociedad. La ley del heterosexual que es bien vista ante todo los demás, esa vida que no se critica, que no tiene defectos y es la única que debería existir.
—¿Por qué nunca me dijiste sobre eso hija? —me recrimino mi padre.
—A mí tampoco me contaste sobre eso —pude sentir la mirada de Emma. Aunque le había contado algunas cosas, esa en particular la había pasado por alto.
—Me disculpo por ello, hay cosas que es mejor callar para no incomodar. Eso lo digo por ti papá, sino mira como reaccionaste ante mi confesión, como creías que te iba a explicar algo tan complejo sin que te enfadaras—dije en mi defensa—En cuanto a ti Emma, sé que en algún momento de tu vida, tuviste que pensar lo mismo—le dedique una mirada suave. No quería que se enfadara conmigo. Para intentar cambiar el tema, me atreví a confesarle a mi padre sobre la amenaza que me había hecho mi madre de alejarme de Steven, cosa que pareció enfurecerlo.
Durante la conversación que sostuvimos, pude notar que ese par me estaban ocultando algo a lo que no podía obtener información, sin importar cuanto me carcomía la curiosidad, tuve que morderme varias veces la lengua para no preguntar frente a Emma. Aunque compartía todo con ella, a veces prefería hablar primero con mi familia antes de hablar con ella para que no se sintiera mal por todo lo que me pasaba. Hubo un momento donde mi padre me hizo una seña para hablar a solas, yo le hice entender a Emma que debía retirarme unos segundos, cosa que ella entendió y se quedó charlando animadamente con Steven.
—Puedo ver que te llevas muy bien con esa jovencita —soltó mi padre apenas entramos a la cocina.
—Como no tienes idea, realmente me ha ayudado a enfrentar todo lo que ha ocurrido desde mi confesión —sonreí. No me había dado cuenta de lo importante que se había convertido esa chica para mí.
—Lamento que tu madre te haya echado de la casa de esa manera—su mirada estaba triste—Me hubiese gustado estar esa tarde para defenderte —se atrevió a mirarme.
—Quizás no hubieses podido evitar nada—sentí un nudo en la garganta, recordar las palabras de mi madre me ponía triste—Puedes estar tranquilo, Emma y su madre me han apoyado desde entonces. No sabes cuánto las aprecio —sonreí.
—Conociéndote, puedo estar seguro que le dijiste a Cristina que te rentara una habitación—me dedicó una mirada inquisitiva. Odiaba admitir lo bien que me conocía—Por eso quise venir a verte—sostuvo mis manos—Quiero ayudarte con los gastos, mientas me las ingenio de conseguirte ese departamento del que hablamos —acarició mi mejilla.
—No tienes que hacerlo —dije de inmediato. Mi padre me había enseñado a salir de mis problemas económicos sin la necesidad de pedir ayuda a otras personas incluyéndolo a él.
—Estoy consciente que te enseñe a salir de tus deudas, pero esta vez necesito que hagas una pequeña excepción —hizo una mirada de súplica.
—Pero —
—Pero nada, necesito que lo aceptes, por favor—pude sentir como contenía las ganas de llorar. Me acerque a él para abrazarlo, podía intuir que no la estaba pasando tan bien en casa.
—Sólo por esta vez —le dije. Mi padre se aferró más al abrazo que le daba.
Después de esa pequeña charla, nos integramos a la sala, donde estaba una Emma sonriente con las locuras que le contaba mi hermano. Apenas me vio, se dio cuenta que estaba feliz por la visita de aquellos hombres que eran muy importante en mi vida. Pasamos el resto de la tarde conversando hasta que Cristina llego a la casa, tuve la oportunidad de presentarle a mi padre y a mi hermano, que inmediatamente se llevaron bien. Mi padre no perdió tiempo de darle las gracias por haberme recibido en su hogar, hasta intercambiaron números de cuenta para hacerle llegar mensualmente el dinero que debía pagar por esa habitación que ella me rentaba. Esa tarde, me sentí nuevamente en familia, una que apenas comenzaba a formarse con nuevos integrantes y con nuevas historias.
Hola mis queridos lectores, nos saben cuánto agradezco que sigan esta pequeña historia que comenzó por un pequeño recuerdo de mi vida, aunque estuvo archivada por mucho tiempo. Decidí hacerle unas mejoras para compartirlas con ustedes, mis files seguidores…Gracias Hombrefx, Lililunita y PK2 por sus valiosos comentarios…Tampoco me olvido de aquellas personas que solo me leen y por algún motivo no se animan de dejar algún comentario, simplemente gracias por su apoyo y continuar esta historia…Saludos…