miprimita.com

Mi segundo amor 38

en Lésbicos

Capítulo 38-Explicaciones

 

Gabriel

Mientras caminaba al recinto donde se llevaría a cabo la junta extraordinaria, recordé toda la conversación que había mantenido con Brenda y el material que me había suministrado. Tenía todo lo necesario para realizar las acciones disciplinarias correspondientes y terminar con todo el alboroto que habían creado esas personas inescrupulosas.

Sin embargo, existía la mínima posibilidad de que todo mi esfuerzo por descubrir la verdad, fracasara y las personas implicadas podían salirse con la suya. Es lo que se conoce como la paradoja de la impunidad, donde los culpables son liberados y los inocentes pagan la condena establecida por el sistema.

Quizás no era del todo satisfactorio esa paradoja, pero las leyes venezolanas, son igual de irregulares que en cualquier parte del mundo, donde muchos inocentes o personas que han cometido delitos menores, acaban en las rejas por las anomalías del sistema judicial.

Cuando estuve a unos centímetros de aquel lugar, mi corazón comenzó a latir con fuerza, indicándome que había llegado el momento de enfrentar aquel problema. Inhalé una bocanada de aire, aclare mis ideas y decidí saludar a esa joven secretaria.

—Buenas tardes, ¿Hace mucho que comenzó la reunión? —expuse, con toda la serenidad del caso.

—Recién comenzó, ¿Quiere que lo anuncie? —preguntó, con cierto nerviosismo.

—No es necesario —dije, antes de ingresar.

Al girar la perilla, me topé con el Claustro de profesores quienes se encontraban conversando acaloradamente y al verme, se quedaron totalmente sorprendidos. No acostumbraba a ir a esas reuniones porque no tenía ni voz, ni voto y había tomado la decisión de confiar en el criterio de Amanda.

Una mujer que reunía todas las características necesarias que debía tener una directora, para incentivar el trabajo de todos los docentes y lograr un objetivo común. Sin embargo, la actitud que había tomado los últimos meses, me hacía ver qué era una persona inmoral, capaz de pasar por encima de quién sea para conseguir sus propósitos personales.

—¿Qué haces acá? —expresó Amanda.

Su rostro pálido, reflejó un desconcierto total ante mi presencia y por un momento, se le olvido la forma de hablar correctamente; manifestando así una de las siete microexpresiones universales ante esa situación hilarante que se le había presentado.

—¿Por qué no fui invitado a la junta extraordinaria? —fruncí el ceño.

Quería ver hasta dónde quería llegar con su ambición, su egoísmo y la incapacidad de ponerse en los zapatos de otro, ¿Cómo pudo engañarme de esa manera durante tres años? ¿Cómo no me fijé en ciertas actitudes y expuse a toda la institución de forma?

—No quise molestarlo—se excusó—Hoy vamos a planificar los exámenes finales y algunas presentaciones que debe realizar la orquesta filarmónica —respondió.

—¿Son los único temas que se van tratar? —pregunté.

—No, hoy tocaremos un tema delicado  —expresó el moderador.

El moderador, era nada más y nada menos que Brenda, la persona encargada de dirigir el diálogo y conducir las discusiones de la junta extraordinaria con el objetivo de lograr las metas planeadas. Un puesto no tan importante dentro de la institución, pero si el indicado para este tipo de casos.

—¿Qué asunto es ése? —me hice el desentendido.

—A uno de nuestros profesores, se le acusa de mantener relaciones sexuales ilegales dentro del salón de clases con otro colega —dijo Amanda.

—¿Quién cometió tal delito? —pronuncié.

—Alondra Rodríguez —dijo sin más.

No podía creer la capacidad de mentir que tenía esa mujer, mostraba un gran autocontrol sobre su cuerpo y sus palabras que era digna de admirar. Cómo podía culpar a una persona inocente de cometer ultraje al pudor público, un delito que contempla el código penal en su artículo 382, ¿Realmente expondría su cargo de esa manera para perjudicar a alguien?, ¿Qué clase de persona era Amanda? Me preguntaba, sin obtener una respuesta clara.

—He de suponer que existen pruebas contundentes —manifestó la coordinadora, interrumpiendo mis pensamientos.

—Existen dos testigos que pueden corroborar tal delito—respondió Amanda—De hecho, entre ustedes se encuentra uno de ellos —añadió.

—¿Y esa persona está dispuesta a expresar lo que vio? —expuso Brenda.

Amanda se quedó en silencio por unos segundos, mientras que los demás esperaban ansiosos por conocer a ese testigo del que tanto hablaba. Cuando pensé que nadie iba a expresar algo, noté como la mujer que estaba a mi derecha, se puso nerviosa e intercambio una mirada cómplice con Amanda.

—Por supuesto —manifestó Amanda, con mucha seguridad.

—Bueno, si ese es el caso, que la persona comience a expresar su testimonio —dijo Brenda.

No pasaron ni cinco minutos, cuando aquella mujer castaña, decidió presentarse, dejando sorprendido a todos los presentes. Nadie se esperaba que uno de los testigos, fuese alguien que desempeñaba un cargo tan importante dentro de la institución.

—Mi nombre es Josefa, soy tutora de servicio y pertenezco al claustro de profesores —pronunció aquella mujer.

—Prosiga —expresó Brenda, dándole el derecho a la palabra.

No tenía que ser un genio para deducir que el que conoce la verdad, es capaz de narrar los hechos y quién describe la verdad, está preparado para hacer coincidir su relato con los esquemas lógicos y que sean creíbles para las personas que escuchan. Pero eso no quiere decir, que dicha persona exponga la verdad como la hace ver ante los demás.

—Hace un mes, me encontraba caminando por los pasillos de la institución, cuando logré escuchar unos ruidos provenientes de un salón. En primera instancia, pensé que eran algunos alumnos que estaban jugando o realizando otro tipo de actividad, pero no imaginé que esa tarde, vería a dos de mis colegas, intercambiando algo más que palabras —mencionó.

—¿Está segura? —preguntó Brenda.

—Totalmente —respondió aquella docente.

Al otro extremo de la mesa, estaba la coordinadora y el tesorero con una expresión difícil de explicar, pero era evidente que tenían muchas interrogantes ante lo que acababan de escuchar. Luego de que Josefa expuso su punto, ambos pidieron el derecho a la palabra, un derecho que Brenda le cedió con el mayor de los gustos.

—Con el debido respeto que usted se merece Josefa, pero quien nos dice a nosotros que su testimonio es confiable —dijo el tesorero.

—No podemos basarnos sólo en rumores, debemos tener evidencias que certifiquen tal acusación  —manifestó la coordinadora.

—Pero existe una prueba —expresó Amanda.

—Les recuerdo que deben pedir el derecho a la palabra o no serán escuchados —pronunció Brenda.

—Lo siento, no era mi intención —se disculpó Amanda.

El ambiente se volvió algo tenso, no sólo por la interrupción abrupta que hizo Amanda, sino por la supuesta prueba que tenían contra Alondra. Realmente estaban tan cegados por perjudicar la reputación de esa pobre mujer, que no se percataron de que todo les podía salir mal.

—Amanda, ¿Puede presentar la prueba de la que hace mención?  —deliberó Brenda.

—Sí—retomó su postura—La otra persona implicada en el delito, es el docente Rafael Mendoza, encargado de impartir clases de Clarinete. Hace una semana decidió escribir una carta donde describe los motivos que lo llevaron a realizar dichas acciones —explicó, al pasar la carta.

Mientras uno de los docentes leía detenidamente la dichosa carta, logré percatarme  que ese tal Rafael,  era un fiasco total. Carecía de mucha educación y de los valores aprendidos en casa, pero ante todo, no mostraba ni el mínimo respeto por si mismo.

—¿Alguien puede traer a esa persona? —preguntó, la encargada de la dirección administrativa.

Era una docente que se había mantenido al marguen durante toda la reunión, pero que se vio obligada a intervenir luego de escuchar esa patética carta que escribió Rafael.

—Le avisare a la secretaria para que lo mande a buscar —expuso Brenda.

Alondra

La ansiedad y el nerviosismo, me estaban consumiendo lentamente, mientras esperaba a que alguien apareciera por esa puerta de madera y me indicara que era el momento de entrar a esa junta extraordinaria. No podía controlar mis emociones ante esa situación atípica en mi vida y no tenía idea de que iba hacer o que iba a decir, cuando estuviese frente al Claustro de profesores.

El miedo a lo desconocido, me estaba llevando a perder la confianza en mí misma, creyendo que podía hablar demás cuando quisiera defenderme de las acusaciones que me harían. Lo que más deseaba en ese momento, era estar en los brazos de Jane para que me trasmitiera paz y seguridad. Su energía positiva, me hacía liberar tensiones, aun cuando mi cabeza estuviese liada por las cosas que estuviesen a mí alrededor.

—¡Alondrita! ¿Por qué te encuentras tan tensa? —me dijo Rafael.

—¿Tu qué haces aquí? —intenté mantener la calma.

—También me han convocado para asistir a la junta —respondió, con una sonrisa sarcástica.

Sus palabras me hicieron temblar, era la peor noticia que podía recibir esa tarde. Sinceramente, no me la esperaba, pero tampoco podía darme el lujo de mostrarle que su presencia me afectaría durante el proceso.

—Bien por ti, si me disculpas, iré al baño —dije, con la intención de alejarme.

—¡Espera! —sujetó mi brazo.

—¿Qué demonios te pasa? —expresé molesta, no tenía derecho a sujetarme de esa manera.

—Todavía estoy esperando tu respuesta —dijo, con una media sonrisa.

—Te he dicho que no voy a salir contigo, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ¿Por qué no aceptas un no como respuesta? —pronuncié.

—Nadie se resiste a mí —me confesó.

El tono altanero de ese tipejo, me hizo reflexionar sobre la condición humana, esa que puede ser tan invariable a pesar de la nacionalidad o condición sexual. Es la manifestación de una personalidad determinada que siempre desea algo que no puede obtener.

Rafael era un hombre que no solía escuchar las opiniones o argumentos de los demás, porque de alguna manera, siempre deseaba tener el control de la situación. De hecho, mi rechazo constante, lo incitaba a continuar con sus proposiciones absurdas, con la ilusión de que pudiera caer en su juego, pero estaba equivocado.

—Hoy no tengo tiempo para tus tonterías —dije con desdén.

Necesitaba mantenerme tranquila para enfrentar las acusaciones que me harían y no deseaba  malgastar mis energías con Rafael. Sólo quería mantenerme enfocada en lo que realmente era importante para mí y eso implicaba mostrar mi inocencia, aun cuando no tuviese las pruebas para defenderme.

—Tu sólo tienes tiempo para rechazarme—dijo por lo bajo—Te advertí que pasaría si no aceptabas salir conmigo —me amenazó.

Cuando estuve a punto de expresarle hasta de que se iba a morir, alguien pronunció su nombre para que entrara a la dichosa junta. Estaba agotada de tantas insinuaciones, de tener que aparentar que todo estaba bien, cuando la triste realidad, era que ese idiota me había hecho la vida imposible los últimos meses.

Todo hubiese sido más sencillo si tal vez, Rafael nunca hubiese ingresado a la institución, porque a decir verdad, apareció de la noche a la mañana y comenzó a laborar como si tuviese la misma antigüedad que tenía Brenda. Una de las docentes que se desempeñaba en diferentes áreas y tenía una gran trayectoria dentro de la institución.

Una vez que llegue al baño, me cercioré de que estaba sola y decidí llamar a mi novia. Necesitaba escucharla, que me dijera que todo iba a salir bien, aun cuando no fuese así.

—¿Cómo salió todo? —la escuché angustiada.

—Hola cariño—me relaje al escuchar su voz—Todavía no me han llamado —confesé.

—Todo saldrá bien, no te me angusties —dijo, para intentar calmarme.

—¿Quisiera que estuvieras aquí? —me recargue sobre un lateral de la pared.

Sólo habían pasado un par de horas desde que la vi en la floristería y ya la echaba de menos, adoraba su manera de tranquilizarme y esos besos suaves, que me expresaban lo mucho que me quería.

—Cierra los ojos e imagina que estoy a tu ladito, sosteniendo tu mano —me indicó.

Sé que era algo tonto, pero podía sentir como si Jane realmente estuviese a mi lado, dándome su apoyo incondicional. Junto a ella, todo me resultaba más sencillo y fácil de sobrellevar.

—¿Sigues allí? —expuso preocupada.

—Sí, sólo me concentre en lo que me expresaste —sonreí tontamente.

—Te quiero —me confesó.

—Ya es hora de que regrese —expresé, antes de colgar.

Giré el grifo del lavamanos y humedecí mi pañuelo para colocarlo sobre mi cuello, quería refrescarme un poco, pero al mismo tiempo, deseaba recordar las pautas básicas que me había comentado Brenda para enfrentar el interrogatorio que me harían.

Debía prestar atención a la persona que me hiciera una pregunta y mirarla fijamente, mientras respondía con total seguridad, pero por un instante, mi cabeza se imaginó un escenario distinto. Llevándome a una de esas series estadounidense que solía ver con Jane en mis tiempos libres, donde la acusada, se encuentra a mitad de la sala, con un micrófono delante y un abogado realizando preguntas sin cesar.

Sonreí para mis adentros y moví mi cabeza de un lado a otro, esas series me estaban afectando la cabeza considerablemente. Cerré el grifo, me vi en el espejo y suspiré para intentar concentrarme en lo que debía. Salí de aquel lugar y camine con pasos firmes para regresar.

—Alondra, ¿Dónde te habías metido? —me preguntó la secretaria, apenas me vio.

—¿Por qué? —respondí con otra pregunta.

—Es tu turno de entrar al despacho —pronunció.

Al escuchar esas palabras, el nerviosismo regreso y fue inevitable que sintiera un dolor en la boca del estómago. Camine a ese lugar con un susto en mi corazón, pero intente recordar las palabras de mi novia para mantener firme y enfrentar mi destino.

—Señorita Rodríguez, tomé asiento —me indicó Brenda.

Como toda niña obediente, me ubique en esa silla de metal que estaba a mitad del despacho y frente a mí, se encontraban todos los docentes con un rostro serio y el ceño fruncido. Signo de que algo no estaba bien y era inevitable no sentir temor, ante lo que pudieran decirme.

—Antes de expresarle el veredicto final de esta reunión, quiero darle mis más sinceras disculpas por parte de todos los presentes, al no darle la oportunidad de defenderse contra los informes negativos que se le han realizado —expresó Brenda.

—Gracias —dije sin más.

No entendía porque se estaba disculpando, pero tampoco sabía que más decir tras sus palabras, ¿Será que me han encontrado inocente de todos los descargos que me han realizado? Fue lo primero que se me pasó por la cabeza, pero ver la sonrisa sarcástica de Rafael, me dio a entender que se había salido con la suya.

Abigail

Me encontraba sentada a unos centímetros de aquel despacho, aguardando a que mi madre saliera de esa junta para obtener respuestas. Sé que tenía todas las de perder, por como la han tratado en la institución los últimos meses, pero tenía una leve esperanza de que todo se resolviera y las cosas volvieran a la normalidad.

Después de todo, el conservatorio no podía darse el lujo de perder a una persona con un talento musical innato que muestra una habilidad inusual para repetir patrones rítmicos escuchados, sin la necesidad de usar una notación musical y que puede identificar estructuras comunes en ritmos que otros no pueden reconocer con facilidad.

—Cariño, mantén un poco de calma, no podemos hacer nada desde aquí —Sofía colocó su mano sobre mi muslo.

—Lo sé, pero no puedo evitar sentirme así —dije, con mis lágrimas a punto de salir.

—Veras que todo saldrá bien —intentó tranquilizarme.

—¿Y si la despiden?—dije con incertidumbre—Tu más que nadie conoces lo que esos rumores la han perjudicado —manifesté.

—A veces las personas no se dan cuenta de las cosas que hacen —pronunció.

Sus palabras me quedaron sonando en la cabeza como si se tratara de un fenómeno acústico que reflejaba una onda hacia su emisor. Mi madre, se encontraba en un punto medio donde otras personas movían sus hilos a su antojo con la excusa de obtener privilegios que no podían lograr por cuenta propia.

—Gracias por acompañarme —manifesté.

Ambas deberíamos estar en nuestro salón de clases como todos los alumnos, pero no podía concentrarme con la situación de mi madre. Aunque no podía estar con ella en la reunión como hubiese querido, estaba como niña juiciosa esperando a que saliera de ese despacho para estar al corriente de su situación.

—¿Quieres que te traiga un café? —preguntó mi novia.

—Sí, por favor —besé su mejilla.

—No vayas hacer ninguna tontería mientras voy por tu bebida —me expresó.

—No lo haré —dije.

En más de una ocasión, mi novia tuvo que frenar mis impulsos de romperle la cara a unos compañeros por repetir esos rumores de pasillo, pero le había prometido que no haría nada estúpido para no preocupar a mi madre. Suficiente tenía la pobre con todo ese escándalo que había en la institución como para soportar mis idioteces.

Hola mis queridos lectores, aquí les dejo otra maravillosa entrega de esta historia, espero que haya sido de su agrado. No dejare de agradecerles por leerme, por darme su voto y dejar sus comentarios, son unos lectores fascinantes, también les quiero agradecer a esos lectores silentes, que aunque no dejen un comentario, sé que están allí, apreciando mi historia. Un beso, hasta la próxima.

Mas de Bella15

Mi segundo amor

Mi segundo amor

Mi segundo amor 47

Mi segundo amor 46

Mi segundo amor 45

Mi segundo amor 44

Mi segundo amor 43

Mi segundo amor 42

Mi segundo amor 41

Mi segundo amor 40

Mi segundo amor 39

Mi segundo amor 37

Mi segundo amor 36

Mi segundo amor 35

Mi segundo amor 34

Mi segundo amor 33

Mi segundo amor 32

Mi segundo amor 2

Mi segundo amor 31

Mi segundo amor 30

Mi segundo amor 29

Mi segundo amor 27

Mi segundo amor 28

Mi segundo amor 26

Mi segundo amor 25

Mi segundo amor 24

Mi segundo amor 23

Mi segundo amor 22

Mi segundo amor 21

Mi segundo amor 20

Mi segundo amor 19

Mi segundo amor 18

Mi segundo amor 17

Mi segundo amor 16

Mi segundo amor 15

Mi segundo amor 14

Mi segundo amor 13

Mi segundo amor 12

Mi segundo amor 11

Mi segundo amor 10

Mi segundo amor 9

Mi segundo amor 8

Mi segundo amor 7

Mi segundo amor 6

Mi segundo amor 5

Mi segundo amor 4

Mi segundo amor 3

Mi segundo amor

Mi segundo amor 1

Epílogo—Danielle

Epílogo—Emma

Amor te otoño 29

Amor te otoño 28

Amor te otoño 27

Amor te otoño 26

Amor te otoño 25

Amor te otoño 24

Amor te otoño 23

Amor te otoño 22

Amor te otoño 21

Amor te otoño 20

Amor te otoño 19

Amor te otoño 18

Amor te otoño 17

Amor te otoño 16

Amor te otoño 15

Amor te otoño 14

Amor te otoño 13

Amor te otoño 12

Amor te otoño 11

Amor te otoño 10

Amor te otoño 9

Amor te otoño 8

Amor te otoño 7

Amor te otoño 6

Amor te otoño 5

Amor te otoño 4

Amor te otoño 3

Amor te otoño 2

Amor te otoño 1

Adicta a tus labios 13

Adicta a tus labios 12

Adicta a tus labios 11

Adicta a tus labios 10

Adicta a tus labios 9

Adicta a tus labios 7

Adicta a tus labios 8

Adicta a tus labios 5

Adicta a tus labios 6

Adicta a tus labios 3

Adicta a tus labios 4

Adicta a tus labios 2

Adicta a tus labios

Hechizo de un ángel 4

Hechizo de un ángel 3

Hechizo de un ángel 1

Hechizo de un ángel 5

Hechizo de un ángel 6

Hechizo de un ángel 7

Hechizo de un ángel 8

Hechizo de un ángel 9

Hechizo de un ángel 10

Hechizo de un ángel 11

Hechizo de un ángel 2

Otra Oportunidad de Amar 9

Otra Oportunidad de Amar 10

Besos robados

Jugada del Destino

Otra Oportunidad de Amar 4

Otra Oportunidad de Amar 3

Otra oportunidad de Amar 2

Otra oportunidad de Amar

Eres ese Algo que Buscaba 24

Asi me enamore de ti te amo bebe

Eres ese Algo que Buscaba 3

Eres ese Algo que Buscaba 2

Amor o Estupidez 11

Amor o Estupidez 7

Amor o Estupidez 6

Me enamore de TI sin pensarlo 6

Tienes un E-mail 5

Tienes un E-mail 3

Tu mi complemento perfecto 22

Tu mi complemento perfecto 21

Tu mi complemento perfecto 12

Tu mi complemento perfecto 11

Tu mi complemento perfecto 8 y 9

Tu mi complemento perfecto 6

Tu mi complemento perfecto 4

Tu mi complemento perfecto 2

Una pequeña carta para el amor de mi vida

Un recuerdo ”Tu último deseo”

La Amistad como un tesoro

Nadie como tú

Un hasta pronto por un adiós

Lo mucho que te extraño

Jamás pedí Amarte

Aquel día que te conocí