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Hechizo de un ángel 1

en Lésbicos

 

 

Dedicatoria

Algunas historias se suelen contar sin mucho interés, pero hay otras, que representan nuestros recuerdos. Esos que nos hacen sentir vivos y forman nuestro carácter.

No podía dejar de escribirte unas líneas, sé que no eras alguien muy común, con tu forma tan peculiar de ver la vida y espero que estés donde estés, este regalo, te haga feliz. Gracias por formar parte de mi vida y enseñarme amar. Siempre te llevaré conmigo a donde quiere que vaya, mi primer amor.

 

 Capítulo 1-El Comienzo

 

Ashley Herrera había alcanzado la mayor parte de su formación académica y durante los últimos tres años, mantenía la misma rutina por alguna extraña razón. Iba todas las mañanas al instituto de salud, recorría las mismas calles, frecuentaba el mismo parque y disfrutaba de aquellas tardes en la playa. Vivía al final de una gran urbanización privada que estaba integrada por familias de clase media y su camino a la facultad era casi el doble de lo que recorría para ir a la playa.

Cuando atravesó el umbral de su departamento; reflexionó sobre el sentido de la vida y si está adquiría un valor o no, al contrarrestarlo con otra entidad. Ya que en su hogar, le habían enseñado a pensar de forma antinatural. ¿Cómo era posible que en aquel sitio donde vivió su niñez, lograron quitarle el hechizo de creer en el amor? Al ojear algunos recuerdos en su subconsciente, no encontró la causa que produjo aquello y un vacío se instaló en su corazón. Pasó una mano a través de su cabello castaño, cogió su portátil que reposaba en la mesa de noche y se reclinó sobre la cama.

Por un instante, cerró sus ojos intentando aclarar sus ideas. No tenía ánimos de estudiar, ni mucho menos deseaba realizar una autoevaluación de la facultad. Por lo que decidió navegar en Internet, donde se unió a la mensajería que se distinguía por edades. Al no percibir mucho movimiento en ese lugar, decidió ingresar a otra sala que figuraba con el calificativo Amistad. Transcurrieron varios minutos, en los que Ashley no pudo entablar una conversación con alguien y cuando estaba a punto de cerrar su sesión. Un tic suave, capturó su atención. Percibió una luz parpadeante en la parte superior de su portátil y se atrevió a revisar.

Liz —¡Hola guapa!

Aquel mensaje, la aturdió un poco. Era la primera vez que una chica la señalaba como guapa, aún cuando ni siquiera la conocía. Se mantuvo sumergida en sus pensamientos por unos segundos, hasta que logró escuchar nuevamente aquel tic suave.

Liz —¿Deseas degustar una comida mediterránea a mi lado?

Ashley se quedó perpleja, eran ideas suyas o esa mujer coqueteaba con ella—¿Quién será?—se preguntó a sí misma, mientras dudaba en si responder o no. Después de meditarlo por varios minutos, decidió teclear sobre su portátil.

Bella15 —¡Hola! ¿De dónde eres?

Liz —Chile y ¿Tú? No respondiste a mi pregunta.

Ashley intuyó que aquella desconocida busca a alguien para compartir su cena, pero ella no era del tipo de chica que aceptaba una propuesta con facilidad. Se la pondría un poco difícil, si quería llegar a algo más con su sutil coqueteo.

Bella15 —De Costa Rica, en cuanto a tu pregunta. Primero deberíamos conocernos, ¿No Crees?

Liz —¡Por supuesto! Mi nombre es Lydia Arteaga, tengo veintiséis años, soy chef ejecutiva y me gusta caminar. “Mucho gusto”

Ashley sonrió abiertamente tras esa pequeña presentación. Por lo que no dudo en imitarla.

Bella15 —El placer es mío. Mi nombre es Ashley Herrera, tengo veintiún años y me encanta escuchar música mientras escribo.

Liz —Lindo nombre, ¿Ahora aceptarías mi invitación?

Ashley se sintió cohibida y un hormigueo recorrió su cuerpo. De alguna forma, esa mujer la estaba poniendo en aprietos.

Liz —¿Te interrumpo en algo?

Bella15 —Para nada.

Liz —¿Qué haces? Me refiero a si trabajas o estudias.

Una sonrisa tonta se formó en el rostro de Ashley. Aquella mujer mostraba mucho interés en ella y podía intuir que no sería la única vez que conversaría con Lydia.

Bella15 —Por ahora estudio.

Liz —¿Qué estudias?

Bella15 —Enfermería.

Lydia jamás se había sentido así de bien conversando con alguien y menos por ese medio. Pensó muy bien lo que diría. Por alguna razón, quería ser honesta con aquella chica que recién conocía. Inhaló una bocanada de aire y escribió:

Liz —No sé si lo notaste, pero soy lesbiana. Espero no te incomode.

Tras esa inesperada confesión, se produjo una larga pausa en la conversación. Era la primera persona homosexual que conocía Ashley, no tenía idea de cómo  Lydia la trataría, pero tampoco tenía claro cómo debía reaccionar. Siempre había sido una mujer que aceptaba nuevas ideas y experimentaba otras, pero por primera vez. No sabía qué hacer.

Por otra parte, Lydia comenzaba a preocuparse. No estaba segura si haberle dicho la verdad era una opción fiable, pero ya estaba hecho. No podía retractarse.

Liz —¿Sigues allí?

Bella15 —Disculpa, tu confesión me agarró con la guardia baja.

Liz —Espero no incomodarte.

Bella15 —Para nada, eso no cambiaría mi manera de tratarte.

Esas palabras resultaron ser un alivio para Lydia, su intuición jamás se equivocaba. Esa chica tenía algo especial. Aunque no la conocía, presentía que podía confiar en ella.

Liz —¿Te importaría acompañarme a cenar?

Bella15 —En lo absoluto.

Liz —¿Me darías tu Messenger? Para entablar una conversación por cámara.

Ashley se sintió aterrada por la idea de ver en cámara a una desconocida. No tenía idea si era realmente la persona que decía ser o solo un loco que se hacía pasar por alguien más para mostrarse desnudo ante ella. Sin embargo, terminó aceptando la dichosa invitación—Después de todo, nada malo podría pasarse dijo a sí misma, mientras le enviaba su cuenta a la chilena.

Liz —Gracias. Por cierto, me gusta tu Nick.

Lydia esperó impacientemente del otro lado de su portátil, deseaba conocer a esa costarricense que la trataba con tanto cariño y respeto. Después de varios intentos, logró ver la figura de aquella chica en su pantalla. Comprobó que era muy joven, con un cabello largo de color castaño, era de tez canela o eso podía apreciar en su monitor y su rostro reflejaba cierto cansancio.

Ashley permaneció muda por unos instantes, su lengua parecía estar dormida. Deseaba expresarle algo significativo para romper aquel silencio, pero sus labios no lograron gesticular alguna frase. Su mirada estaba detallando los rasgos de Lydia. Podía admirar su cabello ondulado, esos ojos color miel, su piel blanca y de aspecto gentil. Su ensoñación fue interrumpida por la dulce voz que percibió muy de cerca, tal como si la dama realmente estuviese a su lado.

—Gracias por aceptar mi invitación —expuso Lydia con una sonrisa en sus labios.

—No hay de qué —contestó Ashley tímidamente. En su interior, se maldecía por ser tan tonta y no saludarla desde un principio.

—Pondré mi ordenador en la repisa, así me veras cocinar mientras conversamos —sugirió Lydia.

Ashley no dijo nada, se limitó a observar como Lydia escurría el espagueti con suavidad para depositarlo en un plato hondo junto con pequeños trozos de pollo en su interior.

—¿Has comido ensalada con pollo asado y vinagreta philadelhia? —preguntó Lydia, mientras colocaba unos tomates cherry y unos canónigos sobre la tabla de cortar.

—No—contestó Ashley por inercia—Pero algún día podrías prepararme esa ensalada —expresó más relajada y se mordió el labio inferior.

—Sería un placer —expuso Lydia, al mismo tiempo que cortaba los ingredientes con destrezas.

Ashley no podía explicar la sensación de bienestar que sentía en su corazón. Era la primera vez que conversaba de esa manera con alguien y le resultaba tan familiar, que no podía ocultar su sonrisa. Simplemente, se deleitó con las habilidades culinarias de Lydia—Es una pena que no esté allí contigo, para deleitarme con ese platillo —musitó.

—No te preocupes guapa—manifestó Lydia con pesar, ella también deseaba compartir esa cena con Ashley—Algún día probarás algunos de mis platillos y te deleitarás con su sabor —agregó. A sabiendas que quizás ese día, jamás llegaría.

—¿Esos platillos los haces a menudo? —indagó Ashley.

—Casi todo el tiempo —contestó Lydia, juntando todos los ingredientes en el interior del plato.

—¿Ya está listo? —dijo Ashley, deseaba probar aquel platillo.

—Me falta añadir la vinagreta que preparé a base de cebolla, queso philadelphia, aceite de oliva y vinagre de manzana —expuso Lydia, removiendo la ensalada.

—Tu cena me ha dado hambre—expresó Ashley con furor—Espera un momento —sugirió, al mismo tiempo que iba a la cocina por un emparedado que había preparado hace unas horas atrás.

—¿Qué traes allí? —inquirió Lydia, sus ojos curiosos se posaron en aquel bulto blanco que traía su invitada.

—Es mi cena —refutó Ashley, con una sonrisa en sus labios.

En ese momento, Lydia se lamentó no poder estar en el mismo país. Deseaba darle un poco de su cena mediterránea y que Ashley no ingiriera solo un emparedado. Para ella en particular ese tipo de comida no era un alimento adecuado para una persona que estudiaba.

—Buen provecho —musitó Ashley, llevando un bocado a sus labios.

—Gracias, igual para ti guapa—manifestó Lydia—Disculpa mi intromisión, pero ¿Tienes pareja? —no tardó en preguntar.

Ashley negó con la cabeza e ingirió un sorbo de jugo—Por tu invitación, me atrevería a decir que estás soltera, ¿Cierto? —expresó.

—Has dado justo en el clavo—se encogió de hombros—Hace unos meses mi pareja terminó conmigo. Puedes creer que me reprochó que siempre estoy trabajando —expresó con malestar.

—Supongo que tiene razón —se atrevió a decir Ashley.

—¡Oh vamos! Te pondrás de su parte —Lydia se quejó. No podría creer que la costarricense actuará de ese modo.

—No es estoy de su parte. Se supone que si estás con alguien es porque siente al menos cariño por esa persona y lo menos que puedes hacer. Es dedicarle tiempo o —hizo una pausa

—¿O qué? —se apresuró en decir Lydia, no podía creer que aquella mujer la estuviese analizando.

—Puede que no estuvieses enamorada de ella —dijo sin más.

—Quizás—se encogió de hombros. Jamás había reflexionado sobre el tema, pero aquella chica parecía tener razón. Ella nunca se había enamorado—¿Y tú alguna vez te has enamorado? —Lydia no tardó en preguntar.

Ashley negó con la cabeza—Supongo que no ha llegado la persona indicada —mencionó.

—Entonces, ¿Nunca has estado con nadie?—dijo Lydia—Eso quiere decir. Ashley podía intuir por donde iba la pregunta, así la detuvo—Ni se te ocurra decir esa palabra, te lo prohíbo  —dijo tajante.

—¿Te avergüenzas? —preguntó Lydia. No podía entender que aquella chica pudiese sentirse apenada por algo tan normal. Bueno ni tanto para ella, hasta había olvidado con quién fue su primera vez.

—No—dijo Ashley—Simplemente odio que me juzguen por eso, yo decido con quién acostarme y con quién no —le explicó.

—Te comprendo—colocó su plato a un lado—Ya ni recuerdo con quién me acosté en mi primera vez —confesó Lydia.

 —¿Tan mal te fue? —investigó Ashley.

Lydia coincidió con esos ojos café—Ambas sabíamos a lo que íbamos y sucedió tan rápido. Qué no disfrute mucho en realidad —le explicó.

—Pensé que la primera vez suele ser muy agradable y nunca se olvida —dijo. Era lo que siempre había escuchado decir a sus compañeras, pero la confesión de Lydia la entristeció. Quizás por eso se había negado a estar con alguien.

—Ya que hablamos del tema, ¿Cuántas parejas has tenido? —se apresuró en preguntar Lydia. Aquella conversación se había tornado interesante. Puede que Ashley no tuviese relaciones sexuales, pero no quiere decir que no haya salido con alguien.

Ashley desvió su mirada, se sentía avergonzadas y desconocía el motivo—En realidad no se puede llamar pareja si te obligan a salir, pero ya que lo preguntas. Mi familia me ha buscado varios novios y yo me las ingenio para rechazarlos —le confesó.

Lydia arqueó su ceja, no podía creer que algunas familias aún hicieran ese tipo de encuentros—Me compadezco de ti, ¿Y por qué terminas rechazándolos? —le preguntó. La reacción de Ashley le parecía sospechosa, pero no quiso decir nada. No deseaba sacar conclusiones apresuradas.

Ashley desvíos su mirada, no tenía idea de como responder a esa pregunta. Realmente nunca se lo había planteado—No lo sé—se encogió de hombros—Por ese motivo me fui de casa y ahora vivo en este pequeño departamento—sonrió—Y tú, ¿Cuántas parejas has tenido? —inquirió. Deseaba conocer un poco más de Lydia.

Las mejillas de Lydia se tornaron de un color rojizo. El conocer que Ashley era una chica inexperta y ella no, le produjo cierta vergüenza. Tal vez, la costarricense podría creer que ella era una promiscua, ya que sus relaciones eras más carnales que emocionales—Lo único que puedo decirte en estos momentos, es que me he entregado varias veces. Pero nunca hice el amor —confesó.

—Entiendo —Ashley sintió pena. Lydia podía tener mucha experiencia en el sexo, pero nunca había hecho el amor con alguien.

Aquella conversación, se mantuvo por algunas horas hasta que Ashley se dejó llevar por el cansancio. Mientras conciliaba el sueño, meditó sobre el tiempo que había dedicado a sus estudios, ahora más que nunca deseaba una vida junto a alguien. Quería encontrar a alguien que la tratara con respecto, que fuese detallista y muy comprensivo, pero en su mente, sin saber cómo. Surgió el nombre de Lydia y rápidamente lo desechó. Se fue quedando dormida por el cansancio y empezó a soñar cosas maravillosas de la chilena. De esa amistad espontanea que surgió entre ellas, las ansias de probar algún platillo, de salir a caminar a su lado, pero había algo más. Porque ahora la veía entre sus sueños como la pareja ideal. Estuvo acariciando por largo rato ese sueño, hasta que un sonido la despertó. Su mirada se situó en el techo y se vio envuelta en la soledad de su departamento. Pero no tuvo tiempo a reflexionar, ya que la melodía de su celular atrajo su atención—¡Aló! —pronunció desorientada.

—Con la señorita Ashley Herrera —se escuchó al otro lado de la línea.

—Con ella habla, ¿Con quién tengo el gusto? —indagó Ashley, aún adormilada.

—Megan Sandoval, le hablo del Centro medico San Juan de Dios. Nos gustaría que trabajara con nosotros, ¿Pudiese asistir a una entrevista? —sugirió.

—¡Por supuesto! ¿Cuándo sería? —preguntó Ashley, no podía creer que al fin tendría una entrevista.

—¿Podría presentarse este viernes a las tres de la tarde? —reiteró Megan.

—Allí estaré —afirmó Ashley.

—La estaremos esperando —fue la última frase que escuchó del otro lado de la línea.

—¡Oh Dios mío! Se me ha hecho tarde—expresó Ashley, al divisar el reloj que colgaba en la pared. Después de una rápida ducha, se encontraba frente al tocador escudriñando sus cosas en busca de su maquillaje, se aplicó un labial color crema y esparció algo de rubor en sus mejillas. Vistió un Jean azul oscuro, una camisa de mangas color beige y sobre su hombro colgaba un morral de terciopelo negro—Estoy presentable —musitó antes de partir. En menos de lo planeado, llegó al instituto de salud. Ingresó al salón de telemática y vio los ejercicios que debía realizar.  Cuándo culminó, una ventana emergió en la parte inferior de la pantalla.

Lydia —¡Hola guapa! ¿Cómo estás?

Ashley dibujó una enorme sonrisa en sus labios, al ver que la chilena se encontraba conectada.

Ashley —Estoy bien, ¿Y eso que te encuentras conectada a esta hora?

Lydia —Esperaba encontrarte en línea (guiño de carita sonriente)

Ashley —Es un placer conversar de nuevo contigo.

Lydia —Pienso lo mismo, ¿Cómo va tu día?

Ashley —De maravilla. ¿Sabes? Ayer me encantó cenar contigo.

Lydia —Podríamos repetir y está vez, yo me deleitaría con tus habilidades culinarias. Por cierto, ¿Me podrías enviar una foto de ti?

Ashley —¿Para qué?

Lydia —Quisiera verte todos los días, ya que dudo que te conectes frecuentemente.

Ashley —Tienes razón, por mis estudios casi no estoy en línea. Pero, ¿Quieres una reciente o una fotografía vieja?

Lydia —Que sea reciente.

Ashley —Dame unos minutos.

En cuestiones de segundos, apareció una imagen frente a  Lydia. Los ojos de Ashley eran medio achinados de color café oscuro con una mirada impenetrable. Sus labios eran muy finos  y sus mejillas eran rojizas. Vestía un suéter verde aceituna que cubría gran parte de sus brazos y en sus muñecas contenía varias pulseras. Estuvo deleitando ese retrato por varios segundos, hasta que un mensaje la sacó de sus pensamientos.

Ashley —Y bien, ¿Qué tal luzco?

Lydia —Eres hermosa.

Las mejillas de Ashley se tornaron rojizas tras ese piropo que provenía de la chilena.

Ashley —Ahora es tu turno, ¿Me enviarías una foto?

Lydia —Con gusto, espera un momento.

Ashley se encontraba impaciente esperando aquella fotografía. No podía comprender ese cosquilleo que comenzaba a sentir en su interior. Pero antes que pudiese analizar tal sentimiento, una imagen apareció en su pantalla. Lydia era una mujer hermosa, de piel blanca. Su cabello ondulado rubio miel, le hacía resaltar su aspecto dulce. Tenía una hermosa sonrisa y unos impresionantes ojos color miel. Vestía una camisa blanca de tirantes y se encontraba sonriendo frente a un computador—Realmente es hermosa —murmuró Ashley, ante esa imagen.

Lydia —Y bien, ¿Qué tal luzco?

Ashley quería expresar muchas cosas, pero ni ella misma estaba segura de lo que ese retrató había causado en su interior.

Ashley —¿Te puedo confiar algo?

Lydia —Por supuesto

Ashley —¡Me gusta tu mirada!

Lydia —¿Puedo conocer el motivo?

Ashley se tensó, cómo podría explicarle a Lydia que se sintió atraída por su fotografía y que su mirada la había cautivado desde la noche anterior. Todos esos sentimientos la tenían aturdida y no sabía cómo reaccionar ante ellos.

Ashley —No puedo explicártelo.

Lydia —Te comprendo.

Esa mañana, se pusieron al tanto de sus manías, de sus defectos y decepciones amorosas. Hasta que Ashley se tuvo que integrar a sus otras clases.

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