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Luna de Miel Capítulo 4

en Bisexuales

Capítulo IV

Casualidad, Coincidencia o Destino (Parte 2)

 

Y ahí me encontraba, abrazando a ese chico, sentía humedecer mi hombro por sus lágrimas y su saliva, su cuerpo temblando, su corazón latía rápidamente; sin duda este chico sufría mucho por algo que no sabía.

Una vez parando de llorar, el joven se apartó de mí y me dijo apenado limpiándose la nariz con la última servilleta que quedaba en la mesa. – Lamento mucho ensuciarte y mancharte la camisa con mis lágrimas, perdóname.

– Yo de una forma algo apenada pero amable le dije. – Descuida amigo, creo que te hacía falta desahogarte, te hacía falta sacar el dolor y creo que hice bien en brindarte mi hombro para que lo hicieras.

– En cuanto dije esas palabras mi corazón palpito de forma extraña, una sensación recorrió mi cuerpo, cuando esa sonrisa de alivio se mostró ante mis ojos, sí, así es, una sonrisa hizo que me sintiera extraño ante un hombre, me preguntaba si eso era normal, si estaba bien lo que pasaba y sucedía… 

- Vaya nunca pensé que fuera hacer esto, pero Brandon es mi turno de interrumpirte para decirte que sí, efectivamente eso que sentiste es lo que provocó que hicieras lo que hiciste.

– Amigo narrador, pues tienes razón es un sentimiento que me traerá problemas, bueno más bien me trajo problemas que fueron algo desagradables y muy fuertes, pero bueno pasó lo que debía de pasar, continuaré si me lo permites.

– Adelante Brandon, vas muy bien con tu narrativa.

– Bien, pues ahí estaba yo, después de ver esa sonrisa de ese joven, me sentí tranquilo, en confianza, me sentí a gusto, a pesar que estaba en un territorio que jamás creí pisar; al cabo de unas horas, ese joven y yo estuvimos charlando y conversando de música y gustos personales, sin llegar al punto de presentarnos.

El joven me tomo la mano, cosa que me hizo estremecer, me puse otra vez nervioso, comencé a sudar y me dijo. – Ven, vamos a bailar, ¿Supongo que si sabes?

– Me sentí torpe, un idiota, bastante confundido y nervioso, conteste. – Sí sé bailar, pero, ¿Quieres bailar conmigo?

– El joven animándome me decía. – Sí, bailemos, ¿No quieres?

– Para ganar tiempo en tomar una decisión pregunte. – Bien, bien, vamos a bailar, pero ante todo esto, ¿Tu nombre cuál es?

– Ese muchacho, agarro la botella, sirvió un poco en su vaso y en el mío y respondió. – Cierto, lloré contigo y ni si quiera sabemos nuestros nombres.

– El joven me extendió su mano y me dijo. – Me llamo Federico, ¿Tú eres?

– Cuando extendió su mano dude en decirle mi nombre o no, unos segundos tomaron para estrecharle la mano y contestarle. – Un gusto, me llamo Eliot.

– Ustedes pensaran que hago mal al mentirle al muchacho, pero es una mentira piadosa, al fin de cuentas dudo mucho que me vuelva a topar con este muchacho, ¿Ustedes que piensan?, bueno sea lo que sea no me juzguen sin antes saber más.

Como les decía estrechamos la mano, una vez presentados el muchacho y yo, y ya en confianza mutua; le pregunte - ¿Se puede saber el motivo de tus lagrimas?

– Federico me dijo cabizbajo, suspirando. – La verdad es que mi novio, bueno mi ex novio me dejó, me cambio por alguien mejor que yo, él era lo único que tenía en mi vida.

– Yo no entendía lo que decía y pregunte con bastante curiosidad; lo admito soy muy curioso. - ¿No tienes familia?

– Federico suspirando, con un nudo en la garganta me contesto. – Mi familia me mató una vez que se enteraron que soy gay, me dejaron sin nada, me fui a vivir con mi ex y estuvimos juntos por un tiempo, después vino lo que pasó y pues aquí me tienes, embriagándome por ser una escoria en la vida.

– Noté que Federico se lamentaba mucho lo que le pasaba; así que muy nervioso y para no verlo llorar le tome la mano y lo saque a bailar, ambos comenzamos a bailar y pues me era incomodo bailar con otro hombre, pero a la vez era una curiosidad mía el sentir mi cuerpo rosarse con el de otro hombre; con el ritmo de la música electrónica, con 3 botellas de whisky en nuestro ser, unos cigarros, diversos sentimientos, ocurrió algo que no me lo esperaba.

Federico se fue acercando a mí bailándome de una forma muy sensual, con movimientos de cadera, brazos y tongoneos de su cuerpo, poco a poco me fue gustando el verlo bailar, yo aprovechando comencé a moverme al ritmo similar de él, en un abrir y cerrar de ojos me dio la espalda y al ver el entallado pantalón rojo moldeando su trasero me dije en mis pensamientos. – Vaya que tiene buen trasero, no quiero imaginarme lo que puede hacer.

– Sin dejar de ver ese trasero sentí como poco a poco mi pene se iba erectándo, un poco avergonzado me movía para que no se viera el bulto, pero creo él se dio cuenta, pues Federico se volteó, pegándose más a mi cuerpo y me dijo al oído. – Eres muy guapo y te mueves bien, ¿Harás lo mismo en la cama?

– A decir verdad me puso mucho muy nervioso, mis axilas habían transpirado demasiado, sentía muy mojada la camisa por el sudor del nerviosismo, pero esa pregunta al oído me sonó como reto personal, lo cual le conteste con otra pregunta. - ¿Tú dirás si quieres comprobar?

– Federico me sonrió de forma extraña, diciéndome. – Estoy soltero, supongo tú igual, la noche es joven y hay mucho por hacer, ¿Qué dices?

– Les juro que en ese momento no pensaba en Aranza, solo pensaba en satisfacer mi curiosidad, ese cosquilleo que reinaba en mi mente, esa gana de tener sexo con un hombre, porque lo admito, tenía ganas de poseer el cuerpo de un hombre, pero nunca pensé que fueran a pasar así las cosas, en verdad nunca, enserio se los juro, no pensé que eso sucedería así, Aranza no es la culpable, el culpable es Orlando, ese imbécil sembró la duda en mí, me hizo dudar de mí y de mi ser y bueno pues sucedió algo que ustedes ya deben imaginar; aunque duden de mí es la verdad, Orlando despertó una curiosidad, yo no toleraba a los gays, pero los respetaba, mi homofobia era rara, pues no tendía a agredir a los homosexuales, solo me alejaba de ellos, evitaba contacto visual, físico y verbal, pero Orlando estuvo siempre junto a mí, vestido como mi amigo engañándome y ocultando su homosexualidad y atracción a mí, él tuvo la culpa, él y solo él.

Y bien, después de unos minutos, Federico y yo ebrios salimos del antro, ambos pagamos el consumo, claro él pago lo que anterior mente había consumido y yo pague el resto.

Mareado pero consiente de lo que iba hacer, le dije. – Te llevo, ambos estamos ebrios, pero tú estás más que yo, dime a dónde y te llevo.

– Federico me miró, suspiró y me dijo. – Gracias por todo, gracias por esta noche, por favor, está noche, solo esta noche, ¿Podrás quedarte conmigo?

– Mí corazón palpitó, un escalofrío recorrió mi espalda, como una descarga eléctrica en mi ser, en mi cabeza solo se reproducía la imagen mía teniendo sexo con Orlando.

Fue cuando Federico colocando su mano en mi hombro me dijo. – Si no quieres no hay problema, solo llévame a mi departamento está a unos diez minutos de aquí.

– Mi reacción fue de decirle muy apenado. – Te llevo, con gusto, solo veme diciendo y te llevo, sólo que iré despacio no quiero chocar.

– Federico me sonrió, me puse más nervioso de lo que ya estaba, sin dar muchas vueltas, ambos caminamos a dónde el carro estaba, le abrí la puerta y ya estando dentro, me dijo por donde tenía que ir; el pretexto de manejar despacio fue para retrasar lo que ya estaba predestinado para mí, fue una experiencia que se volvería adicción tal vez o que se yo, pero paso.

Me estacione, se bajó él y me baje yo, caminamos sin decirnos nada hacia la puerta del edificio, lo dejé abrir la puerta, pero fue entonces cuando me dieron ganas de ir al baño, unas tremendas ganas de ir al baño, no podía aguantarme las ganas, creo fue demasiado alcohol que me hizo sobrecargar mi vejiga de tal forma que no pudiera contener más las ganas.

Así que muy apenado le pregunte. – Oye, ¿Puedo pasar a tu baño?, es que me urge.

– Federico abriendo la puerta del edificio me contestó. – Adelante, tienes suerte que mi departamento esté en el tercer piso y no en el noveno, así que subamos por el ascensor.

– Muy nervioso y conteniendo las ganas pasamos al elevador, sentía que mí vejiga reventaría, caminaba un tanto lento y extraño; al fin, después de abordar el elevador y subir en silencio, sin cruzar palabra dentro, llegamos y estando justo en la puerta de su departamento.

Federico notó mi incomodidad y mi impaciencia por la urgencia de hacer del baño, así que él abrió la puerta rápidamente y prendió las luces velozmente, me señalo diciendo. – Esa es la puerta del baño, la luz esta justo a un costado del espejo.

– De forma a prisa y nervioso, solo alcance a decirle. – Gracias.

– Mientras yo me introduje dentro del baño para hacer mi necesidad, saque mi miembro y mientras vaciaba mi vejiga, me percate que mi bóxer estaba húmedo, al tocar lo húmedo me daba cuenta que había tenido una excitación excesiva que me había provocado que saliera mucho precum o liquido pre-seminal como gusten llamarle.

- Lamento interrumpirte, pero creo que estás dándole muchas vueltas al asunto, nuestros amigos que están leyendo se darán cuenta que temes por el "¿Qué dirán?", que contar tu bonita experiencia.

– Amigo narrador, me es difícil, sí en eso tienes razón, temo por el "¿qué dirán?", pero me resulta vergonzoso lo que sucedió, aunque no le veo nada de bonita experiencia.

– Brandon, no debes de tomar en cuenta el "¿qué dirán?" de las personas, pues piensa que si la gente viviera de lo que se hablan a sus espaldas, no habría muertos y todos tendrían una vida eterna, puesto que siempre todo acto bueno o malo se critica, así que por favor, cuenta lo que paso, que te valga el "¿qué dirán?", pues fue una bonita experiencia la que tuviste y creo satisfactoria para ti, ¿O me equivoco?

– Amigo narrador, tienes mucha razón con lo que dices, pues sí, fue algo satisfactorio, no me arrepiento de haberlo hecho, pero sí me arrepiento y me da mucha pena con Aranza.

– Brandon, continúa, Aranza se enterará a su debido tiempo, así que por lo mientras directo a lo que sucedió, continúa.

– Muchas gracias querido narrador, pues continúo.

Salí del baño, con las manos limpias, algo húmedas, al ver que Federico no estaba, con voz nerviosa pregunte. - ¿Federico andas ahí?

– Al no recibir respuesta alguna, camine guiándome por la luz, al estar a unos pasos de una puerta entre abierta, logré ver a Federico recostado boca abajo en la cama, únicamente en un bóxer de licra pegado, color azul, ese bóxer entallado hacia resaltar ese gran y bien formado trasero, se lograba delinear la división de sus nalgas, notaba que su vestimenta era engañosa pues me deje llevar porque estábamos en el antro casi a obscuras, únicamente iluminados por reflectores que se prendían y apagaban, su cuerpo se veía ejercitado, pero en realidad no era así, pues viéndolo en la cama recostado, confirme lo que les digo; su vestimenta era engañosa, pues tenía un cuerpo delgado y delicado, una piernas delgadas, bien definidas, parecieran piernas de mujer, solo que estas piernas tenían bastante vello que recorría hasta sus glúteos, su espalda no se parecía tan ancha como se percibía en el antro, tenía la espalda lisa y estrecha, se ve que se cuida mucho el cuerpo, sus brazos delgados con mucho vello delgado, sus manos grandes y de dedos delineados delgados.

Pues me tome el tiempo de verlo bien, me sonroje lo admito, me puse muy nervioso, solo de verlo así me dieron ganas de montarme sobre él, pero preferí acomodarlo bien en su cama para que durmiera cómodo, así que lentamente me dirigí con él, lo moví lentamente, girándolo para acomodarlo, cuando de pronto él se movió, abrió los ojos, me sonrió y dijo entre balbuceos. – Tienes unos ojos y una sonrisa encantadora, me gustas mucho.

– Al escuchar eso me sonroje demás y me aparte de él, me volteé y me agarre la cara, pensando entre mí dije. – Mejor despídete y vete antes de que hagas una estupidez.

– Pero demasiado tarde, él se paró atrás de mí, sentí su miembro rosar por debajo de mis glúteos, pues Federico es un poco bajito, coloco sus manos en mis pectorales y me dijo. – Eliot, he notado tus leves erecciones desde que estábamos bailando, me doy cuenta que te excito, solo por esta noche, solo esta vez, quiero tener sexo sin amor, solo quiero tener sexo con alguien desconocido, quiero sentirme amado sin amar, besado sin besar, haciendo el amor sin amor, sé que tú también tienes deseos.

– Comencé a temblar, comencé a sudar otra vez, tanto sudor me estaba deshidratando, pretexto solamente para mí, pues había ingerido mucho alcohol y prácticamente lo que sudaba era alcohol, como dijeran por ahí, destilas alcohol por las glándulas sudoríparas.

Nervioso le dije. – Federico, creo que esto no está bien, ni para ti ni para mí, mejor me voy.

– Federico estaba excitado, yo igual, pero podían más mis nervios, era la primera vez que haría eso.

Federico me tomo de la hebilla del cinturón y me dijo. – Lamento decirte que lo que quiero contigo es tener sexo, sonará como si estuviera resentido, pero eso quiero, me gustas, pero si no quieres no te obligaré a nada, pero por favor, quédate conmigo esta noche, ¿Se podrá?

– Al ver esa cara, esa mirada vacía, esa necesidad de sentirse vivo de él; Federico me demostraba su soledad y su falta de comprensión, pensé. – Pues solo será una noche, no volveré a verlo, no sabe mi nombre real, no sabe prácticamente nada de mí, Chiapas es muy grande, es como si estuviera en las vegas, lo que pasa ahí, ahí se queda, pero en este caso es lo que pasa en Chiapas aquí se queda. 

Así que le tome los hombros y le dije. – Bien, me quedo contigo, te hare compañía.

– Federico aunque lo negaba, estaba ebrio, yo igual pero me controlaba, fue en su impulso que él me abrazo y sentí su corazón latir casi cerca al mío; ambos rodeados de silencio, un abrazo no muy bien aceptado por parte mía, lo aparte de mí, lo mire a los ojos y me di cuenta que estaban inundados de lágrimas, que fueron derramadas al momento que él se impulsó para robarme un beso, ese beso fue similar al beso que Orlando me había dado, solo que, pues, este beso lo correspondí de una forma diferente a la que correspondí con Orlando.

Pues ese beso se prolongó, sentía como su saliva se mezclaba con la mía, su lengua entrelazaba a la mía, mis nervios disminuyeron poco a poco, dándole lugar a una erección muy notoria, Federico bajo sus manos mientras nos besábamos, desabrocho mi hebilla del cinturón, desabrocho el botón, bajo el cierre y mis pantalones caían al suelo, mientras yo separaba mis manos para rápidamente quitarme la camisa un tanto sudada y oliendo a cigarro, me quite rápido los zapatos, el pantalón lo deje tirado en el piso haciendo juego con la alfombra de su recamara, ambos en bóxer entallados, sintiendo nuestras respectivas erecciones, pasamos sin despegar nuestros labios a la cama.

Donde ahí Federico me dijo agitado. – Besas bastante bien, se nota que eres un hombre muy fogoso y apasionante.

– Sin fanfarronear agitado le dije. – Te recuerdo que me preguntaste que si como bailo me muevo en la cama, eso para mí es un reto y te lo voy a demostrar, claro, también lo apasionante y fogoso que puedo llegar a ser.

– Federico mordiéndose el labio inferior me excitaba más.

Juro que en ese momento no pensaba en nada más, solo en satisfacer esa curiosidad, despejar la intriga, quitarme esa fantasía de la mente; giramos en la cama, Federico me besaba poco a poco mi ejercitado cuerpo, recorriendo mis pectorales sudados, lamiendo mi abdomen, llego a mi bóxer color blanco, que lo fue quitando poco a poco, se percató de mis ejercitadas piernas y de mi gran miembro que estaba como una vara de acero supurando el precum que había dejado un poco húmedo el bóxer.

Comenzó a hacerme sexo oral, se lo introdujo poco a poco en su boca, fue humedeciéndolo más y más lentamente; me excitaba mucho ver que tenía una boca muy profunda, pues segundo a segundo mi pene desaparecía dentro de su boca y aparecía saliendo cada vez más ensalivado; poco a poco me sentí cómodo, con su mano agarraba mis testículos, jugándolos y tocándolos de una forma sutil, rica, deliciosa, su otra mano sostenía ligeramente mi pene.

Jamás pensé que ese momento fuera a pasar, sin palabras, sin decir nada, solo escuchando el ruido de las arqueadas que Federico daba cada que mi pene era introducido en su garganta, sentí una leve punzada avisándome que estaba por eyacular.

Federico al ver mi expresión me dijo con voz sensual y provocativa. – Dámelos dentro de mi boca.

– Esas palabras fueron la gloria para mí; solo conduje con mis manos a que siguiera chupando, hasta que con un gran y satisfactorio quejido por parte mía eyacule; sintiendo como su garganta era llenada de mis espermas; él tomo mi pene y con su lengua limpió la cabeza de mí miembro.

Al darse cuenta que mi erección no disminuía me sonrió y me dijo. – Vaya, me impresionas, pues teniendo semejante eyaculación, me doy cuenta que sigues excitado, vamos ahora es tu turno, ¿Qué piensas hacerme?

– Cuando me dijo eso me sentí alagado, me sentí todo un pavorreal, me sentí soñado, lo admito me gustaron esas palabras; así que me deje llevar por mi instinto sexual masculino y comencé mi labor satisfactoria imaginando que era una mujer a la que tenía en frente mío, pues la silueta de su cuerpo era semejante a la de una mujer.

Se me vino a la mente la guitarra, sí esa guitarra con sus siluetas, las siluetas con las que comparó a una mujer; solo que está vez, la guitarra era diferente, pues tenía un accesorio extra, con el cual imagine tomarlo del brazo de la guitarra, refiriéndome a su pene claro está.

Poco a poco comencé a besarlo, me costó trabajo acomodarme con esa guitarra, pero pude tocar una melodía; una melodía que tal vez sería la única que tocaría con esa guitarra de acordes sensibles y de un compás diferente a las otras; continué tocando, continué llevándome por el compás de la pasión, las notas de la lujuria, la tonada de la curiosidad sexual. Me deje llevar por esa melodía sexual que se estaba orquestando en esa cama a bases de emociones y de caricias, con una cálida noche y con solo cuatro paredes como público.

Sin duda alguna me sentí único, besándolo, acariciándolo; Federico me abrazo y me deje caer sobre de él, yo besándole el cuello y él mordiéndome los hombros, sus gemidos y sus leves gritos me excitaban más y más, al comenzar a besar y chupar apasionadamente su cuello, besar sus orejas se retorcía de placer y gemía más y más, sentía como su pene estaba muy excitado y caliente; fue cuando sentí en mi abdomen que se mojaba con algo viscoso; sí, era su semen, había logrado a base de besos, caricias y toqueteos que eyaculará sobre mi abdomen.

Federico gemía y sofocado me decía. – Por favor solo acaríciame, despacio, lentamente y sin temor, acaríciame y bésame como te beso yo, acaríciame y entrégate como me entrego yo, que importa que no sepa más nada de ti, si mañana puede ser quizá otro hombre, el que este en mi lecho haciéndome el amor, acaríciame que un beso ahorita es nada más que una emoción.

 

– Federico me decía con palabras sofocadas un fragmento de una canción, orillándome a que tuviéramos relaciones sexuales, sin más por más, comencé a hacer lo que la situación brindaba.

Federico volteándose dándome la espalda, se colocó en posición ágatas parando ese apretado, carnoso y bien formado trasero, besé sus glúteos y sosteniendo mi pene bastante erecto y caliente comencé a meterlo dentro de su recto; sus gritos me indicaban que le dolía.

Así que pregunte. - ¿Usas lubricante?

– Federico nervioso, adolorido alcanzó su buró, abrió el cajón y saco un tubo de lubricante, me lo dio diciéndome. – Trata de poner suficiente, pues me doy cuenta que tu miembro es bastante bien proporcionado y aunque no lo creas nos duele a los pasivos, pero nos encanta.

– Sonreí y unas gotas de mi sudor cayeron sobre su espalda, lo cual provocó que Federico se arqueara como si fuera un gato y suspiro diciéndome. – Eres todo un semental.

– Nuevamente yo me sentí muy alagado y satisfactorio con lo que estaba haciendo.

De forma rápida le unte entre sus nalgas el lubricante, pregunte. - ¿Así sin condón?

– Federico giro su cabeza hacia su hombro derecho y dijo. – Confió en ti, es una noche, no pasará nada después, estoy sano, siempre me he cuidado así que dudo mucho que si lo hacemos sin condón quedaré embarazada, ¿O piensas lo contrario?

– Sonreí, me reí y le dije. – Tienes razón, una noche, no quedarás embarazada y no pasará nada más después.

– Tome el tronco de mi pene y lo introduje poco a poco, sintiendo como su ano se contraía, abrazando mi pene caliente, después del famoso y muy rico “mete y saca”, y al cabo de unos minutos, poco a poco fui sintiendo como su esfínter se fue relajando haciendo más ligera la penetración.

Cambiando de posiciones, durante el resto de la madrugada estuvimos teniendo relaciones sexuales, termine dentro de él aproximadamente unas 2 veces y una última vez sobre su pecho y barbilla; después de eso fatigado, sudado y muy cansado me recosté en la almohada, él quedando acostado sobre mi pecho suspirando, acariciándome el abdomen y jugando con mi vellos púbicos, cerrando los ojos ambos quedamos atrapados en los brazos de Morfeo.

- Bueno amigos, sí este momento les ha gustado, pues esperen a que les termine de contar lo que sucedió después de esa noche, me refiero al día siguiente, pero creo que será en la siguiente parte de este capítulo.

– Así es Brandon, la siguiente parte terminarás de contarles lo que pasó después de ese momento glorioso y satisfactorio para ti, ¿Por qué no me negarás eso? ¿Te gusto?

– Pues amigo narrador, que te puedo decir, ni yo mismo sé que siento, me siento más que glorioso, arrepentido, más que satisfactorio, culpable, pues fue un arranque de curiosidad y lujuria, tal vez haya sido casualidad de la vida el coincidir con Federico o simplemente fue placer de la vida misma y del destino que situaron este acto de placer.

– Sea lo que haya sido Brandon ya lo hiciste, y lo hecho, hecho está, ahora solo concéntrate en que debes de continuar de contar la última parte de este capítulo de tu encuentro sexual gay que tuviste en tu…

Luna de Miel.

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