Hola amigos lectores, ojalá este relato haya sido de su agrado, les traigo la última parte y con ella una carga más de sexo; si es la primera vez que lees, te invito a dar un vistazo la parte uno antes de seguir con este relato; sin más por el momento, me despido, deseandoles un buen día y nuevamente solicitando sus comentarios y opiniones, saludos y muchas gracias.

=El Otro.=

Capítulo Único.

"Satisfacción sexual discreta hasta el amanecer". (Parte III)

"Memo", masturbándose, decía al verlos besarse. — Así Rupert, así, disfrútalo, cómetelo, es tuyo, anda chingatelo.

Ruperto luego de besarle salivosamente, le dijo. — Besas rico putito, mejor que mi esposa, seguro esa boca de putito debe mamar y hacer sentir maravillas.

Agustin sonreia cuestionando. — ¿Quieres comprobar?

Guillermo, escupia a su pene diciendo. — Eso mi Agustin, disfrútalo, mamalo. 

Ruperto excitado, se limpiaba la saliva de su bigote canoso y hablaba. — Gracias pinche Memo, que buen regalo de cumpleaños número 57 me has dado, la mama rico este puto.

Agustin quien ya lo había bajado para mamarle, decía en un breve descanso, tragando el exceso de saliva. — Felicidades Ruperto, dame tu verga en la boca y goza lo que te haré.

Guillermo extasiado, se ponía bien duro su miembro pidiéndole. — En lo que la mamas, para el culo para que te la clave mi niño.

Ruperto se había puesto frente a Agustin, lo hincaba tras besarlo y en lo que se quitaba su camisa de cuadros y sombrero, dejaba que Agustin mamara y mamara; Guillermo excitado, se masturbaba y escupía en su miembro peludo, grueso, cabezón y largo; él miraba y tras ponerse más cachondo; le pedía a Agustin que sin dejar de mamar, parara el culo, para después romperle el bóxer desde donde se le marcaba el ano; rompiéndolo en su totalidad, veía que su culo y hoyito estaba dilatado y listo para ser penetrado luego de que Ruperto le estuviese dedeando; aunque ya lo tenía así tras la cogida que recibió por el doctor.

Guillermo excitado, decía entre jadeos. — Con el dinero que te daremos, te podrás comprar más calzones wey, por lo mientras disfruta de este momento mariquita, disfrútalo papito con este sexy suspensorio que te hice, se te ve el culo sabroso.

Ruperto levantaba sus manos, se quitaba su sombrero, diciéndo. — Neta la mamas rico, chupas la cabecita como ninguna otra puta de la calle y lames mis huevos con tu lengüita caliente y qué decir de ese precioso culazo.

Agustin comportándose complaciente, decía. — Qué bueno que les guste, saben que soy para ustedes, que soy "el otro".

Guillermo tras estarle haciendo un muy profundo y humectante beso negro, le decía. — Eso mariquta sin calzones, eso eres "el otro" , que cuando mi punto novio no me quiere dar culo, porque según lo lastimo tras cogerlo muy duro y rápido; tú estás para complacerme.

Ruperto agitado hablaba, mientras seguía él mamando. — Ojalá así como complaces a este cabron, me complazcas también a mí, ¡qué vaya lo mamas chingon puto!

Agustin se sacaba el miembro ensalivado, para decirle. — Claro, a los dos puedo complacer, estoy para servirles.

Ruperto le ordenaba. — ¡Chupa, chupa!, ¡No te detengas maricón de mierda, mama, mama, hasta el fondo, hasta el fondo, así zorrita!, ¡aaaahh, aaaahhh, aaaahhh, eso, así, así, eres "el otro".

Guillermo tras jugarle muy bien el esfínter con su lengua y relajarlo más, se sentaba a la orilla de la cama y hacía que Agustin se clavara la verga de él, sin parar de mamarle el pene a Ruperto.

Agustin expulsaba el pene de su boca, traga saliva y quejándose hablaba. — ¡Aaaaahhh, aaaahhh, me duele mucho Memo, me duele muchísimo!, ¡no le lubricaste me duele!, ¡Aaaaaahhh... Sácala!

Guillermo lo sujetaba muy fuerte de la cadera y excitado decía. — ¡Eso, eso, así, de eso se trata, de que te duela, te gusta, te duele pero luego lo empiezas a disfrutar pinche puta!

Agustin se quejaba comenzando a disfrutar. — ¡Aaaahhh... Mmm... Mmm... Uff... Aaaahh!

Ruperto sintiendo molestia y un poco de celos, exclamaba. — ¡No dejes de mamar, no te he dicho que pares!

Guillermo le nalgueaba y besaba la espalda, apretaba la cintura y guiaba a Agustin con el movimiento del "mete y saca"; para luego soltarle y dejarle a él sólo clavarse sin necesidad de decirle cómo. En lo que Ruperto, sostenía la cabeza de Agustin y le metía más su pene a la garganta, haciendo que él lagrimeara de dolor de casi no poder respirar; luego él escupía la espalda de Agustin y lo dejaba respirar tras babearle mucho su verga erecta.

Sudado Ruperto le decía. — ¡Casi me vengo puto!, ¡la mamas bien chingon!

Sofocado Agustin decía. — Aaahh, Aaahh, a mí casi me dejas ahogar con tu miembro dentro de mi boca... Aaaah, aah.

Guillermo empapado de sudor, exclamaba. — ¡No te dejes de mover, ya casi me corro, te voy a preñar!

Ruperto se limpiaba el sudor de la cara con su mano, diciendo. — Anda córrete y luego me dejas clavársela a él para igual preñarlo.

Cansado y escupido, Agustin hablaba. — ¡Sí, si, vamos, apúrense que me duele mucho y ya me cansé!

Guillermo al verse bañado en sudor, decía. — Si putito, si, te voy a preñar ya, pues ya amaneció.

Ruperto se alejaba de ellos un poco y se iba quitando el pantalón y los zapatos; pues los tenía abajo de los muslos; conteniendo las ganas de eyacular; miraba como Guillermo lo colocaba a agatas en el suelo frío, con la cara al piso; él le echaba una gran flema verde justo en su agujero abierto y le embestía una y otra vez, duro, fuerte, sin importarle que se lastimara la cara o doliera en esa forma y pose de penetración.

Gozando el acto, Ruperto exclamaba caliente. — ¡Qué delicia, qué rico es esto!, si no fuera porque debemos chambear, estaríamos cogiéndonos al puto esté todo el día.

Guillermo bajaba la velocidad, diciéndole. — ¡Me alegra que te haya gustado mi puto Rupert, lo podrás coger cuando gustes y quieras!, ¡Total no soy celoso, te lo presto!

Ya muy agotado y adolorido, Agustin dijo. — ¡Aaahh, me duele!, ¡Termina pronto que me duele y estoy incómodo!

"Memo", molesto, le dijo. — ¡Silencio puto, sigue parando el culo que ya mero acabo, aguanta!

Ruperto sacaba de su cartera un billete de 500 pesos y lo dejaba caer al piso.

— Ahí tienes chotito, el dinero, esa es mi parte para que te animes más, ya ves que si cumplimos.

Agustin de ver el dinero en el piso, no le quedaba más remedio que aguantar la molestia e incomodidad y dejarse penetrar tan violenta y dolorosa forma que Guillermo lo hacía.

"Memo", sintiendo punzarle sus testículos, exclamaba con mucho sudor en la cara. — ¡Ahí te van mis flemas Agustin, ahí van, gime, gime!

Agustin sintiendo el alivio y excitación. — ¡Si, si, si, Aaahh, Aaahh, aah... Aaahh... Aaahh... Mmm!

Guillermo tras venirse dentro de él, le besaba la espalda, algo cansado, diciendo. — ¡A su puta madre cabrón!, ¡hasta sudar me hiciste!, no te levantes, aprieta el culo bien, que es el turno de mi buen Ruperto en descargar su fierro.

Segundos de que Guillermo acabará dentro del recto de Agustin; sacaba con mucho cuidado su pene baboso, con un poco de sangre y aún erecto del esfínter de él; le daba una nalgada y Agustin apretaba su adolorido ano en la espera de que Ruperto le metiera su pene; él se estaba masturbando viéndolos coger y su líquido preseminal se lo dejaba caer en la espalda de Agustin y en la cara también; Ruperto caminaba, se colocaba tras de Agustin y despacio le iba penetrando en lo que se quejaba de dolor y cansancio; Guillermo para callarle, le metía su pie derecho en la boca y le escupía en la cara; luego él muy excitado, les miraba en el acto.

Ruperto penetraba suave, decía. — ¡Neta que pinche culito tan más rico tienes; mira nada más!, ¡pinche memo, tienes un buen culo aguantador aquí, deberías dejar al puto de tu novio y quedarte con este!

Casi llorando, Agustin exclamaba. — ¡Ya, ya, ya me duele mucho, ya acaba!, !por favor!

Guillermo se rascaba los testículos, se olía la mano diciendo. — ¡Sí verdad!, debería pero no, me gusta tener dos culos para gozar, por eso te presto a este, "al otro".

Ruperto sudando mucho, decía. — ¡Ya casi término putito, resiste papi que lo hago despacio!

Ruperto penetraba con su miembro moreno, de cabeza colorada, descubierta, con mucho pelo, canas y testículos grandes; despacio y suave, luego lo tomaba y se lo metía como si él fuera una perra a la cuál se estuviesen apareando.

Guillermo excitado, se tomaba su pene diciendo. — ¡Ahí te va un regalo mi Agustin, disfrútalo!

Ruperto al ver lo que "Memo" hacía, exclamaba jadeando. — ¡Te van mis espermas papito, te van todooooooooos!, ¡Ah, siiiiiiiiiiiiiii... rico... Qué pinche rico no mames!, ¡este si es culo y no mamadas, chingada madre qué rico!

Muy cansado, Agustin suspiraba, diciéndoles. — ¡Ahora les pertenezco a los dos, mis machos!

Mientras Ruperto batía el semen de Guillermo con el suyo; "Memo" se sujetaba bien su pene y orinaba sobre la cabeza, cuello y hombros de Agustin; él simplemente resistía, bebía los orines y disfrutaba de haber causado un gran placer en ellos. Ruperto sacaba su miembro, sacudiéndolo miraba el cuerpo exhausto de Agustin.

Él preguntaba satisfecho. — ¿Te gusta que te orinen, pinche, pinche putote?

Agustin agotado, respondía. — Aah, aah, aah, si, si, si me gusta, me gusta mucho.

Ruperto con su pene un poco flácido, decía. — Chingón mijo, pues ahí te van los míos, toma.

Guillermo al ver lo que hacía su amigo, exclamaba. — ¡Puta madre, esto estuvo bien pinche rico cabrones, ojalá se repita de nuevo!

Ruperto orinaba lo que restaba de cuerpo de Agustin; en lo que él poco a poco expulsaba el semen blanquecino, espeso y con un poco de sangre y materia fecal; Guillermo se emocionaba mucho y no podía creer lo que había pasado; posteriormete de eso individualmente pasaban al baño a enjuagarse, se vestían satisfechos y "Memo" le dejaba en el piso el otro billete de 500 pesos, quedando en que habría una próxima vez, ya sea solos o de nuevo en trío.

Siendo casi las 8 de la mañana; Agustin tras limpiar el suelo, limpiarse y guardar el dinero, se despedía con grandes besos de lengua de ambos; ya estando solo, se disponía a dormir todo el día, reportándose en su trabajo como enfermo; aunque en sí lo que tenía era cansancio y mucho dolor anal; luego de haber tenido una noche bastante sexual y satisfactoria que tuvo con esos 4 hombres; por fin dormiría hasta muy tarde.

Pero no había porque quejarse, ya que le gusto, pues después de todo, para eso lo ocupan y sirve "el otro".

FIN.