Hola a todos mis queridos lectores, espero se encuentren muy bien, de regreso aquí tras unos meses de descanso; pensaba dejar de escribir,

tomarme un "break" y que las cosas personales no interfirieran mucho, pero siento que es mejor escribir y dejar fluír las cosas;

agradezco a quiénes se han mantenido leyendo y releyendo mis anteriores historias y creo que eso me motiva a que continúe aquí

por un rato más; esta historia que les estaré presentando es un tesoro que encontré y me estoy modificando ya que la escribí cuando

era más joven, tiene faltas de ortografía y son capítulos muy pequeños, les iré dando forma y cuando los tenga editados los subo,

así que ojalá les guste y me brinden de su apoyo con sus comentarios, sugerencias y opiniones.

MENSAJE DE ADVERTENCIA: Sí esperas algo erótico o sexual detallado para tu imaginación, lamento que este escrito no sea de tu agrado, ya qué no lo contiene; si gustas algo así, podrías encontrarlo en la sección de "Gay, Casos de la vida real" o en otros capítulos únicos que tengo en mi perfil o visitar algún otro de su gusto, sin más que escribir, les dejo a su libre decisión.

Capítulo 1. "Aquel Lugar".

Viernes 9 de Octubre del 2009 siendo las 21:30 horas el escenario de un apenas conocido pero muy colorido antro – bar del Puerto de Veracruz llamado “La Doña” era invadido por gente fiestera local y algunos curiosos más; entre esos curiosos, se encontraban siete cabos de la marina provenientes de Guaymas, Sonora; de la cuarta región naval militar; los hombres uniformados, festejaban su exitoso cierre de dos semanas de un arduo entrenamiento en la Tercera zona naval militar aquí en Veracruz; Franco, era el más despistado, distraído y muy asediado por las mujeres adultas solteras y jóvenes, pero él estaba ahí en la mesa del rincón sentado, bebiendo trago por trago de Tequila limpio, suspirando entre recuerdos y desaires; y es que nuestro guapo cabo, había sufrido de la ruptura amorosa de su hermosa novia Andrea; ella terminaba su relación pues no se sentía a gusto y mucho menos cómoda de que sólo podía ver dos días cada quince a su novio de por ya casi siete años, eso harto y frustró la relación de ambos, que terminó en la liberación para ella pero el rompimiento de un noble corazón cómo el de él.

En lo que sus compañeros celebraban bailando con unas hermosas chicas, Franco se disponía a cruzar la pista de baile para ir a los sanitarios; justo ahí, en la espera de ingresar, al escenario subía con gran bienvenida “Félix” despampanante y sonriente, recibida por aplausos y chiflidos le lanzaban de piropos; “ella” sonrojada tomaba el micrófono diciendo. – Veo que ahora sí tenemos casa llena y unos grandes invitados, unos muy guapos uniformados, vamos, seamos agradecidos y brindemos un gran aplauso.

– Los presentes aplaudían y gritaban, con algarabía a los cabos.

“Félix” sonriendo giraba a su vista hacía los baños y notaba que Franco le observaba de manera atenta y fija; “ella” le sonrió diciendo. – También los aplausos son para ti, sonríe.

– Franco estaba orinándose, con su estado de ebriedad apenas y le permitía aguantarse; él con una actitud entre seria y decaída, le alzaba la mano como un agradecimiento.

“Félix” le guiñaba el ojo y sonreía, regresaba la vista al escenario y decía alegre. – ¡Bueno ya basta de bienvenidas, la noche es joven, a lo que vinieron!

– La gente se emocionaba, y la orquesta tomaba sus lugares y comenzaban a tocar.

“Félix” comenzaba a cantar; pero no crean que cualquier canción, “Félix” tiene el don de imitar diversas voces, así que comenzó cantando un popurrí de la reina de la salsa, Celia Cruz; la multitud se centraba en la pista y unas cuantas parejas entre los pasillos de las mesas para bailar con gran gusto y fascinación.

A Franco le llegaba su turno e ingresaba al baño, él hacía sus necesidades y posteriormente se lavaba las manos, se echaba un poco de agua y mirándose al espejo, recordaba a su ex novia Andrea, misma que le había enseñado un poco a bailar salsa; Franco tomó una servilleta de papel, secándose el rostro, salió y caminó de regreso a la mesa dónde sus amigos estaban; “Felix” le miraba caminar mientras continuaba cantando; al cabo de media hora, “ella” se despedía del escenario y dejaba de nuevo al dj con la música; entre las mezclas, sonaban ritmos latinos, cumbias, merengue, salsa, bachata y una que otra melodía de genero urbano; Franco era invitado a bailar por una guapa morena jarocha, pero él amablemente la rechazó; uno de sus dos mejores amigos, Víctor, no desaprovechaba y sacaba a bailar a aquella señorita que su amigo rechazó; definitivamente Franco estaba muy dolido y triste aún por esa ruptura.

“La doña”, tenía un muelle con cerca para que los que quisieran salieran a tomar un poco de aire fresco y posteriormente regresar adentro del antro para seguir disfrutando la fiesta; la noche era cálida, una luna llena con cielo estrellado y despejado era el manto que combinaba con las suaves olas que el mar poseía; no había muchas personas afuera, casi estaban bailando y gozando del momento; “Félix” salía un rato y Franco alcanzaba a verla; él se servía un trago de tequila, se lo tomaba de golpe, se levantaba del asiento y para armarse de valor, se servía otro trago más derramando un poco sobre la mesa; valiente y atrevido, se dirigía hacia ella.

“Félix” admiraba el paisaje nocturno y una voz grave decía. – Es una hermosa noche, ¿verdad señorita?

– Asustada, “ella” volteaba y algo abrumada decía. – Sí, lo es.

– Franco le miraba, le sonreía y decía. – Estoy un poco ebrio.

– Dando unos pasos, él tropezaba con una tarima mal clavada y caía; en el suelo decía entre quejidos. – Bien, bien, estoy demasiado ebrio.

– “Félix” asustada exclamaba. – ¡En la madre, no manches! – Se le acercaba y remangándose el vestido floreado, se hincaba para auxiliarle, diciendo. – ¿Está usted bien?

– Franco aturdido, se giraba mirando al cielo, respiraba profundo, le miraba y mostrando una amable sonrisa le respondió. – Estaré muy ebrio, pero mi sentido de la vista no duda por un segundo de que usted es la mujer más bella del puerto de Veracruz, su perfume es delicioso, su vestido blanco con flores amarillas le sientan bien a esa sensual figura, es bellísima, muy hermosa.

– “Ella” se ponía demasiado nerviosa y entre tartamudeos hablaba. – Ah, este, este, amm… venga le, le, le ayudo a levantarse.

– Franco tocaba la mano de ella y enderezándose poco a poco iba diciendo. – Qué manos tan suaves, muy bien cuidadas, de verdad que es una bella mujer, su cabello ondulado castaño me hacen adularla más y más.

– Al notarse el nerviosismo y conflicto que había en el muelle, los empleados de seguridad se alertaban, sin embargo “Félix” les hacía señas de que todo estaría bien, que no había problema alguno.

En lo que “ella” recibía elogios por parte de él, le ayudaba a ponerse de pie; Franco tomaba respetuosamente la mano de “Félix” y le daba un beso hablando. – Muchas gracias por su amabilidad, disculpe mi torpeza e imprudencia amable y bella dama, lo único que deseaba era charlar con usted, pues al verla en el escenario se me hizo muy atractiva y me llamó la atención, pero creo que la he incomodado.

– Él le soltaba la mano, en lo que “ella” tras una cálida sonrisa decía. – Para nada, descuide, todo bien de mi parte, pero usted, creo si se lastimó, ¿verdad?

– Franco haciendo alarde de su apenas torneado cuerpo, decía. – Aun no tendré mucho musculo, pero si resisto caídas.

– Él sonreía y ella igual, se miraban y quedaban ahí un rato.

Dentro del lugar siendo observados por el ventanal; los compañeros de Franco se alegraban de que estaba en plan de “ligarse” a la bella joven cantante, entre sus comentarios decían. – “Ese wey bien que sabe escoger mujeres”, “No por nada le apodan el francotirador”, “donde pone el ojo, pone la bala”, “Esa mujer ya se la comió”.

– Los meseros cercanos a ellos, se miraban entre sí y el más joven le decía al más adulto. – Será muy “francotirador”, pero la vista de águila con alcohol lo confunde.

– El mesero le respondía tras reírse. – Vaya que sí, sorpresa que se llevará el cabo si descubre el detalle.

– Su compañero mirando hacia el muelle, serio decía. – Les diré a los de seguridad que se preparen por si llega haber algún desmadre aquí.

– Le decía el otro. – Calmado, calmado, se ve que tiene las cosas bajo control, aunque no está de más estar al pendiente de lo que pudiese pasar.

– Ambos meseros comunicaban a sus compañeros discretamente que estuvieran atentos a lo que pudiera acontecer, sin descuidar sus atenciones para con los clientes.

En tanto, Franco y “Félix” tras un rato en silencio, él preguntaba con cierta intensión de acercarse más. – Dime, ¿puedo saber tu nombre y edad real?

– A lo que “Félix” daba unos pasos atrás alejándose un poco de él, contestaba “nerviosa”. – Mi nombre real es con el que me presenté, Félix, es poco común y mi edad es dieciocho, bueno cumpliré diecinueve años, ya falta poco.

– Franco intentaba acercarse a “ella” pero se percataba de que se alejaba de él en sus intentos, así que él, para brindarle confianza le decía. – Bien, eres muy joven, muy bella, yo me presentó, soy Franco y tengo veinticuatro años, al igual que tú, casi cumplo los veinticinco.

– Le extendía la mano amablemente y “ella” nerviosa la estrechaba diciendo. – Un gusto Franco.

– Él sonreía hablando. – El gusto es mío.

– De nuevo se miraban fijamente, sonreían, separaban sus manos, “ella” se daba media vuelta con algo de prisa y justo cuando estaba por irse a la parte de camerinos, comenzó a sonar la canción de “Aquel lugar” de la orquesta adolescentes. 

Franco al escuchar, exclamó. – ¡Espera Félix!

– “Ella” volteaba nerviosa y él se le acercaba y sujetándola de la mano cuestionaba. – ¿Puedes bailar conmigo esta pieza?

– “Félix” nerviosa, miraba a su alrededor y sus compañeros se alertaban, pero “ella” tratando de guardar la calma, le respondió. – Sí, claro, pero sólo será esta pieza, ¿de acuerdo?

– Él desanimado, hablaba. – Bien, pero ya lleva la canción la mitad, al menos que sea desde el comienzo.

– Sonriendo “Félix” sacaba su teléfono de entre sus “pechos” y mandaba un mensaje de texto a su compañero Dj, dónde le solicitaba que al entrar de nuevo a la pista de baile, pusiera desde el inicio esa canción.

“Ella” le miró, hablando. – Asunto solucionado, vamos, bailemos.

– Él le otorgó el paso a “ella” y como fue, una vez adentro y estando ya en la pista, el Dj ponía desde el comienzo esa pieza musical.

Franco sacaba sus mejores pasos de baile ante los demás que miraban atentos; “Félix” lograba llevarle el paso aun con los tacones que usaba; la pareja se convertía en el centro de atención de esos casi cuatro minutos; por unos instantes “Félix” dejaba de sentirse nerviosa y se acoplaba a Franco y él.

Él bailaba, pero en su mente tomaba muy a pecho la letra de la canción; su miraba cambiaba a tristeza y “ella” se percataba; cuando ya por terminar de bailar, él la jalaba hacía su pecho y casi estuvo a punto de besarla, pero “Félix” le detuvo con su mano; los aplausos y gritos se hicieron sonar; regresando esa incomodidad, “Félix” le daba las gracias a prisa y entre la gente se metía para prepararse para cantar; Franco se daba cuenta de que la había incomodado, pero recibía elogios y miradas de otras chicas que morían de ganas de bailar con él; Franco recibía por parte de su amigo Víctor un tequila preparado que disfrutaba en lo que se dirigía a su mesa.

Mientras, “Félix” en su camerino se alistaba, ahí entraba un mesero a darle su bebida favorita “la conga”; “ella” la bebía casi de golpe y su compañero le decía. – Te incomodo ese marino, ¿verdad?

– A lo que le respondió algo “alterada”. – Es la primera vez que me pasa esto, usualmente saben quién soy en realidad, pero por lo que veo, ese grupo de marinos no saben, seguramente no son de aquí.

– Le decía su compañero con certeza. – Pues mira, están grandotes los tipos, jóvenes, güeros, tienen acento distinto, algo norteño, así que sí, seguro no son de aquí.

– “Félix” se miraba al espejo y decía un poco más “calmada”. – Sí debe ser, bueno gracias por la bebita, cualquier cosa estén al pendiente, no quiero tener problemas y que ocurra algo feo, enseguida salgo para la otra media hora, eres muy amable.

– El joven tomaba el vaso vacío y se lo llevaba, dejándola a ella alistarse.

En tanto Franco seguía bebiendo y ya más animado estaba platicando con sus compañeros que estaba dispuesto a olvidar a Andrea y dejarla atrás; sus compañeros al escuchar eso, ordenaban otra botella y uno de los compañeros de él le decía exaltado. – ¡Eso chingada madre, así se habla cabrón, venga otra puta botella y a la chingada esa vieja!

– Franco estaba dispuesto a olvidar y dejar en paz el recuerdo de su ex, su mira ya estaba en “Félix” y estaba por darle el tiro final para poder besarla antes de su regreso a Sonora.

De nuevo “Félix” tomaba el micrófono y se preparaba para cantar, esta vez unas cumbias para avivar más al público que gozaba de la noche; ahí Franco se paraba y sacaba a bailar a la joven que rechazó y que su amigo Víctor se encargó de “consolar”; en lo que ellos bailaban, “Félix” miraba cómo él trataba de darle celos, pero era evidente que “Félix” no tenía interés en Franco, así que cantaba como si nada, dejando que él continuará con otras mujeres bailando.

Durante la noche, se alternaba el dj y la música en vivo, ya eran casi las 3 de la madrugada y aunque había gente, algunos ya estaban por retirarse a descansar; en tanto “Félix” salía a distraerse de nuevo al muelle y tras mucho bailar y darse unos cuantos besos con algunas chicas, Franco la alcanzó; él sonriendo le decía. – ¡Otra vez aquí!, ¿charlamos?

– “Félix” daba media vuelta respondiendo. – Sí, de nuevo aquí, pues me gusta respirar el aire, relajarme un poco tras cantar y animar al público, claro que podemos charlar, sólo respóndeme algo, ¿de dónde eres y qué quieres?

– Franco se percataba de que ya estaba a la defensiva y él guardando su distancia caballerosamente, decía. – Bien, bien, disculpa, es que eres bellísima, me atraes, me gustas físicamente, disculpa que sea así de directo, pero me gustas; lamento que esto más que cortejarte parezca acoso, pero es inevitable, me llamas mucho la atención, de verdad, lo siento.

– “Félix” con molestia le decía. – ¡Ajá sí!, sí de verdad te gustará, no andarías bailando con otras, besuqueándolas y casi fajándolas en los rincones, ¡no son celos, aclaro!, pero que descaró de tu parte, dejarás de ser como todos los uniformados, cuzcos, calientes y lujuriosos.

– Franco se reía a carcajadas diciéndole. – Pues si no fueran celos, pareciera que lo son, es un reclamo como de mujer celosa. – Le sonreía, le miraba y decía. – Esta usted celosa, se te ve, ¿te gusto también, verdad?

– “Félix” se daba medía vuelta con vista al mar y se sonrojaba.

– Franco gozando de ese momento hablaba. – Bueno, no sé con cuantos uniformados hayas estado, pero no todos somos así de calientes, lujuriosos o cuzcos como les dices, habremos unos que queremos sólo a una y hacemos hasta lo imposible por aunque sea robarles un beso.

– Franco se le acercaba con cuidado en lo que “ella” molesta le decía. – A mí edad no he estado con muchos hombres, así que no insinúes que soy una puta por qué no lo soy, repito, ¡celos no son!, aunque sí es muy obvio y común que ustedes por portar un uniforme se sientan con derecho de estar con varias mujeres y eso lo veo mal, en fin, hombres, ahora sí, a todo esto no me respondiste.

– “Félix” se daba media vuelta y justo cuando estaba por volverle a interrogar, Franco ágilmente la sujeto de ambos brazos, se inclinó un poco y le robó tremendo y tierno beso que fue correspondido por unos cuantos segundos.

Sin ser vistos, ese momento dejaba atónita a “Félix” que tras apartarse Franco y soltarla respondía. – Soy de Sonora y te quiero a ti, quiero otro beso, bailar y tal vez algo más.

– “Félix” con temor, bajó la mirada y le gritó mientras partía a correr. – ¡Olvídate de mí, por favor!

– Franco quedaba confuso parado ahí en lo que “Félix” con temor pedía que nadie entrará a su camerino.

Minutos después, él regresaba con sus compañeros que ya estaban por regresar a dormir, salvó unos, que se habían ido a pasar el rato con unas chicas que conocieron; pagaron la cuenta y Franco discretamente cuestionaba sobre “Félix” y al no tener respuesta alguna, solicitó papel y lapicero, escribió unas palabras y amablemente pidió que se le fuera entregado a “ella”; Franco se retiraba oliendo a alcohol y cigarro, pero con el gusto de haber probado otros labios ajenos a los de Andrea.

La puerta del camerino se escuchaba tocar y “Félix” cuestionaba con seriedad. – ¿Quién es?

– Por la rendija le introducían la nota en lo que le decían. – El güero con quién bailaste te dejó esto, pidió que se te entregará, por cierto dejó buena propina, no pude negarle la ayuda, ahí tú sabrás que hacer.

– “Félix” tomaba la nota, agradecía, encendía las luces de esa habitación y ya desmaquillada, con pans y unos tenis, se quitaba la peluca mirándose al espejo.

¿Te agradó el comienzo?, ¿Qué piensas?, espero tus comentarios ya sea aquí o por mail, un gusto, buen día.