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Es Cuestión del Destino. Capítulo 9

en Gays

Hola! De nuevo mil gracias por la espera, saludos y que estén todos bien...

 

CAPÍTULO NUEVE.

LA CARNE ES DÉBIL.

 

Paso lo inevitable, Becker murió durante una noche tranquila, estrellada y con una luna llena muy bonita; su muerte dejaba un gran vació en los corazones de Adonaí, Sebastián y Cristián con quienes habían convivido durante mucho tiempo; Julieta no podía creer que el perro había fallecido le afligía mucho que ya no lo volvería a ver y le hacía sentir mal al ver que su nieto lloraba inconsolablemente.

Cuando ellos habían despertado por la mañana, se percataban que Becker ya no respiraba y su cuerpo aún se mantenía con temperatura estable; Cristián al darse cuenta de eso, se hincaba, le  abrazaba con mucho sentimiento y lloraba despidiéndose ante la partida de su gran amigo; rato más tarde, muy triste cavaba en el jardín trasero bajó el árbol una zanja para ahí depositar el cuerpo sin vida de Becker; como si fuera un funeral de una persona muy querida, Julieta, Sebas y Adonaí despedían a Becker.

Adonaí llorando inconsolablemente, cortaba unas flores del jardín y las colocaba entre las patas delanteras del perro, derramándole unas lágrimas sobre su cuerpo le decía. – Siempre vas a vivir en nuestros corazones Becker, siempre.

– Adonaí lloraba mucho, siendo cargado por Sebastián que lo abrazaba mientras que poco a poco el cuerpo desaparecía bajo la tierra que le iba echando Cristián quién también con lágrimas se despedía.

Ese día fue muy triste para la familia entera, estaban sin ánimos y sin ganas de hacer nada en ese Domingo soleado que de un momento a otro se nublaba y comenzaba a llover; Sebastián le avisaba a sus suegros lo sucedido con Becker, quienes lamentaban la muerte del perro y le pedían a él que apoyara en todo momento a Cris; también se les dio aviso a Miren y Mateo, quienes muy sorprendidos les tomaba la noticia, pues ellos  convivieron mucho con Becker y su muerte les hacía sentir mal; Cristián permanecía en la habitación triste e impotente aguantándose las ganas de llorar.

Los días pasaban y llegaba el momento en el que Sebastián debía irse a su congreso; aunque el duelo aún se sentía en la casa; Cristián también rehacía su vida laboral, pero no era lo mismo para él; pues llegar a casa no significaba lo de siempre al ya no estar Becker para recibirlo con un lengüetazo como día a día lo hacía.

Sebastián aún se sentía triste y sin ganas de viajar, pero debía cumplir con su profesión, así que despidiéndose por la tarde del miércoles de su esposo y su hijo, les decía. – Mis amores me debo ir al congreso, pero les prometo que regresaré lo más rápido posible.

– Cristián un poco triste decía. – Sí amor, te estaremos esperando.

– Adonaí le daba un beso y decía. – Papi me traes algo y por favor no te tardes.

– Sebastián con su maleta en la puerta le decía. – Sí mi amor no me tardaré y claro que sí mí niño lindo te traeré algo.

– Antes de salirse, le recordaba a Cristián diciéndole. – Mí amor, no se te olvide que mi mamá se llevará a Adonaí a su casa el viernes en la tarde, para que así vayas a ver la presentación de Edison y Miranda; ahí deje la invitación y el boleto para que vayas; espero te animes a ir, te hará bien despabilarte un poco.

– Él cabizbajo le decía. – No tengo muchas ganas de ir, me quedaré mejor con mi niño.

– Sebastián se le acercaba le daba un beso y acariciándole el cabello decía. – Mi amor debes ir, recuerda que Becker no le gustaría verte triste, debes reponerte, ve amor te hará bien, te lo pido por favor, anda sí.

– Cristián le daba un tierno beso diciéndole. – Bien amor, solo por eso iré, pero por aquí finaliza la presentación, me regreso a casa, sin perro debemos estar más al pendiente  de la casa.

– El clatsún de un taxi se hizo sonar; despidiéndose amorosamente Sebas salía para subirse y poderse ir al aeropuerto a abordar el avión con rumbo a Cancún dónde sería su congreso de psicólogos y psiquiatras.

En la ausencia de Sebas en la casa durante ese lapso, Cristián se iba a trabajar con Adonaí, adaptando su oficina como un lugar de juegos para el niño; mientras él trabajaba, Adonaí se la pasaba pintando, jugando con sus muñecos y de vez en rato jugaba con la secretaría de Cris, cuando salían de la oficina iban a comer a una cocina económica y de ahí se iban al parque.

La tarde del jueves, estando ahí se encontraban con Norita que cruzaba el parque y al verlos emocionada se les acercaba diciendo. – ¡Hola precioso niño! ¡Señor, buenas tardes un gusto ver a su hijo!

– Cristián al verla sonreía y decía. – Norita un gusto verla.

– Adonaí volteaba y al verla corría a abrazarla diciendo. – ¡Norita, que bueno verte! ¡¿Por qué no me habías ido a visitar?!

– Norita le respondía contenta. – Sé que dije que iría a verte, pero hemos tenido mucho trabajo, más ahora que estamos a días de salir de vacaciones, pues ya se acerca verano y las vacaciones vienen ya; ¿Cómo te has portado?

– Adonaí sonriendo decía. – Muy bien.

– Cristián sonreía y le decía. – Vaya que mi hijo no miente, pues sí, se ha portado muy bien, espero que las cosas en la guardería vayan bien.

– Norita sonreía y le decía. – Me alegra mucho saber eso; y sí las cosas van bien, todas estamos apuradas en la guardería, pero ahí sobre llevamos la situación; ahora sí no queriendo, pero debo despedirme pequeñín, pero me dio mucho gusto saludarlos y verlos; le mando saludos a tu papá el doctor Sebastián.

– Adonaí le aventaba un beso y decía. – Gracias me dio gusto también verla espero vayas a mi casita a vernos, ¿verdad papi que si puede ir?

– Cristián amablemente decía. – Por supuesto que sí, cuando guste ir a visitar a mi hijo es bienvenida.

– Norita sonriendo decía. – Muchas gracias, cuando tenga vacaciones y sí no salen de la ciudad iré a visitarlos, hasta luego y pasen buena tarde.

– Norita continuaba su camino, mientras que Cris y Adonaí continuaban en el parque un rato más.

Al llegar a casa, notaban el silencio y la ausencia de la presencia peluda de Becker.

Con nostalgia Cristián tomaba una foto donde estaban plasmados la familia y Becker a un lado; suspirando él decía. – Amigo nos haces mucha falta, demasiada.

– Adonaí al ver desanimado a su papá, subía a su habitación y bajaba de inmediato con sus juguetes; el pequeño niño sonriéndole le decía. – Papi, juguemos en el patio para que Becker te vea, que no estás triste.

– Cristián al oír eso de su hijo, sonreía diciendo. – Claro que si campeón, juguemos un rato.

– Padre e hijo se disponían a jugar para distraerse un poco de la ausencia nostálgica que había dejado Becker.

Después de jugar un buen rato; Cristián se metía a bañar junto con su hijo, ambos jugueteando hacían de la ducha un buen momento divertido, salpicándose con agua encharcada y la espuma que se hacía, ambos terminaban de “bañarse” y las paredes del baño terminaban salpicadas de espuma, jabón y agua regada.

Cristián en bóxer húmedo, salía con su hijo envuelto en una toalla, lo secaba mientras le decía. – Te voy a secar, a poner tu pijama y dormiremos como osos, pero antes debo limpiar el baño, sino viene tu papito y se enoja de que este todo salpicado.

– Adonaí preguntaba curioso mientras era secado. – ¿Cómo duermen los osos?

– Cristián sonreía diciéndole. – Los osos duermen así.

– Tirándose a la cama, se colocaba boca arriba y comenzaba a fingir unos ronquidos con gruñidos; Adonaí riéndose mucho, imitaba a su papá haciendo lo mismo en la cama; después de unos segundos, ambos comenzaban a reírse de forma alegre por ese grato momento entre padre e hijo.

Una vez seco, lo arropaba con la pijama, le ponía crema en su carita y le decía. – Bien hijo, ya ahora sí acomódate para dormir, limpiaré el baño y cuando termine me vendré a dormir contigo.

– Adonaí haciendo puchero decía. – Pero antes de dormir debo despedirme de mi angelito de la guarda.

– Cristián apenado le decía. – ¡Cierto hijo! Disculpa, vamos a despedirnos de nuestro angelito.

– Ambos se hincaban y juntando sus manos decían a la par. – Ángel de mi guarda, de mi dulce compañía gracias por un día libre de peligros y de males, no nos desampares ni de noche ni de día, protege a nuestros amigos y familiares, y que esta noche no tenga malos sueños, amén.

– Adonaí se subía nuevamente a la cama y Cristián cubriéndole con las cobijas le daba un beso en la frente diciéndole. – Buenas noches campeón, sueña con los angelitos.

– Adonaí comenzaba acomodarse, cuando sorpresivamente se quitaba las cobijas y exclamaba asustado. – ¡Papá!

– Cristián un poco asustado se regresaba con él y preguntaba alterado. – ¡¿Qué sucede?!

– Adonaí preocupado respondía. – Es que no le dije a mi angelito que cuide de papito.

– Cristián le sonreía ante noble gesto y le decía. – Pues vamos a pedir por él.

– Ambos se volvían a hincar y sobre la orilla de la cama, Adonaí decía. – Angelito de mi guarda, protege de mi papito que está noche no se encuentra con nosotros.

– Cristián decía cerrando sus ojos. – Ampáralo de noche y de día, cuida sus sueños y su viaje de regreso amén.

– Ambos se sonreían y nuevamente Adonaí se subía a la cama para ser cubierto por las sabanas, ahora sí ya para dormir; justo antes de cerrar sus ojitos para comenzar a soñar, el celular de Cristián sonaba siendo Sebastián que se comunicaba.

Él respondía la llamada emocionado diciendo. – Mi amorzote, ¿Cómo te la estás pasando?

– Sebastián en el balcón de su habitación del hotel, le decía. – Pues me la estoy pasando mal.

– Riéndose decía. – No imaginas el calor que hace, me estoy cocinando, pero en lo que cabe todo está bien, ¿allá cómo van las cosas?

– Cristián se reía diciéndole. – Pues sí ha de estar haciendo más calor de lo acostumbrado, está por iniciar el verano y el calor se intensifica; las cosas van bien, te extrañamos mucho amor.  

– Sebas le decía volteándose a ver el mar. – Sí, a ver si en vacaciones venimos a pasar un rato aquí; el cielo y el mar se ven maravillosos, me gustaría que estuvieran aquí conmigo; me siento tranquilo de saber que las cosas están bien.

– Cristián decía mientras buscaba sus pantuflas. – Sí, me late que sería buen lugar para vacacionar, en este momento si estuviera contigo estaría haciéndote el amor muy rico.

– Sebastián se metía a la habitación y poniendo el altavoz del celular le decía sonrojado. – Amor es lo más rico que se podría hacer teniendo la vista que tengo en este momento; Cris me muero de calor, me derrito, me bañare para dormir un poco fresco, ¿Adonaí duerme?

– Cristián le respondía poniendo el altavoz. – Todo bien amor, con calma, báñate y prende el aire acondicionado; y sí Adonaí esta ya durmiendo, lo bañé y le puse su pijama; pero, ¿sabes de que me he dado cuenta?

– Sebastián ya en bóxer intrigado preguntaba. – ¿De qué?

– Cristián colocando el teléfono en la cómoda poniendo en altavoz, le respondía contento. – Pues de que nuestro hijo ya tiene casi dos meses de no hacerse del pipi en la cama.

– Sebastián contento decía. – Sí, también me había percatado de eso, que gusto me da por un logro más de nuestro hijo.

– Adonaí al reconocer la voz de su papá, abría los ojitos y enderezándose sonriente decía. – Papi, ¡qué bueno que hablas!

– Cristián al verlo le brindaba una sonrisa y Sebastián decía al escuchar la voz de su hijo. – Pequeño hola, ya te hacía durmiendo y soñando con los angelitos.

– Adonaí le decía. – No papi no me podía dormir, pero ahora que ya escuche tu voz podré dormir tranquilo, te quiero mucho.

– Sebastián le decía contento. – Mi amor sabes bien que desde aquí cuido de tus sueños, a parte papá está contigo.

– Cristián se metía al baño y gritaba. – ¡Así es, aquí lo cuido y él me cuida a mí!

– Adonaí le decía sonriendo, tomando el celular decía en secreto. – No se te vaya a olvidar traerme algo.

– Sebas le decía bostezando. – No mi angelito precioso, claro que no se me olvida, ¿Qué hace tu papá?

– Adonaí sonriendo le respondía. – Limpiando el baño porque lo ensuciamos.

– Cristián se asomaba apenado y le decía. – Amor espero no te enojes, hago la limpieza lo mejor que puedo.

– Sebastián hacia una pausa,  diciendo en tono de molestia. – Bien, eso espero, que quede rechinando de limpio.

– Sebastián riéndose le decía. – Sirve que también limpias nuestra habitación.

– Cristián riéndose decía. – Pues creo que eso también haré, pero mañana.

– Sebastián bostezando nuevamente, ya cansado, despidiéndose decía. – Bueno a los dos los quiero, antes de dormir quiero que se despidan de su angelito de la guarda, ya los quiero ver, abrazarlos y estar con ustedes.

– Adonaí le decía. – Ya nos despedimos de nuestro angelito papi ahora tú haz lo mismo y duerme soñando con nosotros, te quiero mucho papito te mando muchos besos.

– Cristián tomaba el teléfono de las manitas de Adonaí, quitaba el altavoz diciendo. – Mi amor buenas noches, te amo mucho y piensa en mí, yo soñaré contigo.

– Sebas sonriendo, cansado le decía. – Pensaré en ti toda la noche, te amo y ya quiero verte, ahora te dejo, debo bañarme y dormir, mañana otra vez debo levantarme muy temprano.

– Cristián le decía. – Amor dulces sueños, mañana hablamos, besos, que tengas un grandioso sueño, te amo nunca lo olvides.

– Ambos cortando la llamada, Sebas se disponía a bañarse y Cristián le daba un tierno beso en la frente a Adonaí, que poco a poco se quedaba dormido; él continuaba con la limpieza del baño, dejándolo como si nada hubiese pasado, se ponía un bóxer limpio y se disponía a dormir al lado de su pequeño hijo.

Viernes por la mañana, Cristián despertaba estirándose en la cama, se levantaba despacio para no despertar a su hijo, tomaba el celular y bajaba a la cocina a preparar de desayunar antes de irse a la oficina.

En bóxer él sonriendo decía. – Voy a hablarle a mi chaparro, para saber cómo paso la noche.

– Caminando a la cocina, se sentaba en la silla del comedor y la llamada era enlazada al móvil de Sebas; quién apurado respondía. – ¡Buenos días mi amor!

– Cristián al escuchar el tono agitado de voz de su marido le preguntaba. – ¿Todo bien amor?

– Respondiéndole Sebas presuroso. – Sí, todo bien amor, solo que llegaré un poco tarde, me quede dormido.

– Cristián sonriendo le decía. – Buenos días amor, tranquilo llegarás a tiempo precioso, te deseo un gran día.

– Sebas, presuroso le decía sonriendo mientras tomaba el elevador. – Gracias mi cielo hermoso, le mando muchos besos a mi niño precioso que seguramente ha de estar durmiendo, debo colgar amor, te hablo más tarde, te amo.

– Cris le decía sonriendo. – Te amo más, cuando despierte Adonaí le daré los besos que le mandas, que tengas grandioso día.

– Sebas sonreía mientras finalizaba la llamada; ya en el elevador estando en el lobby, salía para dirigirse al salón de eventos del hotel; cuando una voz muy conocida le gritaba. – ¡Sebastián!

– Él quién iba distraído y presuroso, hacía caso omiso al llamado; pero nuevamente esa voz conocida le gritaba. – ¡Aquí Sebastián voltea!

– Sebastián asimilando la voz, dudoso y con mucha curiosidad volteaba diciéndose. – ¡¿No creo que sea o sí?! 

– Al voltear a la recepción del hotel, una mujer con cabello recogido, sombrero de playa y unas gafas, le saludaba contenta desde lejos rodeada de diversas maletas.

Él emocionado caminaba presuroso y decía. – Habiendo tantos hoteles en Cancún nos venimos a encontrar aquí, me alegra mucho verte.

– Dicha mujer, se quitaba las gafas y sonreía diciéndole. – ¡Vaya amigo, me da gusto verte!

– Esa mujer era Miren, que abrazaba muy afectuoso a él preguntándole. – Pero ¿Qué haces aquí? ¿Cristián dónde está? ¿Adonaí está bien? ¿Qué sucede?

– Él contento y emocionado le respondía. – Amiga, vengo a un congreso al que seguro llegaré tarde, Cristián y Adonaí se quedaron en casa, todo está de maravilla.

– Él le preguntaba alegre. – ¿Y tú que haces?, bueno ¿ustedes que hacen aquí? ¿Mateo dónde está?

– Miren quitándose el sombrero le respondía mientras se abanicaba con dicho accesorio. – Pues Mateo está peleando sobre nuestras reservaciones en el hotel, esta es nuestra breve y última parada de nuestra luna de miel, no te imaginas lo exhausta que estoy y las ganas de estar ya en casa.

– Miren notando el nerviosismo de Sebas, pues estaba mirando su reloj cada minuto, amablemente le decía. – Amigo, estaremos hospedados en el mismo hotel hablamos más tarde, cuando termine tu congreso.

– Sebastián sonriéndole le decía un poco presuroso. – Aun no me la creo que hayamos coincidido en este nuevo hotel Petrilli, está muy bonito y muy lujoso.

– Miren sonriéndole le decía. – Amigo anda vete, charlamos más tarde, ¿quieres?

– Sebas sonriendo, le daba un beso, la abrazaba diciéndole. – ¡Por supuesto que sí!, hasta más tarde, te buscaré en recepción, te quiero amiga y saludos a Mateo.

– Sebastián sonriente se daba media vuelta y presuroso caminaba al salón de eventos del hotel; Miren lo miraba irse y sonreía contenta de reencontrarse con su amigo después de casi dos meses de no verse.

Mateo caminaba hacia ella y al haberla visto charlar con alguien, él le cuestionaba. – Amor, ¿quién era la persona con la que conversabas?

– Miren se volteaba hacía él respondiéndole contenta. – ¡No tienes idea de quién era! ¡Era Sebastián, vino a un congreso y se hospeda en este mismo hotel!

– Mateo impresionado le decía. – ¡Vaya, que buena noticia!, pasemos a nuestra habitación amor, muero de cansancio y deseo bañarme para después tomar una siesta.

– Miren le daba un beso y le decía. – Como no vas a estar cansado después de que hicimos el amor todo el día de ayer y luego desvelados viajar de Perú para Cancún; vayamos a descansar un rato, más tarde quiero ver a Sebas y charlar un rato, si no te molesta claro.

– Mateo le sonreía y dándole un beso le decía. – No me molesta en lo más mínimo amor, es tu amigo y seguramente tienen mucho que contarse.

– El matrimonio se tomaba de las manos y junto al botones abordaban el ascensor para así ingresar a su habitación a descansar de tan largo viaje.

Mientras en la casa, Cristián preparaba de desayunar pensando en su amado; una vez teniendo todo listo, se disponía a subir por su hijo, cuando de pronto una llamada ingresaba a su celular.

Al ver el identificador, respondía seriamente. – Buenos días, ¿Sucede algo?

– Miranda quién le hablaba le decía sonriente. – Hola, buenos días Cristián, solo te hablaba para recordarte que esta noche es la presentación, me gustaría que pudieras asistir y tal vez sí lo deseas hacer un dueto.

– Cristián serio le decía. – Pues veremos qué pasa, por lo mientras pensaré las cosas y estando ahí te confirmo si canto contigo o simplemente dejo que esta noche sea tu noche.

– Miranda seductoramente le decía. – Ojala en la ausencia de Sebastián tú y yo podamos tener un encuentro que hemos estado esperando desde hace tiempo.

– Cristián nervioso le decía. – No pasará nada entre tú y yo, de eso te puedo asegurar, sabes bien que me gusta perdidamente Sebastián lo amo mucho y jamás le haría daño; además tú tienes a tu novio Edison, así que no sé qué buscas en mí si ya lo tienes al lado de ese muchacho, ahora sin más que decir debo colgar porqué me debo apresurar para ir a trabajar.

– Miranda le respondía mientras se sonreía mirándose semidesnuda frente al espejo. – Cristián, entre Edison y yo solo hay amistad, al que deseo es a ti, pero me he sabido controlar, por ti he estado estos meses aquí en la ciudad, porque quiero estar cerca de ti, no me ha importado tenerte cerca y a la vez lejos, entiéndeme yo a ti te amo mucho, no sabes cuánto te amo.

– Cristián incomodado le decía. – Que tengas un buen día Miranda, hasta luego.

– Cortando la llamada, él muy serio e incómodo subía a la habitación a despertar a Adonaí para desayunar.

Miranda en el departamento, colocaba sonriente el celular en su buro y continuaba mirándose frente al espejo semidesnuda, diciendo con deseo. – Mi cuerpo esta noche será poseído por tu virilidad Cristián, esta noche seré tuya y tú serás mío.

– De la puerta del baño, salía Edison con toalla en la cintura y recién bañado, se acercaba a Miranda y le decía. – Buenos días dormilona, ¿cómo amaneciste?

– Miranda se volteaba a él y besándolo apasionadamente le respondía. – Muy emocionada por esta noche.

– Edison le besaba el cuello y preguntaba. – Escuche que estabas hablando con alguien, ¿Quién era?

– Miranda le callaba con un beso, mirándole seductoramente decía. – Una persona especial para mí, pero no tiene importancia que te diga quién era, mejor hazme otra vez el amor como anoche.

– Miranda desataba la toalla y la dejaba caer al piso, ella empujaba a Edison a la cama, para nuevamente tener relaciones sexuales.

Por la tarde en la oficina, Julieta entraba, solicitando amablemente hablar con Cristián, el cual la recibía diciendo. – Suegra, espero no sea molestia abusar de su tiempo.

– Julieta sonriendo le decía. – No te preocupes hijo, Sebastián me platicó que hoy habría un evento en la noche al cual te gustaría asistir, así que me pidió que cuidara de mi nieto, claro que no me podré quedar en su casa, por eso vengo a esta hora para llevarme a Adonaí a mi casa y mañana por la tarde estará de regreso contigo.

– Cristián pensando un momento las cosas, se decía así mismo. – Mi chaparro siempre tiene que arreglar las cosas diciendo pequeñas mentiras a mi suegra para poder cuidar a mi niño, te amo mucho Sebastián.

– Cristián sonriéndole le decía. – Suegra mil gracias por este gran favor, no tengo como pagarle.

– Julieta le tomaba las manos y le decía mirándolo a los ojos. – Cristián, al contrario, yo no sé cómo pagarte a ti estos años de felicidad inmensa que mi hijo ha pasado a tu lado, de verdad estoy eternamente agradecida por tú paciencia, amor y sobretodo la fidelidad que le has brindado, muchas gracias.

– Julieta abrazaba amorosamente agradecida a Cristián y él se sentía nervioso ante esas palabras.

Adonaí entraba a la oficina pues había salido con la secretaria a sacar unas copias; él niño muy contento al ver a su abuela, corría a ella diciéndole. – ¡Mira abuelita, mira!

– Mostrándole un dibujo, donde plasmaba a sus padres, su abuela y el pequeño niño felices en un día soleado.

Julieta sonriendo decía. – Mi niño es un artista, lo heredo de su papá; muy bonito dibujo.

– Adonaí sonriendo decía. – Lo hice yo y le saque copias.

– Cristián tomaba un dibujo, lo miraba y sonriendo decía. – Hijo, dibujas muy bonito para tu edad, no cabe duda que el talento artístico lo heredaste por tu papá Sebastián, te quiero mucho.

– Adonaí le sonreía y le decía. – Te quiero mucho más.

– Julieta interrumpiendo decía. – Lamento interrumpir, pero el talento artístico lo heredo de ti Cristián.

– Cristián se sonrojaba diciendo. – No, no es para tanto, pero aun así gracias.

– Julieta le ponía la mano en el hombro diciéndole. – Tienes mucho talento, por algo estás en dónde estás, por tu talento artístico.

– Apenada Julieta decía. – Bueno pues ha llegado el momento de irnos Adonaí, tenemos que irnos a mi casita.

– Adonaí brincando de gusto decía. – ¡Sí, sí, me quedaré en casa de mi abuelita!

– Adonaí corría a guardar sus juguetes en su mochila, la secretaría de Cristián le ayudaba a guardar las pinturas y crayones que el pequeñín había utilizado.

En lo que Cristián sacando de su cartera unos billetes, se los daba a su suegra diciéndole apenado. – Tenga suegra, para que compre lo que mi hijo y a usted se les antoje, gracias por el apoyo.

– Julieta rechazando el dinero le decía apenada. – No hay por qué, yo lo hago por amor a mi nieto.

– Cristián sonrojado,  sonreía diciendo. – Entonces tenga el dinero en forma de gratitud por ser tan buena.

– Julieta le tomaba la mano y le decía. – Lo aceptaré pero no por interés, sino porque mi niño es muy antojadizo, además si no llego a utilizar este dinero, te lo devolveré.

– Cristián le decía despreocupado. – No suegra, es para usted, mucho ha hecho por nosotros, gracias a usted.

– Julieta apenada le decía. – No cabe duda que eres un gran chico.

– Adonaí con sus cosas listas, se acercaba contento despidiéndose de su papá y de la secretaría; ambos salían de la oficina.

Cristián se regresaba a continuar sus labores en su escritorio revisando planos y demás cosas, pero sentía una soledad profunda al no tener a su hijo ni mucho menos a Becker para hacerle compañía en la casa; así que haciendo un breve espacio, tomaba su celular y se comunicaba con Sebastián.

De inmediato él saliendo del salón de eventos del hotel respondía acalorado. – Mi amor, buena tarde, ¿cómo va todo?

– Cristián volteándose en su silla a ver la vista de la ciudad le decía pensativo. – Buena tarde amor, aquí bien, hace unos minutos mi suegra se llevó a nuestro angelito, me he quedado solo.

– Suspirando Cristián preguntaba triste. – ¿Tú cómo vas?

– Sebastián rumbo al bar del hotel le respondía. – Pues con mucho calor, todo bien amor, solo no estás, estamos contigo en tus pensamientos.

– Cambiando el tono de voz un poco más animado decía. – Amor, ¡¿a qué ni sabes a quién me encontré?!

– Cristián intrigado respondía. – Ni idea ¿Quién?

– Sebastián contento le decía. – Pues a Miren y Mateo, están de luna de miel aquí.

– Cristián desconcertado decía. – Orales, pues tenía entendido que ellos se irían de luna de miel a un recorrido por Perú, Venezuela, Colombia y Argentina, ¿Qué hacen ahí en Cancún?

– Sebastián intrigado le decía. – Pues así como estás tú, estoy yo, no pude hablar largo y tendido con Miren, pues se me hacía tarde para el congreso, pero en unos momentos más la veré y le preguntaré sobre su luna de miel.

– Cristián un poco triste le decía. – Amor, te extraño mucho, no habrá forma que dejes ese congreso y vengas conmigo, te necesito a mi lado.

– Sebastián lleno de ternura decía. – Mi amor, qué más quisiera yo de estar en estos momentos contigo, también te extraño mucho, pero ya falta poco para que esté con ustedes, te amo.

– Cristián suspirando le decía con mirada al cielo. – Te amo mucho, no me divertiré sin ti, pues esta noche no será lo mismo sin tu presencia amor.

– Sebastián dándole ánimos le decía. – Mi rockero favorito, debes divertirte al máximo, cuando regrese nos divertiremos juntos, esta noche piensa en mí como si estuviese a tu lado, no quiero saberte triste.

– Cristián le mandaba un beso diciendo. – Te haré caso, pero solo me divertiré un poco, no mucho.

– Sebas sonriendo miraba que Miren estaba entrando al bar del hotel y le decía. – Mi amor debo colgar, Miren ya viene para acá, diviértete mucho, ya solo faltan dos días para que regrese, falta poco, besos mi rockero.

– Cristián haciendo mueca de incomodidad le decía. – Bien, pues saludos a Miren y al loco de Mateo, si lo ves le dices que ya tiene mucho trabajo acumulado y requiero ya de su presencia en la constructora.

– Sebastián sonriendo le decía. – Bien amor le diré que ya finalice su luna de miel, que lo necesitas en la oficina, te mando el triple de besos rockero, hasta en la noche hablamos amor, te amo mucho.

– Terminando la llamada, Cristián se quedaba pensativo un rato y continuaba con sus labores en su oficina.

Mientras que Miren contenta le decía a Sebas mientras se sentaba. – ¡Amigo de mi alma! ¡Qué bueno verte aquí!

– Sebas se levantaba y le decía siendo caballeroso con ella. – ¡No imaginas lo feliz que estoy de verte!

– Miren le decía contenta. – Muchas gracias por tu caballerosidad, pues yo también estoy feliz de verte, tengo mucho que contarte.

– Sebastián le decía emocionado. – ¡Pues sí, estos dos meses de no vernos han pasado muchas cosas! ¡Me alegra que me hayas enviado mensaje rápido al celular diciéndome de vernos aquí, con este calor se me antoja beber todo tipo de bebida exótica y helada!

– Miren decía mientras llamaba al mesero. – Pues comencemos con unas buenas piñas coladas.

– El mesero anotaba la orden y se iba.

– Sebastián le decía sonriente. – Pues habiendo tantos hoteles en Cancún, nos fuimos a topar en este hotel, curiosamente hace cuatro o cinco años cuando vine a un congreso aquí, este hotel era de otra cadena hotelera, no lo conocía.

– Miren preguntaba. – ¿No sabías que este hotel fue comprado y remodelado por la constructora en la que tu marido y mi marido trabajan?

– Sebastián sorprendido respondía. – ¡No, no sabía eso, de haber sabido hubiera pedido que me dieran descuento!

– Miren le sugería. – Sí quieres le digo a Mateo que hable con el gerente y el dueño para que te den descuento, digo eres el esposo del arquitecto, deberían darte un descuento aunque sea.

– Sebastián no importunando le decía. – No amiga, gracias, así está bien; ahora recuerdo que hace un tiempo Mateo y Cristián viajaron aquí para trabajar un proyecto, pero no imaginaba que este hotel fuera dicho proyecto.

– Mirando alrededor las decoraciones del hotel decía. – Vaya que se ve muy lujoso este hotel, quedo muy hermoso.

– El mesero escuchaba y mientras colocaba las bebidas en la mesa les decía. – Este hotel Petrilli tiene dos años de inaugurado, anteriormente este hotel pertenecía a una cadena muy popular del país, pero pusieron a la venta este edificio debido a falta de mantenimiento, es por eso que el dueño de las nuevas cadenas hoteleras, Brandon Petrilli lo compró, remodeló y lo puso en marcha, en estos dos años este hotel ha sido el más solicitado para congresos, vacacionar e inclusive para grandes bodas; espero estén disfrutando de su estancia.

– Amablemente ambos agradecían la información y Sebastián decía confuso. – Bueno, yo hace unos años, cuando era joven, había leído que la cadena hotelera Petrilli tenía problemas económicos y vendieron los hoteles que tenían en esta zona; que yo recuerde en Cancún no había hotel Petrilli, hasta ahora; ¡Vaya como cambian las cosas!, gracias por la información brindada joven caballero.

– El mesero amablemente decía. – A sus órdenes, con su permiso.

– Miren disfrutando de la bebida le decía. – Bien ahora sí, hablemos de asuntos más importante, ¿cómo van las cosas entre tú y Cristián?

– Sebastián dando un sorbo grande a su bebida respondía cabizbajo. – Ay amiga, pues las cosas están bien, pero te contaré a detalle.

– Ambos amigos conversaban las situaciones que se les presentaron durante estos dos meses sin verse.

En tanto, Cristián llegaba a la casa cansado, desganado y con deseos de dormir; en la casa se sentía una soledad y tristeza, el vació que Becker había dejado era muy duro para él; así que dándose ánimos se comenzaba a preparar para el evento que tendría en unas escasas dos horas.

Al terminarse de bañar, salía desnudo del baño, se miraba frente al espejo y decía. – A mis casi cuarenta años me conservo bien exteriormente pero interiormente ya no, pues no es lo mismo "los tres mosqueteros que veinte años después”; debo de retirarme ya de esta onda rockera, dejar el grupo y centrarme más en mi familia, en mis proyectos de vida, cumplir mi deseo de ser papá de una niña, ver crecer a Adonaí y por qué no, tal vez hacerme otro tatuaje con el nombre de mi hija; claro si llego a convencer a Sebastián de adoptar; no me siento viejo, pero es hora ya de hacer cambios maduros en mi vida, ya no soy el chico treintón que le gustaba irse a los eventos de rock y tocar en bares o centros nocturnos; eso me propondré ser un cuarentón más centrado y más maduro.

– Cristián comenzaba a vestirse, usando unos bóxer negros con una calavera en el área del pene, jeans negros pegados, tenis blancos, una playera de manga larga negra con blanco, que por delante tenía un dragón plateado y por atrás una cruz en llamas, demasiado perfume y desodorante, peinado jovial y de un cajón de la cómoda sacaba sus pulseras, que se las colocaba en cada muñeca; la última pulsera era especial, ya que era la que Sebastián usaba al principio de su relación, la cual tiene escrita la frase “Es cuestión del Destino”; suspirando y sonriendo, se la ponía recordando a su amado Sebastián y su gran corazón noble.

Antes de salir, él llamaba a la casa de su suegra para cerciorarse de que Adonaí estuviera bien, luego de una charla breve, terminaba la llamada, para así comunicarse con Sebastián; quién por estar en muy buena platica con su amiga, no se percataba del celular sonando.

Cris decía cortando la llamada. – Seguramente estás a las grandes risas con Miren, que no te percatas del teléfono, bueno amor espero más al rato podamos conversar un momento, necesito escuchar tu voz.

– Saliendo de la casa, se subía al carro para ir con rumbo al lugar de la presentación de Edison y Miranda.

Al llegar al “Darck Club Night”, estacionaba el carro cerca, percatándose de que la mayoría de los que estaban entrando al lugar era gente joven no superior a los treinta y cinco años; cosa que le incomodaba, ya que comenzaba a sentirse viejo para estos asuntos rockeros; no obstante, se metía a dicho lugar mostrando el boleto y la invitación especial que se le había otorgado.

A una breve distancia del escenario, Miranda estaba alistándose, luciendo un pantalón de cuero pegado una blusa negra descubierta de la espalda mostrando su tatuaje del arcángel Miguel y un Pegaso en la espalda baja, unas plataformas negras, uñas pintadas de color rojo caramelo, al igual que los labios y mucha sombra obscura en los parpados, resaltando su mirada penetrante y seductora.

Cristián se quedaba impactado al verla tan rockera y tan sensual, más con su cabellera pelirroja lacia y larga; él acercándose nervioso le decía. – Hola Miranda.

– Ella se volteaba y al verlo le sonreía contenta diciendo. – ¡Hola, gracias por venir!

– Dándole un beso provocante en la mejilla casi cerca de sus labios, nervioso le decía. – No podía fallarte.

– Miranda sonriéndole mirando fijamente a sus ojos le decía. – Fallarme nunca, sabía que vendrías.

– Abrazándole cariñosamente ella le demostraba el verdadero amor que sentía; o aparentemente eso era lo que trataba de mostrarle hacia él.

Desde el escenario por comenzar a cantar, Edison los miraba y con ciertos celos apretaba el micrófono y pensaba. – ¿Qué tiene ese hombre que yo no tenga?

– Un encargado del audio le decía. – Edison, comenzamos cuando digas.

– Él un poco molesto decía. – ¡Bien ya, comencemos en tres, dos, tres, dos y va!

– Sin dar anuncio, comenzaba la música a sonar, la gente comenzaba a rockear y Miranda se paraba de puntas y le decía a Cristián al oído. – Espero aceptes subir conmigo a cantar, por lo mientras voy, después de esta canción me toca a mí y me encuentro muy nerviosa.

– Cristián le decía para calmarla. – Tranquila guapa, lo harás bien, ¡a rockear!

– Miranda caminaba seductoramente para subirse al escenario; Cristián disfrutaba del espectáculo, pidiendo un whisky doble en las rocas para así tomar lugar en una de las mesas del centro del bar.

Miranda entraba con gran potencia, haciendo gala de su voz y su talento para rockear, reversionando algunas canciones del género pop al género rock, acompañada de Edison como segunda voz; Miranda se adueñaba del escenario cantando de una forma muy sensual el tema “Loca” de Alejandra Guzmán; con dedicatoria subliminal a Cristián; a quién estaba impresionando aún más; él estaba bebiendo y disfrutando del show de tan rockera noche.

Hasta que llego el momento en que ella haciendo pausa, decía agitada. – Quiero hacer una invitación honorable a un vocalista de una banda rockera que conocieron hace tiempo llamada “Lipotimia”, si me haces el favor Cristián de subir y cantar conmigo.

– Miranda señalaba a Cristián que estaba solo en la mesa del centro con vaso en mano, el reflector le iluminaba y él un poco apenado decía. – ¡No, no para nada, gracias!

– Miranda decía emocionada. – ¡Vamos anímate, bríndanos de tu gran talento!

– Algunas personas del público le animaban a subir y cantar.

Edison estaba molesto y demasiado celoso por lo que acontecía; Cristián bebiéndose de golpe el contenido de su vaso, recordaba lo que Sebastián le decía, sobre disfrutar la noche; así que levantándose de su asiento y caminaba directo al escenario.

Subiéndose rápido les decía a los músicos. – ¡Bien pues vamos a rockear!

– Miranda le abrazaba y le decía. – Cantemos “Bring Me To life”.

– Edison se encontraba muy celoso, brindándole el micrófono, Cristián sonriendo lo tomaba y decía. – ¡Muchas gracias, pues a rockear ya!

– Miranda solicitaba que tocaran la canción mencionada y con gran energía ambos cantaban; haciendo que ese momento fuera especial; Miranda y Cristián cruzaban sus miradas y fusionaban sus voces para finalizar con gran ovación su interpretación.

Al término de la presentación, todos eran felicitados por el público y el dueño del lugar; la música seguía para animar más el ambiente.

Miranda con una botella en mano, se acerca a Cristián y le decía. – Brindemos por nuestra magnífica presentación.

– Cristián decía mientras ella le servía en su vaso. – ¡Su presentación, mía no!, ya no me sirvas más, no quiero manejar ebrio a la casa.

– Miranda le sonreía diciendo. – Un poco más y ya.

– Al terminar de servir le decía. – Bien pues, hasta el fondo.

– Ambos bebían de sus respectivos vasos el contenido de golpe, hacían gestos para después reírse del momento.

Edison molesto de lejos les miraba y pensaba. – Me enoja verte con él, pero me siento tranquilo al saber que ese tipo es gay y jamás te haría caso o se metería contigo.

– Edison continuaba en la barra bebiendo cerveza y comiendo cacahuates sin perder de vista a Miranda y Cris.

Pasando un breve lapso de tiempo, él se quedaba dormido y ebrio sobre la barra; y Miranda y Cristián estaban un poco pasados de tragos, aunque Miranda estaba más cuerda que él.

Por eso ella astuta le decía. – ¡Vámonos ya!, estoy un poco mareada.

– Cristián muy borracho le decía. – Sí, sí vamos, solo deja pagar.

– Miranda le decía maliciosamente. – Ya pagué, vamos, ¿dime donde estacionaste tu carro?

– Cristián tambaleándose le decía. – Sígueme por aquí.

– Saliendo del antro-bar, ella seguía los pasos torpes que Cristián daba; ella pensaba frívolamente. – Esta noche, es mi noche.

– Cristián sacaba las llaves y las tiraba diciendo. – Creo debo irme en taxi, estoy bastante borracho.

– Miranda recogía las llaves y le decía. – ¡Para nada!, yo te llevo a casa.

– Abriéndole la puerta del copiloto, le ayudaba a meterse, para así ser ella quién condujera.

Miranda aprovechando el estado de embriaguez de Cris, desviaba camino al edificio del departamento dónde ella estaba viviendo por el momento; Cristián se iba durmiendo en el trayecto y ella aprovechaba para acariciarle las ingles sobre el pantalón, y le tocaba el pene que poco a poco se ponía erecto.

Ella mirando por el retrovisor pensaba. – Esta noche como dije, tus manos poseerán mi cuerpo a tu antojo.

– Llegando al edificio, estacionaba el carro cerca del elevador; bajaba a Cristián quién estaba menos ebrio de a como salieron y abordaban el ascensor.

Él le preguntaba con mirada ebria. – ¿A dónde es que vamos?

– Miranda le respondía sonriéndole. – Vamos a que me cambie las plataformas y luego te voy a dejar a tu casa.

– Cristián no queriendo le decía. – Yo solo me puedo ir, mi casa está sola, me bajo aquí.

– Al llegar al piso cinco del departamento, ella lo jalaba diciéndole. – Vamos será unos minutos nada más.

– Cristián no quería ir pero a la vez sí; él avanzaba para así meterse con ella al departamento.

Estando ahí, ella se quitaba las plataformas y le decía. – Siéntate aquí en el sofá, enseguida vuelvo.

– Cristián se sentaba muy mareado; en lo que ella quitándose la ropa decía. – Ya quiero que me hagas tuya.

– Unos segundos después ella le grito. – ¡Cristián, ayúdame!

– Él reaccionando un poco aturdido se levantaba y caminaba a la habitación, preguntando. – ¡¿Qué, qué sucede?!

– Al ver a ella casi desnuda le decía. – Miranda, creo que debo irme ya.

– Se daba medía vuelta y ella le decía seriamente. – Te pensaba hombre, pero veo que si eres muy marica, en fin.

– Cristián se regresaba a ella y mirándola bien, le decía. – Estaré ebrio pero no pendejo, no pienso caer en tus redes, sé bien por donde va este asunto.

– Miranda dejaba caer su tanga negra y le decía retándolo. – No eres tan macho como dices ser.

– Cristián nervioso, sorprendido e impresionado le decía. – Soy tan hombre como tú puedes ser tan mujer, debo irme ya, sospechaba tus intensiones.

– Miranda seductoramente le decía. – No parece que lo seas querido, anda, demuestra que eres hombre y no un marica; ahora bien que sí sospechabas de esto; ¿por qué no te fuiste antes?

– Cristián se daba vuelta y avanzaba unos pasos diciéndole. – Me voy, hasta luego y buenas noches Miranda.

– Haciendo que Miranda se enojara y le gritara. – ¡Nadie me deja así! ¡Puto tenías que ser! ¡Para eso me gustabas joto!

– Cristián molesto se regresaba nuevamente y le decía molesto. – ¡Voy a demostrarte tan puto, marica y joto que puedo ser!

– De una forma impulsiva, la tomaba de los brazos y se le iba directo a los labios de ella; para así cargarla y aventarla a la cama.

Ella provocativamente se acomodaba abierta de piernas y le decía. – Me depile especialmente para ti, tómala es tuya.

– Cristián quitándose la playera y bajándose los pantalones, comenzaba a lamer y besar el clítoris y los labios vaginales de Miranda que comenzaba a gemir y gritar de placer, jalando las sabanas de la cama diciéndole. – ¡Ay sí, así! ¡Demuéstrame que tan rudo puedes ser, me excitas así! ¡Me encantas!

– Cristián comenzaba a tener una erección y se comenzaba a humedecer; poco a poco en su boca iba sintiendo la lubricación vaginal de Miranda; la cual le agarraba la cabeza con ambas manos y le jalaba los cabellos de la intensidad con la que él le practicaba sexo oral.

En ese momento su celular sonaba, siendo Sebastián que trataba de comunicarse con él; Cristián interrumpía el acto y se daba cuenta que estaba semidesnudo; apenado decía. – ¡No debió pasar esto, no debe de!

– Dirigiéndose a su pantalón, sacaba el celular veía la pantalla y decía muy nervioso. – ¡Es Sebastián!

– Miranda lo observaba sudar del nerviosismo y decía lujuriosa. – Que rico ha de saber tu sudor, pero dime, ¿piensas responder la llamada o desaprovechar esta oportunidad?

– Cristián dudaba unos segundos y decía nervioso. – No sé qué hacer.

– Miranda le decía seductoramente. – Yo te ayudaré a saber qué hacer.

– Levantándose de la cama, caminando hacia él, le quitaba el teléfono de la mano, lo aventaba al suelo estrellándose la pantalla y lo comenzaba a besar apasionadamente.

Ella le jalaba los cabellos y lo miraba lujuriosa preguntando. – ¿Te gusta la ayuda o deseas más?

– Cristián excitándose cada vez más le respondía. – ¡No quiero, no debo!

– Miranda lo volvía a besar y le comenzaba a tocar el pene que se erectaba más y más.

Ella lo miraba muy provocante, para después darle la espalda y restregarle las nalgas en su pene erecto; para así después caminar sexy a la cama, donde se colocaba en cuatro diciéndole. – Aprovecha que solo sucederá esto una vez, solo una vez y ya.

– Cristián impulsivamente se iba como un león a su presa; directamente le comenzaba a besar las nalgas y lamerle la vagina; exaltado y caliente le decía. – ¡Estás muy rica, muy, muy rica!

– Miranda gimiendo y gozando disfrutaba de lo que él le hacía, para después decirle agitada. – Hazme el amor.

– Cristián le preguntaba entre lamidas y lengüetazos. – ¿Tienes condones?

– A lo que le respondía con jadeos. – A la primera no cuaja, anda, cógeme, hazme tuya las veces que quieras, solo será una vez.

– Cristián se enderezaba, se quitaba rápido el bóxer, sus calcetines, las pulseras las aventaba y volteaba a Miranda dominándola en la cama; besándole los labios, el cuello, mordiendo sus hombros, recorriendo con su lengua sus senos duros para así después penetrarla de una forma ruda y algo dolorosa para ella.

Sebastián en su habitación del hotel, intentaba llamarle una y otra vez desde su celular y el teléfono de su cuarto, pero no tenía excito; así que él ingenuamente decía. – Seguramente llegaste cansado amor, son casi las tres de la madrugada; dulces sueños mi amor, mi dulce y gran amor, mañana será un gran día.

– Sebastián mirando la foto en su celular, suspiraba para después dormir tranquilamente mientras que Cristián caía en las redes de la seducción de Miranda ante tener la carne débil.

 

Es Cuestión del Destino.

 

Muchas gracias por su tiempo brindado; dudas, sugerencias u opiniones en FB, comentarios o el mail; buen día a todos.

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